Entrevista

Julian Schnabel

«El conflicto palestino-israelí tiene que acabar cuanto antes»

María José Ramírez
María José Ramírez
· 7 minutos
Julian Schnabel (2007) | gdcgraphics / Creative Commons
Julian Schnabel (2007) | gdcgraphics / Creative Commons

Venecia | Septiembre 2010

Casi a la misma hora en que Benjamin Netanyahu y Abú Mazen se sentaban frente a frente en Washington para retomar las negociaciones de paz en Oriente Medio, Julian Schnabel (Nueva York, 1951) no duda en exponer en el Festival de Cine de Venecia su opinión al respecto: “El conflicto tiene que acabar cuanto antes”, dijo nada más sentarse ante la prensa, para citar a renglón seguido al maestro Jean Renoir: ‘El problema del mundo es que todos tienen sus razones’”.

El pintor, escultor y director estadounidense de origen judío, autor de aclamadas piezas como Basquiat o Antes que anochezca, muestra en su largometraje Miral, que opta al León de Oro en la 67 edición  de la Mostra veneciana la realidad del conflicto palestino-israelí a través de la mirada de una joven —interpretada por Freida Pinto, descubierta en Slumdog millionaire y reciente fichaje de Woody Allen— que encuentra en la cultura y la educación el camino idóneo para tener una vida mejor en medio de una sociedad brutalmente dividida. Es la historia real de una joven que descubre que la educación es el mejor camino para la paz y la única vía de libertad para la mujer en el mundo árabe.

«Cuando se dice lo que se piensa, ya es política»

“Cuando se dice lo que se piensa, ya es política”, aseguró el director tras el estreno. “Yo creo que las películas no sólo tienen que ser divertimento, y como director tengo que sentir la responsabilidad de hacer algo no sólo para divertir. No soy político ni estadista, pero me interesaba contar la historia con otro punto de vista, el de esta joven. Es una historia que tenía que ser contada”.

Y la suya es una historia real, inspirada en la novela Miral (2004, publicada este año en España por el sello Espasa) de la periodista, escritora y guionista palestina Rula Jebreal (Haifa, Israel, 1973), según se dice actual compañera sentimental del director. Tanto el libro como el filme cuentan la vida de Jebreal, una joven que sobrevive y prospera en la vida gracias al apoyo de las personas que le rodean.

La novela, y ahora el filme, se hacen eco de la gesta de una mujer que en 1948 encuentra a 55 niños huérfanos abandonados en la calle, en Jerusalén, y decide construir el orfanato Dar-at-Tifel (La casa de los niños) —operativo todavía en la actualidad— que con el tiempo se convierte en un hogar para cientos de niños que han perdido a sus familias, tras la ocupación de Palestina por el ejército israelí.

Confianza en la educación

Miral (la propia Rula Jebreal), cuyo nombre es también el de una flor roja que crece en los márgenes de las carreteras, es sólo una de las niñas que crecerá en este colegio que tiene como principal norma la ciega confianza en el poder de la educación y la cultura como instrumentos para el crecimiento personal y profesional de la mujer en el mundo árabe.

«Las primeras víctimas de cualquier conflicto son los niños y las mujeres»

“Es cierto que las primeras víctimas de cualquier conflicto son los niños y las mujeres, y no hablo sólo de Palestina, sino también de Afganistán, de Iraq, de Kosovo… ―comentó Rula Jebreal―. “En estos países una mujer puede elegir si tiene educación; si no, las opciones que le quedan son casarse por obligación a los 13 años o ser manipulada por los extremistas y los fanáticos religiosos. Por la seguridad de un estado, ¿es mejor tener a mujeres educadas e instruidas, o abandonadas a la ignorancia?” se preguntó.

Miral compagina sus estudios con el voluntariado en campos de refugiados palestinos, donde será testigo directo de la cruel realidad de su país. Es entonces cuando conoce a quien será su novio, un activista político que hará que la joven se debata entre implicarse políticamente en la situación que está viviendo su pueblo, o seguir el camino pacifista que le ha inculcado su profesora.

“La prudencia es nuestra virtud más preciada”, le dice en algún momento del filme a Miral su profesora. Una virtud que la actriz y periodista Rula Jebreal valora hoy más que nunca, ya que gracias a ella ha podido convertirse en la persona que actualmente es. “La historia de Miral no es más que la historia de muchas chicas que hoy están esperando la ayuda de alguien”, comenta Jebreal.

El filme, una producción conjunta de Estados Unidos, Francia, Italia e Israel que completa su reparto con Hiam Abbass, Willem Dafoe, Yasmine Masri y Vanessa Redgrave, acaba con una nueva vida para Miral, que consigue una beca de estudio en Italia, y con la esperanza del pueblo palestino tras la firma de los acuerdos de Oslo en 1993.

Segundos antes de que desfilen por la pantalla los créditos de la película, Julian Schnabel recuerda la imagen histórica del jefe del Estado Mayor del Ejército de Israel, Isaac Rabin, cuando insistía en que se trabajaría por la paz. ¿Qué queda de aquella búsqueda de paz? Ésta es la reflexión que plantea Schnabel a su público, no sin antes lanzar un mensaje de esperanza, dedicando este largometraje a todos aquellos palestinos e israelíes que creen que la paz en Oriente Medio todavía es posible.

 El hecho de que Schnabel sea judío puede dar lugar a polémicas curiosas

A pesar de las buenas intenciones de Schnabel, la reacción inicial de la crítica en la Mostra de Venecia ha sido más bien de rechazo. Mientras que algunos especialistas tacharon la cinta a la salida de la proyección de “pelmazo”, otros reprochan a Schnabel los escasos riesgos que asume, el hecho de retratar a Palestina con brocha gorda y, a pesar de su conocido refinamiento estético, su tendencia a deslizarse hacia el naïf.

Un comentario de la actriz libanesa Yasmine Masri insiste en este punto: “La política no es el estilo del filme. El mensaje es humano, se ha realizado de una forma humana porque el director, Julian Schnabel, es un gran pintor”, había señalado, poco después del rodaje, a M’Sur. No cree que la película pueda recibir críticas por su enfoque político, aunque el hecho de que Schnabel sea judío por supuesto puede dar lugar a polémicas curiosas. “Julian es americano y antes que nada es una persona maravillosa. El filme no da ningún motivo para criticarlo”, añadió Masri.

Finalmente, la productora anunció en Venecia que Miral se está empezando a comercializar ya en Oriente Medio, y que es un objetivo primordial que pueda verse en el mundo árabe. En Israel, de momento, no se verá. “Me hubiera gustado que Obama, Netanyahu y Mazen la hubieran visto antes de iniciar las conversaciones”, comentó el productor Tarak Ben Ammar. “Una película no cambia el mundo, pero sí puede cambiar el ánimo de la gente. Quien no sepa nada de Palestina puede ver de cerca las circunstancias de este pueblo. Queremos seguir creyendo”, apostilló citando al intelectual judío Judah Magnes, “que se puede hacer justicia por los judíos sin ejercer la injusticia sobre los palestinos”.