Opinión

El hombre de la uzi

Uri Avnery
Uri Avnery
· 9 minutos

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Había una vez un joven israelí que fue capturado por unos caníbales. Lo pusieron en la olla y cuando estaban a punto de encender el fuego, pidió un último deseo: “¡Por favor abofetéenme!”

Cuando el jefe caníbal le correspondió, el israelí saltó, apuntó con su uzi y acabó con sus captores.

“Si tenías la uzi todo el tiempo, ¿por qué no la utilizaste antes?” le preguntaron.

“Es que si no estoy enfadado no puedo hacerlo”, respondió.

La actuación de Barack Obama en los debates me recuerda a este chiste. En el primer enfrentamiento estaba apático y apagado. Solo quería que esta tontería terminara.

Durante el segundo debate, era un hombre distinto. Enérgico. Agresivo. Decidido. En resumen: enfadado.

Cuando comenzó el careo, eran las 3:00 h de la madrugada en Israel. Lo podría haber grabado y haber visto luego. Pero era incapaz de esperar. La curiosidad me puede.

No hay ninguna relación entre el talento de orador y la capacidad para gobernar

Por supuesto, toda esta representación es estúpida. No hay la más mínima relación entre el talento de orador y la capacidad para dirigir una nación. Puedes ser un destacado polemista y ser incapaz de llevar una política sensata. Los israelíes solo tienen que mirar a Benjamín Netanyahu. Puedes ser un líder con determinación, y aún así ser un completo fracaso a la hora de comunicarte. Yitzhak Rabin, por ejemplo.

Sin embargo los norteamericanos insisten en que sus líderes demuestren sus habilidades como oradores como condición básica para ser elegidos. De alguna manera recuerda a una de esas antiguas luchas a dos, en las que cada bando elegía a un campeón y ambos intentaban matarse, en lugar de llegar a una carnicería masiva mutua. Se me viene a la cabeza David y Goliat. Con seguridad es más humano.

La retórica no va dirigida a la masa de votantes. Como ya dijimos en un artículo anterior, va dirigida a los “indecisos”, una clase de gente especial. El título se supone que confiere algún tipo de distinción. Para mí tiene más sentido si lo tomo como un término despreciativo. Si todavía no te has decidido, tres semanas antes de que suene el gong, ¿hay algo de lo que presumir?

Los candidatos no pueden permitirse ninguna opinión definida

En esta fase del juego, ambos candidatos tienen que tener mucho cuidado para no contrariar a nadie. Lo que significa, por supuesto, que no pueden permitirse ninguna opinión definida y clara sobre nada, salvo sobre la maternidad y la tarta de manzana, o, en Israel, el sionismo y el “gefilte fish” (plato típico judío a base de pescado).

Tienes que tener cuidado con cualquier idea nueva. Dios no lo quiera. Las ideas nuevas crean enemigos. Puedes convencer a algunos votantes, pero lo más probable es que ahuyentes a muchos más. El truco está en hablar en términos generales de forma convincente.

La tenencia de armas, por ejemplo. Las armas matan. En la más estricta confidencialidad, podría revelaros que las armas están hechas con este mismo fin. Ya que es poco probable que nos rapten los caníbales, ¿por qué, por amor de Dios, hay que tener una uzi en el armario? ¿Para mantener a raya a los malvados pieles rojas?

Sin embargo, hasta Obama esquivaba el tema. No se atrevió a proponer una petición clara para poner fin a todo este pesado asunto. Uno no se mete con el lobby a favor de las armas. Casi lo mismo que ocurre con el lobby proisraelí. Mitt Romney mencionó su intento de reconciliación de los que están a favor y en contra de las armas para lograr un compromiso. Algo así como: en lugar de diez niños con rifles de asalto disparando a sus compañeros de clase, solo cinco por año.

Debo admitir que no entendí bien la pelea encarnizada sobre el incidente de Bengasi. Puede que sea necesario tener una mente norteamericana para comprenderlo. Mi primitiva cabeza israelí sencillamente no lo entiende.

Uno no se mete con el lobby a favor de las armas, ni con el proisraelí

¿Fue un simple ataque terrorista o utilizaron los terroristas una manifestación de protesta como tapadera? ¿Por qué demonios eso importa? ¿Por qué tendría que haberse molestado el presidente en falsear la situación de esta u otra manera? Los israelíes saben por su amplia experiencia que tras un intento chapucero de rescate, los servicios de seguridad siempre mienten. Está en su naturaleza. Ningún presidente puede cambiar eso.

La idea de que cualquier país puede proteger a sus cientos de embajadas y consulados en todo el mundo contra todo tipo de posibles ataques es infantil. Especialmente si les recortas el presupuesto en seguridad.

