Opinión

¿Quién teme la bomba feroz?

Uri Avnery
Uri Avnery
· 9 minutos

opinion

 

Debo comenzar con una confesión impactante: No tengo miedo de la bomba nuclear iraní.

Sé que esto me convierte en una persona anormal, casi un bicho raro.

Pero ¿qué le voy a hacer? Soy incapaz de desarrollar miedo, como lo haría un verdadero israelí. Por más que lo intento, la bomba iraní no me pone histérico.

Mi padre una vez me enseñó a resistir el chantaje: imagina que la terrible amenaza del chantajista ya se ha producido. Entonces puedes decirle: ¡Vete a la mierda!

He intentado seguir este consejo muchas veces y le he encontrado sentido. Así que ahora lo aplico a la bomba iraní: Me imagino que lo peor ya ha sucedido: los terribles ayatolás tienen las bombas que pueden erradicar al pequeño Israel en un minuto.

Tras décadas de demonización, a los iraníes -al menos a sus líderes– se les ve como bellacos infrahumanos

¿Y qué?

Según los expertos extranjeros, Israel tiene varios cientos de bombas nucleares (los cálculos varían entre 80-400). Si Irán envía sus bombas y destruye la mayor parte de Israel (en la que me incluyo), los submarinos israelíes destruirán Irán. Al margen de lo que yo pueda pensar de Binyamin Netanyahu, confío en él y en nuestros jefes de seguridad para mantener intacta nuestra capacidad de «segundo golpe». Apenas la semana pasada se nos informó de que Alemania había suministrado un submarino de última generación a nuestra marina para este propósito.

Los idiotas israelíes – y hay unos cuantos – responden: «Sí, pero los líderes iraníes no son personas normales. Son locos. Fanáticos religiosos. Ellos se arriesgarán a la destrucción total de Irán sólo para destruir al Estado sionista. . Al igual que el intercambio de reinas en el ajedrez».

Tales convicciones son el resultado de décadas de demonización. A los iraníes – o al menos a sus líderes – se les ve como bellacos infrahumanos.

La realidad nos muestra que los líderes de Irán son políticos muy serios y calculadores. Son comerciantes prudentes al estilo del bazar iraní. No toman riesgos innecesarios. El fervor revolucionario de los primeros días de Jomeini pasó hace mucho tiempo, ni siquiera Jomeini habría soñado con hacer algo tan parecido a un suicidio nacional.

Según la Biblia, el gran rey persa Ciro permitió a los judíos cautivos de Babilonia regresar a Jerusalén y reconstruir su templo.

En ese momento, Persia ya era una civilización antigua – tanto en lo cultural como en lo político.

Después de la revolución islámica, Israel todavía apoyaba a Irán contra Iraq en su guerra que duró 8 años

Después del «regreso de Babilonia», la comunidad judía en torno a Jerusalén vivió durante 200 años bajo el protectorado persa. A mí me enseñaron en la escuela que fueron años felices para los judíos.

Desde entonces, la cultura y la historia persa han pasado por otros dos milenios y medio. La civilización persa es una de las más antiguas del mundo. Ha creado una gran religión y ha influido en muchas otras, incluyendo el judaísmo. Los iraníes están muy orgullosos de esa civilización.

Imaginar que los actuales líderes de Irán siquiera contemplarían poner en riesgo la mismísima existencia de Persia por odio a Israel es a la vez ridículo y megalómano.

Por otra parte, a lo largo de la historia, las relaciones entre judíos y persas han sido casi siempre excelentes. Cuando se fundó Israel, a Irán se le consideró un aliado natural, parte de la «estrategia de la periferia» de David Ben-Gurion, una alianza con todos los países que rodean el mundo árabe.

El sah, que fue reinstaurado por los servicios secretos estadounidenses y británicos, fue un aliado muy cercano. Teherán estaba lleno de hombres de negocios israelíes y asesores militares. La ciudad sirvió de base para los agentes israelíes que trabajaban con los kurdos rebeldes en el norte de Irak y que luchaban contra el régimen de Saddam Hussein.

Después de la revolución islámica, Israel todavía apoyaba a Irán contra Iraq en su brutal guerra que duró 8 años. El famoso asunto Irangate, en la que mi amigo Amiram Nir y Oliver North jugaron un papel tan importante, no habría sido posible sin los viejos lazos iraní-israelíes.

Incluso ahora, Irán e Israel están llevando a cabo los procedimientos de arbitraje amistoso acerca de una antigua empresa: el oleoducto Eilat-Ashkelon construido conjuntamente por ambos países.

En el peor de los peores casos, la Israel nuclear y la Irán nuclear vivirán en un Equilibrio del Terror.

Muy desagradable, de hecho. Pero no es una amenaza existencial.

