Opinión

El Golfo: reformas prohibidas

Sultan Al-Qassemi
Sultan Al-Qassemi
· 8 minutos

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Para los países árabes del Golfo hay dos tipos de reformas: las que son aceptables y las que están prohibidas. Las peticiones de reforma prohibidas incluyen la exigencia de implantar una monarquía constitucional (aunque ésta, a la larga, será inevitable); la política de los países del Golfo en este asunto es retrasarlo el máximo tiempo posible. Por otro lado, las peticiones de reforma aceptables incluyen la defensa de los derechos de las mujeres y la elección de consejos municipales. Pero, ¿podría existir un término medio entre las peticiones de reforma aceptables y las prohibidas?

En el año 1748, durante el reinado de Luis XV, el político y pensador francés Barón de Montesquieu escribió De l’Esprit des Lois o Del espíritu de las leyes (texto completo), un libro que esboza la mejor forma en la que puede funcionar un gobierno. En su obra maestra, Montesquieu exigió la separación de los tres poderes del gobierno: el judicial, el ejecutivo y el legislativo.

Menos de treinta años después de la publicación del libro, a 6.000 kilómetros al oeste de París, nacía un nuevo país tras una lucha sangrienta. Los padres fundadores de lo que pronto sería Estados Unidos de América, sobre todo James Madison, estaban tan influenciados por los escritos de Montesquieu que el concepto de separación de los tres poderes de gobierno se incorporó a la constitución estadounidense.

El principio de la separación de poderes, conocido como trias política, asegura que ninguno de los tres disfrute de más poder e influencia que los demás. Es un sistema de controles y balances que, de forma significativa, evita el abuso de poder y mantiene independiente a cada una de las tres ramas. La Francia de mediados del siglo XVIII no era tan diferente de los países del Golfo de la actualidad, con un monarca absoluto reinante, una élite que se beneficiaba del status quo y unos líderes religiosos poderosos. En el Golfo del siglo XXI, estos tres poderes del gobierno están íntimamente relacionados.

El poder ejecutivo

Teóricamente, el cargo ejecutivo más alto en los países del Golfo es la posición de primer ministro. No obstante, este no siempre es el caso. Por ejemplo, bajo la constitución omaní, el sultán de Omán no es solamente el jefe de estado y primer ministro de facto, sino también jefe supremo de las Fuerzas Armadas, ministro de Asuntos Exteriores, ministro de Defensa y gobernador del Banco Central.

En Arabia Saudí, el rey, que ya tiene casi 90 años, también ejerce el papel de primer ministro

Esto mismo se aplica a Arabia Saudí, donde el rey, que ya tiene casi 90 años, también ejerce el papel de primer ministro. De hecho, lo más cercano que tiene Arabia Saudí a un primer ministro en funciones es Khaled Al Tuwaijri, el hijo de un consejero cercano del rey Abdullah. Al Tuwaijri, al que se llama a veces “rey sin corona”, ocupa el puesto oficial de “presidente de la Corte Real y secretario particular del custodio de las dos Sagradas Mezquitas, de categoría ministerial”.

En otra parte, aunque no sea una disposición en la Constitución de Emiratos, el soberano de Dubai o el príncipe heredero dubaití han ejercido tradicionalmente como primer ministro de la federación desde la fundación del país en 1971.

La larga tradición de que el príncipe heredero ejerza como primer ministro en Kuwait terminó en el 2003, cuando las dos posiciones se separaron, aunque el emir del país es aún la máxima autoridad en el emirato.

El poderoso primer ministro qatarí, Hamad Bin Jassim Bin Jabr, ha actuado como ministro de Asuntos Exteriores desde 1992 y continúa conservando ambos cargos hoy. Finalmente, el veterano primer ministro de Bahréin es, posiblemente, la figura de gobierno más conflictiva en este reino isleño. Una de las principales demandas de la sublevación de la primavera de 2011 era el abandono de su cargo, y estas protestas continúan hasta la actualidad.

