Reportaje

Rumbo de colisión económica

Irene Savio
Irene Savio
· 14 minutos
Monumento a Génova en Pisa (2014) | © Ilya U. Topper / M’Sur

El choque entre Italia y la Unión Europea parece inevitable. Y es por dinero. Desde la llegada del nuevo Gobierno italiano en mayo pasado, el Ejecutivo ha prometido reformas económicas de gran alcance, entre ellas una renta básica para todos los ciudadanos y una tarifa plana de impuestos para las empresas. Puede parecer un extraño consenso entre los dos partidos que se reparten el Ejecutivo: la muy derechista Liga, encabezada por Matteo Salvini, y el Movimiento 5 Estrellas (M5S), que empezó como iniciativa ‘antisistema’ apelando al votante de izquierdas. Pero ambos tienen en común algo: sus propuestas económicas son muy del disgusto de Bruselas.

El último jueves de septiembre, tras una tensa reunión del Consejo de Ministros, la noticia se hizo oficial: Italia elevará en 2019 su déficit fiscal hasta el 2,4% del PIB. Una subida de 0,8 puntos respecto a lo prometido en 2017 (1,6%). La cifra aparece en el ‘Documento de economía y finanzas’ (DEF) italiano, base para el futuro debate parlamentario sobre la Ley de Presupuestos de Italia. “La guerra con Bruselas será total”, fue el comentario inmediato de los observadores.

Si bien un déficit del 2,4%, parece cumplir con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea, que prevé un máximo del 3%, este mismo acuerdo prevé una deuda máxima del 60% del PIB. Y Roma está fuera de todo límite: supera el 131%. En estas condiciones, gastar más de lo previsto es inaceptable para los economistas ortodoxos.

Roma destina 10.000 millones € a una renta básica para 6 millones de personas pobres

Pero el ministro de Desarrollo Económico, Luigi Di Maio, líder del M5S, se felicitó en las redes sociales por “el día histórico” que “ha cambiado Italia”: se destinarán 10.000 millones de euros a la renta básica garantizada para “seis millones de personas en estado de pobreza, que hasta ahora han sido completamente ignorados”, dijo. Además, las pensiones mínimas para los jubilados subirán hasta los 780 euros, y se implanta la llamada ‘cuota 100’, para que los ciudadanos se jubilen cuando la suma de los años de edad y de contribución alcance 100.

Pese a que aún debe pronunciarse el Parlamento, Matteo Salvini, el jefe de la Liga, también festejó la aprobación del documento, aunque sin los tonos eufóricos de sus socios de Gobierno. Indicó que el paquete de medidas programadas contiene amnistías y “descuentos fiscales del 15% para un millón de italianos”, sin “ningún aumento del IVA”. “Me siento completamente satisfecho”, añadió.

Los partidos cumplen así las promesa de la campaña electoral. La Liga guiña el ojo a los pequeños y medianos empresarios del norte de Italia. El M5S, a ese segmento empobrecido de la sociedad que le ayudó a alcanzar el poder. “Son resultados extraordinarios”, dijo Di Maio a las 10 de la noche, asomado a un balcón del Palacio de Gobierno, levantando los brazos en señal de victoria.

Pero la guerra no tardó en llegar. Bruselas dejó claro que el plan contraviene las normas acordadas. Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, evocó los fantasmas de Atenas. “No quisiera que, después de haber tenido que vencer una crisis en Grecia, nos encontremos con lo mismo en Italia. Una crisis ya ha sido suficiente”, dijo. Y la prima de riesgo – el diferencial entre el bono italiano y el alemán – se disparó de los 240 a los 300 puntos básicos, el peor valor desde 2014.

