Entrevista

Abdellah Taïa

«Nadie en Marruecos tiene libertad de disfrutar de su sexualidad»

Ilya U. Topper
Ilya U. Topper
· 18 minutos
Abdellah Taïa (El Cairo) | Cortesía de Cabaret Voltaire
Abdellah Taïa (El Cairo) | Cortesía de Cabaret Voltaire

Compostela | Abril 2010

Salió en portada en el semanario marroquí TelQuel en 2007: Abdellah Taïa, homosexual:  por y contra todos. La portada no le catapultó a la fama ―ya era conocido antes― pero sí llevó su nombre mucho más allá de la literatura. Taïa (Rabat, 1973), criado en una modesta familia marroquí en Salé, pero con libros en casa, vive desde 1998 en París, donde ha publicado todos sus libros y desde donde atiende, por teléfono, a M’Sur.

A semejanza de muchos grandes escritores marroquíes, Taïa escribe en francés. Empezó con Mon Maroc (Mi Marruecos, 2000, recién editado en castellano por Cabaret Voltaire), luego siguieron Le rouge du tarbouche (2005), L’armée du salut (El Ejército de Salvación, 2006) y Une mélancholie arabe (Una melancolía árabe, 2008), los últimos dos aparecidos en castellano en Alberdania.

Pero Taïa no es un exiliado: pese a que la portada de TelQuel trajo condenas morales y amenazas y una cierta ruptura con su familia, el escritor vuelve a Marruecos, participa en el debate social, da la cara en su país. Tanto a través de la  prensa como mediante sus libros, que casi siempre tratan el tema de los jóvenes atrapados entre una homosexualidad que no pueden negar y una sociedad que no la quiere asumir.

«Si dicen, ah Abdellah Taïa, el homosexual de Marruecos, me parece bien: no tengo vergüenza al respecto»

Usted es más conocido en Marruecos por escritor o por ser un escritor que ha hecho pública su homosexualidad?

Por 2005, yo era conocido como el nuevo escritor marroquí del que se habla mucho, representaba una generación de jóvenes. Cuando mi segundo libro, Le rouge du tarboush, se presentó en Marruecos en árabe, hubo mucha prensa y una periodista de la revista TelQuel me propuso hacerme una entrevista poniendo el acento en la homosexualidad, ya expresada en mi libro sin culpabilidad. Yo estaba de acuerdo porque creo que la verdad que se encuentra en mi libro debe expresarse también fuera del libro.

¿Qué ocurrió?

Como asumí abiertamente mi homosexualidad se montó un escándalo y me convertí en el centro de un debate. Así que se me puede considerar simplemente como escritor, lo que me parece bien, o como escritor homosexual, que me parece igual de bien porque no tengo ganas ni de meterme en una categoría ni de renunciar a ningún aspecto de mi personalidad. Si alguien dice, ah Abdellah Taïa, el homosexual de Marruecos, me parece bien, porque no tengo ninguna vergüenza respecto a la homosexualidad, no creo que sea algo que me reduzca.

«Mucha gente cree que basta con tomar un boli y decir: voy a escribir mi vida; pero eso no es literatura»

Sus novelas hablan de jóvenes que descubren su homosexualidad, viajan a Europa… ¿nos cuenta su vida?

A mi modo de ver no cuento mi vida. Cojo aspectos, experiencias, historias y fragmentos de mi vida y los convierto en un sujetos literarios. Practico una escritura de inspiración autobiográfica, lo asumo, pero no me limito a hablar de mi vida.

El ambiente, los personajes ―los hermanos, la madre… ― van formando un universo reconocible en varias obras, empezando por Mi Marruecos, que sí suena muy autobiográfico.

