Entrevista

Tariq Ali

«Un estado palestino sólo puede ser una tumba»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 10 minutos
Tariq Ali (Sevilla, 2010) | Alejandro Luque
Tariq Ali (Sevilla, 2010) | Alejandro Luque

En junio de 1994, diez años antes de su muerte, Edward Said (Jerusalén, 1935) concedió una serie de entrevistas al escritor anglo-pakistaní Tariq Ali para la emisora británica Channel Four. Las reuniones se produjeron en el apartamento del primero, en el Riverside Drive neoyorquino, donde conversaron largamente sobre música —la gran pasión de Said—, literatura —destacando su predilección por Conrad, Kipling y Camus— y por supuesto de la cuestión palestina, pero también acerca de la influencia que sus padres ejercieron sobre él —sensible y reflexiva ella, distante y victoriano él—, su formación en Estados Unidos, el modo en que Yassir Arafat siempre lo consideró un estadounidense, su inveterado dandismo e incluso sobre el cáncer que acabaría con su vida.

Una fiel transcripción de aquellas grabaciones acaba de ver la luz en el volumen Conversaciones con Edward Said, publicado por Alianza. El propio Tariq Ali vino a presentarlo en la Casa Árabe en Madrid mientras anuncia para después del verano la publicación de La noche de la mariposa de oro, la entrega final de su Quinteto del Islam, también en Alianza, del que damos aquí un suculento adelanto, cedido por la editorial.

Edward Said postulaba que el intelectual debía ser un elemento molesto, incluso antipático para la sociedad. Y sin embargo acabó siendo uno de los más queridos de su tiempo. ¿No hay cierta paradoja en ello?
Así es [risas]. Creo que se refería a que no puedes permitir que las amistades personales determinen tu política, y para ello a veces tienes que molestar incluso a tus amigos, y en su caso especialmente cuando se tocaba la cuestión de Palestina. Atacando los acuerdos de Oslo, denunciando lo que Occidente estaba haciendo a los palestinos, vio afectada su relación con muchos amigos y colegas de la Universidad de Columbia. Personalmente era encantador, sociable, gran conversador, pero políticamente resultaba muy punzante, y dijo cosas que a mucha gente no le gustaban.En eso reside buena parte de su valor.

En las entrevistas que publica ahora, Said habla de una cultura de oposición en el mundo árabe islámico como signo de vitalidad. ¿Ha desaparecido hoy esa cultura?
La cultura de oposición sigue ahí, pero la gente en Europa y Norteamérica no puede oír hablar de ella porque la mayoría de sus mensajes no están traducidos al inglés ni a otras lenguas europeas. Hay muchos excelentes novelistas en Egipto, jóvenes escritores que están escribiendo libros críticos y contundentes sobre la situación de su país y sobre lo que éste se ha convertido, arremetiendo contra la dictadura, pues eso es lo que Egipto es hoy.También hay jóvenes intelectuales en Arabia Saudí que están escribiendo con gran sentido crítico, incluso desde la cárcel. Tenemos una larga tradición de poetas críticos en muchos países. El gran poeta iraquí Saadi Youssef, que sigue viviendo en el exilio, dice: “Fui un exiliado en tiempos de Sadam y ahora soy exiliado porque mi país está ocupado por Occidente”. Hay muchas voces, algunas son escuchadas, la mayoría no.Si quieres, podemos resumir ese sentido de la fatalidad al que te referías con la frase del periodista iraquí que le tiró el zapato a Bush y dijo: “Este zapato habla por Iraq mejor que todos los políticos colaboracionistas”. La actividad volcánica está ahí, pero no se le da carta de naturaleza a un nivel político oficial.

Las Conversaciones con Edward Said señalan como momento crucial la Guerra de los Seis Días, en 1967, el golpe que le orientaría hacia la política y que diez años después inspiraría su libro La cuestión de Palestina, y poco después Orientalismo. “El lobby israelí lo acusó de ser un profesor de terrorismo”, recuerda Ali. “Eso le hizo aún más consciente de su identidad, hasta el punto de convertirle en la voz palestina de Occidente por excelencia. Pero siempre hay una pregunta muy simple que nos hacemos quienes, como él y como yo, hemos vivido en Europa y en Estados Unidos. ¿Quiénes somos? ¿Y a qué nivel somos quienes somos? Yo soy pakistaní, él era palestino. En otro nivel, él era también americano y yo también soy europeo. Y en un tercer nivel ambos somos también cosmopolitas por la cultura que nos gusta, que apreciamos”.

Este carácter cosmopolita y esteta pareció convertir a Said, fallecido en 2003, en la voz palestina más universal, más allá de otras figuras de su generación, también de gran calado político e internacional, como Faisal Husseini (muerto en 2001), Mahmud Darwish (2008) o el propio Arafat (2004). «Lo que Said tenía era un prestigio intelectual, es importante comprender eso. Un prestigio intelectual derivado de su labor como escritor. Y ésa es la razón por la que Husseini era una cosa muy diferente», recuerda Ali.

