Opinión

En su propio jugo

Uri Avnery
Uri Avnery
· 10 minutos

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Según artículos publicados en prensa, el presidente Barack Obama ha decidido dejar que Binyamin Netanyahu y Mahmoud Abbas ‘‘se cocinen en su propio jugo’’.

Eso suena justo.

Estados Unidos se ha esforzado mucho para que Israel y Palestina hagan las paces. El pobre John Kerry ha dedicado casi todas sus considerables energías a conseguir que ambas partes se reúnan, hablen, lleguen a acuerdos.

Después de nueve meses, descubrió que todo el asunto era un embarazo falso. No había bebé, ni siquiera feto. Nada en absoluto.

Así que se puede justificar a los líderes estadounidenses por estar enfadados. Enfadados con ambas partes. Ninguna de las dos ha mostrado disposición alguna por sacrificar sus intereses para hacerle un favor a Obama o a Kerry. Qué desagradecidas son esa gente de Oriente Medio.

Así que parece que la reacción está justificada. ¿No queréis cumplir nuestros deseos? Iros al infierno. Ambos.

La palabra importante en estas frases es ‘‘ambos’’.

Lo que pasa es que ‘‘ambos’’ se basa en una mentira.

Al decir que ‘‘ambos’’ deberían cocinarse en su propio jugo, uno asume que ambos son iguales

Cuando uno dice que ‘‘ambos’’ no se comportaron como se esperaba, que ‘‘ambos’’ no tomaron las ‘‘decisiones difíciles que eran necesarias’’, que ‘‘ambos’’ deberían cocinarse en su propio jugo, uno asume consciente o inconscientemente que ambos son iguales. Nada está más lejos de la verdad.

Israel es enormemente más poderoso que Palestina en todos los aspectos materiales. El primero parece un elegante rascacielos estadounidense, y la segunda una chabola de madera en ruinas.

Palestina está ocupada por la otra mitad del ‘‘ambos’’. Los palestinos están privados de todos los derechos humanos y civiles básicos. La renta media en Israel es veinte veces mayor que en Palestina. No un 20 por ciento más, sino un impactante 2.000 por ciento más. En términos militares, Israel es una potencia regional, y en algunos aspectos una potencia mundial.

Teniendo en cuenta esta realidad, hablar de ‘‘ambos’’ supone en el mejor de los casos ser un ignorante, y en el peor ser un cínico.

El hecho en sí de presentar esta imagen de ‘‘ambos’’ es equivalente a aceptar la narrativa israelí.

¿Qué significa para cada parte de ‘‘ambos’’ cocinarse en su propio jugo?

Para Israel, significa que puede seguir construyendo nuevos asentamientos en la tierra árabe de la Cisjordania ocupada sin que haya ninguna intromisión extranjera. Puede hacer que la vida en Cisjordania y en la Franja de Gaza sea todavía más dura, con la esperanza de que más y más palestinos prefieran irse. Las tropas en territorio ocupado asesinan arbitrariamente a civiles cada pocos días.

Israel puede cocinarse alegremente cuando Estados Unidos sigue pagando su tributo anual de 3.000 millones

Algunos de nosotros nos damos cuenta que este camino está llevando a un desastre en forma de Estado binacional, en el que una minoría judía gobernará a una mayoría árabe que no deja de crecer, y está privada de todos sus derechos. Eso se llama apartheid. Pero la mayoría de los israelíes no lo ven.

Los israelíes están felices, y esta semana más que nunca. En una repetición moderna de la historia bíblica de David y Goliat, el equipo de baloncesto Maccabi Tel Aviv se hizo con el campeonato europeo al vencerle al fantástico equipo del Real Madrid. El orgullo nacional se ha elevado a altitudes olímpicas. (El presidente Peres y el primer ministro Netanyahu protagonizaron una carrera infantil al intentar arrimarse al equipo ganador durante su camino hacia la recepción multitudinaria que les esperaba en la Plaza Rabin, para así disfrutar de la gloria ajena).

Así que Israel puede cocinarse alegremente, y aún más cuando Estados Unidos nos sigue pagando su tributo anual de tres mil millones de dólares, nos proporciona armamento y usa su poder de veto en Naciones Unidas para protegernos de la censura internacional.

Para la parte palestina del ‘‘ambos’’, cocinarse en su propio jugo supone algo bastante diferente.
El esfuerzo por conseguir la reconciliación entre Fatah y Hamás evoluciona lentamente y puede venirse abajo en cualquier momento. Depende del éxito que tenga Abbas en formar un gobierno de unidad compuesto por ‘‘tecnócratas’’ imparciales, y de la disposición que tenga Hamás por renunciar a su gobierno en solitario en la Franja de Gaza.

Casi todos los palestinos quieren unidad, pero las diferencias ideológicas están muy arraigadas (aunque en la práctica las diferencias son ahora mucho más superficiales). Pero incluso si se consigue algún tipo de unidad, y ésta es reconocida por la comunidad internacional, contra la voluntad de Israel, ¿qué pueden hacer realmente los palestinos sin usar la violencia?

Con la ayuda de Arabia Saudí y la Junta Militar egipcia, podrían establecer algún contacto directo entre Cisjordania y Gaza, y romper el bloqueo que ejerce Israel en la Franja.

Esa idea de ‘‘ambos’’, que parece tan imparcial, es una política de apoyo 100 por cien a la derecha israelí.

Pueden solicitar la admisión en algunas agencias internacionales más, así como más resoluciones favorables de la Asamblea General de Naciones Unidas, en la que Estados Unidos no puede aplicar su poder de veto, pero cuyas decisiones tienen un efecto real bastante reducido.

