Opinión

El golpe preventivo

Ilya U. Topper
Ilya U. Topper
· 18 minutos

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Aquel día, el duodécimo de las protestas de Gezi
, empezó a correr una noticia por las redes sociales: “Teatro, no”. Habían estado frente a la policía en Taksim, tragando gas lacrimógeno y chorros de agua, noche y día. Pero aquella mañana fue diferente. Quienes lanzaban cócteles molotov eran señores de mediana edad con chalecos abultados y la máscara reglamentaria de la policía puesta. Tengo fotos.

El uso de agentes provocadores que proporcionan a la policía el pretexto necesario para una carga es una constante; en Estambul, Atenas, Barcelona o Berlín. También pudimos ver en Taksim jóvenes con pancartas enrolladas y las porras reglamentarias sobresaliendo de la mochila, justo antes de una manifestación. No es nuevo: la propia Justicia turca demostró la autoría de un ataque de agentes camuflados en 2005 contra kurdos en Semdinli.

“No es un golpe sino teatro”, corría la palabra por Twitter de madrugada, con cazas en vuelo rasante

“No es un golpe sino teatro”, era el ‘hashtag’ que corría por Twitter la madrugada del sábado 16 de julio, mientras cazas efectuaban vuelos rasantes sobre Ankara y Estambul y el Gobierno fue desplegando su respuesta a un misterioso comunicado militar y un confuso deambular de tanques por las calles. Era un momento poco honroso para el segundo mayor Ejército de la OTAN y su orgullo de disciplina castrense : ya ni sabían cómo se da un golpe de Estado.

¿Cuánto agente provocador hubo entre los sublevados? ¿Cuántos altos cargos militares participan creyendo sinceramente que tenían un plan para tomar el poder? No lo sabemos. No sabemos quién coordinó el golpe, quién escribió el manifiesto que a medianoche proclamó la toma de poder desde el cuartel general de las Fuerzas Armadas en Ankara. Nadie dio la cara.

Lo de coordinar es un decir. Ocuparon la sede de la radiotelevisión pública y forzaron a una periodista a leer un manifiesto, pero sin mostrarse ante las cámaras. Y la abandonaron al rato. Sólo para intentar tomar horas después, y sin éxito, la redacción de la influyente cadena CNNTürk. A la otra cadena con más cuota, NTV, ni siquiera se acercaron. Todo los políticos, del presidente, Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro, Binali Yildirim, para abajo, pudieron llamar por vídeoconferencia de móvil a las emisoras y hablar en directo. También lo hicieron varios altos comandantes militares para declararse leales al Gobierno. Nadie se lo impidió.

Tirotearon el hotel donde Erdogan se había alojado, pero a nadie se le ocurrió vigilar su avión oficial

En una llamativa operación con helicópteros, los golpistas tirotearon el hotel costero donde Erdogan se había alojado “hasta 15 minutos antes”. Pero a nadie se le había ocurrido vigilar su avión oficial, aparcado en el cercano aeropuerto de Dalaman: lo utilizó para volar a Estambul. Sin que le molestaran los cazas rebeldes. Cuando llegó al aeropuerto, los tanques ya se habían retirado. Intimidados por una muchedumbre ciudadana, se dijo.

La recepción de Erdogan en el aeropuerto de Estambul fue apoteósica: un baño de masas. Sin temor a posibles golpistas agazapados. Y en su primera intervención, sin despeinarse, con el perfecto aplomo y tono épico que caracteriza sus mítines, denunció a los responsables: la cofradía gülenista, los simpatizantes del predicador exiliado Fethullah Gülen, que hasta 2013 había sido su más firme aliado y al que había convertido en los últimos años en enemigo público número uno.

Era la primera vez que oíamos decir que la red islamista (de apariencia y discurso muy democrático, y que nunca ha abogado por la vía armada) de Gülen tuviera presencia en las Fuerzas Armadas, hasta ahora feudo de firmes convicciones laicas. Sabíamos de su presencia en la Policía y la Judicatura, al menos hasta las grandes purgas iniciadas en 2014 y que han llevado a la cárcel a miles de personas. Pero fue justamente la policía, se nos informa, la que se opuso al golpe y fue arrestando a los militares sublevados.

