Opinión

La democracia goleada

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 5 minutos

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Mi absoluta indiferencia hacia el fútbol, que por momentos raya la alergia, me depara en ocasiones sorpresas impagables. La semana pasada, sin ir más lejos, fui a recoger a mis sobrinos a la puerta del cole. Entre la marea de chavales escapando a la carrera bajo el ulular de la sirena, reconocí en varias camisetas los colores y los escudos del Real Madrid, el Barça y el Atlético de Madrid, pues hasta ahí llega mi culturilla general en materia balompédica. Sin embargo, no esperaba que junto a tales divisas me saltaran a la vista unos insólitos patrocinadores:  Fly Emirates [Vuela a Emiratos, lema de las aerolíneas propiedad del gobierno de Dubai], Qatar Airways y Azerbaijan.

Pedirle a los chavales que sepan qué significan EAU o Qatar quizá sea demasiado, pero ¿lo saben sus padres?

Pedirle a los chavales que sepan qué significan esas leyendas quizá sea demasiado, pero ¿lo saben sus padres? Me quedé con las ganas de preguntarle a alguno si sospechaba que los Emiratos Árabes Unidos y Qatar son de los pocos países del mundo que ni siquiera se han tomado la molestia de hacer el menor paripé democrático. Ni sistema de partidos ni elecciones, por no hablar del lamentable estado de los derechos de la mujer o de los inmigrantes asiáticos, estos últimos objeto de todo tipo de abusos a pesar de representar un porcentaje altísimo de la población, aproximadamente el 80 por ciento.

La sentencia de un tribunal a un año y cuatro meses de cárcel a una noruega que fue violada en Dubai, bajo el cargo de practicar sexo fuera del matrimonio, es solo un caso llamativo en medio de la delirante jurisprudencia de Emiratos, donde la censura y la represión son moneda corriente bajo el imperio de la Sharia. Lo mismo puede decirse de Qatar, donde el consumo de alcohol o el sexo “ilícito” entrañan penas de 40 a 100 latigazos, y las condenas anuales a muerte rondan la veintena, aunque el año pasado no se registró ninguna ejecución. Eso por no mencionar el fuerte influjo dogmático de sus escuelas coránicas en todo el orbe, caracterizado por una apuesta ciega por las interpretaciones más rígidas del Libro, sin las cuales no se entenderían los progresivos virajes de varios países hacia un islamismo radical.

Lo difícil es relacionar las situaciones de injusticia con la magia de Cristiano Ronaldo

Claro que todo esto es más o menos sabido por los padres de los chicos, que leen los periódicos, atienden a los telediarios y puede que incluso paguen su cuota de Aministía Internacional. Lo difícil es relacionar tales situaciones con la magia de Cristiano Ronaldo, Messi, Neymar o Juanfran, unir en un mismo pensamiento el totalitarismo más descarado y las incomparables emociones del deporte. Dicho de otro modo, todos aceptan que la chavalería lleve publicidad de lugares remotos adonde, si lo pensaran un poco, jamás enviarían a sus hijos.

Azerbaiyán sí hizo el paripé. Con tan mala suerte, sin embargo, que en las últimas elecciones presidenciales, celebradas este mes, los resultados finales fueron difundidos por una aplicación de móvil antes de abrirse las urnas… Es mucho paripé. Claro, desde que el país caucásico ganara en 2011 el festival de Eurovisión, una corriente de simpatía colectiva ha permitido que sea visto con buenos ojos por el público en general. Tampoco hay nada que decir contra su sistema republicano, constitucionalista y laico. Sin embargo, su indisimulable autoritarismo  provoca frecuentes  detenciones de activistas democráticos, así como presiones y amenazas contra la oposición.

Estas y otras conductas han relegado a la nación a puestos bajísimos en el ránking de las democracias mundiales, a pesar de celebrar elecciones cada cinco años, siendo aventajada incluso por Cuba. Su buena imagen, como recordaba nuestro compañero Daniel Iriarte en un excelente reportaje, queda confiada a su poderío exportador de gas y petróleo.

El fútbol es un negocio abrumadoramente caro, necesitado de potentísimos inversores, y no está el patio para mirar con lupa a ninguno de los posibles candidatos.  Pero valdría la pena reflexionar una vez más, siquiera un instante, sobre la escandalosa hipocresía de esta Europa casi siempre presta a seguir al amigo americano en su papel de vigilante de las libertades, pero que no duda en pasar la mano cuando el infractor, se llame China o Arabia Saudí, pone sobre la mesa cheques con suficientes ceros como para hacer que los informes de las ONG’s vayan cayendo, folio a folio, en la trituradora de papel.

La hipocresía de Europa es escandalosa, y doble en el caso de los equipos de fútbol

La hipocresía es doble en el caso de los equipos de fútbol, que presumen de desarrollar ingentes labores sociales, pero se prestan dócilmente a legitimar sistemas totalitarios nada menos que aportando su capital más preciado, la imagen de sus ídolos y el orgullo de sus colores. La noticia de que el Real Madrid podría llegar a cambiar el nombre de su emblemático estadio Santiago Bernabéu por el de Emirates Bernabeu no sorprendió a nadie: ya el Arsenal londinense recibió 120 millones de euros por dejarse patrocinar durante 15 años y rebautizar su sede como Emirates Stadium.

La democracia y los Derechos Humanos forman un equipo ciertamente exigente: no se puede estar a la vez con ellos y contra ellos. Cada concesión del fútbol español a quienes jamás han mostrado el menor respeto hacia ellos es, mal que nos pese, un gol que le colamos por la escuadra.