Reportaje

Pistolas eléctricas contra el acoso sexual

Imane Rachidi
Imane Rachidi
· 10 minutos
Voluntarios de la brigada contra el acoso sexual (El Cairo, julio 2014) | © Imane Rachidi
Voluntarios de la brigada contra el acoso sexual (El Cairo, julio 2014) | © Imane Rachidi

El Cairo | 2014

“¿Que la han violado? ¡Pues muy bien! No entiendo por qué le seguimos dando tanta importancia al asunto, hay cosas más importantes y esto no es la primera vez que ocurre”.

Así ha opinado la presentadora egipcia Amani al Jaiat, locutora del canal liberal ONTV, sobre un caso de violencia sexual en el país. Varios policías forzaron y violaron a una detenida, pero para ella, aparentemente, era algo tan habitual que ya nadie debería escandalizarse a estas alturas.

Hay quien se escandaliza. Un grupo de voluntarios, chicos y chicas de entre 17 y 25 años, se prepara en un apartamento de una céntrica calle cairota, con los folletos de denuncia en un bolsillo y una pistola eléctrica en el otro para desplegarse en diversas zonas del centro entre las doce del mediodía y las diez de la noche.

Pertenecen a la asociación Shuft Taharrush (‘He visto acoso’), dedicada a recorrer las calles de El Cairo para intervenir cuando ven a una mujer en peligro. Y para asegurarse de que los casos de agresión se denuncien. Visten camisetas con su logotipo, una especie de ojo que simboliza la vigilancia, la voluntad de dar fe y denunciar los delitos. «Las pistolas son para intervenir en caso de que sea necesario. La policía no las ha autorizado pero no nos queda más remedio que recurrir a ellas», dice Mustafa, uno de los voluntarios.

«La policía no ha autorizado la pistolas eléctricas, pero no nos queda más remedio»

Los casos de acoso o violación se han disparado desde la revolución del 25 de enero de 2011, especialmente en grandes concentraciones, manifestaciones y celebraciones de festividades. Uno de los casos más sonados fue el de Lara Logan, reportera de la cadena estadounidense CBS, que sufrió un agresión grave en la plaza Tahrir durante los días de la revuelta que depusieron a Hosni Mubarak. No fue la única periodista extranjera. Peor lo pasan las egipcias: para ellas es una realidad cotidiana, al margen de los cambios políticos.

La lacra se acentúa cuando termina el mes de ramadán. Durante este mes, además de ayunar desde la salida hasta la puesta del sol, los musulmanes deben abstenerse de mantener relaciones sexuales y evitar actos considerados pecado como tener pensamientos indecentes. Se interpreta que las mujeres deben vestir ropa más conservadora para no llamar la atención e “incitar” a los hombres a que rompan esta norma.

Pero cuando termina el mes, especialmente en los tres días de fiesta tras el final, la festividad del ‘Eid al fitr’, es cuando se disparan los casos. Y es cuando los voluntarios se multiplican para concienciar a los ciudadanos e impedir las agresiones con las que se encuentren. «Intervenimos siempre que sea necesario y utilizamos las pistolas eléctricas para protegernos y proteger a las víctimas. Intentamos trabajar en coordinación con la policía, pero eso no es suficiente», explica Fathi Farid, un joven que dirige la sala de operaciones.

«Unos quince jóvenes rodearon el taxi en el que viajaba una señora e intentaron sacarla del coche»

Todos han visto casos. «Unos quince jóvenes rodearon el taxi en el que viajaba una señora e intentaron sacarla del coche. Pretendían violarla en grupo pero nuestros chicos se pegaron al vehículo protegiéndola hasta que llegó la policía», explica Hala Mustafa, otra de las voluntarias de Shuft Taharrush.

Las autoridades egipcias endurecieron a inicios de 2014 las penas de cárcel por agresiones sexuales. En julio, un tribunal cairota condenó a nueve hombres a penas de entre 20 años de prisión y cadena perpetua por agredir sexualmente a varias mujeres en la plaza de Tahrir. Sin embargo, no parece que los acosadores hayan entendido la advertencia.

Así lo muestra la encuesta realizada por Shift Taharrush, que ha sido testigo de más de sesenta casos en los tres días de la festividad del Eid de 2014 sólo en El Cairo y la ciudad de Kafr el Sheij. Según sus datos, el 67 por ciento de las mujeres reconocen sufrir el mismo acoso que antes del endurecimiento de la ley y el 91 por ciento asegura que la sentencia no ha producido efecto en los hombres egipcios. En un informe elaborado para la ocasión, la asociación concluye que la policía necesita formación, entrenamiento y material para hacer frente a esta lacra.

El portavoz del Ministerio del Interior, Ayman Helmi, asegura que tiene constancia de tan sólo seis casos de acoso sexual en el centro de El Cairo, tres de los cuales «alcanzaron lo físico». Helmi añade que un nuevo equipo de la policía, especializado en la lucha contra el acoso, se ha desplegado durante la festividad en los puntos más «sospechosos», como las calles colindantes a Tahrir o las puertas de los cines. Pero no parece ser suficiente.

