Entrevista

Emilio González Ferrín

«El evangelio apócrifo por excelencia en Oriente es el Corán»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 20 minutos
Emilio González Ferrín (Sevilla, 2009) |  ©   Antonio Acedo
Emilio González Ferrín (Sevilla, 2009) | © Antonio Acedo

Sevilla | Septiembre 2009

Rara avis en el panorama académico español, el arabista Emilio González Ferrín (Ciudad Real, 1965) cuestiona la mayoría de las verdades comúnmente asumidas sobre la historia de al-Andalus. Profesor titular de Pensamiento Arabe e Islámico en la Universidad de Sevilla, autor de una Historia general de al-Andalus y del ensayo La palabra descendida: un acercamiento al Corán (Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2002), desde hoy y hasta el próximo viernes dirige en la capital hispalense el seminario Al-Andalus: mito, concepto, instrumento, que contará con destacados especialistas como Juan Carlos Ruiz Souza y Muhammad Arkoun.

Repasemos sus tesis básicas: no hubo invasión árabe de España (y ni siquiera bereber), la religión que llegó a España no era el islam de hoy, el Corán no estaba codificada en 711… ¿voy bien?
En la historia de las religiones siempre planteamos que las cosas nacen de pronto, como el creacionismo que vino a atajar Darwin. Resulta que en el año uno nace el cristianismo, en el 622 nace el islam, en el menos tres mil y pico nace el judaísmo… Es un absurdo, las cosas se van codificando a posteriori. El cristianismo nace en el Concilio de Nicea, y en el islam ocurre lo mismo: nace con la fundación de Bagdad, y en torno al año 800 es cuando la gente dice: oye, vamos a recopilar el Corán, vamos a hacer una gramática del árabe —que la hacen primero los persas—, de modo que ¿cómo vamos a estar hablando árabe en el Norte de África y la Península Ibérica cuando todavía no se está hablando árabe siquiera en el reino árabe por excelencia? La lengua árabe no es la que acompañó a lo que quiera que ocurrió aquí. Y luego, el islam todavía no estaba codificado como tal: no existía un Corán. En el año 750, San Juan Damasceno está hablando de lo que entendemos que va a ser el islam, pero él lo llama una herejía del cristianismo. Y es lo que estaba ocurriendo en todo el Mediterráneo: mil movimientos distintos heréticos, unos contra otros, y uno acaba consolidándose como religión concreta. ¿Por qué nos llama tanto la atención en Europa? Porque España forma parte de una cultura que no se suma al carro de algo que sucede en el año 800 en Europa, y es la revolución carolingia. Hay un tipo llamado Carlomagno que decide que va a suplantar al emperador de Oriente, y crea un imperio que al primero que sorprende es al emperador que está en Constantinopla. Así, el corte fundacional de al-Andalus no es una invasión: Carlomagno crea un concepto de Europa al que no se suma la Península Ibérica. A partir de ahí, todo es trufa. Ten en cuenta que la primera vez que se escriben esos acontecimientos es en el 880. Si hoy mentimos con lo que pasó ayer, fíjate lo que puede ser con 150 años.

A usted se le ha calificado de ‘olagüista’ por seguir las tesis de Ignacio Olagüe. Parece ser la única persona a la que le aplican este adjetivo… ¿por qué se lee tan poco Olagüe en España? ¿Qué impidió que sus tesis se difundieran?
En primer lugar, el hecho de que, entre otras muchas cosas, fuera uno de los fundadores de las J.O.N.S., y todo intelectual arabista parte de un posicionamiento de izquierdas. Eso lo denunció en su momento Goytisolo, y desde entonces no se le reconoce a Olagüe el prestigio por una cuestión política. Segundo, no era universitario, y aquí hay racismo hacia los no universitarios: las cátedras deciden quién escribe los libros y quién hace los manuales. Tercera razón, Olagüe escribió un libro de cerca de 500 páginas con las tesis en bruto y sin contexto, sin pies de página, y no se entendió. La última edición de Olagüe, de hace unos años, está con pies de página y completa. Para cualquiera que se la lea es bastante difícil refutarla. Ahora, Olagüe tiene también 300 páginas que yo no entiendo, pero expone algo importantísimo, que las aparentes revoluciones de la historia son evoluciones. El tipo dice: aquí no hay tropas invasoras, sino emigraciones forzadas. A lo mejor, dentro de 300 años, resulta que media Europa es negra y habrá quien diga que hubo una invasión. Hegel decía que los cambios cualitativos son la suma de los cambios cuantitativos, y así funciona también la Historia.