Son datos que utilizo para transformarlos en algo distinto. Si simplemente contara mi vida, eso no tendría ningún interés. Lo que interesa es el proceso por el que uno transforma eso en algo llamado literatura: a través de una mirada, a través del estilo y el punto de vista. La historia viene en cuarto lugar. Si no fuera así, la gente no leería mis libros. Y la creación, toda creación, no puede venir del planeta Marte: debe pasar necesariamente a través del prisma del yo. No puedo hablar de cosas que no me toquen. Para qué perder el tiempo escribiendo de… Cuando la literatura es una empresa tan rica y tan loca, hay que estar realmente tocado, concernido, implicado en lo que uno escribe. Implicar mi yo es lo que me interesa, y describir el mundo a través de este yo.

No era una crítica.

No me lo tomé como crítica. Pero mucha gente, lamentablemente, cree que basta con tomar un boli y decir: voy a escribir mi vida; pero no, eso no es literatura. Otro lo podría hacer mejor para ellos. La literatura es una reflexión en la que uno tarda años y años pensando en qué escribir y cómo escribirlo.

Usted dijo que cuando era joven, el escritor Mohamed Chukri era un poco el ídolo de la juventud.

Chukri ha introducido la realidad, desnuda, sucia, tal cual, cruda y simple. Ha golpeado el imaginario y los espíritus. Porque ha presentado la realidad no desde una postura intelectual sino con un lenguaje y una voluntad que hizo que los marroquíes sólo pudieran reaccionar de una forma viva. Yo encontré el libro en casa y lo leí, pero sólo mucho más tarde me di cuenta de su importancia y su influencia en mí y mi generación. Cuando era adolescente no me decía: quiero ser un escritor como Mohamed Chukri. No me daba cuenta, yo ni siquiera quería ser escritor, no era mi sueño. Pero a posteriori he notado que es alguien quien ha cumplido su función como escritor.

«Si Choukri ha marcado tanto y ha golpeado tanto los espíritus es porque hablaba de la realidad»

Con El pan desnudo, Chukri rompió tabúes: el alcohol, el sexo…

…y al mismo tiempo hablaba de todo lo que se encuentra en la sociedad. Chukri pudo publicar el original árabe de este libro a cuenta del autor, después de que Paul Bowles lo tradujera al inglés y Tahar Ben Jelloun, al francés, después de recibir el reconocimiento internacional y ganar un poco de dinero, porque la novela estaba prohibida en Marruecos. Las cosas de las que habla en El  pan desnudo no ocurren entre cuatro paredes, cualquier marroquí lo ve al salir a la calle o incluso en su casa. Sin complejos frente a lo intelectual, sin complejos frente a la religión, sin complejos frente al poder, totalmente sincero consigo mismo.

¿Por qué, treinta años después, ese libro sigue siendo una obra mítica?

Es uno de los raros libros en Marruecos que se han salido del marco de la literatura y que han tocado directamente a cualquier marroquí. Y eso es que me gusta en la literatura: que cumpla en primer lugar su función de conectar con la vida. La literatura no debe quedarse fuera de la vida, sólo en un marco intelectual. Y lamentablemente, muchos escritores de Marruecos sólo hablan de manera intelectual: no de la realidad sino a partir de la realidad y a la realidad. Si Choukri ha marcado tanto y ha golpeado tanto los espíritus es porque hablaba de la realidad…

«Las madres en Marruecos son dictadoras, a veces crueles, es una reacción a la sociedad que las oprime»

Usted como escritor quiere transmitir estos mismos valores a sus lectores?

Cuando empiezo a escribir, esa realidad marroquí, esta vida fuera de toda clasificación, sale de mí. Y sale sin complicaciones, de una manera natural, de la piel. El imaginario marroquí es fuerte y extraordinariamente complicado y poético a la vez. Quiero escribir y describir esta realidad marroquí, las historias, el sexo, la religión, extraña y bella y loca. Tengo ganas de meterme en medio de todo eso y de hablar. Hablar de mí, de lo que soy, de mi sexualidad, de mis historias y de todo eso que me rodea. Con el deseo de transformarlo en algo literario.

Freud dijo que hay que matar al padre para crecer. Para un marroquí, ¿qué es más difícil: matar al padre o matar a la madre?

