Opinión

Extremismos y extremismos

Sanaa El Aji El Hanafi
Sanaa El Aji El Hanafi
· 5 minutos

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Los debates sobre extremismo a menudo se refieren al “extremismo islamista” o al “extremismo laico” como adversarios equivalentes, como si estuvieran al mismo nivel. Lo cierto es que es una gran exageración. El extremismo, el laicismo y el discurso ideológico se entienden de manera errónea, y lo mismo sucede con la historia.

Para empezar, es fundamental que estemos de acuerdo en que todos los tipos de extremismo son inadmisibles. Cada individuo tiene el derecho de defender sus valores y sus ideas, pero sin ira ni violencia.

Solo que la mencionada comparación entre el extremismo laico y el islámico o religioso, no puede realizarse, no sería en absoluto justo. El extremismo religioso, ya sea islámico, cristiano, judío, suní o chií, en muchos casos únicamente conduce a la muerte.

Sin embargo, el extremismo laico no mata. No hemos oído nunca que un extremista laico haya matado por defender su visión del laicismo.

Muchos compañeros de Mahoma se mataron los unos a los otros ‘por el bien de la comunidad’

Por poner un ejemplo, en las Cruzadas mataron a decenas de miles de personas inocentes.
Lo mismo sucedió con las conquistas islámicas, tengamos el valor de llamarlas así, que en la escuela nos enseñaron como “liberaciones”. Desde el punto de vista de los habitantes originales de los países, eran una conquista en la que se mataba o se hacía prisionero a quien fuera. Estas conquistas islámicas por todo el mundo también mataron a millones de personas a lo largo de la historia, al igual que las del Imperio Otomano, bajo el pretexto de la superioridad de la religión.

Las guerras entre distintas ramas del cristianismo a través de los siglos pasados también han matado a millones hasta que en Europa se decidió separar la Iglesia de la vida pública y de la política.

El asesinato y desplazamiento de palestinos a manos del Estado de Israel es un tipo de extremismo religioso que se basa en los derechos de los miembros de una religión concreta para apropiarse de una tierra que no es suya.

El terrorismo de Daesh y antes que este, el de Al-Qaeda, legitiman la muerte en nombre de la religión.

Desde la muerte del profeta Mahoma, todas las guerras en las que han luchado los musulmanes han sido un tipo de extremismo religioso que se ha llevado la vida de cientos en defensa de principios religiosos entendidos como “los verdaderos” por cada rama del islam.
Un gran número de compañeros de Mahoma se mataron los unos a los otros a causa de diferentes posturas, todas ellas “por el bien de la comunidad”, que cada uno entendía desde su punto de vista.

¿Hemos oído alguna vez que un extremista laico haya matado en defensa de sus ideas?

Las operaciones extremistas que matan a víctimas musulmanas por todo el mundo, como ha sucedido recientemente en Nueva Zelanda, vienen dadas por otro extremismo religioso que ve a su religión como mejor que la otra. Es por eso que necesitan terminar con los que piensan de manera diferente a su religión, incluso si ello implica la muerte de inocentes en una mezquita.
En resumen, durante los siglos pasados y especialmente desde la aparición de las religiones monoteístas, ¿a cuántos fieles se ha asesinado en mezquitas, iglesias y templos de oración en nombre del extremismo religioso, sea entre distintas religiones o dentro de una misma religión? ¿Cuántos disidentes de los preceptos imperantes han sido asesinados bajo la excusa de “herejía”, “infidelidad” o algo parecido?

¿Acaso hemos oído alguna vez que un extremista laico haya matado en defensa de sus ideas o de los principios de la sociedad?

Lo máximo que llega a cometer un extremista laico es la práctica de la violencia moral o verbal. Con esto no pretendo justificar ni legitimar dicha violencia moral o verbal, puesto que rechazo cualquier tipo de violencia.

Pero al mismo tiempo se ha colocado al extremismo laico en el mismo saco que al extremismo religioso, cuando el primero solo comete la violencia moral o verbal y el segundo demasiadas veces desemboca en la muerte, la lapidación, la decapitación, o bien en cortar las manos o las piernas de los disidentes o los prisioneros. Esta consideración de ambos extremismos como iguales es una injusticia descomunal.

Para que quede claro: todos los tipos de extremismo deben rechazarse, ya sea extremismo verbal, moral o corporal; ya sea extremismo laico o religioso. Pero lo que es seguro es que no es aceptable poner al extremismo laico en el mismo saco que al extremismo religioso, que es el que dota al individuo del derecho de quitar la vida de otro por ser diferente.
Si estamos de acuerdo en este punto fundamental, podremos detener el extremismo y la violencia en todas sus formas.

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© Sanaa El Aji | Primero publicado en Al Hurra · 28 Marzo 2019 | Traducción del árabe: Carmen Gómez Orts

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