Usted conoce a Günter Lüling, el único arabista alemán que defiende que el Corán tuvo un proceso de formación de varios siglos. ¿Qué opinión tiene de él?
Soy completamente lülingniano. El libro que estoy escribiendo ahora parte de Lüling y llega hasta lo que se llama el Debate Luxenberg. La idea es que siempre que hay una decantación de un único libro, es necesario desdeñar primero otros muchos. Para escribir un Corán, tiene que haber 200 coranes que se han quedado en el camino, ¿en qué lengua estarían escritos? Pues en la lengua culta de su tiempo, es decir, el siriaco. ¿Y cuál es el problema? Que el siriaco es la lengua de los cristianos de su tiempo. Volvemos a la tesis de San Juan Damasceno, el islam como herejía del cristianismo. El evangelio apócrifo por excelencia en Oriente es el Corán.Lüling, que sí es universitario y muy serio, da en la clave, y creo que es una cuestión de tiempo que sus tesis sean aceptadas, aunque sea quitarle protagonismo al creacionismo. Si el islam se basa en la idea de que el Corán que leemos hoy es exactamente igual al que pensó Dios, tenemos un problema.

¿Es leyenda todo lo que sabemos sobre Mahoma y los inicios del islam? ¿Por qué se sigue transmitiendo como si fuera una verdad histórica?
La verdad histórica la marca el dogma. Seguimos haciendo biografías de Jesús de Nazaret, cuando las fuentes históricas nos dan dos líneas. Sin embargo, tomamos leyendas que van dando vueltas por Oriente Medio desde siempre. En la vida de Jesús de Nazaret hay historias de Apolonio de Tiana, de Hermes, de todos los héroes antiguos, de Asklepios, mil cosas… Pues Mahoma igual. Cuando uno lee la vida de los monjes sirios en los siglos IV o V, se da cuenta de que lo que nos cuentan de la vida de Mahoma es el prototipo de un anacoreta del desierto, que decide sentir a Dios. En tanto que vida paradigmática, es real; en tanto que fundador de una religión, es lo que han decidido sus seguidores. ¿Moisés, Jesús, Mahoma, existieron? Pues probablemente. La cuestión es que la biografía es una suma de todo lo que queremos esperar de ellos.

 Si el Corán, como dice usted, no estaba codificado en 711, ¿cómo y cuándo se codificó?
¿La fecha? Pues es muy probable en ese año 762 que se pone la primera piedra en Bagdad, empiezan a enviar las primeras misiones al desierto árabe para alfabetizar la lengua de los beduinos. El libro de la primera gramática árabe sale en torno al año 800. Vamos a darle que realmente tenga tanta importancia la tradición oral árabe como para que ése fuera el primer libro creado: estamos en el año 800 como primera copia.

¿Podría abundar en cómo nos debemos imaginar la religión que se asentaba en Al Andalus antes de asimilarse al islam moderno? ¿Cuándo tuvo lugar esa asimilación?
En al-Andalus es bastante claro, llega un momento en que no se permite más que una forma de religión. En el momento en que hay muchos grupos, la tolerancia no tiene sentido, porque cada uno vive su propia vida. En el año 825 se produce en Córdoba la revolución de lo que llaman los mozárabes: un barrio entero que decide no sumarse a una normativa pública de corte completamente islámico: a partir de hoy no se puede ir a determinada iglesia, a partir de hoy no se puede llevar esta ropa, a partir de hoy no se puede decir que Jesús es hijo de Dios…El beato de Liébana llama al arzobispo de Toledo en esos años “testículo del Anticristo”, porque está diciendo que a lo mejor Jesús no es hijo de Dios. Esa primera revuelta es el acta fundacional del islam en al-Andalus, a mediados del siglo IX. Lo curioso es que este barrio de Córdoba que se rebela es arrasado entero, y los supervivientes, que son unos cuantos miles, cruzan el charco y fundan la ciudad de Fez. Le dicen “Fez la Andaluza” porque la fundan los andalusíes. Vete allí ahora a decirles que la fundaron los cristianos herejes. Pero así funciona la Historia.