Fue un golpe realizado bajo bandera falsa… acorde a la versión oficial

El comunicado golpista no tenía trazas de ser gülenista: rezumaba un ideario de la vieja escuela kemalista laica. Para camuflar su verdadera autoría, se ha alegado. De manera que una conclusión ya la podemos sacar: fue un golpe realizado bajo bandera falsa. Acorde a la versión oficial.

Cuando la televisión ya emitía imágenes de militares golpistas desarmados y detenidos, un avión bombardeó el Parlamento en lo que parecía un acto de supremo desprecio al concepto de la democracia. Impropio tanto de los gülenistas como de los kemalistas, e impropio de cualquier lógica militar. Y al amanecer, con Erdogan ya hablando en Estambul, otro tiró dos bombas cerca del palacio presidencial en Ankara, con bien visibles columnas de humo. Lo suficientemente cerca como para permitir al presidente decir que habían atacado su palacio. Lo suficientemente lejos como para no causar daños al suntuoso edificio.

La total chapucería del golpe, que no consiguió – y aparentemente ni se planteó – un sólo objetivo estratégico, parecía respaldar lo que al día siguiente se convirtió en versión oficial: que un grupo “muy pequeño” dentro de las Fuerzas Armadas había lanzado un intento a la desesperada. Lo que no casa con esta versión es que desde el Gobierno se haya proclamado que fueron “las protestas ciudadanas” desarmadas las que frenaron el golpe. Si “la aplastante mayoría” de los militares – así dice el primer comunicado castrense oficial tras el golpe – se opuso a la asonada ¿por qué hizo falta el pueblo en la calle? ¿Y por qué se ha arrestado bajo acusación de golpismo a 112 generales y almirantes del total de 356 militares con este rango? ¿Un tercio del Ejército?

Taksim ha vuelto a ser lugar de muchedumbres. Pero ahora no piden paz: piden la pena de muerte

Al amanecer del sábado, los soldados se rendían, ante cámaras de televisión en directo, a la policía. A media mañana, la situación estaba totalmente bajo control, a tenor del Gobierno. Las operaciones policiales contra cuarteles sublevados, con algún disparo al aire, escenificaban la humillación de los derrotados. Pero las protestas ciudadanas no acabaron allí: Erdogan exhortó a sus seguidores a seguir en las calles y las plazas “para prevenir otros golpes”. Y eso es lo que hicieron. Abarrotaron la plaza Taksim, noche tras noche. Esa plaza, donde toda manifestación, toda marcha, toda reunión política, así fueran veinte jóvenes enarbolando libros, se había prohibido e impedido mediante despliegues de miles de policías desde hace tres años.

De repente, Taksim ha vuelto a ser el lugar de muchedumbres envueltas en banderas. Con una diferencia: ya no son izquierdistas que piden paz y democracia. Ahora son islamistas, encabezados por barbudos con el gorrito de las mezquitas fundamentalistas, al grito de Alahu akbar. Pidiendo la pena de muerte.

No sabemos quién dio el golpe. No hemos escuchado hablar a ningún golpista. Los soldados rasos han declarado no saber nada: se les dijo que iban a salir de maniobras. Akin Öztürk, comandante de las Fuerzas Aéreas hasta agosto pasado, al que presentan como cabecilla (y que aparece en las fotos con manchas en la cara y una oreja vendada) ha negado toda implicación ante el fiscal.

El balance total de soldados leales muertos en el golpe es de… 5. No hubo enfrentamientos

No sabemos hasta qué punto el descontento en el Ejército con la deriva islamista de Erdogan pudo motivar a ciertos rangos militares a intentar lo que en Turquía, los Fuerzas Armadas siempre han considerado su misión: corregir el rumbo de la democracia. Probablemente no faltasen comandantes que se apuntaran de buena fe a lo que creían uno más en la cadena de estos golpes (1960, 1971, 1980, 1997). Se ha alegado que la chapucería se debía a que el plan se descubrió y los conspirados tuvieron que adelantar el horario, pero esto crea más misterios de los que resuelve.

