Entrevista

Emma Bonino

Irene Savio
Irene Savio
· 7 minutos
Emma Bonino (Bruselas, 2010) | © Youssef Meftah (Creative Commons 2.0)
Emma Bonino (Bruselas, 2010) | © Youssef Meftah (Creative Commons 2.0)

Es una de las políticas italianas más sañudas tanto de este siglo como del anterior, y aun ahora Emma Bonino (Bra, 1948) sigue haciendo de las suyas, a pesar de que posee un aspecto de abuelita amable e introvertida. Es diminuta, flaquísima, con un cabello corto y rubio que, incluso cuando roza su rostro, no esconde las arrugas que se han esculpido en su piel. «Los días buenos son aquellos en los que estoy feliz y cansada, porque a veces sólo siento el cansancio», explica, mientras nos sentamos en una fría y burocrática oficina del ministerio de Exteriores italiano, del cual esta excomisaria europea en Derechos Humanos es ahora la máxima responsable. «Acabamos de lograr la liberación de uno de nuestros señores secuestrados en Nigeria, tras mucho ajetreo, por decirlo así», suelta luego, casi a mitad de la entrevista, sin ser preguntada al respecto, encajando lo que se asemeja a un agobio que debe extirpar hacia afuera.

Esta conversación se desarrolla en Roma, tras la conferencia Italia-América Latina, una región con la cual el gobierno de Enrico Letta ha intensificado contactos –hay previstos varios viaje de ella y del primer ministro al continente en 2014–, forzando una realineación en la geografía política italiana.

¿Ha visto lo que ha pasado en Uruguay? Han legalizado la venta y el consumo marihuana.

Ya lo he dicho: han hecho muy bien.

En cambio, en Italia y en Europa, el debate se ha estancado.

No sólo en Europa, en todo el mundo. Es un tabú.

Y esto, ¿por qué?

Ésta es una cuestión que remite a cómo se quiere gobernar el tema de la drogas. Yo creo que es mejor proceder hacia una legalización gradual que prohibir, porque el único resultado de esto es hoy que la droga es libre en todas partes y a un precio muy alto. Hasta mi mamá, que no era una persona muy culta y bastante conservadora pero tenía sentido común, un día me dijo: ‘si al menos la legalizaran, éstos acabarían en bancarrota’.

«El único resultado de la prohibición es que la droga está en todas partes y a un precio muy alto»

Hay muchos intereses en juego, evidentemente.

Es un tabú, uno de los más inexpugnables; esto, incluso en los Estados más pragmáticos, como Reino Unido. Un tabú ideológico. Pensemos en países como Afganistán. La Cruz Roja afgana redactó un proyecto para legalizar el opio y transformarlo en morfina, que es un anestésico muy requerido en el mundo, muy caro, que se consume casi exclusivamente en los países ricos. Pero no hubo manera. El resultado es que hoy en Afganistán no solo producen opio, sino también heroína. Pero, bueno, supongo que mis colegas no comparten mis posiciones.

La conversación prosigue aquí con una reflexión de Bonino sobre el poder de las mafias en la globalización y su nefasta relación contra el fenómeno de la corrupción en las administraciones públicas; algo que ella ve inevitable mientras no se eliminen las fuentes de los fondos de los criminales. Bonino habla desde la perspectiva de una mujer de 65 años que ha librado infinidad de batallas políticas; algunas ganadas, otras tantas perdidas. Tanto que su biografía parece una recopilación de libelos anti-sistema, en defensa de los ideales que encandilaron los casi 40 años de su existencia política: desde sus históricas broncas contra las centrales nucleares y su oposición a la militarización de las zonas más belicosas del planeta, a su crítica feroz contra quienes le niegan a los gays el matrimonio y a las mujeres lograr una plena emancipación.

La mafias italianas negocian con otras organizaciones criminales, se infiltran en todas partes. Deben de ser un dolor de cabeza para la política exterior de Italia.

En mi opinión, el poder de la criminalidad organizada es tal que tienen un poder de corrupción, también dentro de los aparatos del Estado, en Italia y no sólo [en este país], que la única solución sería llevarlos a la quiebra económica. La policía y la magistratura hacen lo que pueden, pero en muchísimos países, en los pobres y en los ricos, la capacidad de corrupción de los aparatos del Estado es casi invencible.

¿Ha empeorado la situación?

Siempre ha sido así. Lo que asusta son los enormes costos humanos y daños para la credibilidad, ya que dañan dramáticamente la imagen de las instituciones y, a pesar de todo esto, no hay un giro [en las políticas]. Desde hace 30 años seguimos en el tema, con cero resultados.

¿La colaboración entre los gobiernos no es suficiente?

Colaboración hay. El problema es que yo creo que estamos intentando vaciar el océano con un balde.

«La única solución para el crimen organizado sería llevarles a la quiebra económica»

En el intercambio de preguntas y respuestas, Bonino insiste en que, a pesar de todo, para Italia y el viejo continente es clave mirar hacia América Latina; esto, no obstante no siempre haya habido vínculos idílicos.

Su gobierno es el primero en décadas que parece querer de verdad impulsar un nexo más profundo entre Italia y América Latina. ¿Por qué ahora?

No me haga hablar de mis precesores, no sería elegante. Lo que le digo es que, en los debates que tuvimos [con el primer ministro], una de las prioridades que identificamos fue mejorar la relación con esta región. Creemos que más allá de la distancia, hay mucha proximidad y se debe aprovechar. Además las pymes italianas están muy interesadas.

Sin embargo, hay países y países en América Latina.

Es cierto que con algunos países hay mayores convergencias, con otros, menos. Con algunos coincidimos en la posición sobre la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU [Italia quiere ampliar el número de países no permanentes y no el de los permanentes]. Pero, claro, América Latina está integrada por países muy diferentes. Hay países con los cuales tenemos dificultades, como Venezuela, por las deudas de la administración de este país con las empresas italianas. Esto hace difícil un relanzamiento de la cooperación económica, porque las empresas han perdido la confianza. Con otros, en cambio, tenemos una relación consolidada, como Chile y Brasil.

Responde Bonino enfáticamente, pero también deja de responder. Al fin y al cabo, esta activista desde siempre del Partido Radical y experta en conflictos –contribuyó a la creación del Tribunal para la exYugoslavia y habla árabe, entras otras cosas–, es un hueso duro de roer, que en el verano pasado fue una de las más críticas con los presuntos planes de intervención de EEUU en Siria.

«Países seguros en el mundo no hay, salvo Suecia»

La inseguridad es un problemas para la cooperación. Hay países como México considerados tan peligrosos como Siria.

(Refunfuña) Países seguros en el mundo no hay, salvo Suecia. Mucho depende del nivel y tipología de inseguridad. En el caso de México o Suráfrica, la inseguridad que hay no asusta a los empresarios italianos. Estas son cosas que tenemos en consideración.

Cambiando de tema. Brasil le ha pedido a Italia colaborar contra el cyberespionaje.

Lo sé, lo he oído. Pero eso lo están discutiendo con la presidencia (de Enrico Letta). Por suerte, yo no me encargo de esto.

Pero, ¿qué piensa de lo que ocurrió?

No pienso.

Una última cosa, entonces. Muchos se preguntan cuánto tiempo su Gobierno seguirá en pie. ¿No le molesta esto cuando habla con sus homólogos?

Tenemos crisis todo el tiempo, pero nosotros intentamos hacer nuestro trabajo igual, afrontamos lo que surge cada día. Además, nuestros interlocutores ya han aprendido ampliamente a interpretar la situación italiana y creo que, finalmente, también se han acostumbrado.