Crítica

Caponata siciliana

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 5 minutos
Belluscone
Dirección: Franco Maresco
maresco-belluscone

Género: (Falso) documental
Produccción: Ila Palma, Dream Film, Sicilia Consulenza
Intérpretes: Ficarra, Picone, otros
Guión: Franco Maresco,
Duración: 95 minutos
Estreno: 2014
País: Italia
Idioma: italiano
Título original: Belluscone. Una storia siciliana

Terminé de ver Belluscone, la cinta ganadora de la última edición de Filmadrid, con tanto desconcierto que he vuelto a visionarla apenas he tenido ocasión. No estoy seguro de tener las ideas más claras ahora. ¿Qué es esto? ¿Un documento de denuncia demoledor, una sátira genial, una broma grotesca, un experimento antropológico, un cuento surrealista? ¿O todo eso debidamente troceado, mezclado y rociado con vinagre, como se hace con la canónica caponata siciliana?

Tratemos de extraer al menos algunas certezas. Algo sabemos de su autor, Franco Maresco, cómico de larga trayectoria, conocido por el dúo que formó durante años con su colega Daniele Ciprì en el programa Cinico TV, más próximo -para entendernos- al humor ácido de Muchachada Nui que a unos Martes y Trece. Algo sabemos del propósito del proyecto, que no es otro que explicar la relación de Silvio Berlusconi con Sicilia en clave de historia de amor, con la mafia de la isla como vínculo irrompible.

La metáfora de la verbena sirve para reflejar la filiación mafiosa de Berlusconi

Sin embargo, para narrar este romance contra natura, Maresco toma un camino largo y sinuoso. Para empezar, cuenta la historia de su propia desaparición mientras trataba de acabar este mismo proyecto, de tal suerte que la película en sí es, irónicamente, la historia de su propio fracaso. Es su amigo, el crítico Tatti Sanguinetti, quien se deja ver entrevistando a aquellos que puedan ofrecerle pistas, intentando entender qué ha ocurrido con Maresco y qué era exactamente lo que éste pretendía filmar.

Por otro lado, se nos ofrece una desopilante perspectiva de la llamada música neomelódica, a través de la figura de un esperpéntico manager, Ciccio Mira, y de dos jóvenes cantantes de las verbenas de barrio, Erik y Vittorio Ricciardi, que se han unido para erigir un himno… dedicado a Berlusconi. El lugar donde opera el citado representante no es otro que Brancaccio, el castigado barrio de las afueras de Palermo. Como dije, he necesitado dos visionados –disculpen la torpeza– para entender la absoluta genialidad de este enfoque: la metáfora de la verbena sirve al director para reflejar, por un lado, la filiación mafiosa con Il Cavaliere, ya que en estas deprimidas calles, vivero de sicarios y trapicheros, Forza Italia y el Partido de la Libertad han obtenido tradicionalmente el cien por cien de los votos.

Belluscone cortocircuita el raciocinio, porque muestra una realidad tan lisérgica que parece una broma

Pero hay más: la música neomelódica, hortera y kitsch, ha ejercido una suerte de exaltación del fenómeno mafioso, bastante más tosca que la famosa saga de Coppola, e incluso que los narcocorridos mexicanos. Sus fiestas son tributos a los mafiosos escondidos en pisos francos del barrio, al tiempo que una ocasión para intercambiar mensajes cifrados a través de las aparentemente inocentes dedicatorias de canciones. La verbena es, además, un pretexto clásico para la extorsión de los comerciantes: el tristemente famoso pizzo suele ser requerido, inicial e hipócritamente, como contribución a la fiesta popular, como inversión en la comunidad.

Mafia, política y sociedad civil se funden de este modo en una orgía sentimental que Franco Maresco muestra en toda su potencia simbólica y su depravación ética y estética. Por eso Belluscone cortocircuita el raciocinio del espectador, porque muestra una realidad tan lisérgica que parece una broma pesada, y practica un humor tan real que acaban resultando indistinguibles.

¿Es cierto todo eso?, nos preguntamos. No: es mucho peor

De hecho, el director nos enseña a los políticos hablando (reales, como el infame Marcello Dell’Utri, cuyo micro falla justo cuando señala que Berlusconi podría decir mucho sobre la muerte del político e industrial Mattei), a los artistas actuando ante auditorios fervorosos, nos ofrece incluso testimonios de arrepentidos e imágenes cedidas por la policía…

¿Es cierto todo eso, o se están quedando con nosotros?, nos preguntamos. Con una sonrisa irónica, Maresco parece decirnos desde el otro lado de las cámaras: no, es mucho peor.

Conjugando el color con el blanco y negro que fue santo y seña de Cinico Tv, el director culmina su receta de caponata con un desenlace fulminante, que nos hiela la sonrisa. El resultado es ese perfecto equilibrio entre la acidez del pomodoro, el amargor de la melanzane y el punto agrio del vinagre. Aunque confieso que todavía me quedan muchos interrogantes acerca de este producto único, acabo de ver que la película será exhibida en el próximo Festival de Cine Europeo de Sevilla: confío en que un tercer visionado los disipará.

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