Según un comunicado castrense del martes, los servicios secretos alertaron a las cuatro de la tarde al Estado Mayor de un golpe inminente, y los comandantes se reunieron para prohibir toda salida de tanques o aviones de los cuarteles. No se sabe cómo – si es verdad que los golpistas fueron una ínfima minoría – fueron tomados rehenes en las oficinas centrales. Curiosamente también, ningún comandante parece haber dado orden a sus unidades de intervenir contra los golpistas. Al menos, no se produjeron enfrentamientos dignos de mención: el balance total de soldados leales muertos en el golpe es de… 5 (más 62 policías y 173 civiles), frente a 24 soldados sublevados.

Una ínfima minoría da un golpe y la aplastante mayoría del Ejército deja al pueblo la tarea de abortarlo

Es decir, una ínfima minoría da un golpe y la aplastante mayoría del Ejército deja al pueblo la tarea de abortarlo, los planes se conocen al menos tres horas antes de que salga el primer tanque a la calle, pero el presidente de la nación escapa 15 minutos antes de la llegada del comando destinado a capturarlo.

¿Fue un autogolpe preparado por el Gobierno y ejecutado como teatro? ¿Fue real pero instigado mediante unos agentes? ¿Fue simplemente descubierto pronto y se permitió que se desarrollase para atrapar a los descontentos? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que la respuesta del Gobierno fue coreografiada con precisión y con inmenso efectismo. ¿A coste de 264 muertos?

Eso dicen. Y es otro dato curioso: en todos los atentados recientes, la prensa turca informaba sobre los hospitales en los que se hallaban los heridos, y de ahí salían las cifras de muertos. Las listas de nombres de los fallecidos se publicaban. Esta vez la prensa no fue hacer guardia a la puerta de ningún hospital. La lista más exhaustiva que he llegado a ver abarca a 23 personas.

Lo que sí sabemos son los resultados del golpe: una campaña de purgas de enorme envergadura. Dos horas antes de que el Ejército hubiera recuperado el pleno control – según su propio comunicado, a las 16.00 horas del sábado – el Gobierno ya había destituido a 2.745 jueces y fiscales. Es imposible que a esta hora hubiera dado tiempo de comprobar, uno por uno, si habían respaldado el golpe de alguna forma.

Es obvio que se puso en marcha una máquina con listas negras precisas, preparadas de antemano. Listas negras que se extendieron el lunes a la Policía – 7.900 agentes suspendidos – y el martes a los demás Ministerios: 15.200 maestros apartados de servicios, junto a otros miles de funcionarios de Finanzas, Asuntos Sociales o Diyanet, el ‘Ministerio’ de Religión. A 21.000 profesores de la enseñanza privada se les retira la licencia. En total, 49.000 personas se hallan, de un día a otro, sin empleo. A todos los funcionarios se les prohíbe viajar al extranjero. Y el Consejo de Educación exige la dimisión de todos los decanos de las universidades del país, tanto públicas como privadas. Todos. Serán examinados y reemplazados por leales a Erdogan.

En la ideología no hay diferencia entre gülenistas y seguidores de Erdogan, sólo cambia el líder

Esta renovación total de la Administración para que únicamente se componga de “afectos al régimen” – no hay término más apropiado – recuerda un proceso que en Alemania tuvo lugar de 1933 a 1937 bajo el nombre de “Gleichschaltung”, es decir sincronización, y que puso las bases para el totalitarismo. Para esto ni siquiera importa si aquellos 49.000 personas realmente tenían simpatías por la cofradía de Gülen. Sobre todo porque en la ideología no hay diferencia esencial entre gülenistas y seguidores de Erdogan: hasta 2013 trabajaban mano a mano a favor de la islamización de la sociedad y la marginación de los sectores laicos y kemalistas. Es más: se solapaban. Su única diferencia consiste en la identidad del líder.

