Reportaje

Los mártires de Hizbulá

Ethel Bonet
Ethel Bonet
· 8 minutos
Umm Mahdi, madre de un combatiente de Hizbulá muerto en Siria | © Ethel Bonet
Umm Mahdi, madre de un combatiente de Hizbulá muerto en Siria | © Ethel Bonet

Es la hora de la llamada a la oración. Umm Mahdi aprieta fuerte su medallón con la fotografía de su hijo contra el pecho e invoca su nombre en silencio. Zulficar Morda, de 25 años, era un combatiente de Hizbulá. Murió el 31 de julio a las afueras de Damasco, en el mausoleo chií de Saida Zainab. El ‘mártir’ chií ha dejado viuda a una mujer de 20 años y a dos hijos pequeños huérfanos de padre.

En la entrada de la vivienda hay colgados carteles y fotografías del muerto como si, en cierta manera, su imagen infundiera fuerza a los familiares y vecinos de Hermel que sienten el deber de cumplir con el mandato “divino” y sacrificar su vida por la causa.

La imagen se repite en toda la ciudad de Hermel: Hileras de fotografías de muchachos con vestimenta militar, que han pasado ya a la otra vida, cuelgan de las farolas a la entrada de esta localidad en el valle de la Bekaa, en el noreste de Líbano. Los jóvenes de Hermel, feudo del ‘Partido de Dios’, constituyen la cantera de reclutas chiíes libaneses que luchan junto al régimen de Bachar Asad contra los “takfiris” (infieles) en la vecina Siria.

«Si mis hijos tienen que ir a la guerra, es su obligación», dice la madre de un combatiente

Hermel no sólo está pagando con la sangre de sus hijos su apoyo a Hizbulá en la guerra siria. Esta localidad libanesa, en el valle de la Bekaa, está siendo castigada con proyectiles de mortero que lanzan los rebeldes sirios desde la frontera. El momento de mayor tensión fue durante la batalla de Al Qusair en junio pasado, en la que Hizbulá participó junto a las tropas del régimen sirio para recuperar el control de esta estratégica localidad en la provincia de Homs.

Familia de mártires

La familia de Zulficar sigue en duelo. En la casa solo están las mujeres, los niños y el padre del miliciano fallecido, Abu Mahdi. Todos los varones, sus otros cuatro hijos y su yerno están luchando en Siria. En el salón están expuestas las reliquias de guerra de Zulficar y al fondo hay una pared cubierta con otro poster del ‘mártir’ posando junto a la mezquita del Imam Husein en Kerbala, en Iraq.

“Me siento triste porque ya no voy a volver a estar con mi hijo, pero creo en la resistencia. Hizbulá está defendiendo Saida Zainab y otros lugares santos en Siria”, expresa Umm Mahdi. “Creo en lo que hacen mis hijos. Si tienen que ir a la guerra es su obligación. Nosotros seguimos las ordenes del jeque Hassan Nasralá”, puntualiza la madre.

Aunque el ejército sirio salió de Líbano en 2005, la sociedad sigue dividida en prosirios y antisirios

Zulficar creció en una familia con una fuerte convicción religiosa y a los 16 años se afilió al movimiento chií de resistencia. Con 19 años, Zulficar era ya un experto guerrillero de Hizbulá y participó en la guerra contra Israel en 2006.

“Cuando no tengo noticias de ellos no tengo miedo. Se que están luchando y estoy tranquila. Si regresan a casa con vida lo harán como héroes, y si mueren volverán como mártires”, asiente convencida la madre de cinco combatientes.

Abu Mahdi, el padre, considera que si no luchan contra los rebeldes “salafistas” en Siria, “los próximos seremos nosotros”. La frase deja traslucir la profunda impresión que la guerra en Siria ha dejado en la sociedad libanesa, que durante toda la década de los 90, y hasta la «Revolución de los Cedros» en 2005, estuvo bajo tutela siria. Hoy sigue dividida entre dos bloques principales: los colectivos que mantienen sus lazos de fidelidad con Damasco, entre los que destaca Hizbulá, y los que se oponen al régimen sirio y buscan el apoyo de Estados Unidos, mayoritariamente suníes y cristianos.

Desde junio de 2011, el bando proestadounidense está en la oposición. El ‘Partido de Dios’, por su parte, cuenta con 12 escaños en el parlamento libanés , dos ministros en el actual gabinete provisional, una radio y televisión vía satélite y una red social que ofrece de todo, desde salud, educación, pensiones y viviendas.

