Opinión

La aldea que resiste

Amira Hass
Amira Hass
· 4 minutos

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El agua que llenaba la charca les resultó sospechosa hasta a las cabras de Khan al Ahmar. Se acercaron y lo olisquearon. No sorprende. Solo la semana anterior, un charco de aguas fecales se había formado en la misma pequeña cuenca, como consecuencia del desbordamiento de una tubería de desagüe en la colina en la que prospera, tan feliz, el asentamiento de Kfar Adumim. Durante tres días, los residentes, la muchedumbre y los activistas debieron soportar el hedor.

¿Hasta qué punto estaba fundada la sospecha de que los vecinos de allí arriba en la colina habían roto intencionalmente la tubería? No podemos saberlo, pero no olvidemos que esos mismos vecino lanzaron hace diez años una campaña para exigir la demolición de la aldea y el desahucio de sus habitantes. Seguro pueden esperar aún algunos días antes de que su deseo se haga realidad.

Pero sí, esta vez el lago era de agua pura. ¿Hasta qué punto es fundada la sospecha de los israelíes de que alguien habría roto deliberadamente una tubería de agua para retrasar la demolición? No podemos saberlo. Ni siquiera la prensa palestina se puede ocupar ya continuamente de la amenazante presencia de la policía en torno a la pequeña aldea, empobrecida y exhausta. Una aldea que hasta Theresa May citó la semana pasada en un discurso ante el Parlamento, expresando la sólida posición del Reino Unido contra la demolición.

La unión de muchas fuerzas ha conseguido dar a conocer el caso de Khan al Ahmar en todo el mundo. En vano. Las autoridades israelíes están decididas a llevar a cabo la evacuación de la aldea. ¿Quién hará caso a las otras decenas de pequeñas comunidades palestinas que afrontan un destino similar?

[22 Oct 2018]

 

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De repente hemos entrevisto un resplandor de esperanza en el crepúsculo que se disponía a envolver todo. Me refiero a la aldea beduina de Khan al Ahmar. Al despecho de toda certeza y de toda proclama, ahí sigue, empobrecida, desgastada, exhausta, pero sin haber sido demolida ni evacuada.

Es evidente que la demolición se ha pospuesto algo más que “unas pocas semanas”

Hace algunos días, el Gobierno israeli tuvo que aceptar aplazar la demolición a una fecha por concretar, después de que empezaran de nuevo las negociaciones para encontrar un lugar distinto al que trasladar a los habitantes. Tras las protestas de los colonos, el primer ministro, Binyamin Netanyahu, ha precisado que la demolición se llevaría a cabo dentro de “unas semanas”.

Pero atención: el 23 de octubre, los contratistas israelíes comenzaron a desmantelar las estructuras temporales colocadas en el lugar a donde se había previsto transferir los habitantes de Khan al Ahmar. El sitio linda con una gran escombrera y los beduinos no habían aprobado la decisión. Una a una, las estructuras compuestas de contenedores industriales se fueron cargando en camiones y se llevaron a una base militar.

El tribunal que ha autorizado la demolición de Khan al Ahmar determinó que no se puede proceder a la evacuación si no se encuentra antes un sitio alternativo. Los contenedores, presentados como un generoso gesto de Israel, tendrían que haber sustituido la famosa escuela construida con neumáticos fundidos, hace diez años, por la ONG Vento di Terra. Es evidente que la demolición se ha pospuesto algo más que “unas pocas semanas”. En los tiempos oscuros que corren, hasta esto es una victoria.

[29 Oct 2018]

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© Amira Hass  | Primero publicado en Internazionale | 22 y 29 Oct 2018 | Traducido a partir de la versión italiana de Andrea Sparacino por Ilya U. Topper

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