Reportaje

Guerrilla urbana contra yihadistas

Daniel Iriarte
Daniel Iriarte
· 16 minutos
Pantallazo de un vídeo de presentación de la 'Brigada del profeta Set' de Mosul | Mayo 2015
Pantallazo de un vídeo de presentación de la ‘Brigada del profeta Set’ de Mosul | Mayo 2015

Estambul | Mayo 2015

En la esquina de la pantalla asoma ostensiblemente el cañón de un rifle kalashnikov. La calidad del vídeo, grabado con un teléfono móvil, es escasa, pero es posible percibir la tensión en la voz del narrador. “Nos encontramos ahora en la ciudad de Mosul, y combatimos a los traidores, y seguiremos siendo combatientes hasta el último momento. Dios es grande”, afirma una voz en árabe. Al fondo, un suelo de tierra y unas chozas de cemento, en las que se recortan dos figuras negras que parecen centinelas. Suenan dos disparos, y los hombres se desploman. La imagen se repite luego a cámara lenta.

El vídeo es uno de la decena colgados en YouTube por las llamadas Brigadas de Mosul, un grupo insurgente suní dedicado a combatir al ‘Daesh’ (siglas árabes del Estado Islámico) en su propio terreno. Una especie de quinta columna que opera en la propia ciudad, a la que estos guerrilleros consideran territorio ocupado.

“Combatiremos para proteger a toda confesión, sean suníes, chiíes, kurdos, cristianos o yazidíes”

En otros clips, los brigadistas prometen “venganza” por las acciones de los yihadistas radicales, en mensajes en los que apenas se entienden las palabras de los militantes, pronunciadas a través de vistosos pasamontañas o ‘kufiyas’, los pañuelos tradicionales de Oriente Medio. Nunca faltan las tradicionales fórmulas religiosas y las reiteradas referencias a dios para dejar claro que los guerrilleros se entienden como buenos musulmanes frente a los yihadistas a los que tildan de “traidores”.

“Entraremos en vuestras casas para combatiros y para proteger a los refugiados de toda confesión, sean suníes, chiíes, kurdos, cristianos o yazidíes, o del grupo que sean”, afirma en uno de ellos un portavoz, entre fórmulas religiosas y rodeado de media docena de hombres armados vestidos de negro frente a una bandera iraquí.“Estamos listos para liberar Mosul”.

La mayor parte de los vídeos son de promesas de combate, pero otros muestran disparos a supuestos combatientes yihadistas y uno incluso una explosión en lo que el título describe como “una casa ocupada por el ‘Daesh’”, causado por “una bomba incendiaria del tipo napalm”.

 Los vídeos muestran promesas de combate, a veces disparos a yihadistas o incluso una explosión

Las Brigadas de Mosul llevan operando alrededor de un año, y a finales de julio pasado, este grupo aseguraba haber matado ya a nueve miembros del ISIL. En una entrevista con la cadena Al Jazeera, el gobernador de la provincia iraquí de Nínive, Atheel Nujaifi, refugiado en el Kurdistán iraquí, confirmó su existencia: “Hay grupos operando en el interior de Mosul. Ninguno viene de fuera. De momento, esta ciudad no está en contacto ni recibe apoyo de ningún órgano externo. Incluso las armas las obtienen en el propio Mosul”, aseguró Nujaifi.

Desde entonces, la resistencia no ha hecho sino crecer. Las Brigadas de Mosul se entrenan ahora en Erbil, desde donde preparan acciones de sabotaje y comandos para el momento en el que se desencadene la contraofensiva para liberar la ciudad, cuyos preparativos ya están en marcha. “Estamos listos, tan pronto como sepamos cuál es el futuro acuerdo, para comenzar la liberación”, explicó Nujaifi en mayo a la televisión británica SkyNews.

El ‘acuerdo’ al que se refiere el gobernador es el pacto al que los combatientes suníes están tratando de llegar con el Gobierno central de Bagdad, cuya orientación chií sigue siendo evidente aún a pesar de la salida del presidente Nuri Maliki, responsable de las políticas sectarias durante casi una década que fueron la causa principal de que la población suní recibiese a los yihadistas como liberadores.

Una desconfianza que no ha desaparecido, alimentada además por las atrocidades y abusos cometidos en los territorios reconquistados a los yihadistas por el ejército regular iraquí y las milicias chiíes asociadas a aquel. “En Mosul nadie está seguro de cómo se les tratará después de que la ciudad sea liberada. Necesitamos una discusión al respecto con el Gobierno de Bagdad”, afirma Nujaifi.