“El problema está justamente en que los mercados no toleran las tomaduras de pelo. Si el año pasado habíamos prometido el 1,6%, en consideración también de la elevada deuda pública italiana, ahora no es previsible que uno pueda dar marcha atrás sin que haya repercusiones”, explicó una fuente italiana. “Dar una renta básica a los más necesitados es algo loable. Pero si las medidas de inclusión no están acompañadas por medidas para fomentar el crecimiento del PIB, las finanzas públicas se ponen en riesgo. Esto es lo que está faltando”, coincide Mario La Torre, economista de la Universidad La Sapienza de Roma y autor del blog ‘Good in Finance’. “Los problemas estructurales de Italia no se están afrontando”, añade La Torre.

Todos descontentos

Las mayores críticas han llegado curiosamente del entorno de Silvio Berlusconi, precisamente quien durante sus últimos tres años de gobierno elevó la deuda pública del 102% al 116% del PIB y cuyo partido, Forza Italia, se presentó en coalición con la Liga en las elecciones de marzo pasado. “Las medidas financieras del Gobierno arruinarán las cuentas públicas, malgastarán el dinero de los ciudadanos y devolverán Italia a una Edad Media con el bloqueo de las infraestructuras”, consideró Mara Carfagna, del Forza Italia. “Es una locura, este escenario nos recuerda a Grecia», expresó Giorgio Mulé, diputado del mismo partido. “Que alguien les diga a Di Maio y al M5S que aumentar la deuda italiana significa poner en riesgo el futuro de nuestros hijos. Irresponsables”, añadió. En el bando de la centroizquierda, las mismas críticas. “Esta no es una revolución. Es un gesto irresponsable que interrumpe un camino de diez años de estabilización de nuestras cuentas públicas”, fue el comentario desde el progresista Partido Democrático (PD).

Se reduce de 36 a 24 meses la duración máxima de contratos temporales y se encarece el despido

Ni siquiera los propios votantes de la Liga están convencidos con el plan económico del Gobierno, anunciado en agosto bajo el nombre de ‘decreto Dignidad’. La reforma ha establecido mayores costos para las empresas en caso de despidos injustos, reduce de 36 a 24 meses la duración máxima de los contratos temporales — pretende impulsar así que se hagan contratos fijos— y sube hasta los 36 meses la indemnización máxima en caso de despido improcedente (anteriormente era de 24 meses). Por otra parte, contratar indefinidamente a menores de 35 años garantizará al empleador un 50% de descuento en los impuestos que pagará por el empleado durante los siguientes 3 años, hasta un máximo de 3.000 euros por año. También se prevén multas para las empresas que reciben ayuda estatal y luego deslocalizan su producción antes de que transcurran los cinco años tras haber recibido el fondo.

“¿Que si hay empresarios contrarios al ‘decreto Dignidad’? No es difícil encontrarlos. Somos muchos. Lo han aprobado sin siquiera consultarnos”, dice Paolo Bastianello. Regenta la compañía textil GTA Moda, una pyme —como el 81% de las 145.000 empresas que hay en Italia – con unos veinte empleados. A ellos se suman otros quince de TG Services, empresa de productos congelados también de propiedad de Bastianello. La nave textil se halla en una una carretera secundaria en las afueras de la ciudad véneta de Padua, en una de las zonas más productivas de Italia.

“Muchos empresarios se preguntan cómo la Liga ha cedido la política económica al M5S»

Bastianello ha sobrevivido a la Gran Recesión económica que aquí, en el noreste de Italia, ya parece formar parte del pasado. El endeudamiento de las pequeñas y medianas empresas ha bajado, sus beneficios, entre 2015 y 2016, han crecido un 2,9%, el mejor resultado del país. Es un bastión rico y conservador, donde la última vez que se acudió a votar en unos comicios —era junio—, el candidato de esa misma Liga que ahora gobierna el país, Massimiliano Fedriga, ganó con un resultado de más del 57% de los votos, haciéndose así con la presidencia de Véneto. Algo poco sorprendente en una región en la que a menudo la Liga ha cosechado buenos resultados. Pero eso fue antes del ‘decreto Dignidad’. “Muchos empresarios del norte que votaron a la Liga, se preguntan ahora cómo puede ser que Salvini haya cedido toda la política económica al M5S”, afirma Bastianello.