Un factor común en todos los países del Golfo, a diferencia de Jordania o Marruecos, es que el primer ministro es siempre un miembro de la familia reinante y su nombramiento es, excepto en el caso de Kuwait, vitalicio.

El poder judicial

Actualmente, en los países del Golfo, el poder judicial de Kuwait es el más independiente de todos a pesar de las quejas. Por ejemplo, los tribunales kuwaitíes han arrestado y encarcelado a miembros de la familia reinante por crímenes entre los que se incluyen “tweets políticos” o vender comida no apta para el consumo humano. También fue detenido un redactor jefe miembro de la familia reinante por insultar al emir y al fiscal. En otros casos extraños para el Golfo, miembros de la familia reinante en Kuwait recibieron sentencias mucho más duras: se sentenció a uno a pena de muerte por el asesinato de su sobrino y a otro, también a pena de muerte, por tráfico de drogas.

Existen pocos casos de sentencias por delitos a miembros de familias reinantes en otros países del Golfo, aunque Emiratos Árabes Unidos mantiene detenido hoy en día a un miembro de la familia reinante de Ras Al Khaimah y llevó a juicio a otro de Abu Dabi. Catar sentenció a miembros de la familia reinante a cadena perpetua en 2000, aunque esto fue por un intento de golpe de estado contra el propio emir.

El poder judicial en el Golfo es propenso a interferencias, por lo que no es insólito que los jueces se sustituyan en medio de un juicio, que los jueces de apelación trabajen en juzgados de primera instancia o que los jueces expulsen a los acusados durante sus juicios. Una de las razones por las que el poder judicial no es independiente es el hecho de que muchos jueces no son ciudadanos de estos países del Golfo ni son nombrados de por vida. Los titulares pueden, por lo tanto, estar bajo mucha presión por parte de las autoridades.

El poder legislativo

Otra vez, el Legislativo de Kuwait es, con mucho, la más desarrollada de los países del Golfo. Este es el resultado de varias décadas de lucha de la sociedad civil por sus derechos. Se acusó al Parlamento del país de entorpecer el crecimiento económico y de contener los proyectos de expansión de la producción de petróleo durante décadas. Estas acusaciones permiten que otros gobiernos del Golfo las usen como prueba de los resultados indeseables que derivan del intento de acercarse a la democracia.

No obstante, hubo un gran incidente que fue, posiblemente, lo bastante fuerte como para redimir esta entidad “disfuncional”. Tras el fallecimiento del veterano emir kuwaití jeque Jaber Al Ahmad en el 2006, el Parlamento del país intervino y votó por la expulsión del puesto de su sucesor, el enfermo jeque Saad Al Abdullah. Poco después, el Parlamento nominó y luego confirmó al primer ministro jeque Sabah Al Ahmad como el nuevo emir. Este episodio es uno de los hitos políticos más importantes en la historia moderna del Golfo y, posiblemente, el único incidente en la historia en la que un individuo entró al edificio parlamentario como primer ministro y lo abandonó como monarca.

Conclusión

Está claro que es muy difícil lograr una separación completa de los poderes. Incluso en países democráticos como Estados Unidos, el presidente ejerce el derecho de veto, enredando de forma efectiva el poder ejecutivo dentro del Legislativo (en 2009, el presidente George W. Bush usó su derecho de veto para derrocar un proyecto de ley del Congreso que prohibía la tortura).

Aunque sea muy difícil de lograr, hay una necesidad urgente de encaminarse hacia sistemas de gobierno institucionalizados en los que el país completo no sea rehén de la salud del monarca o de la enemistad de la familia reinante.

La separación de los tres poderes del gobierno por medio de reformas es solamente un paso, grande, que necesitan asumir los países del Golfo. Otros incluyen el desarrollo de sociedades civiles, los derechos de minorías, inmigrantes y mujeres junto con la libertad de expresión y la transparencia. Sin embargo, la separación de poderes es un paso que se ha retrasado durante mucho tiempo en los países del Golfo y uno que permitirá dar un gran salto hacia el mundo actual.