Aparte de estos asuntos concretos, ambos candidatos hablaron en términos generales. ¡Vamos a sacar todo el petróleo que podamos! Pero no olvidemos al sol y las eólicas. Los jóvenes deben tener la posibilidad de ir a la universidad. Y conseguir un trabajo bien pagado después de esta. A los taimados chinos hay que enseñarles quién es el jefe. El desempleo es malo y debe ser abolido. La clase media tiene que preservarse.

Parece que la clase media (tanto en EE UU como en Israel) constituyera la población al completo. Uno podría preguntarse de qué son la media. Apenas se oye de nadie que esté por encima o por debajo del escalafón.

En resumen, los dos candidatos han dejado bien claro las enormes diferencias entre ellos, pero se parecen sospechosamente mucho.

Salvo por el color de su piel, claro. ¿Pero quién se atreve a mencionarlo? No, si queremos ser políticamente correctos. El hecho más obvio de la campaña es también su mayor secreto.

No puedo probarlo, pero me parece que la raza juega un papel mucho más importante en estas elecciones de lo que nadie está dispuesto a reconocer.

Uno solo puede sorprenderse de que Obama fuese elegido la primera vez

En los debates presidenciales, uno no puede alejarse del hecho de que un candidate es blanco y el otro negro. Uno es un WASP (¿son los mormones protestantes?), el otro es medio negro. La diferencia es aún más llamativa si miramos a sus esposas. No se puede ser más blanca que Ann, o más negra que Michelle.

El no mencionar estos hechos no los hace desaparecer. Están ahí. Con toda seguridad desempeñan su papel en las mentes de muchas personas, quizás inconscientemente.

Uno solo puede sorprenderse de que Barack Hussein Obama fuese elegido la primera vez. Nos muestra a los norteamericanos con su mejor cara. ¿Pero habrá un retroceso esta vez? No lo sé.

Desde el mismo comienzo, me parecía que Obama ganaría este debate. Y lo hizo.

En un artículo anterior, mencionaba que tenía muchas dudas sobre Obama. Un lector indignado me preguntó que cuáles eran. Bien, Obama ha ido cediendo al programa contrario a la paz de Netanyahu. Tras algunos intentos débiles de que Netanyahu parara la construcción de los asentamientos, Obama cerró el pico.

Obama debe asumir su parte de culpa por la pérdida de estos cuatro preciosos años, durante los cuales se ha infligido un daño grave, quizás irreversible, al proceso de paz israelí-palestino. Los asentamientos se han expandido a una velocidad frenética, la ocupación se ha radicado incluso más, la solución de los Dos Estados, la única que hay, ha sido seriamente dañada.

La Primavera Árabe podría haber sido un nuevo comienzo para la paz

La Primavera Árabe, que con facilidad podría haber sido un nuevo comienzo para la paz en Oriente Medio, se ha desperdiciado. La iniciativa árabe por la paz, que ha estado sobre la mesa durante años, todavía está ahí, como si fuera una flor marchita.

La inactividad estadounidense sobre este asunto ha aumentado la desesperación de las fuerzas de paz israelíes en vísperas de nuestras propias elecciones, eliminando la idea de paz por completo del discurso público.

Por otro lado, Obama ha evitado que Netanyahu comenzara una guerra desastrosa. Puede que haya salvado la vida a cientos de seres humanos, incluso a miles de ellos, israelíes e iraníes, y quizás finalmente vidas norteamericanas. Solo por eso, debemos estarle profundamente agradecidos.

Espero que Obama gane las elecciones. O, al menos, que el otro tipo no las gane. Como decimos en hebreo, basado en el Libro de Ester: “No por amor a Mardoqueo, sino por odio a Hamán”.

(Me siento tentado de citar de nuevo el viejo chiste judío sobre el rico tacaño en el shtetl (poblado judío), al que nadie quería encomiar como se requiere con motivo de su muerte. Al final, alguien se levantó y dijo:“Todos sabemos que era un mezquino, vicioso y avaricioso, pero comparado con su hijo era un ángel.”)

Esto es, por supuesto, una exageración descabellada. Siento una gran y verdadera simpatía por Obama. Creo que básicamente es una persona decente y bienintencionada. Desearía que fuera reelegido, y no solo porque la oposición sea tan preocupante.

Si Obama es elegido, ¿cómo será su segundo mandato, en lo que a nosotros respecta?

Siempre hay una vaga esperanza de que un presidente en su segundo mandato sea menos servil con el lobby “proisraelí”, que en realidad es un lobby anti-Israel, que nos conduce hacia un desastre nacional.

Tras la reelección, el segundo mandato del presidente se verá liberado de la preocupación por el lobby, sus votantes y su dinero. No por completo, claro. Aún tendrá que preocuparse por las próximas elecciones legislativas y por el destino de su partido en la próxima vuelta presidencial.

Aún así, tendrá mayor libertad de acción. Será capaz de hacer mucho más por la paz y de cambiar la fisonomía de Oriente Medio.

Como dicen nuestros primos árabes: Inchalá, si Dios quiere.