Artes

Abdul Hadi Sadoun

No son versos lo que escribo

M'Sur
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· 5 minutos

El canto de la mujer iraquí

Mujeres en Nayaf, Iraq (2010) | © Nacho Prieto

El canto popular de la mujer iraquí por excelencia es un género poético breve y renovador que se llama darmi. Es un poema directo, breve, sencillo, comprensible por toda la gente a pesar de sus diferentes niveles culturales. Es un canto melo­dramático, emocionante, que está más cerca de un canto triste y melancólico. De sus antiguos temas destacan los cantos de amor y desamor.

El darmi se recita en dialecto ira­quí y no en árabe clásico estándar. Se conserva oralmente en la memoria colectiva sin necesidad de la escritura. Por eso es una herencia del pueblo y él es, al mismo tiempo, su autor, en este caso notablemente una autora. También lo modifica cómo y cuándo quiere, y está viva por esta razón.

Quitando a unos cuantos eruditos e investigadores, nadie se preocupa por saber quién es el autor de la letra de tan hermoso canto, pues al común de los mortales le basta con reconocer la voz de su mejor intérprete. Queda el letrista, así, sumido en el anonimato, pues su palabra se ha instalado en la memoria y en la voz de muchos cantantes iraquíes que, a lo largo de generaciones, han repetido y hasta parodiado su obra.

Los últimos ejemplos han sido recogidos por mí personalmente a través de la correspondencia o buscando en libros nuevos, revistas, periódicos y portales electrónicos que abordan ejemplos de los cantos de la mujer iraquí hasta fechas muy cercanas, posteriores a la segunda guerra del Golfo en el 2003.

Este género de la poesía de la mujer iraquí, además de llevar el nombre común darmi, también se llama Gazal al banat (Poemas de amor o Gacelas de las chicas), Núzm o Shi’r al banat (Poemas compuestos por chicas), dependiendo de la zona- El poema siempre está recitado por doncellas enamoradas. Aunque esto no quiere decir que gran parte del canto haya sido com­puesto por ellas, sino en muchas ocasiones por la mano oculta de otros poetas hombres que se esconden detrás del velo femenino. En los libros publicados hasta la fecha de hoy no hay nin­gún poema que lleve el nombre de un poeta masculino. Aunque en los últimos tiempos empezamos a encontrar algunas que otras piezas compuestas por nuevos poetas varones, especialmente en las últimas dos décadas, y a manos de poetas jóvenes que forman parte del mundo de la canción moderna.

Los poemas darmi brotan de un sector iletrado de la comunidad. Si son poemas sencillos, frágiles y hermosos como las flores silvestres de los campos es debido a que nacen sin sementeras ordenadas ni protección, de forma natural.

Con la publicación de este breve libro logro dos obje­tivos: el primero es cumplir el sueño de verter al español lo que considero joyas poéticas del romancero popular de mi país; el segundo, por estar ligado a este tipo de poesía desde mi infancia y por poner a la mujer de mi país en el mapa de la mejor poesía mundial. Gracias a las generaciones de mi madre y mis hermanas aprendí de la vida y del amor a través de sus bellos y sugerentes versos

[Fragmentos del prólogo. Abdul Hadi Sadoun]

 

No son versos lo que escribo. Breve antología del canto popular de la mujer iraquí. Edición, traducción y prólogo de Abdul Hadi Sadoun. OLIFANTE Ediciones de Poesía. 2018. ISBN.: 978-84-948302-3-5. Ya disponible en librerías. 

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55 Cantos
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1


Tú que suspiras en la noche
deja que escuche tu voz
si no temiese las habladurías
iría hacia ti y apagaría tu deseo.


3


Toma una aguja y toma el hilo
oh querido, quiero pedirte algo,
mi corazón está herido,
cóselo con cuidado.

 


7


Tú eres la sed y el agua
y también eres el curador
y tu rostro, juro por tus ojos,
lo veo en el vaso.

 


11


Cada vez que llega la noche
surgen mis angustias
que Dios me ciegue los ojos
para no ver tu sitio vacío.

 


14


Quiero preguntarles a los amantes
por qué añoro tanto a mi amada
que aun durmiéndome en sus brazos
sigo sintiendo su ausencia.

 


16


El mejor amanecer de mi vida
ha sido esta mañana
levanté la manta y giré la mirada,
y allí encontré a mi amado.

 


18


¡Oh luna! No te ilumines
y ven a llorar conmigo,
tú por la estrella perdida
y yo por mi propia vida.

 


29


No son versos lo que escribo
son mis heridas
ante mí le sonríes
y mi alma se muele.

 


30


No quiero saludarle
no, no le quiero abrazar,
brota fuego de mi corazón
y temo quemarle.

 


34


En cuanto me llegó la carta de mi amado
la leí enseguida con toda pasión,
llorando seguí las letras
hasta que se borraron.

 


39


Acércate más y levanta mi vestido
descubrirás mi estado,
incluso quien nos separó
llora conmovido por mí.

 


48


No se oye mi molino
pero mi mano sigue moviéndose,
no es trigo lo que muele
sino el resto de mi alma.

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© Abdul Hadi Sadou · Olifante Ediciones de Poesía | Cedido a M’Sur por el autor.