Yo no tengo ganas de matar nadie, ni a mi madre ni a mi padre. No siento que el dilema de matar o no al padre tenga nada que ver conmigo. La problemática de mi padre es de otra generación, la que vio la independencia de Marruecos. La madre… sí, las madres… Las madres en Marruecos son dictadoras, a veces crueles, es una reacción a la manera de la que las oprime la sociedad marroquí. Si yo tuviera que matar algo, diría que mataría el poder. Y es lo que hago: tengo una mirada crítica sobre esa gente que domina el país, que dicen que quieren lo mejor para su país cuando no hacen otra cosa que explotarlo. Que en lugar de dirigir al marroquí para que sea finalmente un individuo responsable, crítico respecto a la religión y con los medios económicos para serlo, lo abandonan en una tierra de nadie donde, valientemente, se las arregla como puede. Así que no pienso matar ni a mi padre ni a mi madre, al contrario: tengo ganas de gritar de la injusticia social en la que el poder coloca a los marroquíes.

El poder: pensábamos que Marruecos se iba abriendo hacia más libertades políticas, pero en el último año este proceso se ha parado o incluso revierte.

Cuando murió Hassan II [en 1999] hubo un cambio considerable en la libertad de expresión, me sorprendía la libertad de la prensa, tanto la escrita en árabe como la escrita en francés. Todas las asociaciones de la sociedad civil debatían, querían hacer cosas. Esta libertad era extraordinaria y en ningún caso se debe minimizar porque los cambios no hayan alcanzado a todo el mundo: hubo un cambio.

¿Pero…?

El gran problema es que el poder sólo ha ido observando. En lugar de acompañar a la sociedad en este proceso, en lugar de apoyar los cambios, de ofrecer más justicia, en el campo económico y en otros, no ha hecho nada, no hubo reformas de leyes, no hubo valor político. Al contrario: regularmente a los marroquíes se les llama al orden, se les hace regresar a los así llamados ‘valores marroquíes’, ‘las tradiciones’, pero todo eso únicamente hace dormir a los marroquíes: el poder va en contra de la evolución de Marruecos, que está ahí: el cambio, poco a poco, existe, pero el poder no lo acompaña.

«A la prensa regularmente se le golpea. Para recordarles a los periodistas que no son tan libres»

Últimamente, la prensa está acosada.

A la prensa regularmente se le golpea. Para recordarles a los periodistas que no son tan libres. Y eso es peligroso como mensaje para los marroquíes en general porque se les dice: miren, los que se toman esta libertad no son tan libres porque aún tenemos el poder de encarcelarlos de vez en cuando o de cerrar sus revistas, como hicieron hace poco con el Journal Hebdomadaire. Eso es escandaloso. En lugar de tener políticas a la altura de este momento histórico, el poder no hace más que ir hacia atrás. Y esto es un drama, porque si el cambio de la mentalidad no se acompaña con un cambio de la legislación hay un problema enorme.

Respecto a las libertades sociales ¿quién va ganando? Los movimientos fundamentalistas o los progresistas?

El movimiento a favor de las libertades individuales, la asociación de lucha contra el SIDA y otros muchos grupos son iniciativas a través de las que el marroquí simple intenta asumir su rol de individuo. Pero paralelamente, el poder deja el campo libre a los que se oponen al progreso y no ayuda a los marroquíes a salirse de este tradicionalismo que se le mete todo el tiempo en la cabeza. Explota la libertad que existe hoy en Marruecos para decir: miren, hay libertad, se habla de todo, incluso critican el gobierno, el rey etcétera, pero a la vez se deja a la mayoría de los marroquíes en la ignorancia, sin libros, sin debate intelectual y ése es el mayor peligro: los que hablan sólo hablan entre ellos, y los demás, los pobres, los que no tienen medios, dicen ¿qué tengo que ver con la gente ésa que habla de ideas si yo no tengo nada que comer? Les parece algo muy lejano.

¿Hay que tener medios económicos para ser crítico?