Sin embargo a aquellos que viven en el terror de las capacidades nucleares iraníes, tengo un consejo que darles: utilizar el tiempo que todavía tenemos.

Bajo el acuerdo estadounidense-iraní, tenemos al menos 10 años, antes de que Irán pudiera comenzar la fase final de la producción de la bomba.

Por favor, usad este tiempo para hacer la paz.

El odio iraní hacia el «régimen sionista» – el Estado de Israel – deriva de la suerte del pueblo palestino. El sentimiento de solidaridad con los palestinos indefensos está profundamente arraigado en todos los pueblos islámicos. Es parte de la cultura popular de todos ellos. Es muy real, incluso si los regímenes políticos abusan de este sentimiento, lo manipulan o lo ignoran.

Por primera vez en la historia, Israel es prácticamente parte de una alianza árabe

Puesto que no hay fundamento para un odio iraní específico hacia Israel, este se basa únicamente en el conflicto palestino-israelí. Si no hay conflicto, no habrá ninguna enemistad.

La lógica nos dice: si tenemos varios años antes de que tengamos que vivir a la sombra de una bomba nuclear iraní, vamos a utilizar este tiempo para eliminar el conflicto. Una vez que los propios palestinos declaren que consideran que el conflicto histórico con Israel se haya resuelto, ningún líder iraní será capaz de incitar a su pueblo contra nosotros.

Desde hace varias semanas, Netanyahu va proclamando orgulloso una hazaña enorme, incluso histórica.

Por primera vez en la historia, Israel es prácticamente parte de una alianza árabe.

El conflicto entre suníes musulmanes y chiíes musulmanes se está librando en toda la región. El bando chií, encabezado por Irán, incluye a los chiíes de Iraq, los de Hizbulá en Líbano y a los huthíes de Yemen. (Netanyahu falsamente – o por ignorancia – incluye a los suníes de Hamás en este campamento.)

El bando suní opuesto incluye Arabia Saudita, Egipto y los Estados del Golfo. Netanyahu insinúa que Israel ha sido aceptada en secreto como un miembro.

Es un cuadro muy desordenado. Irán está luchando contra el Estado Islámico en Siria e Irak, que es un enemigo mortal de Israel. Irán está apoyando al régimen de Asad en Damasco, que también tiene el apoyo de Hezbolá, que lucha contra el Estado islámico, mientras que los sauditas apoyan a otros sirios sunitas extremistas que luchan contra Assad y el Estado islámico. Turquía apoya a Irán y a los saudíes, mientras lucha contra Asad. Etcétera.

Si hay una oportunidad de establecer la paz oficial con Arabia Saudí, Netanyahu debe aprovecharla

No soy un enamorado de las dictaduras militares árabes y las monarquías corruptas. Sinceramente, las detesto. Pero si Israel logra convertirse en un miembro oficial de cualquier coalición árabe, sería un avance histórico, la primera vez en 130 años de conflicto sionista-árabe.

Sin embargo, todas las relaciones de Israel con los países árabes son secretas, excepto aquellas con Egipto y Jordania, e incluso con estos dos los contactos son fríos y distantes, hay relaciones entre los regímenes en lugar de entre los pueblos.

Afrontemos los hechos: ningún Estado árabe participará en la cooperación abierta y cercana con Israel antes de que se ponga fin al conflicto palestino-israelí. Ni siquiera los reyes y dictadores pueden permitirse el lujo de hacerlo. La solidaridad de los pueblos con los palestinos oprimidos es demasiado profunda.

La paz real con los países árabes es imposible sin la paz con el pueblo palestino, como la paz con el pueblo palestino es imposible sin paz con los países árabes.

Así que si ahora hay una oportunidad de establecer la paz oficial con Arabia Saudí y los Estados del Golfo, y convertir la paz fría con Egipto en una de verdad, Netanyahu debe aprovecharla. Los términos para el acuerdo ya están encima de la mesa: el plan saudí de paz, también llamado la Iniciativa Árabe, fue aprobado hace muchos años por la totalidad de la Liga Árabe. Se basa en la solución de Dos Estados del conflicto árabe-israelí.

Netanyahu podría sorprender a todo el mundo haciendo “un de Gaulle»: haciendo la paz con el mundo árabe suní (como De Gaulle hizo con Argelia) lo que obligaría a los chiíes a seguir su ejemplo.

¿Creo en esto? No. Pero si Dios quiere, incluso un palo de escoba puede disparar.

Y en el día de la fiesta judía de Pesaj, que conmemora el (imaginaria) éxodo de Egipto, nos recordamos a nosotros mismos que los milagros a veces sí suceden.

¿Te ha gustado esta columna?

Puedes colaborar con nuestros autores y traductores. Elige tu aportación