Opinión

Tesoros árabes destruidos

Sultan Al-Qassemi
Sultan Al-Qassemi
· 6 minutos

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Noventa y nueve años después de abrir sus puertas en 1903, el edificio actual del Museo de Arte Islámico de El Cairo cerraba sus puertas. Ocho años después se abría de nuevo al público, tras una meticulosa restauración que costó 14,4 millones de dólares. El museo en sí albergaba 4.000 piezas de la colección nacional, de alrededor de 100.000 obras y que abarca los períodos egipcias omeya, abbasí, tuluní, fatimí, ayubí y mameluca, de acuerdo con Al-Ahram. En la mañana del 24 de enero un coche bomba explotó en las afueras del museo, destruyendo tesoros de incalculable valor del que es el museo islámico más grande del mundo, en un intento de alcanzar un departamento de seguridad del gobierno. El ministro de Antigüedades declaró que el museo había sido ‘‘completamente destruido’’.

En agosto de 2013, unos saqueadores robaron o dañaron 1.060 de 1.089 objetos albergados en el Museo Mallawi de Menia (Egipto), cobrándose la vida de un guardia de seguridad. El mes siguiente se recuperaron 400 artefactos. La Primavera árabe no siempre ha sido mala para el patrimonio del mundo egipcio y árabe. Durante el levantamiento egipcio de 2011, los saqueadores irrumpieron en el Museo Egipcio de la Plaza Tahir, que alberga alrededor de 120.000 artefactos. Increíblemente, solo pudieron robar 18 objetos, gracias a los vigilantes ciudadanos egipcios. Recuerdo que uno de los momentos más emocionantes que viví durante mi cobertura del levantamiento del 25 de febrero, fue cuando aparecieron noticias que afirmaban que los egipcios estaban formando una cadena humana para proteger el Museo Egipcio del saqueo. (Un tuit que mandé entonces se retuiteó alrededor de 1.500 veces).

Durante la desastrosa invasión estadounidense se perdieron unos 15.000 artefactos del Museo Nacional de Bagdad

Por desgracia, en las últimas décadas, gran parte del patrimonio del mundo árabe ha pasado a estar amenazado o se ha destruido. Durante la ocupación iraquí de Kuwait entre 1990 y 1991, se robó y se saqueó el Museo Nacional. Incluso a día de hoy, cientos de tesoros siguen perdidos, probablemente para siempre. A lo largo de la ocupación, alrededor de 20.000 obras de arte del museo se enviaron al Museo Nacional de Irak en Bagdad, la mayoría de las cuales se recuperaron más tarde gracias a la ayuda de la UNESCO.

Solo hicieron falta 48 horas en abril de 2003, durante la desastrosa invasión estadounidense de George W. Bush, para que se saqueara el Museo Nacional en Bagdad. Se perdieron alrededor de 15.000 artefactos, de los que solo se ha recuperado una cuarta parte. Además de los artefactos robados o perdidos, se dañaron o destruyeron numerosos yacimientos arqueológicos. En 2006, un oficial superior estadounidense admitió que sus soldados habían causado daños a las ruinas de Babilonia, tras publicarse un artículo de la BBC que afirmaba que los marines estadounidenses habían construido un helipuerto en las históricas ruinas. El oficial dijo finalmente que si el presidente del Consejo de Antigüedades iraquí quería una disculpa y ‘‘si le hace sentir bien, desde luego que se la daremos’’, según Associated Press.

Pese a que una de sus secciones está derrumbada, la kasba de Argelia, de siglos de antigüedad, sobrevivió a la colonización francesa y a una insurrección de militantes islámicos que buscaban refugio allí en los años 90. Actualmente, la amenaza el deterioro y el abandono. Más recientemente, extremistas islámicos han comenzado una campaña de destrucción deliberada de sitios históricos desde Mali a Afganistán y por todo el mundo árabe. En 2012, militantes de Al-Queda se grabaron en un vídeo en el que destruían el antiguo mausoleo de al-Ja’dani en las afueras de Jaar, en la provincia yemení de Abyan. (En marzo de 2011, los talibanes usaron una estrategia similar cuando se filmaron destruyendo las estatuas de Buda de 1.700 años de antigüedad).

Mientras que el Museo Nacional de Libia en Trípoli salió prácticamente intacto de la guerra de 2011, en mayo de ese mismo año se robó de la cámara acorazada de un banco una ‘‘colección de monedas, joyas y estatuas pequeñas de valor incalculable’’, conocida como ‘‘los tesoros de Bengasi’’, que datan de la época de Alejandro Magno. Tras la guerra, salafistas libios profanaron tumbas de soldados de la Segunda Guerra Mundial, y después dirigieron su atención a santuarios suníes históricos, muchos de los cuales fueron saqueados, incendiados o demolidos.

Un reportaje de Time sacó a la luz que los rebeldes sirios estaban traficando con antigüedades para financiarse

Probablemente la mayor tragedia se puede hallar en la guerra civil que está teniendo lugar en Siria, que ha causado la muerte de innumerables seres humanos inocentes. La guerra también ha pasado una factura sin precedentes al patrimonio de Siria, uno de los mayores lugares de patrimonio de la humanidad del mundo. Después de tres años, es imposible documentar el alcance del daño a los lugares históricos del país. Un reportaje del 2012 de la revista Time sacó a la luz que los rebeldes estaban robando y traficando con artefactos antiguos para financiar el esfuerzo bélico. Como resultado de la guerra, ‘‘todos y cada uno de los seis lugares considerados patrimonio de la humanidad sirios han sido supuestamente dañados o destruidos’’. Alepo ha sufrido golpes especialmente duros, al perder su mercado antiguo y partes de sus históricos alcázar y mezquita omeyas. En Julio de 2013, el gobierno sirio lanzó un ataque aéreo contra el castillo medieval Crac de los Caballeros, en el que se dañó una de sus torres en un aparente intento de alcanzar a los rebeldes.

La destrucción de lugares árabes considerados patrimonio de la humanidad probablemente persistirá mientras estos Estados sigan sufriendo conflictos civiles y carezcan de gobiernos estables. Mientras tanto, ciudades como El Cairo deberían plantearse trasladar sus sedes de seguridad lejos de lugares históricos, incluyendo el Ministerio de Interior y los directorios de policía. Aunque la protección de estos lugares de patrimonio mundial es una responsabilidad global, el ejemplo que dieron los egipcios al formar una cadena humana alrededor del museo en 2011 es prueba de que el mejor guardián para el patrimonio de un país es una población responsable y consciente de la importancia de la cultura.

Primero publicado en Al Monitor •25 Enero 2014 • Traducción del inglés: Victor Olivares