La zanahoria del jeque
Zineb Elrhazoui
Las muñecas hinchables, sí. El amor, no. Así piensa el muy docto y no menos libidinoso jeque Abdelbari Zemzemi. Obsesionado por el sexo, este muftí marroquí se ha dado a conocer por sus fetuas sobre la masturbación femenina con zanahorias, la utilización de amantes fabricadas con silicona, la necrofilia con la esposa difunta o también la posibilidad de beber alcohol, algo que sólo permite cuando se trata de un antojo de una mujer embarazada. No le parece importar mucho que su obra teológica le haya valido el mote de “Zebzebi” [zeb significa ‘polla’ en magrebí]. No: lo que a él le choca de verdad es que una pareja viva sin casarse.
Cuando Ibtissame Lachgar, cofundadora del Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales (MALI), hablaba en la prensa sobre su día a día con su pareja, no se imaginaba que iba a provocar la ira del jeque doctorado en onanismo. Ella, junto a su compañero, y al igual que muchas parejitas en el reino, lucha contra el qué dirán de la sociedad y se le priva de derechos fundamentales. Alguno tan simple como coger entre los dos una habitación de hotel.
Las muñecas hinchables sí, el amor no. Así piensa el muy docto y no menos libidinoso jeque Abdelbari Zemzemi
El artículo 490 del Código Penal marroquí prevé hasta un año de prisión para toda persona que mantiene relaciones sexuales sin estar casada. “¡Depravados! ¡Descreídos!” bramó Zemzemi en una televisión islamista que emite por internet. Pidió que se les aplicara la sharia.
Desde entonces, Ibtissame recibe decenas de amenazas de muerte, pero no tira la toalla. Simplemente ha calificado al muftí de “tarado” y le ha sugerido que vaya a hacérselo mirar. Hay que añadir, claro, que en la vida real, en las horas que deja libres su ocupación de pareja, ella es psicóloga.
Al diablo los marcianos
Un buen musulmán debe mantener los pies en la tierra. No, no, esto no es únicamente una recomendación de humildad, dado que, como todo el mundo sabe, el islam aplica los textos sagrados al pie de la letra. De manera que el musulmán debe quedarse físicamente en nuestro planeta, sin intentar subir a los cielos, excepto si es para besar a sus setenta vírgenes, en el momento en el que Alá lo decida.
Si bien fracasaron todas las tentativas de vuelo de Abbas Ibn Firnás [también llamado Armen Firman, científico bereber musulmán del siglo IX, conocido por sus experimentos de aviación], la cuestión de la conquista de los espacios se presenta de nuevo a los teólogos musulmanes, desde que esos perros infieles viajan a la Luna y planifican incluso enviar a vivir a las criaturas de Dios a Marte.
Viajar a Marte equivaldría a suicidarse, y el suicidio está rotundamente prohibido en el islam
“¡Esto es haram!” ha declarado, con toda seriedad, el Consejo de Asuntos Islámicos de los Emiratos Árabes Unidos. Viajar al planeta rojo equivaldría a suicidarse, y el suicidio está rotundamente prohibido en el islam. La fetua, recogida por Khaleej Times, el diario anglófono de Dubai, no precisa si los mismos ulemas consideran también suicidios los atentados suicidas, un fenómeno bastante más frecuente en tierras islámicas que los viajes a Marte.
Esto sí que es un enorme obstáculo para la investigación del espacio. Los astronautas son herejes que no escaparán del castigo divino en cuanto dejen atrás la estratosfera. Aunque bien es verdad que muchos emiratíes disponen de los ingresos necesarios para pagarse un billete a Marte, seguramente tienen muchísimo interés en regresar vivos. Si no, seguro que acabaría estallando la guerra de las galaxias. ¿Quién ha dicho que el islam no es una religión con visión de futuro?
Pegarás a tu mujer los sábados
¿Tendremos por fin una policía religiosa en Israel? Un padre de familia ultraortodoxo, oriundo de Petah Tikva, al noreste de Tel Aviv, ha denunciado a la policía porque los agentes le obligaron a subirse a un coche en pleno shabat. Más exactamente, el coche era el medio escogido por las fuerzas del orden para llevarlo a la comisaría, tras haberlo detenido.
¡Esto es una herejía! El devoto señor se indigna y reclama varios cientos de miles de euros a la policía por los daños morales, traumas y pesadillas que sufre desde que ha violado los preceptos del shabat, obligado a ello por hombres de uniforme.
Si bien está prohibido conducir durante el shabat, está totalmente permitido castigar a la mujer de uno
El incidente ocurrió hace algunos meses, y se produjo cuando los vecinos de la ‘víctima’ llamaron a la policía, preocupados por oírle gritar a su mujer durante una violenta pelea conyugal. Los maderos, llegados en un primer momento para calmar un poco los ánimos, decidieron al final que era más recomendable llevar al marido enfadado a la comisaría. Éste, por su parte, se negó a subirse al coche a causa del shabat y propuso caminar hasta las dependencias policiales. La policía, ya exasperada, lo neutralizó mediante un ‘taser’ y lo echó al coche. Hoy, Dios y la Justicia israelí les piden cuentas por sus actos.
La esposa agredida, por su parte, no ha pedido ni un céntimo por sus traumas, dado que, si bien está prohibido conducir durante el shabat, está totalmente permitido castigar a la mujer de uno.
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