Crítica

Griten conmigo

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 3 minutos
Beast over Greece

VV.AA.
Beast over Greece

www.metalhammer.gr

Aunque Grecia nunca se ha destacado demasiado en el panorama metalero europeo –ni siquiera en el mediterráneo– recopilaciones como esta, que sirvió en bandeja la edición local de la revista Metal Hammer, nos sirven para tomarle el pulso y comprobar hasta qué punto la rabia de un país saqueado y convulso ha encontrado un canal efectivo en el sonido de sus bandas de rock duro. Como sugiere el título, el pretexto era rendir tributo a los británicos Iron Maiden, reto que asumieron con desigual solvencia once bandas del país heleno.

Abre el repertorio una versión correcta y ortodoxa de Where eagles dare a cargo de Spitfire, para dar paso a unos Wardrum, directos desde Tesalónica, que suben algunos grados la temperatura atreviéndose con Be quick or be dead. Es el punto perfecto para deleitarse con un clásico como Running free, a cargo de una de las grandes sorpresas del álbum: Nightstalker, grupo ateniense dotado de un delicioso sonido retro, que remite tanto al primer Ozzy como a unos Motörhead, y que logra la doble proeza de hacer que el tema en cuestión suene nuevo y añejo a la vez. Si hay que retener un nombre de cuantos integran este álbum, repitan conmigo: ¡Nightstalker!

El guitarrista y teclista Bob Katsionis se hace acompañar del inquieto vocalista Peter Ellis (The More, White Wizzard, Monument) para dar forma a una convincente Moonchild, después de la cual el Flight of Icarus interpretado por Dream Weaver se antoja un tanto desangelado, buenas intenciones aparte.

El pretexto era rendir tributo a los Iron Maiden, reto que asumieron con desigual solvencia once bandas del país heleno

Tal vez su problema sea el mismo que afecta en el siguiente corte a Mahakala con Hallowed be thy name: una voz insuficiente para alcanzar los registros de Bruce Dickinson, y la elección de temas que hemos escuchado ya versionados tantas veces, y a menudo tan bien, que resulta francamente complicado superar el listón.

Todo lo contrario de lo que hace los thrashers Acid Death con Deja vu, un tema muy estimulante pero algo olvidado en las antologías de los Maiden. Convincente es también la versión de The Clairvoyant a cargo de Dark Nova, mientras que la deSanctuary de Convixion participa de cierto desaliño filo-punk que no está nada lejos de los primeros Maiden. Y después de una clasicista Children of the damned a cargo de Marauder, la guinda del pastel con sabor mediterráneo: los más de ocho minutos de intensidad metalera de Alexander the Great, cortesía de Maidenance.

Podría haber quedado perfecta y dignísimamente ahí la cosa, pero los cerebros de este proyecto no se resistieron a incluir una (solo) pasable versión colectiva de Iron Maiden. Este oyente hubiera preferido cerrar con el guiño a Alejandro, con todo su simbolismo helenístico, pero así nos presentaron el paquete. Eso sí, tras comprobar el óptimo nivel de los grupos congregados en torno a la Dama de Hierro, se presenta la incógnita: ya sabemos que para componer himnos no basta con tocar bien, pero, ¿por qué les cuesta tanto mantenerlo en sus propios discos? Sea como fuere, hay aquí once propuestas a tener en cuenta. Y una de obligado seguimiento: ¡Nightstalker!