Artes

J. Tubiana / A. Franc

M'Sur
M'Sur
· 3 minutos

Al infierno y vuelta

“Hágase rico y poderoso, más allá de lo que nunca imaginó. Usted puede ganar millones de dólares si ayuda a capturar a asesinos talibán y de Al Qaeda. Suficiente como para cuidar de su familia, su aldea y su tribu el resto de su vida”.

Así reza un folleto que las tropas estadounidenses distribuían en Afganistán en 2001. Gracias a las recompensas pagadas, Estados Unidos pudo reunir y trasladar a Guantánamo a centenares de personas.

Esto es el arranque de un reportaje que publiqué en abril de 2007 en la revista La Clave. Teníamos datos: sólo un 8% de los más de 500 encarcelados en Guantánamo fue detenido por militares estadounidenses en el terreno. El 11% fue entregado por la Alianza del Norte o los dirigentes afganos y un 36% por las autoridades pakistaníes o en territorio de Pakistán (en el restante 44% de los casos no consta simplemente nada).

También sabíamos que la paga media por cabeza no era una millonada: unos cinco mil dólares. Más, hasta 20.000, si parecía alguien importante. Y menos, si era alguien con obvias taras, por ejemplo minusválido psíquico. Alguien que ni un torturador de la CIA se creía que fuera capaz de planificar atentados en la otra mitad del globo. Eso sí, pagar se pagaba. Todo engordaba la cuenta de éxitos.

No sabemos cuánto dinero desembolsaron las autoridades estadounidenses a los vendedores de carne humana, pero podemos imaginar que más de uno se hizo rico y poderoso, más allá de lo que nunca imaginó.

También la vida de las personas capturadas, entregadas a cambio de dinero, cambió más allá de lo que usted, lector de prensa diaria, nunca se imaginó.

Para que no tengamos solo que imaginarlo, Jérôme Tubiana y Alexandre Franc han escrito Guantánamo Kid. Aquí nos cuentan la historia de Mohamed Gorani, desde su infancia como vendedor callejero ilegal – chadiano e inmigrante de segunda generación – a su intento de buscarse la vida en Pakistán, su captura y entrega, para no decir venta. Lo que viene después, ustedes ya lo saben: Guantánamo. Es decir, el infierno.

Jérôme Tubiana, reportero de largo recorrido, que conoce al dedillo el Sahel, y Alexandre Franc, dibujante de trazo duro, no se paran ahí: también nos cuentan el después.

El después de Mohamed Gorani. Porque Guantánamo sigue, y ahí siguen cuarenta hombres. Llevan 16 años sin haber sido hallado culpables de nada, porque en Guantánamo no hay juicios. El concepto de la Justicia desapareció el día que Estados Unidos empezó a comprar personas para torturarlas y fingir que los creía culpables de delitos que no figuraban en ninguna ley.

Guantánamo cambió el mundo más allá de lo que usted, lector, nunca se imaginó.

El álbum Guantánamo Kid se publica esta semana en traducción española en Norma Editorial.

[Ilya U. Topper]

[Clic en cada imagen para verla en grande]​

 

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© Jérôme Tubiana / Alexandre Franc  |  Título original: Guantanamo Kid (2018) Cedido por Norma Editorial (Oct 2018)