Opinión

Tsunami en Egipto

Uri Avnery
Uri Avnery
· 10 minutos

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Hasta el último momento, los dirigentes israelíes trataron de mantener a Hosni Mubarak en el poder.

No había esperanza. Incluso el poderoso Estados Unidos era inútil frente a este tsunami de indignación popular.

Al final se han conformado con el mal menor: una dictadura militar pro-occidental. Pero, ¿acabará esto así realmente?

Cuando nos enfrentamos a una situación nueva, la primera respuesta de Obama es, por lo general, admirable.

Luego, según parece, surgen segundas opiniones. Y terceras. Y cuartas. El resultado final es un giro de 180 grados.

Cuando las masas comenzaron a reunirse en la plaza Tahrir, reaccionó exactamente igual que cualquier persona decente de Estados Unidos; de hecho, de cualquier parte. Todo el mundo sintió una admiración sin límites por los valientes jóvenes que se enfrentaron a la temida policía secreta de Mubarak, exigiendo la democracia y los derechos humanos.

De ser la potencia más odiada del mundo árabe, EEUU habría pasado a electrizar a los árabes

¿Cómo no admirarlos? Actuaron sin violencia, sus demandas eran razonables, sus acciones fueron espontáneas, es obvio que expresaban los sentimientos de la inmensa mayoría de la gente. Sin hablar en nombre de ningún tipo de organización, sin un liderazgo, lo dijeron e hicieron todo bien.

Es raro observar esta visión en la historia. Nada de sans-culottes pidiendo sangre a gritos, ni bolcheviques con la cabeza fría acechando en las sombras, ni ayatolás dictando sus acciones en nombre de Dios.

Así que a Obama le encantó. No escondió sus sentimientos. Prácticamente le pidió al dictador que renunciara y se fuera.

Si Obama hubiera seguido en esta línea, el resultado habría hecho historia. De ser la potencia más odiada en el mundo árabe, Estados Unidos habría pasado a electrizar a la población árabe, a la región musulmana, de hecho a gran parte del tercer mundo. Podría haber sido el comienzo de una era completamente nueva.

Creo que Obama lo percibió. Su primer instinto siempre es el correcto. En tal situación, un verdadero líder ─el más singular de todos los animales─ se destaca.

Pero entonces llegaron las segundas opiniones. Pequeños grupos comenzaron a entrometerse. Políticos, generales, «expertos en seguridad», diplomáticos, entendidos, grupos de presión, líderes empresariales, toda la gente «experimentada» ─experimentada en asuntos rutinarios─ comenzó a sopesar. Y, por supuesto, el enormemente poderoso lobby de Israel.

«¿Estás loco?», le espetaron. ¿Abandonar a un dictador que resulta que es nuestra puta marioneta? ¿Decirles a todos nuestros clientes dictadores de todo el mundo que vamos a abandonarlos en su momento de necesidad?

Ayuda a los bienintencionados demócratas a derrocar al régimen y tendrás un segundo Irán

¿Hasta dónde llega tu ingenuidad? ¿Democracia en un país árabe? ¡No nos hagas reír! ¡Conocemos a los árabes! ¡Ponles la democracia en bandeja y no sabrán diferenciarlo de un plato de habas cocidas! ¡Necesitan siempre a un dictador para mantenerse en forma! ¡Especialmente esos egipcios! ¡Pregunta a los británicos, verás!

Todo esto es realmente una conspiración de la Hermandad Musulmana. ¡Búscalos en Google! Ellos son la única alternativa. Es o Mubarak o ellos. Son los talibanes egipcios, peor aún, el al-Qaeda egipcio. Ayuda a los bienintencionados demócratas a derrocar al régimen y, antes de darte cuenta, tendrás un segundo Irán, con un Ahmadineyad egipcio en la frontera al sur de Israel, conectando con Hezbolá y Hamas. Las piezas de dominó comenzarán a caer, empezando por Jordania y Arabia Saudita.

