Opinión

Aquellos años de fuego

Saverio Lodato
Saverio Lodato
· 5 minutos

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Giovanni Falcone no se fiabade muchos policías y de muchos carabinieri, de hombres de la Criminalpol, de funcionarios del Sisde, del Alto comisariado para la lucha contra la mafia en pleno, de sus propios colegas. Los periodistas que en aquellos años trabajaban en Palermo lo sabían muy bien. Era una circunstancia pacífica y sabida. Esta desconfianza suya fue el “fil rouge” de su trabajo investigativo, ya desde algunos años antes del atentado de Capaci.

Hay un grumo negro de hechos, y de interpretaciones tendenciosas de aquellos hechos, que serían explicados en profundidad si se quisiera de veras comprender los interminables “antecedentes” de su ejecución. Solo por recordar algunos titulares de aquel gran capítulo todavía sin una respuesta plausible: el arresto de Totuccio Contorno; los anónimos del ‘Cuervo’; la presunta reentrada en Sicilia del arrepentido Tommaso Buscetta mientras se hallaba bajo protección del gobierno americano; el antes, el durante y el después del fallido atentado de Addaura; las muertes de los agentes Emanuele Piazza y Antonio Agostino.

La afirmación de que en Italia no ha existido nunca un Estado contrapuesto a la Mafia

Solo ahora hemos tenido ocasión de escuchar la grabación completa del interrogatorio del colega Attilio Bolzoni en Repubblica (periódico para el cual escribía en la época de aquellos hechos y para el que escribe todavía hoy) realizado en Caltanissetta en el proceso bis Madonia Salvatore y Otros por el asesinato de Capaci. Es un testimonio que, por la complejidad de los temas tratados y la disponibilidad sin reservas de responder a las preguntas del presidente Antonio Balsamo y del fiscal Onelio Dodero, le honra.

Conozco a Bolzoni desde hace una treintena de años, pues empezamos juntos, casi en las mismas fechas, nuestras “carreras paralelas”, escribiendo yo, en el tiempo de los hechos, para l’Unità, diario para el que ya no trabajo. Fuimos arrestados juntos, en marzo de 1988, por haber publicado los diarios del alcalde Giuseppe Insalaco y las actas de interrogatorio del arrepentido catanés Antonio Claderone, todas bajo secreto sumarial.

Recogimos los clamorosos desahogos, en verano de aquel mismo año, de Paolo Borsellino, en aquellas dos entrevistas que llevaron luego a la acusación del CSM sobre el propio Borsellino, ‘reo’ de haber denunciado (ya entonces) el desmantelamiento de la iniciativa antimafia. E innumerables fueron las ocasiones en las cuales trabajamos –como se dice– “codo con codo”.

Huelga decir que no escribíamos las mismas cosas. Que no pensábamos de forma idéntica en todo. Y que, a menudo, no faltaron entre nosotros desacuerdos o animadas divergencias sobre hechos tremendos de aquellos años de los cuales volvemos a ocuparnos. Pero la cuestión no es esta.

La presunta reentrada en Sicilia del arrepentido Tommaso Buscetta

La cuestión es que Bolzoni, en Caltanissetta, ha explicado que había examinado, años más tarde, con su colega Giuseppe D’Avanzo, prematuramente desaparecido, y con el cual había compartido dos décadas de trabajo en común, aquellos hechos, llegando ambos a la conclusión de que “muchos de estos acontecimientos no los habíamos reconstruido por completo, y otras veces los habíamos reconstruido mal”. Y ha evidentemente manifestado que “fuentes” que en aquellos años parecían “fiables”, con el tiempo se revelaron como cualquier cosa menos “fiables”.

Bolzoni no era dado a exteriorizar estas graves reservas “a posteriori”. Y ha indicado a la corte que indaga sobre el atentado de Capaci nombres y entornos que en aquellos años contribuyeron al can-can de la “desinformación” alrededor de la figura de Giovanni Falcone.

Y ha llegado a hacerlo –empresa nada sencilla– manteniendo el deber del “secreto profesional” que no consiente a un periodista desvelar el nombre de sus fuentes. Sin embargo, ahora, la corte de Caltanissetta dispone de un “navegador” más para desenredar un laberinto que se mantiene todavía hoy.

Naturalmente, esta aportación no ha tenido un gran eco en los medios. Y no lo ha tenido porque ir hasta el fondo en los temas abordados por Bolzoni (quien quiera puede escuchar su testimonio en la red de Radio Radicale que desde hace años, y meritoriamente, deja cuando menos huella verbal de las páginas más escandalosas de la historia de Italia) significaría empezar de nuevo desde aquel “fil rouge” de la desconfianza que caracterizó todo el trabajo de Falcone.

Lo que traería como lógica conclusión –y es nuestra opinión– la afirmación de que en Italia no ha existido nunca un Estado contrapuesto a la Mafia, sino un Estado-Mafia y una Mafia-Estado que durante sesenta años dialogaron –y dialogan– serenamente. Y para decirlo todo, deberíamos contar con los contenidos del proceso, en curso en Palermo, sobre la Negociación Estado-Mafia. Y el círculo se cerraría. He ahí por qué las palabras de Attilio Bolzoni en Caltanissetta no han tenido repercusión. Muchos, de hecho, tienen interés en que el “laberinto”, todavía hoy, siga siendo tal.

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