Entrevista

Lorenzo Mattotti

«Italia es un país maravilloso lleno de locos»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 12 minutos
lorenzo mattotti
Lorenzo Mattotti (Sevilla, Oct 2019) | © Jennifer Higgs / Sevilla Festival de Cine

Sevilla  |  Octubre 2019 

Aunque parece una presencia más propia de un salón del cómic que de un festival de cine, la del italiano Lorenzo Mattotti (Brescia, 1954) en Sevilla no pasa desapercibida. Hombre de verbo claro y expresivo, leyenda viva de la viñeta, el flamante premio Eisner 2003 por Doctor Jekyll y Sr. Hide puede presumir también de una filmografía imponente, ya que ha colaborado con clásicos de la animación de la talla de Michelangelo Antonioni, Soderbergh o Wong Kar-wai. Para mucha gente será siempre, sin embargo, el dibujante que colaboró con Lou Reed en un libro singular, El cuervo.

Su último trabajo, la adaptación a la pantalla grande del clásico La famosa invasión de los osos en Sicilia, de Dini Buzzati, ha cautivado a todos los públicos desde su estreno, y ha demostrado que el cine de animación tiene mucho que decir fuera de los cánones de Pixar y Disney. «Para este proyecto partí de las ilustraciones de Buzzati, que además de escritor era también artista, y hacía unos dibujos ya de por sí metafísicos y surrealistas», explica. “Todas las ideas gráficas que vienen de su libro me han servido de apoyo, pero también estaba el problema de espectacularizar el filme. Y en este sentido, he querido echar mano de las raíces estéticas italianas y europeas, no recurrir al gótico anglosajón ni nada de eso. Quería trabajar con luces y colores mediterráneos, vivos, luminosos, cálidos».

Una primera curiosidad sobre su filme: ¿qué libertad se ha dado para retratar Sicilia? Llama la atención, por ejemplo, que aparezcan ríos caudalosos, que no existen en la isla…

¿Pero dónde hay un río? Ah, sí, al principio. Pero tampoco hay grandes montañas allí, ¿verdad? [risas] Esta es la fantasía de Buzzati…

Era más bien su paisaje cerca de Belluno, ¿no?

«Sicilia para esta historia es un mundo lejano, una isla fantástica, mítica, mitológica»

Sí, era su mundo, su literatura. No sé por qué se decidió por Sicilia para esta historia, quizá porque es un mundo lejano, una isla fantástica, mítica, mitológica… Era solo para crear distancia y apelar a ese carácter legendario. Nosotros hemos trabajado con Sicilia como él en su relato, de manera muy libre. Jugamos con la idea de que Sicilia llegara a tener alguna vez esas altas montañas.

¿Le animó el hecho de que Buzzati fuera también dibujante a meterse en este proyecto?

Buzzati forma parte de mi cultura, es de los que me han enseñado a contar cómo se crea el misterio. Cada cierto tiempo, me he referido a su obra en mi trabajo. En sus libros hay siempre algo fabuloso, extraño. La famosa invasión de los osos en Sicilia tiene criaturas extrañas, fantasmas, situaciones de aventura… Está llena de imágenes, además de brindar una historia profunda. ¿Por qué nadie lo había adaptado antes al cine? Cuando mi productora me preguntó: ‘¿Qué te apetecería hacer, si pudieras rodar un largo?’, le hablé de este libro, y se enamoró automáticamente».

Llegar y pegar. Pero debió de dar su trabajo, ¿no?

Quería que la película tuviera una estructura gráfica, he trabajado mucho la composición, los espacios, los personajes, y utilizar al máximo la profundidad que el cine puede dar. Son 40 años de experiencia puestos en la empresa. No quería sacar la materia de los lápices de colores, del papel, se trataba de que funcionara en la pantalla. Y hay mucho trabajo de sombras, mucho contraste con la luz. Eso nos ha permitido crear espacios muy ricos, incluso trabajar con el vacío. Nos hemos divertido también metiendo dibujos originales de Buzzati en algunas escenas, en los frescos o en la tapicería del Palacio Real.

¿Qué otros guiños han hecho?

Hay mucho amor a la pintura italiana, a la iconografía y estética europeas. Y sobre todo, no hemos tenido miedo del color. Algunos filmes lo tienen, miedo al color, a su fuerza expresiva. Pero si hay disfrute en La famosa invasión de los osos en Sicilia, es gracias a eso.

Hay un instante en que se dice “en este momento, Sicilia era feliz”…

Ah, sí, la escena de la miel. Se habla de que los osos y los humanos vivían en paz y armonía.