Olagüe demostró que una invasión de Hispania con tropas desde Arabia es imposible pero… ¿por qué Al Andalus empezaba a utilizar la lengua árabe en lugar de, por ejemplo, la bereber, que la tenía más cerca? ¿Por qué se reemplazaron los idiomas locales por una lengua hablado en la otra punta del Mediterráneo?
Es uno de los grandes misterios, pero tiene un sentido. El árabe se expande hacia Occidente, y no hacia Oriente, donde se supone que el islam tenía más predicamento. Pero el árabe nunca pudo con el persa, y lo mismo cabe decir del turco. ¿Por qué se extiende hacia el Mediterráneo? Pues es muy probable que esa lengua bereber no sea la que nosotros pensamos hoy. Ahora, en Marruecos o Argelia, el bereber es el tamazigh, pero lo que en Roma llamaban bereber —barbarus— era el púnico, el cartaginés. San Agustín hablaba púnico, y cuando se refiere a la Trinidad emplea la palabra tres en púnico. Y el púnico es parecidísimo al hebreo y parecidísimo al protoárabe. Es muy probable que la semitización previa del Norte de África sea la clave de la expansión del árabe. Era muy fácil sobre un sustrato púnico, y se acabó convirtiendo en la lingua franca del Mediterráneo.

¿Cuándo, aproximadamente, los propios musulmanes codifican su historia en la forma en la que hoy se acepta?
En al-Andalus, en torno al año 880, cuando surge el primer libro, llamado Crónicas reunidas, y es la primera vez que se habla de la expansión hacia Occidente del islam invasor. Se plantea como invasor porque estaban jugando a una Historia del islam copiada de la Historia de Grecia: las tropas de Alejandro, etc. Es una de las claves interpretativas de Lüling: el islam es una civilización helénica durante muchísimo tiempo, todo su bagaje cultural es griego. Lo que ocurre es que lo hace en árabe. La obsesión con Alejandro Magno, con la Anábasis de Jenofonte, con la Eneida, la Ilíada, está en esa primera crónica. A nosotros también nos cuentan que el conde Don Julián tenía una hija, que don Rodrigo se la lleva, vienen las tropas… O sea, el origen de la guerra de Troya. Entonces llega el primer emir, Abderrahmán I, a las playas de Almuñécar, solo en un barco, y se supone —pensemos en la Guardia Civil de la época— que le preguntaron: “Ah, ¿es usted el último omeya? Venga, que le vamos a hacer emir de Córdoba”. Y nadie se ha preguntado lo absurdo que es eso, ni se ha parado a pensar que es el principio de la Eneida de Virgilio. Eneas, el último de los príncipes de Troya, llega a Occidente y le reciben como rey. Esa historia se repite dos veces en el Mediterráneo, con los omeyas y con los idrisíes de Marruecos. Helenismo en estado puro.

¿Por qué la Biblia se analizó críticamente en el siglo XIX y se canceló su condición de ‘verdad histórica absoluta’ y nunca se ha hecho lo mismo con el Corán, ni siquiera en las universidades europeas?
Lo curioso es que sí se ha hecho, pero en las universidades árabes. Desde los años cincuenta hay gente que está haciendo crítica textual del Corán, desde dentro, y sin embargo, hay dos o tres casos escandalosos a los que no se ha reconocido su trabajo ni como mérito académico. Se está produciendo una revolución racionalista en el islam, pero en la sociedad europea no, y eso es muy curioso. Tenemos la idea de que nosotros podemos ser racionalistas, pero el resto del mundo tiene que ser tradicionalista siempre. He estado en plazas de titulares de lengua árabe, en las que tipos con un bagaje cultural y una historia académica impresionante empiezan su exposición diciendo: “El árabe es la base del Corán. Porque el Corán es la palabra de Dios…”. No se puede entender. No sé si ha leído un libro del rey de Arabia Saudí, en el que decía que les gustaría tener democracia, pero es incompatible con el islam.

