Opinión

Sexo, islam… ¿y pudor?

Soumaya Naamane Guessous
Soumaya Naamane Guessous
· 6 minutos

opinion

Casablanca  | Junio 2021

 

La haya’ fi eddin («No hay pudor en la religión»), dice el islam.

En 1985, estaba haciendo un estudio sobre la sexualidad en el islam para el libro Au-delà de toute pudeur (Más allá del pudor), buscando pruebas de que esta religión condena el placer sexual, especialmente el de las mujeres. ¡Me dejó asombrada! Los religiosos comentan la sexualidad con total libertad, hasta el punto de que me da vergüenza leer algunos de sus textos en mis conferencias. Tras darle algunas vueltas, me voy a atrever a informarles a ustedes ¡aunque eso signifique escandalizar!

El islam, a diferencia del judaísmo y el cristianismo, glorifica el placer sexual. La sunna (tradición profética) revela el interés del Profeta por la sexualidad. Su vida sexual se caracterizaba, según su esposa Aisha, por el placer compartido.

Los tratados de sexología han sido escritos por musulmanes, pero no han influido en la mentalidad de los países árabes, donde la sexualidad sigue siendo un tabú y se niega el placer femenino.

El Corán prohíbe el coito durante la menstruación, pero según el Profeta, sólo está prohibida la penetración vaginal. El coito anal divide a los religiosos. El Profeta recomienda ‘al mula’aba’ (los juegos sexuales).

“No la penetres hasta que ella lo desee tanto como tú, para que no goces antes que ella»

El imam Al Ghazali, uno de los pilares del islam (siglo XI), hablaba del placer sexual en su predicación de los viernes: “El alma insatisfecha se niega a trabajar y se pone triste. El placer sexual es «la relajación que aleja la tristeza y hace descansar el corazón”.

A lo largo de la historia, los religiosos han insistido en el placer de los creyentes de ambos sexos. Para Al Ghazali, la sexualidad “no es un deber pesado, sino el más gozoso de los dones del cielo”. Los preliminares son un deber del creyente. Según él, el Profeta dijo: “Que ninguno de vosotros se lance sobre su mujer como hacen las bestias, sino que antes haya un mensajero entre ellos (…) Besos y palabras dulces”.

Al Ghazali: “La diferencia física entre los dos sexos al llegar a la eyaculación es una fuente de desacuerdo entre los cónyuges, siempre que el marido preceda a la mujer (…) El hecho de que el hombre se retire demasiado rápido causa perjuicio en la mujer”.

El imam Ibn Qudama (siglo XII): Omar ibn Abdel Aziz cuenta que el Profeta dijo: “No la penetres hasta que ella lo desee tanto como tú, para que no goces antes que ella. Bésala, guíñale el ojo, acaríciala, y cuando veas que ha alcanzado el mismo nivel de deseo que tú, penétrala”. (Al-Mughni, 10/232)

Según Anas Ibn Malik, uno de los compañeros del Profeta, este expresó: “Cuando uno de vosotros tenga relaciones sexuales con su mujer y satisfaga su deseo, que no apresure a su mujer hasta que ella también llegue. Porque si actuamos de esta forma, le producimos dolor a ella”.

«Variarás los juegos de amor, cabalgando sobre sus muslos, en lo alto de su culo, besando su coño…»

En El jardín perfumado: el arte sensual de la pasión amorosa del jeque Nefzawi (siglo XV): “No te unes a tu mujer antes de haber jugueteado con ella”. “Ambos deben jugar el uno con el otro de todas las formas posibles, aquellas capaces de despertar sensaciones placenteras, como besar, morder, succionar, humedecer, acariciar y presionar, para que la mujer se sienta natural y acceda a mantener relaciones. Luego, después de estrecharla contra tu pecho, la acostarás en el suelo, besándola en la boca. En ese momento, variarás los juegos de amor, cabalgando sobre sus muslos, en lo alto de su culo, besando su coño, sacudiendo la parte superior de tu miembro entre los dos labios de su parte caliente, subiendo por su pecho, palpando sus senos, besando el borde inferior de su barbilla y la pendiente que baja hasta su garganta y apoyando tus manos en sus caderas y costados”.

El jeque continúa, sin avergonzarse: “No olvidarás el zarandeo, los tocamientos, el golpeteo, los azotes, el intercambio de palabras cariñosas, los ronroneos, los suspiros, los gemidos, los gritos como ‘dame’ y ‘toma’, la succión de los labios y los besos en la parte superior de las mejillas. Si no lo haces, la mujer (…) no disfrutará y el hombre le dejará una impresión desagradable”.

El imam Suyuti (siglo XV) agradece de esta forma a Dios: “¡Alabado sea Dios, que nos ha regalado el placer de mordisquear y chupar los labios, de pegar pecho con pecho, muslo con muslo y poner nuestros testículos en el umbral de la misericordia!”.  (Suyuti, introducción de Kitab al idha fi ‘ilma niká).

Al Maghrabi al Tijani (siglo XVI), trata el coito “en otro lugar que en el sexo”.  (Tuhfat al’arus wa rawdhat ul nufus).

«Como preludio, el hombre multiplicará sus caricias, palpará los pechos de su mujer…»

Ibn Agiba (siglo XVIII): “Quien quiera cumplir este requisito que no se acerque a su mujer hasta que esté jadeando, sus ojos estén alterados y pida que la satisfagan. Como preludio, el hombre multiplicará sus caricias, palpará los pechos de su mujer, frotará su pene contra los labios de su vulva… Cuando la saliva del marido se mezcla con la de la mujer, es una confirmación del amor que les une”.

En cuanto a la felación y el cunnilingus, Al-Qurtubi (siglo XIII) afirma que están permitidos (Tafsir al-Qurtubi, 12/231). En 2007, Al Qaradawi, un jeque influyente, aseguró en la cadena de televisión Al Jazeera: “Los teólogos del islam han permitido los besos genitales, tanto el de la mujer para su marido como el del marido para su mujer, y no hay vergüenza en ello”.

Al Ghazali explica cómo una pareja también puede satisfacerse mutuamente mediante la masturbación recíproca y todos los demás juegos de amor. (Ihya Ulum Eddin, vol 2, p. 27-28.)

¡Textos h’shuuuma: hoy nos dan un terrible vergüenza! Pero yo no los he escrito, solo los he extraído de la sunna y del fiqh. Los comparto con ustedes para romper los tabúes sexuales que se atribuyen erróneamente al islam. Tabúes que privan a las parejas, y especialmente a las mujeres, de un placer mutuo.

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© Soumaya Naamane Guessous | Primero publicado en 360.ma · 11 Junio 2021 | Traducción del francés: Rebeca Martínez 

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