Opinión

La ronda de los idiotas

Saverio Lodato
Saverio Lodato
· 4 minutos

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Palermo | Marzo 2018

Si sumamos al loco Traini, que loco no está, sino más bien dotado de una lúcida locura homicida y racista, a los nostálgicos nietos de la República de Saló, que el 25 de abril van a rendir homenaje a los «abuelos» sepultados en el Campo 10 del Cimitero Maggiore (Cementerio Mayor) de Milán, a los cabezas rapadas vestidos de negro que interrumpen una pacífica reunión de voluntarios, al policía que exponía en el cuartel gallardetes del Reich, al friulano majareta que convirtió casetas de baño en un lugar dedicado al «ventennio», a la imagen de Anna Frank en las camisetas del Roma, como provocación por parte de los ultras del Lazio, y tantos otros casos del género… no obtendremos nunca, como resultado final, el regreso del fascismo.

Porque en Italia no existe el fascismo, y tampoco está por llegar.

Lo reconoce incluso Alessandra Mussolini, que cumple con su oficio de «nieta» a la perfección, conformándose con el hecho de que los italianos no olvidan jamás al «abuelo», aunque no parece pretender más.

Esta es la razón por la cual, como resultado final, tendremos a lo sumo –como las definimos aquí– «unas bandadas siniestras que comienzan a revolotear sobre los cielos de numerosas ciudades italianas».

Hay voluntarios que se juntan y rondan de noche por parques, campamentos gitanos y barrios pobres

Lo cual, sin embargo, no resulta para nada reconfortante. Son bandadas «siniestras». Y las ciudades italianas comienzan a ser «numerosas». Y nada se da nunca por sentado, sobre todo en Italia donde, al día siguiente del fin de la guerra y de la caída del fascismo, no se supo hacer mejor cosa que promover a la cumbre de los aparatos del Estado a las mismas personas que hasta el día anterior vestían la camisa negra.

Es lógico, por lo tanto, que setenta años después, muchos idiotas vuelvan a la carga, entre el negacionismo y las «cosas buenas» realizadas por Benito Mussolini, siendo cómplice también algún líder de alguna fuerza política que va de la mano magníficamente con la imbecilidad.

Menos lógico es, en cambio, que las autoridades policíacas miren hacia otro lado. Porque -si nos lo permiten decir- un problema policial existe, ¡y tanto que sí!

De un tiempo a esta parte, se suceden reportajes televisivos que afrontan el fenómeno de las rondas que, en este caso, comienzan a manifestarse en bastantes ciudades italianas. Se trata de voluntarios, a menudo ultratatuados, que se juntan aparentemente de manera espontánea, y que rondan, preferentemente de noche, por parques y campamentos gitanos, galerías de estaciones ferroviarias y barrios pobres, y de día por playas y trenes, con el fin de disuadir -así dicen ellos- a los mal intencionados, posibles violadores, inmigrantes clandestinos o en situación legal, listos para salir corriendo si se topan con las Rondas de las buenas costumbres.

Los militantes de ‘Forza Nuova’ subieron a los autobuses para «proteger a los conductores»

Los vemos deambular (gracias a los reportajes televisivos), en manada y armados con walkie-talkies, orgullosos del desarrollo de una misión que nadie les pidió desempeñar. Aquí está el quid de la cuestión. ¿Alguien sabe quiénes son estos señores? ¿Alguien identifica los elementos de las Rondas de las buenas costumbres? ¿Es lógico que una docena de personas constituyendo una manada desarrolle labores que competen a la policía? ¿Pueden movimientos o partidos políticos dotarse de policías paralelas? Pongamos por caso que los voluntarios de las brigadas fascistas se tropiecen con un flagrante delito, ¿qué se puede esperar de ellos? ¿No debería ser, esto también, un caso para el ministro del Interior, Marco Minniti?

Tan solo queremos recordar lo que está ocurriendo en Palermo. Nos encontramos ante un gran enigma. Días atrás, los militantes de ‘Forza Nuova’ (Fuerza Nueva) decidieron subir a los autobuses urbanos con el objetivo expreso de «proteger a los conductores». Fue rápida la respuesta de los militantes de «Potere al Popolo» (Poder al Pueblo), los cuales decidieron subir a los autobuses con el objetivo expreso de «tranquilizar a los pasajeros».

Si no tratamos de remediarlo, asistiremos también a la formación de las Rondas de «centro», para hacer efecto amortiguador entre las Rondas de los «extremismos opuestos».

Concluyendo: En Italia el fascismo no ha regresado. Pero los idiotas nunca se fueron, de hecho no gozaron jamás de tan buena salud como hoy.

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© Saverio Lodato | Publicado en Antimafiaduemila | 14 Feb 2018 | Traducción del italiano: Natasha Castro Slobinsky

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