Opinión

La vacuna islámica

Sanaa El Aji El Hanafi
Sanaa El Aji El Hanafi
· 5 minutos

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Desde hace semanas seguimos numerosos debates sobre la vacuna contra el coronavirus. Algunos nos convencen, otros no tanto… Pero lo más raro es que un debate científico que giraba en torno de la vacuna y su eficacia se ha convertido en una discusión religiosa.

¡Bienvenida sea, pues, la vacuna islámica contra el coronavirus! La historia empieza cuando una mente salafista se fija en que a la cabeza del laboratorio científico Biontech, socio de la empresa Pfizer, que ha anunciado tener casi lista una vacuna eficaz contra el coronavirus, se hallan dos científicos de origen turco. Se trata de Ugur Sahin y su mujer, Özlem Türeci. Ahí empezaron a aplaudir al científico musulmán y a su esposa (muy probablemente sin saber que esta última proviene de una familia católica).

Ahora nos vamos a preguntar con toda objetividad: ¿conocemos la religión de los inventores de todas las vacunas que utilizamos desde nuestra infancia y que nos han salvado de tantas enfermedades? ¿Alguna vez alguien ha hablado de la vacuna cristiana contra tal virus o la vacuna judía contra tal enfermedad o el medicamento ateo para curar una dolencia equis?

¿Hablamos de la religión que tenía el creador de la penicilina o de los corticoides?

¿Hablamos de la religión que tenía el creador de la penicilina o de los corticoides? ¿Hablamos de inventos judíos y cristianos? ¿O es que la ciencia, efectivamente, no tiene otra confesión que la humanidad?

En otro nivel, ¿sabemos que estos dos científicos han tenido éxito en Alemania no porque sean un musulmán y una católica, sino porque tienen capacidades científicas y porque se esfuerzan mucho… y porque Alemania, el laicismo alemán y la política alemana se centran en las ciencias y la investigación científica? Este país les ofreció las condiciones para progresar y tener éxito en el campo en el que trabajan, totalmente al margen de su orientación religiosa.

De hecho, también algunos medios de comunicación occidentales resaltaron su origen turco y el que se reconocieran como hijos de la inmigración (sin hablar para nada de la religión). Pero lo hicieron para contrarrestar el discurso de la extrema derecha europea que incita contra la inmigración y contra los inmigrantes. Lo hicieron para decir al mundo que la inmigración también produce cerebros, ciencia y desarrollo, y no solo pobreza, extremismo y perversiones. ¡Y a nosotros, lo único que nos interesa es que Ugur Sahin sea musulmán! Y eso aún teniendo claro que no sabemos nada ni tampoco tenemos derecho a saber nada de sus verdaderas convicciones religiosas. El hecho de que naciera como musulmán chií en un país que respeta la libertad de conciencia no nos da ningún detalle concreto sobre sus verdaderas convicciones personales. Y esto es totalmente lógico.

Ugur Sahin es un investigador alemán de origen turco que participa en la creación de una vacuna que salvará a la humanidad de la pandemia, del toque de queda sanitario y de la muerte. Que sea chií o ateo o budista es únicamente asunto suyo. Que haya tenido éxito como científico es un indicio de que la emigración hacia países desarrollados ayuda a las mentes excelentes a avanzar y tener éxito, tanto en su propio beneficio en tanto que individuos como en beneficio de las sociedades que les ofrecen las condiciones para ese avance. Y a veces en beneficio de toda la humanidad, como ocurre cuando alguien efectivamente desarrolla una vacuna como la que han diseñado estos dos científicos.

¿Habrían sobresalido en Estados cuyos gobiernos no muestran interés en la investigación científica?

Todo esto no nos debe hacer olvidar, desde luego, la pregunta esencial: ¿habrían tenido éxito Ugur Sahin y Özlem Türeci, Ahmed Zewail y Moncef Slaoui, Rachid Yazami y Zaha Hadid y los demás científicos y creadores que celebramos en Alemania, Inglaterra, Estados Unidos y otros países… ¿habrían tenido éxito en sus sociedades de origen? ¿Habrían sobresalido en Estados cuyos gobiernos no muestran interés en la investigación científica ni dan espacio a la excelencia de los investigadores en sus distintos campos?

Estas son las preguntas que nos debemos hacer cada vez que nos domina la tentación de celebrar el éxito de científicos alemanes, australianos o americanos de origen turco, árabe o iraní. Y eso, teniendo desde luego siempre muy claro que la confesión religiosa de cualquiera de ellos es un asunto personal que solo les puede importar a ellos, al igual que ocurre con la religión de Einstein, Edison o Alexander Fleming.

Para terminar, recordemos que la dirección del equipo de Biontech la conforman dos científicos: el investigador Ugur Sahin y su mujer, la investigadora Özlem Türeci.

Y a ti, cuando se te ocurre celebrar una vacuna “islámica”, ¡no se te olvide que consideras a las mujeres dotadas de menor razón y menos fe que los hombres y crees que su lugar es la casa y la educación de los hijos! No se te olvide que Ugur Sahin tiene una verdadera compañera en el amor y en la investigación científica, en el matrimonio y en el reto profesional, en la vida compartida, en las aspiraciones y los sueños compartidos.

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© Sanaa El Aji | Primero publicado en Al Hurra · 12 Nov 2020 | Traducción del árabe: Ilya U. Topper

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