Said creó con Daniel Barenboim una fundación y una orquesta para la concordia. ¿Se puede afrontar el problema palestino-israelí sólo con buenos propósitos, o es necesario tomar medidas más drásticas, como un boicot a Israel?
La Orquesta del Diván es una importante iniciativa cultural, que integra a jóvenes músicos israelíes y palestinos. Y es una maravillosa experiencia oírlos tocar juntos. E inmediatamente piensas hasta qué punto lo es, porque Edward estaba él mismo inmerso en música, tocaba muy bien el piano y tenía un conocimiento muy amplio de la materia. Pero, por supuesto, en lo que respecta a provocar un cambio, puedes intentarlo con una orquesta, una novela, un poema, un libro. El único camino por el que los israelíes entrarán en razones es si Occidente les dice que es intolerable lo que están haciendo, y que si perseveran acabarán imponiéndoles sanciones económicas. Esa amenaza les hará tomar conciencia, porque ellos son seriamente dependientes de los subsidios de Estados Unidos y del comercio con Europa. Pero no veo que eso vaya a suceder, porque Europa es muy blanda y los Estados Unidos la situación se le ha ido de las manos con el lobby israelí, que compra a sus congresistas y senadores. Esa es la pura verdad, y cada día la conoce más gente. De modo que cuando los generales estadounidenses empiezan a decir que el apoyo israelí está costando vidas de americanos en Afganistán e Iraq, esa gente empieza a pensar otra vez. No sobre el abandono de los palestinos: lo que les preocupan son las vidas amenazadas de los americanos. No puedo ser optimista, pues. Habría un horizonte si Estados Unidos le dijera a Israel que ya basta. Pero no puedo imaginar a ningún presidente americano diciendo eso.

Cuando se habla de paz, todo el mundo parece conocer el camino, pero ¿por qué no se cumplen esas condiciones? La reciente llamada al orden de Obama, ¿es sólo pirotecnia, o un disparo de advertencia?
Creo que, al menos en teoría, todos los presidentes americanos dicen que Israel debe parar de construir asentamientos. Los cuatro últimos —Obama, Bush hijo, Clinton y Bush padre— han dicho todos lo mismo, Israel respondió “no” y ellos no hicieron absolutamente nada. El último episodio fue que los israelíes insultaron al vicepresidente americano cuando, coincidiendo con su visita, anunciaron la construcción de nuevos asentamientos. Esto le causó un disgusto y a su regreso dijo: “Nos tratan como si no fuéramos nadie, así que”. Pero justo ayer [por el pasado 23 de marzo], Hillary Clinton se dirigió al lobby israelí en Estados Unidos diciendo que el apoyo a Israel sigue siendo de una solidez pétrea, y que Netanyahu es ese gran hombre de estado que traerá la paz.

Entonces ¿cuál es el futuro de Palestina?
En mi opinión no hay absolutamente ninguna posibilidad de un estado palestino. La única Palestina que puede existir será una tumba para los palestinos, un estado-cementerio. Creo que los palestinos deberían de verdad aceptar esto y decir: queremos ser parte de un estado único isralí y palestino con derechos iguales para todo el mundo. Y si los negros en Sudáfrica lograron derrotar el apartheid, nosotros lucharemos con métodos pacíficos, manifestaciones, boicots, sanciones económicas, tal vez para dentro de 50 años. Creo que esa es la situación. Y eso significa que en Occidente la gente puede ayudar a crear una campaña seria con boicots y sanciones contra Israel. No puedes decir a los palestinos: usted es violento, y cuando la campaña se monte en Israel…. Es un chantaje. Básicamente, Israel actúa de forma bárbara con los palestinos. Y el hecho de que los judíos fueran víctimas durante la Segunda Guerra Mundial no justifica ese comportamiento. Ojalá que hubiera políticos que dijeran que ya es suficiente, que no se puede chantajear a la gente por siempre. No fue el único crimen: 30 millones de rusos murieron, las muertes en el Congo… Eso no da el derecho a cometer crímenes.

Tariq Ali contempla el actual repunte de los extremismos religiosos en el mundo con ciertas prevenciones, consciente de que el tema invita a mirar la paja en el ojo ajeno y a mezclar churras con merinas.

Últimamente la religión en Palestina se convierte en bandera política…
Ha habido un incremento de la religiosidad en todo el mundo, porque la gente siente la fe como una vacuna. Hay un vacío que muchos están llenando con la religión, y en países como Estados Unidos o el mundo musulmán, vemos que la religión está invadiendo el terreno de la política. Obama es una figura religiosa, un creyente. Jamás serás elegido presidente de los Estados Unidos si te proclamas ateo. Sí en el Reino Unido, en Francia, España e incluso Italia, pero no allí. Y más o menos la mitad del partido republicano está controlado por grupos fundamentalistas. En el mundo islámico, todas las alternativas a las élites corruptas han venido de grupos islamistas. No todos son grupos terroristas, algunos son como los partidos democráticos cristianos, como los Hermanos Musulmanes, los islamistas turcos… Así que a menudo la cuestión no es tanto la religión, como la política en sí.

¿Tiene hoy Edward Said sucesor, en Palestina o en Israel?
Entre los palestinos, desde luego, no lo hay. Hay un montón de gente preparada que hace buenas cosas, pero nadie con su autoridad. Y hay unos pocos que tienen un discurso tan punzante como el que él tenía, pero la respuesta es no. En Israel tienes intelectuales como Edward que cuestionan el estado de las cosas, que cuestionan lo que está bien, el discurso establecido. Tienes a gente como Amira Hass, que escribe de un modo muy muy rotundo, como Michel Warschawski, Lea Tsemel, una abogada que defiende gratis a los palestinos en los tribunales… De modo que tienes a gente buena, pero no hablan por Israel entero, sino por un pequeño grupo de israelíes descontentos con el comportamiento de su gobierno.