España y, con ella, Europa, han rechazado al- Andalus como un fenómeno de “los otros”, del enemigo. Hoy, musulmanes de todo el mundo reivindican al-Andalus como algo “propio”, mérito de su cultura. ¿Cómo superar este malentendido?
Pues asumiendo que al-Andalus forma parte de las fuentes culturales de Europa, porque no hay Renacimiento europeo sin la ciencia andalusí, por ejemplo, y asumiendo el mundo árabe que las religiones no son los sujetos de la Historia. Una vez fui a Pakistán a dar una conferencia y me recibieron diciéndome: “Hombre, vienes de al-Andalus, qué grandes cosas hicimos allí”. Y yo pregunté, “¿Quiénes, los pakistaníes?”. Es alucinante, es como si un guatemalteco celebra “qué grandes cosas hicimos en Constantinopla” por tener la misma religión. Adaptando a Américo Castro, si tú no habitas tu historia, ya vendrá algún okupa y entrará en ella. Nosotros no hacemos una historia habitable, la hacemos mirando al presente. Y como no nos gusta el islam del presente, decimos que no ha podido haber islam en nuestra Historia. Es un problema de adecuación a los tiempos. Al-Andalus no es el Marruecos actual, como la Academia de Platón y Aristóteles no es la actual Acrópolis de Atenas.

Los habitantes de al-Andalus, pero también los del Magreb e incluso del Machrek, cultivaban las ciencias, la poesía, la medicina… sin cortapisas religiosos. ¿Por qué el declive? ¿Y por qué el auge religioso?
No creo que estén relacionados. Sí es una cuestión del ritmo normal de la Historia. Grecia no es ni la sombra de lo que fue en la época de Pericles, y sin embargo nadie se pregunta: los griegos, ¿qué hicieron mal? La cosa es que siempre hay alguien que lo hace mejor. El antiguo campeón del mundo de atletismo, cuando vea a Bolt, alucinará, pero eso no significa que sea lento, sino que ha sido superado. En la Historia siempre funcionamos a fuerza de decadentismos. En torno al siglo XV, Europa pega dos o tres petardazos alucinantes: los portugueses circunvalan África, ya no hace falta el comercio árabe; se descubre América, ya no hace falta el oro de Tombuctú, viene la plata de América; se inventa la imprenta, y lo que escriba hoy mañana lo leerán mil personas mientras otros están haciendo copias manuscritas… Todo eso anula toda posibilidad de hacerle sombra. Pero no significa que los demás lo hicieran mal.

Hoy, muchas personas, desde Marruecos a India, citan el islam como su primera ‘identidad’ (hay encuestas según las que una mayoría de los marroquíes musulmanes dicen sentirse más cerca de un palestino musulmán que de un judío marroquí). ¿Cuándo y por qué la religión se convierte en el principal denominador común de medio continente?
En torno a los años cuarenta o cincuenta, después de la II Guerra Mundial. En el año 1947-48 se crea el Estado de Israel y el de Pakistán, los dos únicos estados confesionales que había hasta la fecha, uno judío y otro musulmán. A partir de entonces, se empieza a crear la necesidad de que una religión va llamando a un posible estado. Nosotros lo habíamos hecho en torno a la lengua: una lengua requería un estado. Ahora es la religión. Los geopolíticos dicen que es el fracaso final del Imperio Austrohúngaro. Éste y el otomano eran dos imperios con muchas lenguas y muchas religiones. Los estados que acaban con ambos son los que tienen una religión y una lengua asociada a ellos. Creo que es una larga decantación que se resuelve a mediados del siglo XX. Pero en absoluto es la historia del islam: Maimónides es judío y toda su obra intelectual está escrita en árabe. Y cuando lo expulsan los almorávides porque empieza el integrismo almorávide, se va de médico personal de Saladino a El Cairo.

¿Por qué se han apagado los movimientos árabes laicos que tenían tanto empuje en los años cuarenta, el baazismo, el nasserismo…? ¿En qué fallaron?
Pues los mismos tipos que habían liderado movimientos de revolución y liberación, se convirtieron ellos en colonialistas de su propio estado. No hay un solo régimen árabe que vea un poco la luz democrática, no hay sociedad árabe que pueda confiar en sus gobernantes, y el único espacio de debate público es la mezquita. Cuando Marx decía que la religión es el opio del pueblo, probablemente fuera cierto, pero olvidaba que hay momentos en que el opio es lo único que le queda al pueblo. Eso también ha ocurrido en Centroamérica, donde la teología de la Liberación ha dado mucho opio a pueblos que no tenían otra forma de sobreponerse al estado de libertad secuestrada. Es un problema político. Cuando decimos “el cristianismo es más liberal” nunca nos preguntamos ¿cuál, el de Suiza, o el de El Salvador, o el de Estados Unidos, donde hay guerrillas cristianas que han matado a médicos abortistas? Ya ves tú la liberalidad que hay ahí.