Como Bastianello piensan muchos. La Confederación General de la Industria Italiana (Confindustria), ha expresado desde el principio su contrariedad ante unas medidas que ha llegado a calificar, en una nota oficial, como “una señal muy negativa para el mundo de la empresa”. «No se crea empleo endureciendo las normas”, dijo el presidente de Confindustria, Vincenzo Boccia.

Pero el ‘decreto Dignidad’ ni siquiera ha recibido con alegría unánima en la clase trabajadora a la que se dirigían las promesas del MS5 y que sufre la carga de los contratos a tiempo determinado, renovados múltiples veces de forma fraudulenta. Simone, un joven de Turín, resumió la preocupación en un tuit que, poco antes de la votación parlamentaria, se hizo viral en las redes sociales. “Buenas tardes, ministro @luigidimaio, quiero informarla que gracias a usted y su ‘decreto Dignidad’, hoy me han confirmado que a partir de septiembre ya seré un desocupado más”, escribió: en lugar de hacerlo fijo, su empresa optó por no renovarle el contrato temporal. “Mi jefa me ha explicado que esta medida ha creado un clima de incertidumbre”, precisó luego en declaraciones a la prensa italiana. “Por eso, la oficina de recursos humanos quiere ser muy prudente y no correr el riesgo de un contrato por tiempo indeterminado”.

El Instituto Nacional de Previsión Social (INPS) calculó que “Se perderán 8.000 puestos de trabajo al año durante la próxima década”. Por su parte, el mayor sindicato del país, la CGIL, criticó la norma que permite a los empresarios del sector de la hotelería y del turismo pagar a algunos de sus trabajadores con cupones para hacer las compras.

Oxígeno para los ricos

También la renta básica  —que el M5S ha propuesto que se aplique por un periodo de dos años—tuvo críticas, en parte porque no se ha aclarado cómo se aplicará. “No será una medida asisistencialista”, trató de convencer el primer ministro, Giuseppe Conte, a la oposición. “Lo hemos pensado como algo para la reinserción laboral”. Pero los analistas creen que es incompatible con la ‘tarifa plana’ de impuestos (‘flat tax’) que defiende Salvini, y que prevé dos tramos fiscales, del 15% y 20%, en lugar de sistema progresivo que impone tasas superiores a las empresas con mayores ganancias. La ‘flat tax’ beneficiará a a los más ricos, admitió en agosto el propio Salvini: «Es cierto que quien gane más será favorecido», dijo. La respuesta de la progresista Anna Rossomando, vicepresidenta del Senado: “He aquí nuestro Robin Hood al revés”.

«Con la reforma fiscal, el Estado se quedará sin dinero y las ayudas sociales se recortarán»

“Amalgamar políticas así, tan distintas y contradictorias, es una forma desastrosa de entrar en política”, opinó Vittorio Messori, cuyo nombre llegó a estar en algún momento entre los posibles candidatos al puesto de ministro de Economía (que finalmente ha ocupado Giovanni Tria). “Esta coalición querría redistribuir la riqueza, pero si lo hace con la reforma fiscal que se propone, el Estado se quedará sin dinero y las ayudas sociales se recortarán, algo que dejará a los pobres en una situación aun peor”, añadió Messori. “El nuevo Gobierno italiano debería ser más humilde y más objetivo. El riesgo es caer en manos de la Troika”, advirtió el técnocrata Mario Monti, el excomisario europeo que asumió el mando de Italia en plena crisis de la deuda soberana en 2011.

Stefano Fugazzi, risk manager y autor de libros como “ABC Italia”, han señalado que la ‘flat tax’ ha fracasado en otros países. En Eslovaquia, este sistema se introdujo en 2004 y se retiró nueve años después, con el efecto de hacer «aumentar los ingresos fiscales de un 34% en 2012 y de un 40% en 2015”. explicó Fugazzi. “Los países que introdujeron la ‘flat tax’ registraron un notable aumento de su déficit a corto plazo”, aseguró Fugazzi.

