Opinión

Marwan y la destrucción cultural

Sultan Al-Qassemi
Sultan Al-Qassemi
· 7 minutos

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En muchos rincones del mundo árabe se está descuidando (en el mejor de los casos) o destruyendo (en el peor de ellos) artefactos modernos e históricos. Libia, Iraq, Palestina y Argelia han sido víctimas de conflictos en las últimas décadas, pero ninguno de estos países ha sufrido más que Siria, que ha visto como la artillería rebelde y la del régimen destruían en cuestión de meses comunidades, mercados, arquitectura y obras de arte de siglos de antigüedad, y cuya creación supuso años, a veces décadas.

Cuando se depongan las armas en Siria y los mercenarios extranjeros se marchen, serán los sirios los que reconstruyan el país.

Hasta que esta trágica guerra civil termine, el mundo exterior tiene la posibilidad de apoyar la documentación, la preservación y la publicidad de la cultura siria, de manera que los combatientes del Estado Islámico (ISIL) y los mercenarios extranjeros no consigan erradicar el pasado reciente y culturalmente rico del país y lo reemplacen por su propia versión perversa.

Incluso en estos momentos oscuros, es esencial que la Siria culturalmente rica siga viva y presente en nuestras mentes

En este sentido, el verano pasado se presentó la oportunidad de apoyar al joven arquitecto Khaled Malas para representar a Siria en la Bienal de Arquitectura de Venecia con su proyecto ‘‘Excavando el cielo’’. Incluso en estos momentos oscuros, resulta esencial que la Siria diversa y culturalmente rica siga viva y presente en nuestras mentes, impidiendo que la imagen fabricada por los extremistas la reemplace.

Otra Siria está recibiendo también la atención merecida en el mundo del arte. Hace unos meses viajé a Berlín para reunirme con el artista sirio Marwan Kassab-Bachi y visitar su estudio. En un apartamento en el barrio de Tiergarten, me vi cautivado por su obra, como si me hubiera adentrado en una cueva llena de tesoros.

‘‘Pinté esta serie justo después de llegar a Alemania, en los sesenta, cuando trabajaba en una curtiduría’’, relataba Marwan, de 80 años, señalando la serie y con un cigarro en la otra mano. ‘‘Trabajaba todo el día y pintaba toda la noche’’.

Marwan explicaba lo dura que había sido la vida en esos tiempos; cómo muchas de sus obras se habían vendido por una fracción de su valor y cómo la gente se aprovechaba de su confianza, habiendo algunos que nunca le pagaban o no le devolvían las obras que les había dejado que se llevaran.

La Berlinische Galerie ha comprado más de 200 obras del artista sirio Marwan Kassab-Bachi

Me senté en el suelo frente a dos obras: ‘‘Selbstbildnis’’ (‘‘Autorretrato’’), de 1964, que sería después la pintura en portada del catálogo de su exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Serralves en Portugal, y un retrato de 1965 de Munif al-Razzaz, un antiguo secretario general del partido sirio Baath, en el que el retratado cubre su oreja derecha con la mano. Ambas obras, pertenecientes a la “etapa de la curtiduría” de Marwan, eran tan absorbentes que me perdí dentro de ellas, y sólo me di cuenta del tiempo que las había estado mirando cuando Marwan me preguntó que dónde me encontraba. Mientras me levantaba, Marwan me dijo: ‘‘He conservado éstas durante épocas. Me negaba a desprenderme de ellas’’.

En los últimos años, he tenido mucho interés en ver el mayor número posible de obras de Marwan. Viajé a Amán para ver “Al Wakef” (1970) en el Darat al Funun, lugar donde el artista dio clases muchos veranos, y vi una obra de nueva figuración de los años setenta en la Berlinische Galerie, que ha comprado más de 200 obras de arte de Marwan.

Pocos artistas vivos pueden reivindicar el encontrarse entre lo mejor de su generación. Ésta es, sin embargo, una reivindicación que Marwan podría haber hecho fácilmente en 1994, cuando se convirtió en el primer árabe miembro de la prestigiosa Academia de las Artes de Alemania.

El mes que viene, la fundación de arte Barjeel albergará la primera exhibición exclusiva de la obra de Marwan en la región del Golfo Pérsico. ‘‘Topografías del Alma’’ se inaugura el seis de diciembre en el Centro de Arte Maraya en Sharjah, en Emiratos Árabes Unidos. Aunque la primera exhibición en solitario de Marwan en el Golfo ha tardado en llegar, su obra no está del todo desvinculada de esta región de la que, irónicamente, viene gran parte de la financiación a los extremistas y combatientes extranjeros que están sembrando el caos en la Siria natal del pintor.

Marwan entabló amistad con el escritor Abdul-Rahman Munif, con el que colaboró en el libro «Un viaje por la vida y el arte»

El artista entabló en su día una estrecha amistad con Abdul-Rahman Munif (1933-2004), un escritor de padre saudí que se dio a conocer por la controvertida novela de cinco partes ‘‘Ciudades de Sal’’. La serie de novelas de Munif, prohibida en Arabia Saudí, narra la llegada de la modernidad y la evolución de la vida en las ciudades de la península árabe tras el descubrimiento del petróleo, y muchos la vieron como una crítica a la estructura tribal de estas sociedades. Cuando le pregunté por su amistad con Munif, Marwan contestó: ‘‘Nos quedábamos despiertos charlando durante horas’’.

Marwan coincidió por primera vez con Munif en Damasco en los años cincuenta, pero no entablaron una amistad estrecha hasta años después. Su relación dio como resultado que Munif escribiera un libro insólito de colaboración, Un viaje por la vida y por el arte (1997), cuyo protagonista era Marwan.

Tras la muerte de Munif en 2004 se volvieron a publicar nuevas ediciones de sus libros junto con obras de Marwan, entre ellos Ciudades de sal, Cuando dejamos el puente, Al este del Mediterráneo, La madre de los votos, Una memoria para el futuro y El viaje de la luz.

Otro libro publicado recientemente, Literatura de la amistad, incluye correspondencia nunca publicada que Munif y Marwan mantuvieron durante años; un testimonio de su amistad y de su interacción prolongada a pesar de la distancia que los separaba.

Marwan vio en Berlin cómo una Alemania dividida se recuperó y reunificó, ofreciendo una historia de esperanza para Siria

Marwan ha vivido en Berlín desde 1957 y vio cómo una Alemania dividida se recuperó de la destrucción de la Segunda Guerra Mundial, y cómo después se reunificó hace 25 años, para convertirse en una de las naciones más prósperas del mundo. El hogar adoptivo de Marwan ofrece una historia de esperanza para el país natal del artista: la de que un país devastado por la guerra puede reconstruirse y catapultarse a la vanguardia. Aunque Marwan ha pasado la mayoría de su vida en Europa, su relación con el mundo árabe se ha mantenido viva a través de su pintura y de las amistades que ha entablado con intelectuales de la región.

Derrotar al Estado Islámico no será posible tan sólo con el poder militar. Se debe librar también una batalla ideológica, y el arte y la cultura son otro frente en esta guerra por la conquista del alma del mundo árabe.

Publicado en Al-Monitor | 3 Noviembre 2014 | Traducción: Víctor Olivares