¿No es absurdo que en España, para no llamar ‘moros’ a los magrebíes se les llame ‘árabes’? ¿Cuándo se forja esta imaginación colectiva que considera a todos los habitantes de África del Norte y Próximo Oriente como un sólo bloque, necesariamente árabe y necesariamente musulmán?
Como siempre estamos cambiando el lenguaje para camuflar realidades, lo moro, que es completamente natural en España, a través del francés maure, se vuelve completamente negativo. En la nueva Europa no podemos decir moro, sino árabe. Mi familia es de Melilla y unos a otros se llaman moro sin connotaciones negativas.

¿Cree que los movimientos amazigh (bereberes) en el norte de África pueden ayudar a romper el cliché de la ‘nación arabe-musulmana’? 
Sin duda. Antes decíamos que cuando el Estado no funciona en sus formas de diálogo social, salta la religión; pues cuando la religión tampoco pueda hacerlo, saltará otro movimiento, el movimiento bereber. Desde Marruecos al Oasis de Siwa en Egipto, la identidad real es la bereber. El Sur es bereber y le importa un bledo qué lengua o religión tenga su rey o presidente. Eso me hace pensar en un matiz interesante, la música rai ha hecho muchos más conversos en Francia que los coranes. La juventud toma la revolución islámica como argumento del rap, y no no para irse a la mezquita a rezar.

¿Dónde cala más o tiene más repercusión el discurso de ciertos integristas islámicos, que incluye la reivindicación de al-Andalus? ¿En Europa o en las sociedades musulmanas?
En Europa, sin duda. El converso europeo es el que más agita la bandera de al-Andalus. En el mundo árabe siempre hay una pensión o un restaurante llamado al-Andalus, pero es un poco —y valga la mala intención— como el guiño por Palestina. Un marroquí dice “moriremos por Palestina”, pero nadie coge un avión a dejarse la cara contra los tanques judíos. Hay una especie de gran canto por Palestina, que si realmente fuera el nervio del mundo árabe, Israel habría dejado de existir hace 50 años. Siempre viene bien una reivindicación onírica, y casi siempre es al-Andalus. Hay un libro de los años cuarenta, que dice “Palestina es el al-Andalus de Oriente”. En el imaginario colectivo ya iban de la mano los dos. Hay conversos que han leído mi libro y me dicen “¡volveremos, volveremos!”. Pero, ¿volveremos a qué?  Yo estoy haciendo Historia, no recreándola ni sacando muertos del armario.

¿Quién gana con los atentados reivindicados bajo una bandera islámica?
El enconamiento. Cada vez que hay un atentado, se llama a eso de “prietas las filas”. Aquí se ha producido no tanto un auge de religiones como la sustitución del malo. Como el malo, hasta hace 30 años, era el ruso comunista, había que buscar un malo colectivo, y el islam resulta oportunísimo para todo esto. Cada vez que hay unas elecciones en un país de los que están, digamos entre blancos o negros, siempre hay un rollo de Al Qaeda dando vueltas por ahí. Es una marca registrada. ¿Sabes donde no funciona? En Inglaterra. Dirán que ha habido un atentado del integrismo islámico, pero jamás de Al Qaeda. El 7 de julio en Londres no se dijo nada de Al Qaeda, y se hizo hincapié en que uno de los cuatro que había muerto con las mochilas era un jamaicano que se había hecho musulmán hacía seis meses. Allí, los nombres son los de los terroristas, no los de las corporaciones que no existen.

 Defender que el Corán fue codificado por personas a lo largo de la historia y no es una creación única de Mahoma,¿podría acarrear consecuencias graves personales en algunos países? ¿Siente que podrían amenazarle?
Amenazas universitarias sí he recibido. Pero en España el arma más común es el ninguneo, simplemente dejan pasar tus libros sin reseñas. Una vez di una conferencia sobre Lüling y los orígenes del Corán, y al llegar aquí me llegó una carta amenazante desde Marruecos. Se lo dije a la policía y lo resolvieron en un minuto, porque el mini-terrorismo es fácilmente localizable.

¿Qué decía la carta?
Que no le gustaba en absoluto mi trivialización del islam. Lo cutre es que el tipo no ponía dirección, pero ponía su e-mail, y lo localizaron por el facebook. La CIA ha dejado de enviar a agentes, está todo el día en el facebook: viendo tu cuenta y tu grupo de amigos, el racimo que sale es más revelador que si tuviera tu pasaporte.