A mis padres los he visto toda la vida pelear para que hubiera un trozo de pan para comer. No había más que pan. Y eso sigue siendo así hasta hoy. Hay que hablar de las clases sociales, de la injusticia, porque cuando la gente vive en la pobreza no puede hacer más que pensar en su economía, en su día a día. Eso yo lo entiendo perfectamente. Cuando yo era adolescente y decía cualquier cosa, mi madre y todo el mundo reían: pero tú ¿por quién te tomas? ¿por hijo de ministro, por rey del país? La mayoría tiene la impresión que Marruecos no pertenece a los marroquíes. Y eso es grave. Si alguien no tiene la conciencia de que su país es él, y que él puede hacer algo para el país, el país no se moverá.

También hay gente rica en Marruecos…

Desafortunadamente, ni los ricos, los industriales, ni los intelectuales hacen nada para que eso cambie. La generación que habla hoy, que se atreve a criticar, ha comprendido que el cambio no hay que pedírselo al poder, porque el poder no hace nada. Los que deberían crear iniciativas de cambio son los intelectuales y los ricos, pero cada uno mira por sí mismo. Los intelectuales creen que lo que hace lo sociedad no es muy interesante y que para ser considerado intelectual hay que hablar de Karl Marx y Dostoyevski. Dejan sola a la sociedad marroquí.

La famosa ‘caza al homosexual’ de Ksar el Kebir en noviembre de 2007 ―cuando varios vecinos intentaban linchar a unos hombres que supuestamente se casaban entre ellos―  ¿ha abierto un debate o ha reavivado el miedo?

Fue un suceso histórico. Por primera vez en la historia, la homosexualidad fue portada de todos los periódicos marroquíes durante dos semanas, Marruecos no hablaba de otra cosa, hubo un debate en directo en la televisión marroquí durante tres horas, con gente que atacaba la homosexualidad y otros que defendían la libertad. Y eso hay que celebrarlo: desde entonces, ya nadie puede decir que la homosexualidad no existe en Marruecos.

«Es un debate sobre la libertad: se encarcela a la gente que tenga sexo, sean o no sean homosexuales»

¿Antes se decía que no existe?

Antes se decía que no existe. Ahora, a través de los periódicos, la televisión y las conversaciones en la calle, su existencia se ha impuesto. Otra cosa es cómo se haya tratado. Había una prensa sensacionalista y otros, como TelQuel o el diario As-Sabah, que la trataron con mucho valor. Con Ksar el Kebir ha nacido este movimiento de intelectuales a favor de la libertad individual; para mí es ‘Stonewall’ a escala marroquí. Hay un debate sobre la libertad de elegir individualmente y al mismo tiempo muestra la reticencia que aún existe: se encarcela a la gente que tenga sexo, sean o no sean homosexuales.

La ley prevé de seis meses a tres años de cárcel por actos homosexuales. Sabe si hay gente en la cárcel en Marruecos por este motivo?

Tiene que haber, yo pienso que sí. Pero aparte de que los haya o no, la ley es una amenaza que pende sobre el homosexual marroquí y que le obliga a sentirse avergonzado, a esconderse, a no pensar. Porque es lo mismo: no pensar, no rebelarse, no atreverse a desafiar a la sociedad, las palabras, el poder. Ahora bien, esta ley escandalosa es la misma para homosexuales y heterosexuales: los heterosexuales tampoco tienen derecho a mantener relaciones sexuales, excepto dentro del marco del matrimonio.

«Marruecos, respecto al debate sobre la homosexualidad, es algo único en el mundo árabe e islámico»

¿Cómo se vive con eso?