La mezquita que incendió la revuelta

Pero han sido los excesos del Estado Islámico contra la propia religión islámica los que han terminado de volver a muchos suníes en su contra. Apenas semanas después de la toma de Mosul, los militantes volaron una mezquita dedicada al profeta Jonás (Yunus en árabe), que contenía una tumba atribuida a este personaje, una figura destacada tanto en la Biblia como en el Corán. También dañaron las estatuas de Abu Tammam, considerado uno de los mayores poetas árabes del siglo IX, y el músico mosulí Mullah Othman (1854-1923), lo que provocó el rechazo mayoritario de los locales.

A este acto le siguió, también en julio, la destrucción de varios santuarios más, según noticias difundidas por medios locales y recogidos por la prensa internacional. Uno era la mezquita dedicada a Set, el tercer hijo de Adán y Eva, mencionado en la Biblia y venerado en el islam como profeta. Otro, una tumba atribuida al profeta Daniel, también considerado un personaje profético en la literatura islámica. Tampoco se libró una mezquita de la que se dice que alberga la tumba de San Jorge (Yeryis en árabe), un santo que pese a ser cristiano es venerado también por parte de musulmanes en varias localidades entre Estambul, Beirut y Mosul.

Cuando el afán iconoclasta de los yihadistas alcanzó incluso a la Gran Mezquita de Nuri, cuyo minarete, del siglo XII, es uno de los símbolos de la ciudad, la furia se tornó en oposición activa. Al correrse la voz de que los combatientes planificaban colocar explosivos en la base de la torre, decenas de ciudadanos formaron una cadena humana a su alrededor para protegerla. Aparentemente, los yihadistas cambiaron de opinión, y se cree que el propio Abu Bakr al Bagdadi hizo una aparición en esta mezquita hace unos meses, para participar en la oración de los viernes.

Los ciudadanos formaron una cadena humana alrededor de la mezquita para protegerla contra los yihadistas

Pero la chispa ya había saltado. “Junto a un grupo compuesto sobre todo de estudiantes, pero también funcionarios y comerciantes, me uní a algo que llamamos Brigadas de Mosul. Pero algunas personas sugirieron que lo renombrásemos Ejército del profeta Jonás, como reacción a la voladura de los templos por parte del Daesh”, declaró entonces un tal Anwar Ali, de 23 años, a la agencia AFP.

“Esta campaña de destrucción de nuestras mezquitas, iglesias y patrimonio es un intento de suprimir la identidad de Mosul”, aseguró el joven. El vínculo entre los defensores del patrimonio de Mosul y los resistentes es directo: el símbolo de las Brigadas de Mosul no es otra cosa que el minarete de la Gran Mezquita Al Nuri convertido en un kalashnikov.  En otro de los vídeos difundidos en Youtube, un grupúsculo dice adoptar el nombre de Brigada Profeta Set, en obvia alusión a otra de las mezquitas destruidas.

Yihadistas eliminados

Desde entonces, la guerrilla ha conseguido asestar formidables golpes al Estado Islámico, como la ejecución del comandante Abu Abdullah Kosovoi, un importante militante de origen kosovar, mediante una bomba en la carretera por la que viajaba, en los alrededores de Mosul.

El pasado 20 de abril, el grupo colgó en su página de Facebook una larga lista de yihadistas presuntamente eliminados durante el mes de marzo, detallando el lugar y la hora, el arma empleada y, en algunos casos, el nombre del finado. De confirmarse la veracidad de la lista, las Brigadas de Mosul habrían matado a alrededor de una treintena de miembros del ISIL, llevando a cabo operaciones de hostigamiento con una frecuencia casi diaria.

En uno de los vídeos, las Brigadas de Mosul recorren en coche la ciudad bajo control yihadista

Las imágenes que difunden los guerrilleros deja poco margen de duda sobre sus actividades: incendios, emboscadas contra militantes solitarios, e incluso secuestros y ejecuciones. Un modus operandi que recuerda al de la Mortaja Blanca, una insurgencia similar surgida en la ciudad siria de Deir Ezzor, también como oposición al Estado Islámico.

En uno de los vídeos más espectaculares, los miembros de las Brigadas de Mosul recorren en coche, con las armas en su regazo, pero sin que en ningún momento se vean sus caras ni nada que pueda ayudar a identificarles, la ciudad bajo control yihadista. Mientras esperan que una coalición de fuerzas externas –que probablemente incluirá al ejército iraquí, a las milicias kurdas y chiíes, y tal vez a tropas de otros países árabes– desencadene la gran batalla para liberar Mosul, los brigadistas ya intentan darle un quebradero de cabeza más al ISIL.