¿Podríamos decir que ha sido el único momento en que Sicilia ha sido verdaderamente feliz?

Es una fábula, no creo que haya que pensar exactamente en Sicilia. Sí en la idea de que osos y humanos llegaran a convivir pacíficamente.

Sin querer estropear la emoción a ningún espectador, cabe preguntarle si el desenlace no es en cierto modo pesimista: la constatación de que hombres y osos, léase seres diferentes, no pueden convivir juntos, ¿no?

«Los osos viven en la Naturaleza como huéspedes, los hombres como dueños»

Buzzati en su obra siempre es un tanto melancólico, fatalista, en el sentido en que el hombre siempre pierde en su relación con la Naturaleza. Es uno de sus objetos principales. Pero creo que aquí habla también de respeto hacia esa Naturaleza. Los osos viven en ella como huéspedes, los hombres como dueños. La cambian, la destruyen, la trasforman. El hecho de que los osos eviten contaminarse con los vicios de los hombres es, en este sentido, una metáfora.

Dirigida a pequeños y mayores, ¿me equivoco?

Es un libro de nuestras raíces, de nuestra tradición. Y para no acabar con ese final pesimista, quisimos meter el misterio de la posibilidad de un final diferente. Para que la fantasía, la imaginación del espectador, permita imaginar otras posibilidades de convivencia.

Me gustaría preguntarle por su trayectoria. Cuando empezó a dibujar, ¿se podía pensar en vivir del cómic?

Éramos pocos, y había revistas de tebeos que permitían vivir, porque se pagaba por página. Con diez páginas al mes, vivías. Probablemente era más fácil inventarse el trabajo, porque éramos muchos menos. El hecho es que las revistas desaparecieron, hay muchísimos chavales que quieren dibujar, y se ha vuelto difícil vivir solo de dibujar. Para mí también lo fue, porque mis cómics no eran populares, así que hice ilustración, carteles, libros infantiles, diseño, de todo… Cuantas más cosas sabes hacer, mejor puedes vivir. Pero lo seguro es que era una situación muy diferente.

¿Cuáles eran sus referencias?

En Italia había una escuela enorme: Hugo Pratt, Dino Battaglia, [Sergio] Toppi, Crepax… Eran los grandes maestros. Luego he conocido a toda la escuela sudamericana: Alberto Breccia, Muñoz/Sampayo. Me han enseñado mucho sobre la manera de utilizar el dibujo en la narración. También aprendí mucho de los maestros franceses, pero sobre todo estaba muy vinculado a la escuela del cómic italiano.

¿Podría contarme algo más de los sudamericanos a los que trató?

Cuando era joven, estaba en una agencia de cómic que aglutinaba a muchos de ellos. Así, pude conocer a Quino, a Alberto Breccia como ya he dicho, a Enrique Breccia, [Francisco] Solano López… era una idea más artística, más expresiva de la viñeta.

El panorama ahora ha cambiado mucho, hay nuevas estrellas. ¿Cómo conviven con los veteranos como Vittorio Giardino o usted mismo? ¿Va mejor la industria?

«Yo no leo tantos cómics ahora, lo que me interesa son los artistas que trabajan con el dibujo»

No sé si va mucho mejor, sí que hay jóvenes que venden muchísimo, como Zerocalcare, pero es un tipo de cómic que no me interesa. Creo que Gipi y Emmanuele Fior están entre los mejores… pero depende mucho de lo que hacen a lo largo de una carrera. Uno puede hacer un libro muy hermoso al principio, y quedarse ahí, no hacer nada más luego. Para valorar a un autor hay que analizarlo en el arco de un largo tiempo, qué hace de importante. Fior se ha ido a vivir a París, otros siguen en Italia… Hay mucha apertura en los personajes, en los temas, las historias, pero no sé si hay público para este tipo de cómic. En Italia hay mucho público para la ironía, la sátira. Y al final, el cómic que permanece es el de siempre: Dylan Dog, Tex, todo el Bonelli… son los que mejor funcionan.

Para mí fue muy interesante descubrir en Italia tebeos como los de BeccoGiallo, que hablan de problema sociales, políticos, históricos… En España no hemos tenido tanto de eso. ¿Le gustan?