Frente a la presión de todos estos expertos, Obama cedió. Una vez más.

Por supuesto, cada uno de estos argumentos puede refutarse fácilmente.

Empecemos con Irán. Los ingenuos estadounidenses, cuenta la leyenda, abandonaron al Sha y a su temida policía secreta entrenada por los israelíes para promover la democracia, pero la revolución la llevaron a cabo los ayatolás. Se reemplazó una cruel dictadura por otra aún más cruel. Eso es lo que Binyamin Netanyahu dijo esta semana, advirtiendo que en Egipto va a pasar inevitablemente lo mismo.

Pero la verdadera historia de Irán es muy diferente.

En 1951, un político patriótico llamado Mohammad Mossadegh fue elegido en elecciones democráticas; las primeras de este tipo en Irán. Mossadegh, ni comunista ni socialista siquiera, instituyó amplias reformas sociales, liberó a los campesinos y trabajó sin descanso para convertir otra vez a Irán en un moderno Estado democrático laico. Para hacer esto posible, nacionalizó la industria petrolera, que era propiedad de una empresa británica rapaz que le pagó a Irán minúsculas regalías. Grandes manifestaciones en Teherán apoyaron a Mossadegh.

Sin esta intervención de EEUU, Irán se habría desarrollado en una democracia laica y liberal

La reacción británica fue rápida y decisiva. Winston Churchill convenció al presidente Dwight Eisenhower de que la línea de Mossadegh conduciría al comunismo. En 1953, la CIA fraguó un golpe de estado, a Mossadegh lo arrestaron y lo mantuvieron en aislamiento hasta su muerte 14 años más tarde, los británicos recuperaron el petróleo. El Sha, que había huido, volvió al trono. Su reinado de terror duró hasta la revolución de Jomeini, 26 años después.

Sin esta intervención de Estados Unidos, probablemente Irán se habría desarrollado en una democracia laica y liberal. Jomeini fuera. Ahmadinejad fuera. Conversaciones sobre bombas nucleares fuera.

Las advertencias de Netanyahu sobre la inevitable toma de Egipto a manos de la fanática Hermandad Musulmanes, si se celebraran elecciones democráticas, suenan lógicas, pero están igualmente basadas en una ignorancia deliberada.

¿Se haría cargo la Hermandad Musulmana? ¿Son fanáticos tipo talibán?

La Hermandad fue fundada hace 80 años, mucho antes de que Obama y Netanyahu nacieran. Se ha establecido y madurado, con una fuerte ala moderada, muy parecida al partido moderado democrático islámico que tan bien gobierna Turquía, y al que trata de imitar. En un Egipto democrático, constituiría un partido legítimo jugando un papel en el proceso democrático.

(Esto, por cierto, habría sucedido en Palestina también cuando Hamás ganó las elecciones si los estadounidenses, bajo la dirección de Israel, no hubieran derrocado la unidad del gobierno desviando a Hamas de su línea.)

La mayoría de los egipcios son religiosos, pero su islam está muy lejos del tipo radical. No hay indicios de que la mayor parte del pueblo, representado por los jóvenes en la Plaza Tahrir, fuera a tolerar un régimen radical. El hombre del saco islámico es sólo eso: un hombre del saco.

Ni el dictador más loco daría semejante discurso si no creyera que EEUU está de su lado

Así que, ¿qué hizo Obama? Sus movimientos fueron patéticos, como poco.

Después de volverse contra Mubarak, de repente opinó que debía mantenerse en el poder, para llevar a cabo reformas democráticas.  Como su representante, envió a Egipto a un diplomático retirado cuyo patrón actual es una firma de abogados que representa a la familia Mubarak (igual que Bill Clinton solía enviar sionistas judíos en comité para «mediar» entre Israel y los palestinos.)

