griego


griego, griko, pónticoEl griego es una de las lenguas indoeuropea con mayor historia. Aunque hoy sólo se habla por escasas 12 millones de personas en el Mediteráneo, el griego ha tenido una enorme influencia en la evolución de los demás idiomas europeos. Por una parte ha dejado huella de su vocabulario en el lenguaje científico, por otra ha servido de modelo para elaborar sistemas de codificación de las reglas gramaticales.

El griego clásico, utilizado en la Antigüedad en gran parte del Mediterráneo Oriental, Asia Menor y el norte de África —y estudiado hasta hoy en todas las universidades— fue una koiné, es decir una fusión de varios dialectos con el fin de permitir  comunicación, comercio y literatura en un extenso espacio.

Este griego clásico se distingue del griego moderno. La fonética, la sintaxis pero también el propio vocabulario han cambiado de tal forma que no es tarea fácil comunicarse en Grecia sólo con conocimientos de griego clásico. Siglos de mezcla y de dominios extranjeros – desde venecianos a aragoneses y otomanos – han dejado huella. Sin embargo, en los colegios griegos de hoy día se leen los clásicos en versión original, si bien pronunciando las palabras a la manera actual, no según la fonética de la Antigüedad que, por otra parte, prevalece en Europa a la hora de utilizar palabras griegas científicas.

Desde finales del siglo XVIII, las capas cultas de Grecia intentaron revivir el griego clásico, adaptando en gran medida el lenguaje hablado al modelo antiguo. El idioma resultante fue el katharevousa (purificado), que se mantuvo como lengua oficial hasta 1976, cuando fue definitivamente reemplazado por el demótico o griego popular.

El demótico actual, también conocido como ‘griego moderno estándar’, ha asimilado una serie de influencias del katharevousa, lo que lo acerca algo más al griego clásico que los dialectos hablados. La variedad dialectal del griego, en conjunto, es baja y excepto ciertas formas de pronunciación, el griego hablado es bastante uniforme hoy día y cercano al idioma escrito.

Hasta inicios del siglo XX, la lengua griega era muy difundida no sólo en Grecia, las islas del Mar Egeo y la parte sur de Chipre, como hoy, sino además en grandes partes de Anatolia hasta el Cáucaso, en Egipto y el resto de Oriente Próximo. En Anatolia, su número superaba el millón y se concentraba en tres regiones: la costa egea, la región central de Capadocia y el Ponto, es decir la costa oriental del Mar Negro. Durante la I Guerra Mundial y finalmente con el Tratado de Lausana en 1923, los griegos anatolios fueron deportados a Grecia. Quedaron unos 200.000 ciudadanos turcos de habla griega en Estambul y dos islas egeas cercanas a los Dardanelos (Gökçeada y Bozcaada). La instauración de un impuesto especial en 1942 y un pogromo en 1955 llevaron a la emigración de casi todos; hoy quedan alrededor de 2.500, casi todos ancianos.

En la falda sur del Cáucaso sigue habiendo comunidades griegas pónticas; cifran alrededor de 15.000 en Georgia, unos 1.500 en Armenia y menos de mil en Abjazia. Casi todos son ancianos. Debido a siglos de aislamiento, su lenguaje, el griego póntico, se diferencia algo del griego moderno.

Mucho más conectados con la ‘madre patria’ griega ha estado la comunidad cosmopolita griega de Alejandría y el resto de Egipto. Elemento fundamental de la vida urbana desde los propios inicios de la cultura griega, la mayor parte abandonó Egipto durante las campañas de arabización tras la declaración de la república en 1953. Hoy el número de griegos egipcios alcanza unas 3.000 personas, de ellos 800 en Alejandría. Sin embargo, tanto en el Sinaí como en Jerusalén y en toda Palestina y Siria hay clérigos griegos, ya que los altos cargos de la Iglesia Ortodoxa se reservan habitualmente a griego nativos.

Un caso aparte son los pueblos griegos en el sur de Italia, repartido en Apulia (Salentino) y Calabria (Bovese), aunque apenas quedan unos pocos miles de hablantes, ya que la mayor parte de la comunidad ha adoptado el italiano. Su dialecto, llamado griko o katoitaliótica, ha conservado rasgos arcaicos y se ha mezclado con el italiano, pero es inteligible para un griego.

A esto se añaden grandes comunidades de griegos emigrantes en varios continentes, que normalmente mantienen estrechos lazos con Grecia y cultivan su patrimonio cultural y lingüístico.

El griego se escribe utilizando el alfabeto griego, excepto el griko de Italia, que utiliza el latino.