Opinión

Tres mujeres

Uri Avnery
Uri Avnery
· 9 minutos

opinion

 

Esto es una declaración de amor. De tres amores, de hecho.

Quiero a Achinoam Nini. La quiero en la distancia. Nunca la he conocido.

La quiero por lo que hizo hace pocas semanas.

La organización israelí de compositores y escritores la había galardonado con un premio a su carrera artística. Pese a tener solo 44 años, lo merecía sin duda. Es una cantante magnífica.

Noa (como se la llama en el extranjero) hizo algo muy poco común: rechazó el premio.

El motivo: otro cantante, Ariel Zilber, iba a recibir con ella la misma distinción.

Noa es una izquierdista declarada. Zilber es un derechista declarado. ¿Es esa una razón para rechazar un premio?

Las críticas llovieron por todo el país. ¿Cómo se atreve? ¿Qué hay de la libertad de expresión? ¿Qué hay de la libertad artística?

Los de derechas la denunciaron categóricamente. Se les unieron un buen número de íntegros izquierdistas. Es verdad, dicen, Zilber es de derechas, pero la democracia exige que se proteja la libertad de expresión de todos, incluso – y especialmente – la de aquellos que expresan opiniones censurables.

Incluso metieron de por medio al bueno de Voltaire: ‘‘No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a expresarlo’’.

¿Qué ha dicho entonces Zilber para que Noa se negara a compartir escenario con él?

En primer lugar, ha expresado su odio abismal hacia los homosexuales. ‘‘Ser marica es una perversión’’, declaró, y pidió que fueran expulsados de la sociedad.

Para Zilber, no solo los gays y los laicos son despreciables: lo peor son los de la izquierda

No solo ellos. Todos los laicos. ‘‘Los laicos no tienen nada que ofrecer, salvo contraer el SIDA y mirar mujeres desnudas. ¡Qué asco!’’

No solo los gays y los laicos son despreciables. Los de izquierdas pueden ser incluso peor. ‘‘Todos los de izquierdas deberían ser expulsados y mandados al diablo. ¡Todos son Amalek!’’ Como todo judío sabe, Dios ordenó a los hijos de Israel que mataran a todos los amalecitas para que hasta el mismo nombre se erradicara. El profeta Samuel destronó a un héroe nacional como el rey Saúl por no matar a todos sus prisioneros amalecitas; hombres, mujeres y niños.

Pero esto es solo una parte del personaje público de Zilber. También cree que Yigal Amir, el asesino de Yitzhak Rabin, debería ser puesto en libertad de inmediato. Elogió a Baruch Goldstein, el colono que asesinó a 29 musulmanes que rezaban en la mezquita Ibrahimia de Hebrón (los judíos la llaman ‘‘la cueva de Machpela’’).

También es simpatizante de los matones del ‘‘ojo por ojo’’, los colonos al estilo Ku Klux Klan que salen por la noche a aterrorizar a los indefensos aldeanos árabes. Hacen lo correcto, porque ‘‘los árabes no valen nada. ¡No saben hacer otra cosa que no sea matar!’’.

Para colmo, Zilber proclamó: ‘‘¡Kahane tenía razón!’’. El Tribunal Supremo de Israel condenó al rabino Meir Kahane por fascista, y su movimiento ‘‘Kach’’ se ilegalizó (una sentencia casi única, cuando se trata de judíos). Y para rematar, Zilber también escribió y compuso una canción sobre este tema.

El demagogo antisemita francés Dieudonné es un moderado en comparación con Zilber

¿Se merece esta persona la protección de la libertad de expresión? Los judíos de todo el mundo condenan al gobierno francés por tolerar al aborrecible antisemita Dieudonné M’Bala M’Bala, inventor del saludo neonazi de la ‘‘quenelle’’. Pero este demagogo es un moderado comparado con Zilber.

¿Debería Noa compartir escenario con este ‘‘regalo de Dios’’? ¿O con un demagogo patético llamado Adolf Hitler, si hubiera vivido en la República de Weimar, hace tres generaciones? ¿La habrían denunciado por su rechazo nuestros demócratas sensibleros?

Bien, yo personalmente la admiro. Lo que hizo fue un acto de abnegación. Al tomar esa decisión, estaba haciendo un sacrificio enorme. Será boicoteada por todas las audiencias de derechas. No la invitarán a festivales esos organizadores que tiemblan de miedo ante la idea de perder las subvenciones del gobierno.

Recuerdo que hace 45 años, cuando estalló la primera intifada, hubo una gran manifestación por la paz en lo que luego se convirtió en la Plaza Rabin de Tel Aviv. Prácticamente todos los artistas famosos del momento estaban allí. Los artistas se peleaban entre ellos por poder participar.

Esos días se acabaron hace tiempo. Incluso artistas de izquierdas bien conocidos tienen miedo de expresar cualquier opinión. Dios no lo quiera. Podría significar la ruina económica.

