Opinión

¿Por quién doblan las campanas en el PD?

Saverio Lodato
Saverio Lodato
· 5 minutos

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Escribe la periodista italiana Monica Guerzoni en el Corriere della Sera, acerca del nuevo alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, candidato de centroderecha que ha ganado a Felice Casson, candidato de centroizquierda: “Se trata de alguien que, suspiran los dirigentes del PD [el partido socialdemócrata en el poder], podría estar con nosotros sin problema”. Frase que rehúye el juicio. Sin embargo, es la frase que lo explica todo. Nunca como en este caso viene a cuento lo que se dice, que es más fácil cometer un delito que evitar sus consecuencias.

En otras palabras, la derrota del centro izquierda en los ayuntamientos donde se votaba – Venecia, Arezzo y Nuoro, los resultados más duros de aceptar para el PD de Matteo Renzi- hay que atribuirla al final de una gran borrachera colectiva: es decir, creer que es posible en la vida real que, con una política de derecha, se puedan obtener votos de derecha y de centro, manteniendo intacta la cantidad de votos de izquierda. Con una política a golpes de anuncios y bromas, enemistándose con el mundo del trabajo y el mundo de la escuela, el mundo de las empresas (el Véneto no por nada vuelve a ser baluarte de la Liga Norte, sin considerar las demás regiones del norte) y de los sindicatos, pasando por una humillación constante del adversario en su propia casa, la galaxia de las minorías de la izquierda.

En Emilia-Romaña, por primera vez la izquierda ha hecho huelga decidiendo no votar

Sin embargo, es exactamente lo que ha pasado. Hay que decir que la borrachera había durado más de lo debido.

Hubo señales clamorosas, como el caso de Emilia-Romaña, donde por primera vez el pueblo de izquierda había hecho una huelga decidiendo no votar. Cosa que nunca había pasado desde la postguerra hasta hoy. Hubo un aviso en Liguria, entregada de milagro a Giovanni Toti de Forza Italia, porque se había impuesto a Raffaella Paita, solo por el hecho de ser renziana, o en Véneto, donde para derrotar a Luca Zaia de la Liga Norte se había pensado en Alessandra Moretti, solo por el hecho de ser renziana.

Sin embargo, los capataces del PD, los Luigi Zanda, los Lorenzo Guerini, los Matteo Orfini, las Maria Elena Boschi, citamos al azar, esa música no querían escucharla para nada. Y hoy en día Debora Serracchiani hace sonreír por su ternura cuando declara: “Tenemos que pensar en cómo fortalecer el partido en los territorios”. Que empiece ella dando el buen ejemplo.

La inmigración ha dado el golpe de gracia a una izquierda incapaz de ofrecer soluciones

Y los primeros resultados que están llegando desde Sicilia hacen aún más grave el balance de esta derrota. Rosario Crocetta entrega Gela al Movimiento 5 Estrellas. Enna termina en el centroderecha, marcando el ocaso de Vladimiro Crisafulli. Augusta es otro triunfo del Movimiento 5 Estrellas. El viento ha cambiado. Tampoco se trata de un voto a “mancha de leopardo”, implicando de forma homogénea el norte y el sur.

En otras palabras, se descubre, solo ahora, que en Italia la derecha existe. Que la derecha nunca se ha ido. Que el pueblo de la derecha pide a sus líderes que recuperen un botín que había pasado momentáneamente a las manos de Renzi. Y que la cuestión de la inmigración ha dado el golpe de gracia a la izquierda incapaz de ofrecer soluciones comprensibles, en respuesta a una derecha a la que le sale muy fácil hacerse entender por la “barriga” del país. La política – inexorablemente- se toma su revancha. De aquí viene el asombro resumido en la frase: “Brugnaro podría estar con nosotros sin problemas”. Ya. Solo que esta vez Brugnaro se ha posicionado a la derecha. Y la gente en Venecia, harta de las fotocopias, ha vuelto al original.

De los primeros avisos de reacciones ante el voto, se percibe que en casa de Renzi se querrá utilizar la derrota de Casson como hoja de parra, ya que ese candidato ha sido uno de los senadores más representativos del “antirenzismo”. Pero es una lectura del resultado electoral que no nos lleva a ningún lado.

Uno de cada dos italianos ya no vota. Y entre diez que lo hacen, menos de dos eligen al PD

De hecho han pesado como una losa los efectos del terremoto de Roma y el espectáculo indecoroso de un PD que, en todas sus componentes, sin exclusión, ha intentado, e intenta todavía, tapar un abismo de asuntos mafiosos que se ha abierto en directo – y sigue haciéndolo- ante los ojos de los italianos. En general, tenemos el capítulo engorroso de la “cuestión moral”.

Con todo lo que conlleva la ley Severino contra la corrupción, con los “impresentables” que se “presentan”, con el recurso al banco de sangre de los “comisarios” que aparecen como por arte de magia de la chistera del gobierno cada vez que serían suficientes decisiones políticas rigurosas, pero que el PD de Renzi evita tomar. ¿Cómo se puede presentar como candidato al simpático Vincenzo De Luca, que sea inocente o culpable, sabiendo que se le votará para el martirio final? Sí pero- dicen en el círculo mágico – Renzi es listo, a Renzi no se la puedes jugar. Igual es verdad.

Las cifras hablan claro. Uno de cada dos italianos ya no vota. Y entre diez que lo hacen, menos de dos eligen al PD. Es algo que también Matteo Renzi, tarde o temprano, tendrá que tener en cuenta. Y, tarde o temprano, alguien le pedirá una explicación.

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