Ahora se podrá llamar gülenista a cualquier turco devoto que se atreva a ser crítico con Erdogan. Y de eso se trata: si el Gobierno islamista puede relegar, despedir, encarcelar a cualquier funcionario piadoso por “desafecto”, qué no podrá hacer con aquellos a los que Erdogan llamó en 2013 “izquierdistas, ateos, terrroristas”. Ya semanas antes del golpe, el diario progubernamental Sabah llamó “sicarios gülenistas” a los editores del Cumhuriyet, el periódico que se atrevió, único en Turquía, de reproducir la “blasfema” portada de Charlie Hebdo tras la masacre en enero de 2015. Que es como llamar “sicarios del Opus Dei” al periódico español eldiario.es. La propaganda ya ni siquiera necesita fingir verosimilitud.

No es la primera vez que un tercio de todos los generales turcos se halla entre rejas

Podríamos hablar de un retruécano de la Historia: no es la primera vez que un tercio de todos los generales turcos se halla entre rejas. Lo mismo ocurrió durante el macroproceso de Ergenekon, que entre 2008 y 2013 llevó a la cárcel a cientos de los máximos cargos militares bajo acusación de conspiraciones golpistas. Fue aquel proceso el que le permitió al partido AKP, liderado por Erdogan, romper el espinazo de unas Fuerzas Armadas demasiado poderosas y dar carpetazo al concepto de una “democracia tutelada”.

En 2015, la Justicia anuló todas las condenas: resulta que todas las pruebas, todas, habían sido fabricadas por los gülenistas infiltradas en la Policía para destrozar la buena imagen del Ejército. Erdogan – el máximo beneficiario de aquel proceso, que le liberó para siempre de la amenaza de un golpe de Estado – lloró lágrimas de cocodrilo por las fechorías de quienes eran, entonces, su fuerza de choque.

¿Nos equivocábamos cuando afirmábamos en los últimos años que un golpe militar ya no podría tener lugar? La posibilidad era muy remota, apenas mayor que en cualquier otra democracia. Ahora se ha eliminado definitivamente. Para prevenir un golpe militar no hay nada mejor que un golpe militar fracasado. A partir de ahora será completamente imposible conspirar: ningún militar sabrá ya si se trata de otra escenificación teatral. Lo que hemos vivido ha sido un golpe preventivo.

Erdogan controlaba el poder, pero Taksim, el símbolo de Estambul, de Turquía, era de los otros

Pero el blanco no era sólo el Ejército. Es un proceso destinado a eliminar a todo contrapoder. Mientras escribo, se prepara la reunión del Consejo Nacional de Seguridad que anunciará, el miércoles, unas nuevas medidas que Binali Yildirim vaticinó que serán “hermosas”. Se especula con que será el estado de excepción. Es decir, poder ilimitado para gobernar por decreto. Algo muy similar ocurrió en 1933 tras el incendio del Reichstag.

Y mientras tanto, Taksim sigue abarrotada, noche tras noche, por jóvenes que aclaman al líder. Quizás éste fuera el efecto más importante, la ambición esencial del golpe: la conquista de las plazas, del espacio público. Porque hasta ahora, las plazas, las manifestaciones, las banderas y pancartas, eran de la izquierda, de los kemalistas, de los laicos. Erdogan controlaba el poder, pero Taksim, el símbolo de Estambul, de Turquía, era de los otros.

Ya no. Desde el 15 de julio de 2016, tres años después de que las cargas policiales pusieran fin a la revolución de Taksim, una revolución izquierdista, sindicalista, democrática, liberal, Taksim ha vuelto a ser ocupada por masas populares que ondean banderas. Pasean un muñeco de trapo colgado de una horca. Es la contrarrevolución.

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Esta columna ha sido actualizada el 24 Jul con un recuadro:
El misterio del cuñado.

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El misterio del cuñado

24 Julio 2016

Varios días después del fallido golpe de Estado del 15 de julio han ido saliendo a la luz detalles sobre el – supuesto – desarrollo de las cosas.