¿De dónde sacó entonces Noa el valor para ponerse en pie y rechazar el premio? Sus padres son ambos judíos yemeníes (como lo era, curiosamente, la madre de Silver, una cantante famosa en mi juventud). Por regla general, los judíos yemeníes – como otros judíos orientales – tienden a ser de derechas.

Puede que la clave del acertijo esté en que creció en Estados Unidos, donde trabajaba su padre. Puede que asimilara ciertos valores de las escuelas judías en las que estudió allí en los años 70 y 80.

La quiero.

Quiero a Anat Kam.

Anat era una soldado. Sus funciones como militar le dieron acceso a documentos secretos. Copió 2.000 de esos documentos, que contenían evidencias de crímenes de guerra perpetrados por soldados israelíes, y se los dio a un periodista de Haaretz. El periódico publicó el informe secreto de uno de esos incidentes. Los investigadores del ejército descubrieron la fuente.

Después de casi dos años de arresto domiciliario, se le impuso una pena de prisión de larga duración. Tras recurrir, la pena se redujo a cuatro años. La semana pasada, después de dos años y dos meses en prisión, salió en libertad condicional. Unos días después, en una entrevista concedida a un periódico, revelaba su perspectiva actual.

Lo que me entristeció fueron los remordimientos de Anat Kam: afirma que lamenta lo que hizo

Es una buena lectura. Anat es muy inteligente y observadora. Su descripción de la experiencia en prisión es vívida y fascinante. Parece que las autoridades de la prisión la trataron relativamente bien. Antes de ingresar en prisión estaba muy asustada de recibir palizas o de ser violada. Sin embargo, las reclusas de la prisión de mujeres, pese a ser patriotas primitivas la mayoría, no le recriminaron su pasado traidor y, con algunas excepciones, hicieron migas con ella. Mujeres que habían matado a sus hijos o a sus amantes le pedían ayuda para las reclamaciones escritas. Anat parece ser una persona con mucha empatía.

Está resentida con Haaretz y con el periodista, quienes por miedo, cree ella, traicionaron su confianza. Uno también podría estar resentido con la campaña por la paz en general, cuyos miembros estaban tan asustados que casi nadie alzó su voz para defender su valiente acción.

Lo que me entristeció fueron sus remordimientos. En la entrevista afirma que lamenta lo que hizo.

Yo creo que no lo lamenta por el alto precio que pagó. Con 28 años, tiene que empezar su vida de nuevo, etiquetada como una traidora a su pueblo. Se le han robado cuatro preciosos años. Se niega a emigrar. ‘‘¿Por qué debería? ¡Esta es mi casa!’’ declara.

Lo que le hace arrepentirse de su acción es la convicción de que todo fue para nada. Piensa que a diferencia de las revelaciones hechas por sus compañeros de armas (sin armas), Edward Snowden y Chelsea Manning, que cambiaron el mundo, su acción no ha dado sus frutos. No ha hecho cambiar nada.

Las accciones valientes nunca son en vano. Constituyen un ejemplo. Alentan a otros

Yo quiero discrepar de esa convicción. No es cierta. Acciones valientes como esta, perpetradas por individuos entregados, nunca son en vano. Constituyen un ejemplo. Alentan a otros. Son prueba de la conciencia humana. Plantan una semilla. Así como el mar se compone de muchas gotas, los cambios históricos se desarrollan por medio de muchas, muchas acciones individuales como ésta.

Quiero a Daphni Leef.

Ella es esa joven – tiene 28 años, como Anat – que, indignada por el alquiler que se le pedía, montó una tienda de campaña en una avenida central de Tel Aviv para vivir en ella. La protesta creció espontáneamente y alcanzó su punto más alto en una masiva manifestación sin precedentes de 400.000 personas.

El movimiento tuvo efectos en las elecciones del año pasado. Yair Lapid, una personalidad de la televisión que no había hecho nada para ayudar a los manifestantes, adoptó sus eslóganes y ganó una enorme cantidad de votos en las elecciones. Se eligieron a dos de los colaboradores de Daphni para la Knesset. Pero Daphni se salió de la vida pública.

Nunca hablé con ella excepto algunas palabras que intercambiamos en una de las manifestaciones. La critiqué por ignorar los grandes problemas del país, como la ocupación, y centrarse en el precio de los pisos y del queso.
Esta semana reapareció: en el banco de los acusados en los tribunales. A pesar de que todas las manifestaciones habían sido rigurosamente no violentas, en una de ellas tuvieron lugar algunos forcejeos. La policía agredió a Daphni, se lesionó el brazo. Pero, como de costumbre, la policía culpó a Daphni por atacar a los agentes y alterar el orden público.

El juez desestimó el caso.

Quiero a estas tres mujeres, porque nos muestran que en Israel hay jóvenes que obedecen a su conciencia. Nos hacen sentirnos orgullosos de ser israelíes.

Mientras tengamos a jóvenes como estas, listos para ponerse en pie por la democracia, la paz y la justicia, asumir riesgos y hacer sacrificios personales, Israel tiene futuro.

Para mí, ellas son el verdadero Israel.