Artes

Etta Scollo

Lunaria y otros discos

M'Sur
M'Sur
· 5 minutos

A propósito de Etta Scollo

Etta Scollo | © Web de la artista
Etta Scollo | © Web de la artista

En Sicilia, desde hace ya más de treinta años, los artífices de la llamada “visibilidad” literaria (periodistas, críticos, profesores, gestores culturales) se han empeñado en construir una tríada compuesta por Sciascia, Consolo y Bufalino. No es el caso de entrar ahora en apreciaciones sobre los perfiles marcadamente diferenciados de los tres escritores, excepción hecha de una corriente apenas soterrada (la histórico-memorial) que sin duda enlaza a los dos primeros; sea como fuere, a salvo siempre la figura magistral –patriarcal casi– de Sciascia, a menudo el lector siciliano –sobre todo si su posición es asimismo “visible”– ha elegido entre Consolo y Bufalino.

Tal ha sido el caso del cantante Franco Battiato, que sin medias tintas se ha decantado por el autor de Perorata del apestado: Battiato no apreciaba la obra a su juicio hermética y solipsista de Consolo. Y similar falta de aprecio se daba en dirección contraria: el autor de La sonrisa del ignoto marinero no sufría bien las pretensiones poético-filosóficas del cantautor y cineasta.

Quien escribe era amigo personal de Vincenzo Consolo. El preámbulo viene a cuento de lo siguiente: la primera noticia que tuve de Etta Scollo fue una breve nota y una foto en un periódico, creo que de Catania; en la foto, Scollo y Battiato, ambos cataneses; en la nota, el anuncio de una futura producción musical (en la que el cantante de algún modo habría de participar) sobre textos de Consolo, concretamente sobre la fábula teatral Lunaria.

Es más que probable que se tratara de una información hinchada: hasta donde sé, Battiato nada ha tenido que ver en la realización de la Lunaria de Etta Scollo. Pero yo entonces ignoraba que se tratara de una consciente o inconsciente falacia localista. Y, la verdad, la cosa me enfadó; no por los protagonistas, sino por el tratamiento como de pasatiempo y el tono medio de festival dado al asunto, propio de una página de ocio y sociedad.

Además, privadamente al tanto del mutuo desencuentro entre cantautor y escritor, la operación de la que el periódico hablaba me pareció (acaso, o de cierto, exagerando mi propia percepción) que podría acabar conteniendo los ingredientes para reducir la escritura tan alta y tan intrínsecamente rítmica de Vincenzo Consolo a banal uso espectacular: una impostura para pseudo-iniciados pagados de sí, en el fondo mero entretenimiento so capa de evento cultural para elegidos.

Hace un par de años, siempre en Catania, conocí a Etta Scollo, de la mano de nuestro común amigo Gianni Miraglia. De inmediato se esfumó toda prevención, todo prejuicio; me cautivó su persona (seguía sin haber oído su música): el recogimiento –ya discretamente cómplice– de su gesto, de su mirada y palabra. Hablamos de Lunaria: yo para entonces sabía del entusiasmo que Vincenzo, aun enfermo, había puesto en el proyecto de Etta. Me regaló su disco Canta Ro’, un homenaje a esa intérprete desmesurada, gigantesca, de la canción siciliana que es Rosa Balistreri.

He de confesar que me costó algo decidirme a oír el disco; como si un tímido temor aflorara de nuevo: ¡atreverse con la Balistreri! Cuando lo escuché me quedé, literalmente, estupefacto. ¡Cuánto esmero, cuánto respeto y delicadeza encierra el tributo musical de Etta! Su canto se desliza desde el susurro al grito, sin jamás rozar siquiera el chillido (como por desgracia sucede en otros homenajes a la intérprete, que derivan en vanos pintoresquismos folclóricos); una extraordinaria amplitud de registros vocales, que se intuye indudable, se diría que es voluntariamente acallada, como si hiciera dejación leve de sí misma para más subrayar el objeto del homenaje: la voz evocada de Rosa Balistreri; una voz, quede claro, que nunca es emulada: a la que se alude, convocando su ausencia, emplazándola.

Meses después oí Lunaria. Bien difícil sería, si no imposible, que la fábula teatral se acercara a los resultados alcanzados en Canta Ro’. Me engañaba: la nueva propuesta mostraba, daba a manos llenas, todo lo que dejaba intuir la precedente. La voz, suelta la sabia brida de la contención respetuosa, se derrama desde un cristal agudísimo, punzante, hasta un brocal de abismo, un bajo ronco: mas sin nunca perder un sentido de distancia, como si el trágico barroco floreado se convirtiera en humorístico, iluminado de racionalidad melancólica. Y se sitúa ahora Etta, de nuevo, hondamente al servicio de lo que canta: el velo autodefensivo de ironía del personaje, de los personajes, de Vincenzo.

Oíd a Etta Scollo. Escuchadla.

[Miguel Ángel Cuevas]

Etta Scollo (Catania 1958) es cantante y guitarrista. Desde su primer álbum solo en 1999, Blu, ha publicado otros 11 trabajos. La artista ha cedido a M’Sur el derecho de reproducir tres canciones:

Lunaria, del álbum Lunaria (2014)

[mejsaudio src=»https://msur.es/wp-content/uploads/2015/06/scolla-lunaria.mp3″]

 

A Curuna, del álbum Canta Ro’, un homenaje a Rosa Balistreri (2005)

[mejsaudio src=»https://msur.es/wp-content/uploads/2015/06/scolla-curuna.mp3″]

 

Sciatu, del álbum Tempo al tempo (febrero 2015), realizado con la cellista estadounidense mexicano-alemana Susanne Paul, con la que forma el dúo ‘Scollo con Cello’.

[mejsaudio src=»https://msur.es/wp-content/uploads/2015/06/scolla-ciatu.mp3″]