Un comunicado de las Fuerzas Armadas del martes 19 de julio ya había indicado que los servicios secretos turcos (conocidos por las siglas MIT) informaron al Estado Mayor a las 16:00 horas. En otro comunicado, emitido el jueves 21 y reproducido como facsimil por la agencia semipública turca Anadolu, se reafirmaron en el dato: sobre las 16:00 horas, el MIT avisó a la cúpula militar, que se reunió para tomar medidas. A las 19.26 horas, esta cúpula dio orden a la dirección de las Fuerzas Aéreas de interrumpir todos los vuelos y no permitir el despegue de ningún avión, orden reiterada a las 19.56 y las 20.31. Pero algunas unidades desobedecieron esta orden y sobre las 21:45 horas despegaron aviones en manos de los golpistas, agrega el comunicado.

Alrededor de las diez, vecinos de Ankara empezaron a inquietarse con los cazas sobrevolando la ciudad. A las 22:30, la cadena CNNTürk emitió un sms de aviso sobre el corte del tráfico en el puente del Bósforo debido a unidades militares. A las 23:00 h, el primer ministro, Binali Yildirim, confirmó mediante una llamada a la cadena NTV que se trataba de un golpe militar. Según dijo luego a la prensa, se había enterado por el ministro de Interior, Efkan Ala.

Efkan Ala se enteró por el jefe del MIT, Hakan Fidan, después de aterrizar en Ankara en el vuelo de noche desde Erzurum: Fidan lo llamó para decirle “Nos están bombardeando”, contó a NTV. No precisó la hora pero es de suponer que fuera el vuelo de Turkish Airlines que llega a Ankara a las 22:55, con despegue a las 21:25 h. El diario Hürriyet Daily News afirma que Ala dijo haberse enterado sobre las 23:00 horas.

El ministro de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, de viaje en Samsun, dijo haberse enterado por el secretario personal del presidente, Recep Tayyip Erdogan, después de haber sido alertado por su mujer, que escuchaba los cazas en Ankara.

El jueves 20, Erdogan afirmó en una entrevista con la cadena Al Jazeera que él se enteró del golpe por su cuñado. No precisó la hora. Pero disponemos de un recuento detallado, publicado en la cadena CNNTürk el 16 de julio por Ali Gündoğan, corresponsal de la agencia de prensa DHA en la localidad de Marmaris, en la provincia de Mugla. Sobre las 23.30, varios corresponsales, entre ellos Gündoğan, recibieron una llamada de la policía para que se dirigieran al hotel Grand Yazici Club Turban, cosa que hicieron inmediatamente, “dado que sabían que el presidente veraneaba en la zona” (cita textual). Fueron recibidos por equipos de seguridad y llevados al hotel Grand Yazici Mares (a 500 metros al sur), donde tras media hora de espera los recibió el presidente, junto a su yerno, el ministro de Energía Berat Albayrak. A las 00:23 horas del sábado, su declaración sobre el golpe se difundió por DHA y otros canales. A las 00:42 aún posó para fotos. Un rato después, un convoy partió del hotel hacia el sur y 10 minutos después, un helicóptero despegaba dirección al mar, mientras que el convoy regresó. Aproximadamente una hora y media más tarde tuvo lugar el ataque contra el hotel, agrega el texto. (Erdogan ha afirmado que se escapó “15 minutos antes” del asalto).

Caben tres posibilidades:

a) Los servicios secretos no quisieron avisar al Gobierno de un golpe inminente.
b) Las Fuerzas Armadas mienten cuando dicen que fueron informadas ya a las 16:00 horas, es decir cinco horas antes del inicio del golpe y seis horas antes que el Gobierno.
c) El Gobierno miente cuando dice que no se enteró de nada hasta las 23:00 horas.

En el primer caso, el MIT habría protegido a los golpistas. En estos momentos debería estar enteramente desmantelado y Hakan Fidan estaría en la cárcel. Pero sigue en su cargo.
En el segundo caso queda por dilucidar el motivo de las Fuerzas Armadas por salvarle la cara al MIT y por enumerar órdenes antigolpistas que, si es mentira, no tuvieron lugar.
En el tercer caso queda la pregunta de por qué el Gobierno necesita fingir que no supo de nada y se enteró por el cuñado.