Opinión

¿De quién es la Justicia?

Hürrem Sönmez
Hürrem Sönmez
· 8 minutos

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Rabia Naz Vatan era una niña de 11 años que vivía en el municipio de Eynesil en la provincia de Giresun. Estudiaba en un colegio religioso. El 12 de abril de 2018 la encontraron frente a su casa, herida. Murió al ser trasladada al hospital.

Después tuvo lugar una cadena de incidentes que no tienen explicación alguna en un esquema de razón, lógica y conciencia. La muerte de Rabia Naz se registró como suicidio, aunque Rabia Naz no tenía más de 11 años y no tenía ningún motivo para suicidarse. Su mochila del colegio no se encontró en el lugar de los hechos al investigarse los detalles y fue hallada más tarde en el tejado de la casa. En el acta de investigación, la Fiscalía puso “suicidio” como causa de muerte.

Sin embargo, el padre de la niña, Şaban Vatan, va afirmando que su hija no se suicidó sino que falleció atropellada por un coche y el asunto se tapó por intervención de Nurettin Çanikli, diputado por Estambul del partido AKP. El padre cree que el accidente de coche fue responsabilidad del sobrino del alcalde de Eynesil.

Ahora, toda persona tiene la obligación de hacer la pregunta: ¿Qué pasó con Rabia Naz?

Dos informes forenses distintos mostraron que la causa de muerte pudo ser un accidente de tráfico, pero la Fiscalía insistió de alguna forma en la tesis del suicidio. De hecho, los primeros testimonios de quienes encontraron herida a Rabia Naz mencionan que fue atropellada por una furgoneta negra. Nadie ha respondido a la pregunta de por qué no se investigaron estas declaraciones de los testigos.

Cuando se descubrieron restos de paja y serrín en las piernas de Rabia Naz, la familia empezó a investigar. Cerca del lugar había un viejo establo pero mira tú por dónde, este establo fue de repente derribado por orden de la alcaldía.

Al final, hace un par de días, el padre de Rabia Naz fue detenido con el pretexto de sufría un desequilibrio mental.

Si el periodista Metin Cihan no hubiera difundido el caso de Rabia Naz en las redes sociales, tal vez nunca nos habríamos enterado de lo que experimenta esta familia y la investigación se habría archivado. Pero nos hemos enterado y ahora, toda persona en este país tiene la obligación de hacer la pregunta: ¿Qué pasó con Rabia Naz?

E.S. era una chica de 12 años que vivía en Tarsus, provincia de Mersin. En los meses de verano de 2015 sufrió abusos sexuales por parte del imam de la mezquita en la que asistía a cursos del Corán. Se puso a gritar pero nadie la oía y, bajo shock, perdió el conocimiento. Cuando se despertó estaba tirada en el arcén de una autovía.

E.S. no contó a nadie lo que había pasado, porque el agresor la amenazó. Pero en el internado donde estudiaba empezó a sufrir problemas de sueño y de adaptación. Cuando sus profesores se dieron cuenta empezó una investigación del caso.

La acusación pidió 61,5 años de cárcel por los delitos de abuso sexual y privación de libertad personal. El tribunal aceptó el escrito y detuvo al acusado el 22 de febrero de 2018, decretando prisión provisional.

¿Qué vínculo les queda a algunos jueces y fiscales con el juramento que hicieron al iniciarse en el oficio?

En la segunda sesión del juicio, la Fiscalía pidió mantener la prisión preventiva por los fuertes indicios de que el acusado había cometido efectivamente el crimen del que estaba acusado. Pero el tribunal decretó su puesta en libertad provisional, basándose en el tiempo pasado en prisión preventiva y la recogida de pruebas. El abogado de E.S. dijo que el abogado defensor del acusado era el antiguo presidente del AKP en la región Adana-Çukurova, y que vino al juicio solo una vez, en la sesión en la que se le puso en libertad al sospechoso. Algo que da bastante que pensar…

Si no fuera porque la presidenta de la Asociación de lucha contra la explotación infantil, Saadet Özkan, compartió un vídeo en el que reacciona entre lágrimas contra la decisión judicial, quizás nunca nos habríamos enterado de lo que le pasó a E.S. Pero ahora nos hemos enterado y estamos obligados a escuchar las palabras de la madre de la niña: “¿Nos pasa esto porque somos de pueblo, pobres, desharapados?”