Mortaja Blanca

La experiencia de Mosul llega después de una iniciativa aparentemente similar en Siria. A principios del verano de 2014, cuando el Estado Islámico comenzaba a apuntalar su hegemonía en la provincia siria de Deir Ezzor, unas misteriosas pintadas aparecieron en los muros: “Al Kafn al abyad”, o “La mortaja blanca”, se leía en caracteres árabes. Pocos días después, los miembros del ISIL comenzaron a ser víctimas de atentados y ejecuciones sorpresa a manos de una fuerza desconocida que respondía a dicho nombre.

El grupo afirmaba haberlo adoptado en homenaje a la prenda mortuoria que aguardaba a sus enemigos, y en el video en el que se anunciaba su creación prometía “purificar la tierra del régimen ocupante de Asad, y su malvado brazo, la banda de Bagdadi y el traicionero Estado Islámico de Iraq y el Levante”. Se hacía así eco de una teoría muy extendida entre los insurgentes sirios, que acusa al ISIL de ser una creación del régimen sirio. Además, amenazaba a los combatientes extranjeros reclutados por el ISIL (hasta 15.000, según estimaciones de los servicios secretos europeos): “Dejad nuestra tierra. No hay sitio para vosotros entre el pueblo sirio, que se levantó contra la injusticia y que no sustituirá un gobierno tiránico por otro opresor”.

‘Mortaja Blanca’ lo formaron antiguos integrantes del insurgente Ejército Libre de Siria

Los primeros en llamar la atención sobre Mortaja Blanca fueron el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) y algunos medios periodísticos libaneses. Pero los ‘fantasmas’ que combatían al ISIL en su propio territorio parecían todavía poco más que un mito urbano. Ya no: la agencia estadounidense Reuters consiguió entrevistar recientemente por Skype a su cabecilla, identificado como Abu Aboud.

“El secretismo es el elemento más importante del trabajo de Mortaja Blanca”, explicó Aboud, quien indicó que la organización está formada por células de cuatro personas que operan de forma independiente unas de otras. La organización fue formada por antiguos integrantes de los batallones insurgentes suníes, agrupados bajo la etiqueta genérica del Ejército Sirio Libre (ESL), ahora prácticamente derrotados en la provincia, que ante la imposibilidad de hacer frente al Estado Islámico en operaciones militares convencionales optaron por elsabotaje y la guerrilla urbana.

Crucifixión

Su modus operandi se basa en atentados inesperados allá donde el Estado Islámico es más vulnerable: atacando, siempre por sorpresa, a elementos que se encuentran solos o en pequeños grupos. Aseguran haber eliminado a más de un centenar de yihadistas en los últimos meses, y aunque la cifra es imposible de verificar, el OSDH sí ha documentado un creciente número de atentados contra militantes del ISIL en lo que va de año. “Si secuestramos a uno de sus miembros es sólo para liquidarlo más tarde”, afirmaba Abu Aboud.

Según su cabecilla, el grupo, que opera principalmente en el área de Al Bukamal, en la frontera con Iraq, cuenta con trescientos combatientes. “El ochenta por ciento de los miembros de Mortaja Blanca no habían tomado parte en ningún combate anteriormente. Los entrenamos y se unieron a Mortaja Blanca debido a la gran opresión que sienten desde que el Estado Islámico se ha hecho con el poder”, aseguró a la agencia Reuters. Podría haber más: el OSDH ha advertido de la aparición de grupúsculos similares opuestos al ISIL, que actúan de un modo parecido, con nombres como la “Brigada Fantasma” y la “Brigada del Ángel de la Muerte”.

Los castigos del ISIL a sus oponentes parecen confirmar que los grupos armados son activos

Los castigos del ISIL a sus oponentes parecen confirmar que estos grupos existen y son activos. Una gran parte de las personas crucificadas por los yihadistas en su capital, Raqqa, lo fueron por atacar a miembros del Estado Islámico, como los dos hombres cuyos cadáveres fueron expuestos en la plaza principal de la ciudad a finales de abril de 2014 cuyas fotografías dieron la vuelta al mundo.

“Hace diez días, unos agresores en una moto lanzaron una granada contra un militante del Estado Islámico de Iraq y el Levante en la rotonda de Naim. Un civil musulmán perdió su pierna y un niño murió. De inmediato, nuestros combatientes establecieron un control de carretera y lograron capturarlos. Pudieron también detener a otros miembros de la célula”, explicó la organización en un texto en su cuenta de Twitter, que acompañaba la difusión de las imágenes de ambos hombres ensangrentados y agonizando.