Como se trata a las chicas hasta hoy es escandaloso. Si una chica y un chico pasean juntos por la calle, cualquier policía los puede parar y preguntarlos: ¿cuál es vuestra relación? ¿sois parientes? Eso no quiere que todos los días se detenga a alguien, pero esta amenaza existe. Esta posibilidad existe en la cabeza de la gente; de ahí que tengan miedo. Y este miedo impide al individuo, sea heterosexual u homosexual, implicarse, asumirse, hablar, convertirse en un ciudadano. Nadie en Marruecos tiene la posibilidad de pertenecerse a sí mismo. Uno no se pertenece: pertenece al poder, a la familia, o bien una mujer pertenece al hombre con el que se va a casar. Nadie en Marruecos tiene libertad de disfrutar de su sexualidad.

¿En qué escalón se sitúa Marruecos en comparación los países vecinos?

Hay que reconocer ―no digo rendir homenaje, pero sí reconocer― que Marruecos, respecto al debate sobre la homosexualidad, es algo único en el mundo árabe e islámico.

Excepto Líbano, imagino.

No, tampoco hay ningún personaje conocido que hable directamente, que asume su condición, no hay debate en los periódicos. No quiero minimizar lo que ocurre en Líbano, pero no veo que sea equivalente, que toda la sociedad hable de eso. Y no lo digo porque Marruecos sea mi país…

En Argelia, Jordania, Egipto… ¿nada?

No, no. Ni en Egipto, aunque allí hay escritores que hablan de muchas cosas… En Marruecos, ya antes de lo de Ksar el Kebir hubo casos, hay gente que se asume como homosexual: Samir Bargachi, que ha creado la asociación gay marroquí, Kifkif; ahora la revista mensual Femmes du Maroc prepara un informe sobre cómo hablarle a una madre que tenga un hijo o una hija homosexual. Es muy importante que al mismo tiempo que se critique el poder marroquí y el tradicionalismo marroquí no se olvide todo lo que se está moviendo. La gente necesita apoyo, necesita que se hable de ellos, porque está sola, porque es lo que les anima a continuar esta lucha solitaria.

«El ejemplo de Chukri es importante:  un escritor debe utilizar sus libros como un medio de combate»

¿Cómo apoyar?

Hay que hablar directamente a la gente, explicarles. Es algo que no se ha hecho en Marruecos desde la independencia y ahora se vuelve a hacer. Los periódicos participan en eso de manera muy valiente. No hablo sólo de la homosexualidad sino del espíritu. A los marroquíes no se les explicaba que tienen derechos, que son ciudadanos. Y este trabajo ha vuelto a comenzar desde hace unos años. Por eso el ejemplo de Mohamed Chukri es tan importante. Un escritor como yo debe utilizar la literatura, sus libros, como un medio de combate.

¿Conoce otros escritores marroquíes que parten esta postura?

¿Conoce mi libro Carta a un joven marroquí? Ha sido difundido gratuitamente en Marruecos, conseguimos dinero y distribuimos 90.000 ejemplares. En él pido a varios jóvenes escritores y artistas que hablen directamente a los jóvenes marroquíes para romper el aislamiento en el que viven éstos. Entre los que cito en el libro hay gente que tiene esta postura: Mounir Fatmi, Faouzi Bensaïdi o Sanaa Elaji son gente que se moviliza en esta dirección. Y yo me reconozco muy bien en lo que hacen, ya sea a través del cine, como Bensaïdi, en las instalaciones de Mounir Fatmi o los escritos de Elaji, reconozco en su estilo la realidad marroquí.

Veo que es optimista.

Respecto a la homosexualidad, yo nunca habría imaginado que Marruecos llegue a este punto, es increíble. Se inscribe en la lucha de algunas asociaciones por la libertad del individuo y constituye un suceso social y político, pese al poder. Aquí, la homosexualidad se ha casi convertido en el símbolo de las libertades: los heterosexuales están ‘recuperados’, ya no quieren hablar, y sólo queda el más prohibido, el homosexual, que se convierte en símbolo de esta reivindicación de las libertades individuales, incluso si algunos conservadores o islamistas dicen de vez en cuando que hay que purificar la sociedad y atacan a los homosexuales… Es normal que en la sociedad marroquí, este debate no se produzca de una manera tranquila. Pero como diría Fernando Pessoa: Vive el desasosiego.