¿De quién es una Justicia que siempre se las arregla con el poder, siempre da la razón a los fuertes, los ricos, los que mandan en el país, y no defiende los derechos de las mujeres asesinadas ni de las niñas chicas? Cuando iniciamos nuestra carrera de Derecho hacemos juramento por nuestro honor y nuestra conciencia de actuar siempre acorde al derecho, la ética, el honor profesional y las reglas. Ahora me pregunto una cosa: ¿qué vínculo les queda a algunos jueces y fiscales de este país con el juramento que hicieron al iniciarse en el oficio? ¿A quién se sirve la ‘justicia’ que imparten?

Nuestra Judicatura es muy fuerte. Tan fuerte que es capaz de condenar a unos académicos que se han pasado años estudiando y educando a los jóvenes… simplemente por haber dicho que quieren paz. Tan fuerte que es capaz de meter a empujones en la prisión a unos periodistas por las noticias que escribieron. Tan fuerte que puede imponer decenas de años de cárcel a unos abogados miembros de una asociación progresista de juristas, sin respeto ninguno a las normas legales y los fundamentos de derecho. Tan fuerte que puede meter en prisión a unos obreros que dicen: “Queremos vivir como personas…”

“Después de la guerra, la mejor inversión que he hecho ha sido afiliarme al partido” dice el personaje

“Juzgar durante una hora con justicia vale más que rezar durante un año entero” dicen que dijo el profeta de nuestra fe y así lo exhibís en las mezquitas de los juzgados, que se llenan cada viernes. Sois una Judicatura tan sólida que con vuestra incomparable justicia le estáis construyendo, por así decirlo, un lugar en el paraíso para los asesinos de mujeres “respetuosos” y los agresores sexuales con alguien detrás…

Es como si escuchara ya hoy vuestras frases de épocas pasadas que volverán ahora: “Nosotros también cometimos errores… Las circunstancias en aquel momento lo exigían… También hubo sentencias que dictábamos contra nuestra voluntad… En realidad no estaba de acuerdo, pero no dije nada…”

Se me ha quedado grabado en la memoria una escena de un filme que vi una vez. Transcurre en la época nazi de Alemania y el protagonista es un profesor. No es partidario de los nazis, no le gusta Hitler, pero no puede resistir mucho tiempo a la presión de su familia y de su entorno y se acaba afiliando al Partido Nacionalsocialista. Le va bien: “Después de la guerra, la mejor inversión que he hecho ha sido afiliarme al partido”, dirá a su mujer.

Cuando se termina la guerra con la derrota de Hitler, el hombre busca trabajo como profesor en un colegio. El director le pregunta: “¿Fue usted miembro del partido nazi?” “Sí”, dice el profesor. “Pero ¿quién no lo era? Dos tercios de los profesores eran miembros del partido”. El director cierra el archivador y dice: “Gracias, pero nosotros confiaremos nuestros hijos a ese tercio restante”.

Nuestra Judicatura es tan fuerte, nuestra justicia es tan incomparable que no alcanza para investigar la muerte de una niña de 11 años, no alcanza para mantener entre rejas a los agresores sexuales, a los asesinos de mujeres. Pero nosotros estamos aquí, somos testigos, no dejaremos de hacer preguntas, y cuando llegue el día, no confiaremos a nuestros hijos a los que “hicieron una inversión”, a quienes se preocuparon por su cargo o su puesto; los confiaremos a quienes se preocuparon por la vida de la gente, por los oprimidos, por los abandonados que nadie tiene en cuenta.
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