Pueden animar a países europeos y al movimiento internacional BDS (boicot, desinversiones, sanciones) a que refuercen el boicot a los asentamientos o al propio Israel.

En suma, Palestina no puede hacer demasiado. El tiempo de cocción agrandará aún más el desequilibrio de poder entre ‘‘ambas’’ partes.

Si la cocción dura lo suficiente, las cúpulas ‘‘moderadas’’ de Fatah y Hamás desaparecerán del panorama, y la violencia palestina volverá a levantar la cabeza.

Conclusión: Esa idea de ‘‘ambos’’, que parece tan imparcial y justa, es a todos los efectos una política de apoyo 100 por cien a la derecha israelí.

¿Reforzará esto el sentimiento antiisraelí en el extranjero?

Hace dos semanas, una organización judío-estadounidense dejó caer un bombazo: el antisemitismo existe en todos los países del mundo, desde un 91 por ciento en Cisjordania hasta un 2 por ciento en Laos. (Uno puede preguntarse dónde encuentran los laosianos a judíos a los que odiar).

Una de cada cinco personas en la tierra alberga prejuicios antisemitas. ¡¡¡Más de mil millones de seres humanos!!!

La organización que invirtió tanto dinero en financiar semejante encuesta a escala mundial es la Liga (Anti)difamación. Pongo el ‘‘anti’’ entre paréntesis, porque el nombre apropiado para esta organización debería ser la Liga de la Difamación. Es una especie de policía del pensamiento al servicio de las clases dirigentes judío-estadounidenses de derechas.

¡Una de cada cinco personas en la tierra alberga prejuicios antisemitas! Esto es una gilipollez (perdón)

(Hace muchos años, cuando era miembro de la Knesset, se me invitó a dar charlas en 20 universidades estadounidenses de alto nivel. Los anfitriones eran capellanes judíos que pertenecen a la orden Bnei Brith (Beit Hillel). A última hora se cancelaron 19 charlas. La Liga de la Difamación comunicó a los capellanes en una carta secreta que ‘‘aunque no se puede llamar traidor al miembro de la Knesset Uri Avnery…’’ etc. etc. Al final, todas las charlas tuvieron lugar bajo los auspicios de capellanes cristianos).

La publicación de los resultados abrumadores de la encuesta sacó a relucir un hecho curioso: muchos judíos reciben las noticias sobre el aumento del antisemitismo con algo extrañamente parecido a la alegría.

He reflexionado a menudo sobre este fenómeno. Para los sionistas, la respuesta es simple: los términos antisemitismo y sionismo, como gemelos siameses, nacieron al mismo tiempo. El antisemitismo siempre ha llevado a judíos a Israel, y todavía lo sigue haciendo (últimamente desde Francia).

Para otros judíos, la fuente de alegría es menos obvia. Los judíos en Europa han estado rodeados de antisemitas durante tanto tiempo, que el hecho de verlos parece normal. Descubrir una y otra vez que existen les proporciona a los judíos un cómodo sentimiento de familiaridad.

Y también hay que tener en cuenta, por supuesto, el gran número de empleados de la Liga y otras organizaciones judías, cuya subsistencia depende de denunciar a antisemitas.

La interpretación en sí de la encuesta es, por supuesto, una absoluta gilipollez (perdón). Se incluyeron en la lista de antisemitas a personas que expresaron recelo hacia las políticas de Israel. Lo mismo se hizo con los habitantes de los territorios ocupados, a los que no les gustan sus ocupantes. Los musulmanes en general, que tienen una imagen negativa de Israel, son racistas, por supuesto. Si se hace una encuesta parecida sobre el racismo antirruso es bastante probable que obtenga los mismos resultados en Ucrania.

Una iniciativa similar a ésta es el congreso de la Asociación Internacional de Abogados y Juristas Judíos que se ha celebrado esta semana.

El objetivo será disolver los campos de refugiados palestinos para que den menos la lata a Netanyahu

‘‘Judíos juristas’’ puede que suene casi como una tautología. Toda madre judía quiere presumir ‘‘mi hijo, el doctor’’, o de ‘‘mi hijo, el abogado’’. En Estados Unidos y muchos otros países, parece haber una mayoría de judíos en las profesiones de abogado y juez.

Esta reunión tiene un objetivo específico: convencer a Naciones Unidas de que disuelva la UNRWA, la agencia de la ONU que se ocupa de los refugiados palestinos. Se creó después de la guerra de 1948, durante la cual alrededor de 750.000 palestinos huyeron o se les expulsó del territorio que pasó a ser Israel. Sus descendientes, a los que también se les reconoce el estatus de refugiados, suman hoy en día de 6 a 7 millones aproximadamente.

La UNRWA alimenta a estos refugiados, los protege y los educa. Es verdad que sólo existe una institución de esta índole, lo que expresa la mala conciencia de Naciones Unidas. Parece ser que no hay refugiados de otros países que cuenten con una organización específica como ésta para ser atendidos.

Ahora los Ju-Judíos (si puedo llamarlos así) están organizando un ataque, que guía directamente Israel, para abolir esta organización por completo. Supongo que el objetivo es disolver los campos de refugiados palestinos que existen en varios países alrededor de Israel – Sabra y Shatila son los que se me vienen a la cabeza — y dispersar a los refugiados por todo el planeta, donde le darán menos la lata al gobierno de Netanyahu.

Todo esto en el nombre de la justicia y la igualdad. Que ‘‘ambos’’, los israelíes y los palestinos, se cocinen en su propio jugo.

Jugos bastante diferentes, sin embargo.