Sí, yo vivo en Francia, de modo que tengo una relación un poco distante con el cómic italiano. Pero en Francia, el cómic se utiliza de todos los modos posibles, como reportaje, investigación, debate social etc. Se ha enriquecido muchísimo. Y los jóvenes leen muchas de esas historias, por lo que creo que es importante que se les dé este enfoque. Ya si están hechos mejor o peor, no lo sé. Yo no leo tantos cómics ahora, lo que me interesa son los artistas que llevan más allá la búsqueda del lenguaje, los que trabajan con el dibujo. Todos esos cómics que hemos dichos son divulgativos, didácticos, políticos, creo que lo importante sigue siendo el dibujo. A veces, según el tema, prefiero leer un libro, si no encuentro mucha búsqueda gráfica. Necesito que trabajen el tema, pero también el aspecto artístico.

¿Para usted es importante seguir trabajando a mano?

Desde luego, pero la mayor parte de mis colaboradores en la película lo hacían todo con ordenador. Y son buenísimos. Todo depende de cómo utilizas el medio. Para mí es muy lento, no logro hacer lo que hago con la mano sobre el papel. Debería estudiar mucho, todos los recursos gráficos que brinda hoy la informática. Lo he intentado, pero lo que hago con el ordenador no tiene la misma calidad.

Para mucha gente, usted es el dibujante que trabajó con Lou Reed. Después de cuarenta años de trabajo, ¿no puede llegar a ser ofensivo que le reduzcan así?

No, es parte de mi trabajo, fue una experiencia muy importante. Llegué a publicar cosas oscuras, inquietantes, gracias al hecho de haber trabajado con Lou Reed. No me atrevía a mostrar ese lado de mi producción, y con Lou Reed fue posible.

¿Qué recuerda del músico?

«Cuando hicimos la exposición en París, Lou Reed hizo cola afuera con otras 400 personas»

Era un hombre especial, sin duda. Un verdadero poeta contemporáneo. No sabías nunca si estaba de buen o mal humor, pero conmigo siempre fue muy dulce, muy respetuoso. Amaba muchísimo el arte. Cuando hicimos la exposición en París, no había visto nunca los originales, y quiso verlos uno a uno, en detalle. Hizo cola afuera con otras cuatrocientas personas para entrar, un poco angustiado, eso sí, porque no pasaba desapercibido entre el público. Pero ya te digo, era muy atento, siguiendo siempre todo el proceso personalmente…

Antonioni, Wong Kar-wai, ¿le dejaron algún recuerdo especial?

Me dieron completa libertad. Antonioni estaba muy enfermo, viejísimo, pero tenía los ojos brillantes, muy vivos. Me hizo ver sus dibujos, muy coloreados, colores luminosísimos, tenía todavía mucha energía. Won-Kar-Wai ama mi trabajo, estoy muy orgulloso por su atención hacia mis cuadros, me ha comprado algunos. Nos hemos encontrado alguna vez en París, tener su estima es algo fantástico.

Cuando usted trabaja, ¿piensa siempre en imágenes estéticas, o también en cine?

Cuando trabajo en cómics, historietas, pienso en el movimiento. Nunca olvido que los personajes se mueven, el problema es qué detener de ese movimiento. El cine es una gran influencia para mí, de pequeño podía ir gratis al cine con un pase especial, como mis hermanos. Y lo veíamos todo, todo, todo.

¿En Brescia?

En toda Italia, nos mudábamos mucho: Brescia, Ancona, Parma, Como, Udine, luego estudié en Venecia, viví en Milán…

La italianidad es muy fuerte en usted, ¿verdad?

Sin duda, crecí allí, la pintura italiana, y no solo por la pintura. En Italia respiras y ves arte por todas partes.

¿Francia es tan distinta? ¿Qué Italia ve cuando mira desde París?

Veo un país maravilloso habitado por locos. Por gente que no comprendo.

¿Locos con poder, o sin él?

El problema es que son locos con poder [risas]. No, es muy difícil, estando fuera… No se dan cuenta de la riqueza y el nivel de calidad que hay en Italia. Los italianos no llegan nunca a tener una visión abierta de su propia cultura.

Y la cultura siempre fuera de los programas políticos, ¿no?

Como la respiran todo el día, creen que es algo natural, que no hace falta defender. En efecto, son muy ignorantes. No se dan cuenta de lo que tienen. Es muy difícil encontrar apoyo para los creadores, supongo que como aquí.

Sigue usted trabajando como si fuera jovencísimo. ¿Puede hablarme de sus proyectos?

Quiero volver a la pintura, a mis cuadernos. Me gustaría exponerlos, y mostrar una parte de mi trabajo que no es conocida: mis búsquedas.

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© Alejandro Luque  | Especial para M’Sur

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