Pero con su intrusión en la guerra vecina, la milicia islámica ha roto su compromiso con la Declaración de Baada, un acuerdo suscrito por todas las facciones políticas libanesas el 15 de junio de 2012, por el que el país mantendría una política de disociación en los conflictos regionales.

Tal vez no tuvo opción: Hizbulá no deja de formar parte de un juego geoestratégico mayor. Según la agencia Reuters, el 70 por ciento de los fondos de este grupo provienen de Irán (el resto llega por donaciones privadas chiíes y redes mafiosas), y el total de sus ingresos anuales oscila entre los 800 y los 1.000 millones de dólares, según los precios del petróleo.

Hizbulá ingresa más de 800 millones de dólares anuales, casi todo financiado por Irán

Una victoria de Asad garantizaría el respaldo a Hizbulá y sus aliados (entre los que también hay colectivos cristianos, menos religiosos y más a favor del laicismo que sus correligionarios en el otro bando). Una derrota, cree Abu Mahdi, cambiaría las tornas del poder en Líbano y desencadenaría una revancha contra los ahora poderosos chiíes. Los milicianos que ahora dicen luchar con Dios contra el «ateo» Asad (pertenece a la rama alauí, poco o nada religiosa), la tomarían con sus aliados libaneses, por muy buenos musulmanes que sean.

“Nuestra yihad es diferente. Ellos (los salafistas) están trabajando para los países del Golfo y Estados Unidos. Matan a cualquiera. Ellos no tienen religión”, sentencia el padre del guerrillero de Hizbulá. De hecho, los milicianos que combaten contra el régimen de Asad reciben la mayor parte de su financiación de Qatar, Kuwait o Arabia Saudí. Grupos como ISIS o el Frente Al Nusra han declarado su adhesión o cercanía a Al Qaeda, lo que los encuadra dentro del islam wahabí, la más rigorista y excluyente de todas las interpretaciones.

Una milicia muy poderosa

La milicia de resistencia chií libanesa cuenta entre sus filas con más de 7.000 paramilitares y 20.000 reservistas, superando en número al propio ejército libanés, e incluso a algunos otros Estado árabes. Aunque no existen datos oficiales ni confirmación por parte de Hizbulá, se calcula que entre 2.000 y 4.000 combatientes del ‘Partido de Dios’ están luchando en el país vecino.

“Un comando central de Irán dirigido por la Guardia Revolucionaria coordina las operaciones de Hizbulá en Siria, en estrecha coordinación con las autoridades de Damasco”, asegura una fuente de seguridad libanesa a Reuters.

Al principio la presencia de Hizbulá se limitaba a las aldeas sirias fronterizas, en las que viven alrededor de 40.000 libaneses, y el centro de peregrinación chií de Saida Zeinab, a las afueras de Damasco, donde murió Zulficar. Pero desde la batalla de Al Qusair, la milicia chií libanesa ha ampliado su despliegue en Siria a todas las áreas donde los rebeldes están presentes. Ahora, Hizbulá tiene posiciones fijas en la provincia de Homs y en Borsa al Sham, al sur de Damasco, y también en otros lugares de los Altos de Golán.

«Hizbulá tiene unidades especiales para asesinar a los líderes rebeldes sirios», advierte un militar retirado libanés

Su última victoria militar ha sido la recuperación de la localidad de Al Buweida, ubicada en la provincia de Damasco. Tras varios días de intensos combates contra rebeldes sirios, milicianos de la brigada Abu Fadl al Abbas y de Hizbulá han ayudado al régimen sirio a retomar el control de esta localidad, ubicada cerca del la tumba de Saida Zainab.

Para evitar el tráfico de armas que se envían desde Líbano a los rebeldes sirios, el grupo paramilitar ha reforzado su presencia a lo largo de la frontera que divide los dos países, prepara emboscadas en puntos estratégicos, y coloca minas en las rutas transfronterizas.

El ‘Partido de Dios’ también tiene escuadrones, unidades encubiertas seleccionados de entre sus mejores combatientes y entrenados por Irán , “cuya misión es asesinar a los líderes opositores suníes y los comandantes del Ejército Libre de Siria (ELS) en Damasco y Alepo «, advierte a M’Sur un militar retirado libanés.

Abu Mahdi asegura que los guerrilleros está combatiendo contra los yihadistas vinculados a Al Qaeda en todas las zonas de Siria donde hay chiíes”. Tiene claro quiénes son los buenos: “Los que luchan en contra del Bashar Asad han elegido el camino al infierno”.

¿Te ha interesado este reportaje?

Puedes ayudarnos a seguir trabajando

Donación únicaQuiero ser socia



manos