Si el nuevo plan económico lleva a una ruptura con Bruselas, la frágil recuperación de Italia se podría ver perjudicada. Porque, por primera vez desde la crisis económica de 2008, Italia registra ciertos avances. El país exporta ahora mucho más de lo que importa y el año pasado cerró con un superávit de 47.000 millones de euros, el tercer mejor resultado de la UE (después de Alemania y Holanda), según datos de Eurostat. El déficit ha bajado al 2,3%. Y la tasa de crecimiento nominal – un 1,5% el año pasado – va hoy más rápida que el ritmo de endeudamiento del país, lo que significa que la ratio deuda/PIB, ahora en el 132%, se está reduciendo, aunque lentamente. A pesar de los males endémicos de Italia: las bajas tasas de empleo femenino, su imposible burocracia, la brecha entre norte y sur y sus endeudados bancos.

Pero esta mejora solo puede continuar si el Banco Central Europeo sigue actuando como garante de la estabilidad, opinan los economistas. Por eso, un rumbo de colisión con Bruselas puede dar al traste con la frágil recuperación y suponer un coste que supere por mucho las ganancias sociales. El economista español Ignacio de la Torre calcula en El Confidencial que los 10.000 millones que se destinarán a la renta básica costarán en realidad a las arcas públicas otros 30.000 millones añadidos: la subida de la prima de riesgo encarece los futuros préstamos necesarios para pagar la deuda.

Ni un paso atrás

Pero el Gobierno no quiere oír hablar de rectificaciones. “Algunos están esperando que demos marcha atrás. Pero nosotros no retrocedemos ni un milímetro”, avisó Luigi Di Maio, que aparte de liderar el M5S es ministro de Desarrollo Económico. “Si es necesario, explicaremos nuestra decisión en la calle”, añadió. Matteo Salvini, que ocupa el cargo de ministro de Interior, fue aún más rotundo. “Basta de amenazas e insultos de Europa. Italia es un país soberano”, se dirigió a Juncker. Otro miembro de la Liga, el euroescéptico Claudio Borghi, fue más lejos: “Estoy hiperconvencido de que Italia con su propia moneda resolvería gran parte de sus problemas”, dijo a la emisora Radio Anch’io. El primer ministro, Giuseppe Conte, tuvo que salir rápidamente a apagar el incendio. “El euro es nuestra moneda y es irrenunciable”, recordó. Sin éxito: a él se le ve como un subordinado de los dos verdaderos hombres fuertes que están gobernando Italia, precisamente Di Maio y Salvini.

Igual le sucede al tecnócrata Giuseppe Tria, el ministro de Economía que ha tenido que comerse sus promesas de que mantendría la disciplina fiscal y que puede ser la primera víctima de la actitud del M5S y la Liga. Desde que fue nombrado en el cargo, se ha empeñado en mantener —al menos públicamente— una actitud conciliadora con Bruselas y ha partido precisamente de ese 1,6% prometido el año pasado como límite para el déficit fiscal italiano. Pero ante las críticas de la Liga y el M5S ha amenazado con dimitir.

Salvini y Di Maio no han retrocedido. Di Maio llegó a escudarse en la argumentación de que el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció hace unos días un plan de reducción de impuestos que implicará llevar el déficit hasta un 2,8%. “Hagamos como Macron. O mejor que él”, dijo el jefe del M5S. “Eso es imposible. Italia tiene una deuda pública mucho más elevada que la de Francia y su PIB crece más lentamente”, le han respondido sus opositores políticos. De todas formas sigue habiendo un misterio: nadie ha visto todavía los detalles del ‘Documento de economía y finanzas’ aprobado aquel último jueves de septiembre y que sacude los cimientos de Bruselas. ¿Desaparecido en combate?

En este clima, el día del apocalipsis —si bien quizá nunca llegará— puede ser el 26 de octubre. Esa es la fecha en que se prevé que la consultora Standard & Poor’s emita su valoración sobre el país. Algo que, de ser muy negativa, abre una serie de consecuencias para Italia y toda la eurozona.

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