Así que se suponía que el detestado dictador debía instituir la democracia, promulgar una nueva constitución liberal, trabajar junto a la misma gente que había mandado a la cárcel y torturado sistemáticamente.

El patético discurso de Mubarak el jueves fue la gota que colmó el vaso egipcio. Se demostró que había perdido contacto con la realidad o, peor aún, que estaba mentalmente perturbado. Pero ni siquiera un dictador desequilibrado habría pronunciado un discurso tan atroz si no hubiera creído que Estados Unidos estaba todavía de su lado. Los aullidos de indignación en la plaza mientras se emitía el discurso grabado de Mubarak fue la respuesta de Egipto. Que no necesitaba intérpretes.

Pero Estados Unidos ya se había movilizado. Su instrumento principal en Egipto es el ejército. Es el ejército el que tiene la clave del futuro inmediato. Cuando el «Consejo Militar Supremo», convocado el jueves, justo antes del escandaloso discurso, y emitió un «Comunicado nº 1», la esperanza se mezcló con la aprensión.

«Comunicado nº 1» es un término muy conocido a lo largo de la historia. Por lo general, significa que una junta militar ha asumido el poder, prometiendo democracia, elecciones anticipadas, prosperidad y el cielo en la tierra. En casos muy raros, los oficiales cumplen de verdad estas promesas. En general, lo que sigue es una dictadura militar de la peor calaña.

EEUU y Obama han perdido la oportunidad de liderar el mundo en un momento histórico

Esta vez, el comunicado no decía nada en absoluto. Sólo mostraba en directo en televisión que estaban allí ─todos los generales principales menos Mubarak y su títere, Omar Suleiman. Ahora han asumido el poder. En silencio, sin derramamiento de sangre. Por segunda vez en 60 años.

Vale la pena recordar la primera vez. Tras un período de agitación contra los ocupantes británicos, un grupo de oficiales jóvenes, veteranos de la guerra de 1948 entre árabes e israelíes, escondidos tras un general de avanzada edad, dio un golpe de estado. Al despreciado gobernante, el rey Faruk, literalmente lo mandaron muy lejos. Se hizo a la mar en su yate desde Alejandría. No se derramó ni una gota de sangre.

El pueblo estaba radiante de alegría. Estaban como locos con el ejército y el golpe de estado. Pero fue una revolución desde arriba. Sin multitudes en la Plaza Tahrir.

El ejército intentó primero gobernar a través de los políticos civiles. Pronto perdieron la paciencia. Un carismático y joven teniente-coronel, Gamal Abd-al-Nasser, emergió como líder, instituyó reformas de amplio alcance, restauró el honor de Egipto y el mundo árabe… y fundó la dictadura que expiró ayer.

¿Seguirá el ejército este ejemplo, o hará lo que el ejército turco ha hecho varias veces: asumir el poder y convertirlo en un gobierno civil electo?

De Obama dependerá mucho. ¿Apoyará la transición hacia la democracia, como le sugerirá sin duda su instinto o escuchará a los «expertos», incluidos los israelíes, que lo instan a que confíe en una dictadura militar, como han hecho los presidentes estadounidenses durante tanto tiempo?

Pero los Estados Unidos de América y Barack Obama personalmente han perdido la oportunidad de liderar el mundo a través de un estadista brillante en un momento histórico hace 19 días. Las palabras bonitas se han evaporado.

Para Israel hay otra lección. Cuando los Oficiales Libres llevaron a cabo su revolución en 1952, en todo Israel sólo se alzó una voz (la de Haolam Hazeh, la revista de noticias que yo editaba) pidiendo al gobierno israelí que saliera en su apoyo. El gobierno hizo todo lo contrario y se perdió una oportunidad histórica para mostrar su solidaridad con el pueblo egipcio.

Ahora, me temo que este error se repetirá. El tsunami se ve en Israel como una catástrofe natural terrible, no como la maravillosa oportunidad que es.