Grupos Despertar

Dos meses después, otros ocho miembros de grupos insurgentes rivales sirios sufrieron el mismo destino, acusados de ser parte de las milicias “Sahwa” o “del Despertar”. Una denominación significativa, puesto que dicho nombre hace referencia a la alianza de tribus suníes iraquíes que se alzaron en armas contra el Estado Islámico de Irak (germen del actual ISIL) en 2006. En aquella ocasión, el general estadounidense David Petraeus percibió inmediatamente la oportunidad y ordenó que se les proporcionasen suministros y armamento; en dos años, las fuerzas tribales habían logrado pacificar su territorio y expulsar a los radicales.

Sin embargo, la política sectaria del primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, durante el último lustro, ha llevado a estas mismas tribus a cambiar nuevamente de bando y abrazar el levantamiento suní encabezado por el Estado Islámico en territorio iraquí. Pero entre los líderes yihadistas se mantiene el temor a una insurrección tribal suní contra el Califato, que podría haber empezado ya: en agosto, más de setecientos miembros de la tribu siria de Al Sheitaat fueron ejecutados por oponerse al dominio del ISIL en Deir Ezzor. Y un número similar de integrantes de la tribu Albu Nimr, en la provincia iraquí de Anbar, ha muerto en enfrentamientos o ejecuciones a manos de militantes de esta organización en el último mes.

Los acuerdos entre ISIL y las tribus no son alianzas sino meros pactos de no agresión

Los Sheitaat se alzaron contra el Estado Islámico a finales de julio después de que estos irrumpiesen en una boda y se llevasen al novio, y de que tratasen de arrestar a cinco miembros de la tribu en un puesto de control al día siguiente. “El reciente enfrentamiento no fue el primero, y estuvo precedido de una gran tensión en los últimos meses por los abusos cometidos por elementos del Estado Islámico y sus continuos intentos de hacerse con el control total y de dominar a las tribus”, afirmó un activista y miembro de Al Sheitaat, Mohieddine al Aqidi, en una entrevista con Al-Shorfa.com, una web de noticias en árabe financiada por el Pentágono aparentemente desde 2009.

“Los acuerdos entre el ISIL y las tribus de Deir Ezzor no representan un juramento de lealtad. Son meros pactos de no agresión entre ambas partes, estipulando que ninguno atacará al otro, y sobre todo que el ISIL no atacará a los miembros de la tribu, a cambio de que entreguen las armas en sus dominios”, indicó Aqidi. Un pacto que, aseguran, han roto los yihadistas en su obsesión por imponer sus estrictas reglas de comportamiento “islámico”.

Exactamente ese mismo tipo de abusos fue lo que condujo a los clanes iraquíes a formar las milicias “Sahwa” la pasada década, y ahora amenazan con repetir el mismo patrón. En esta ocasión, sin embargo, el Pentágono carece del margen de maniobra de antaño. “Necesitamos expandir las misiones de entrenamiento, asesoramiento y asistencia en la provincia de Anbar”, declaró a principios de este mes el general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor estadounidense. “Pero la precondición es que el Gobierno de Iraq esté dispuesto a armas a las tribus”, indicó.

Los grupos suníes contrarios al ISIL se quejan de que Bagdad los ha abandonado a su suerte

Pero esas tribus se quejan, precisamente, de que Bagdad los ha abandonado a su suerte. “Pedimos armas muchas veces, pero solo nos han hecho promesas. Le dimos al Gobierno coordenadas para que lanzase ataques aéreos, pero no mantuvo su palabra”, se quejaba el jeque Naim Gaud, de la tribu Albu Nimr, en una entrevista con la BBC publicada la semana pasada.

“Podría haber resistencia [suní] si el Estado Islámico se lo juega todo e intenta, por ejemplo, hacer que las tribus le juren lealtad a Bagdadi”, opina Robert McFadden, analista del Grupo Soufan, una consultora privada de inteligencia que este mes ha publicado un detallado informe sobre esta organización yihadista. Según McFadden, una insurrección suní generalizada es una condición imprescindible para acabar con el dominio del Estado Islámico.

Sin embargo, este antiguo oficial de contrainteligencia opina que conseguir suficiente apoyo popular para un levantamiento de este tipo “llevará tiempo”. De momento, gracias al terror y a la persuasión, “el Califato sigue firmemente asentado».

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