Eli Yishai
«No reconocemos las resoluciones de Naciones Unidas»
Carmen Rengel
Jerusalén| Enero 2009
Eli Yishai (Jerusalén, 1962) es el presidente del Shas, el tercer socio en importancia del Gobierno de Benjamin Netanyahu en Israel. Con sus 11 escaños, la formación ultraortodoxa sefardí se ha convertido en una pieza clave para la gobernabilidad del Estado, y por eso ha arrancado tres ministerios, uno de ellos el de Interior. El radicalismo de Yishai, contrario a cualquier proceso de paz que implique una cesión de suelo, pone en riesgo el futuro de las negociaciones con los palestinos.
Usted pactó con Ehud Olmert, con Kadima, en 2006 y acabó siendo uno de los mayores opositores a su gabinete. Ahora hace lo propio con el Likud de Benjamin Netanyahu. ¿Teme que le decepcionen de nuevo?
Espero que no, sinceramente. Confío en la palabra del primer ministro de que su Gobierno será de unidad, de decisiones en común, de rigor, seriedad y firmeza ante las amenazas que sufre el país. Si flaquea, no dude que mi posición cambiará, porque Shas no pretende agarrarse al poder sólo por el poder.
¿Cuáles son las prioridades de Gobierno que les ha planteado Netanyahu y que han logrado el voto de sus 11 diputados?
Las mismas que teníamos en nuestro programa electoral para los comicios de febrero: abordar los retos económicos y sociales de Israel con diplomacia y mano firme. Lo correcto es que combinemos fuerzas diversas, como en este equipo formado por cinco cabezas [Likud, Laboristas, Israel Beitenu, Shas y Hogar Judío], y formemos un amplio Gobierno por el bien de Israel. Además, ahora que estamos en Interior, uno de los propósitos que nos marcamos es lograr que se deje libre a aquellos judíos encarcelados por delitos ideológicos o por la defensa de la Patria. Eso en Industria no lo podíamos conseguir.
¿Pedirán la reforma del Código Penal, entonces?
No sé cómo vamos a afrontar el caso, pero lo haremos. Entiendo que muchos judíos se tomen la justicia por su propia mano si el Gobierno que les representa y en el que confían no contesta. No quiero estar en un Gobierno que no contesta. Creo que las personas encarceladas por motivaciones políticas, por defender su país, no merecen este castigo. En estos años pasados lo que se ha hecho es silenciar a los que combaten a Hamás.
«Nuestro rabino nos pide que seamos firmes en la defensa del territorio. No nos moveremos de Cisjordania»
Ustedes han logrado la cartera de Vivienda. Teniendo en cuenta el predicamento de su partido entre los colonos judíos, ¿qué política van a adoptar respecto a los asentamientos?
La única política posible: no dar ni un paso atrás. No formaremos parte de un Gobierno que reduzca el territorio para el pueblo judío. No estaremos en un equipo que le quite tierra y que trate a sus miembros como refugiados sin derechos plenos.
Pero su postura va contra todas las resoluciones de Naciones Unidas al respecto…
No las reconocemos como justas. Nuestra posición no viene fijada sólo por una ideología, sino por las recomendaciones de nuestro rabino Ovadia Yosef [el líder espiritual de Shas]. Él nos pide que seamos firmes en la defensa de nuestro territorio. No nos moveremos de Cisjordania porque darle más territorio a Abu Mazen [Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina] es dárselo a Hamás.
No habrá pasos atrás pero, ¿construirá nuevos asentamientos?
Sería muy partidario de hacerlo, siempre que garanticemos los servicios, los derechos y la seguridad de los ciudadanos.
En su programa proponían un recorte de derechos para los ciudadanos israelíes de origen árabe. ¿Pedirá a Netanyahu que lo aplique?
Llama “enemigos” a los palestinos. ¿Eso anula toda posibilidad de paz?
No he dicho eso. Israel y Shas desean la paz, pero las negociaciones, tal y como se están llevando a cabo ahora, deben suspenderse. La economía, la seguridad y la diplomacia son el camino para alcanzar la paz, pero aquí se ha sido demasiado condescendiente o blando. Hay que negociar desde la firmeza.
¿Confía en Abu Mazen como interlocutor?
No, no, no. Si no es capaz de hacer las paces con sus hermanos, con Hamás, ¿cómo la va a firmar con Israel? No tiene sentido. Creo que un mandatario que se relaciona con terroristas no contribuye a la seguridad ni a la estabilidad de Israel. Por lo tanto, no podemos hacer la paz con quien no quiere la paz ni hace nada para lograrla.
La comunidad internacional sostiene que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) sí que está haciendo esfuerzos por combatir el terrorismo y que ANP y Hamás no son sinónimos…
No lo comparto. Hasta que no haya paz en Israel, hasta que no deje de haber muertos por culpa de los palestinos, no podremos ponernos a discutir sobre fronteras, territorios y refugiados.
«Si Israel pierde su identidad judía, pierde su esencia y su fuerza»
Se olvida de Jerusalén.
No, no me olvido. Jerusalén no se discute. Nunca.
Su ahora compañero en el Gobierno, el ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, ya ha dado por muerto los acuerdos de Annapolis. ¿Comparte su postura?
Sí. Annapolis no fue más que un sueño de algunas personas poco realistas. Sí, así fue. Ese acuerdo estaba totalmente fuera de la realidad, porque además se pactaba con un señor incapaz de plantar cara al terror y de establecer un control sobre su administración.
Pero Annapolis se firmó con Shas en el Ejecutivo. ¿Por qué no se marcharon?
No salimos porque, pese a que Annapolis reconocía la creación del Estado palestino, nosotros estábamos convencidos de que no era más que un papel sin valor, porque nada de aquello se podía llevar a cabo en la práctica. Creo que no fue más que una concesión a la comunidad internacional.
Habla del terror que sufren los israelíes, pero muy cercanos en el tiempo tenemos los bombardeos de la franja de Gaza. Usted los apoyó. ¿Por qué?
Es evidente que Israel estaba aplicando su derecho a defenderse. Si nos atacan, como era el caso, debemos responder. Cualquier país de Occidente haría lo mismo en caso de que el sur de su tierra fuese bombardeado a diario por terroristas.