Tampoco parece haber impactado en la conciencia ciudadana el juicio contra doce hombres acusados de agredir sexualmente a varias mujeres en la plaza Tahrir durante las celebraciones por la investidura del presidente Abdelfatah Sisi a principios de junio de 2014. Los procesados, de entre 16 y 49 años, negaron las acusaciones de violación, acoso, uso de armas blancas, violencia y robo por los ataques contra varias mujeres en esa plaza y sus alrededores.

«Me apartaron de la plaza mediante empujones y después empezaron a desnudarme cortándome la ropa»

«Un chico me dijo que no me fuera de la plaza porque me podían acosar y que esperara un poco, pero de repente, él mismo me empezó a tocar y varios hombres me rodearon en ese momento», recuerda una de las víctimas, madre de cuatro hijos, que pide el anonimato. Ella era una de las cientos de mujeres que acudieron el 8 de junio del año pasado a la plaza Tahrir para celebrar la investidura de Sisi, después de que el militar, artífice del golpe contra el gobierno del islamista Mohamed Morsi, ganara las elecciones presidenciales de mayo.

«Me apartaron de la plaza mediante empujones y después empezaron a desnudarme cortándome la ropa con unos cuchillos, hasta que uno me golpeó en el pie y acabé tirada en el suelo», recuerda la mujer entre lágrimas. Rememora haber estado casi desnuda en una calle colindante con la plaza mientras varios hombres la tocaban «por todo el cuerpo, por delante y por detrás», y le hacían gestos que ella calificó de «indecentes e insinuantes».

Durante la sesión del juicio, al que asiste, exige un veredicto «rápido, justo y sin precedentes» que pueda poner fin a esta lacra en Egipto. Su abogado, Nasha Aga, pide al menos 15 años de cárcel para los agresores.

En 2014 se endurecieron las penas por acoso sexual, pero parece que la ley hecho poco efecto

Un total de diez mujeres, aunque no todas están presentes en la primera sesión del juicio, han presentado denuncias por estos actos, por los que se han abierto cinco causas distintas. En un vídeo publicado en internet días después de estos episodios, se observa como unos policías intentan sacar a una chica que había sido desnudada y golpeada por una multitud en Tahrir. Hatem Said, abogado de las hermanas Ikram y Naglat Ahadar, que fueron víctimas de otro violento caso de acoso el 3 de junio de 2014, muestra su esperanza en que este juicio se resuelva rápido.

Tiene el respaldo del Gobierno. Al Sisi, tras conocer los casos, ordenó dar prioridad a la lucha contra el acoso a las mujeres. Su predecesor interino en el cargo, el magistrado Adli Mansur, había decretado un endurecimiento de las penas contra el acoso sexual.

«Un grupo de chicos las rodeó, las tiraron al suelo y les empezaron a tocar por todo el cuerpo. Hagar, de 19 años, sufrió una fuerte violación porque un chico le introdujo un dedo por la vagina y le causó grandes daños, mientras que otro hombre le apagó un cigarro debajo del ojo», relata el letrado Said. Por su parte, Ikram, quien recibió la visita en el hospital de propio Sisi, continúa en el hospital y tendrá que permanecer ingresada unas tres semanas más, según su abogado.

Los doce acusados, que se enfrentan a una pena máxima de cadena perpetua, son en su mayoría jóvenes, y entre ellos hay incluso un menor. La Fiscalía General, antes de enviar el caso al juez, escuchó a 52 testigos, y remitió a uno de ellos como agresor después de ser identificado por algunas de las víctimas como parte del grupo que la rodeo y acosó en la plaza Tahrir.

Según las investigaciones, los procesados son «criminales» habituales que acuden con frecuencia a la plaza Tahrir en todos los momentos de celebración para aprovechar la muchedumbre y acosar sexualmente. Otra mujer, de 42 años, fue «secuestrada por varios de ellos, que la sacaron de la plaza, la desnudaron para violarla, le pegaron y le hicieron una herida de cinco centímetros en su cuerpo», explicó el fiscal durante la sesión.

«El acoso se ha convertido en algo tan habitual que muchas han aprendido a convivir con ello»

No todos creen en la culpabilidad de los presuntos acosadores. En el exterior del tribunal, familiares de los acusados piden entre lágrimas la liberación de sus hijos o hermanos: aseguran que no habían cometido dichos delitos y que fueron detenidos de forma aleatoria.

Tengan razón o no, lo cierto es que el acoso en Egipto “es algo generalizado; no es un fenómeno que se limite a las personas sin educación», en palabras de la escritora Mansura Ez Eldin. También
el voluntario Mustafa denuncia la pasividad de los ciudadanos en la calle ante los casos de acoso o violencia sexual: «Se han convertido en algo tan habitual que muchas han aprendido a convivir con ello», asegura.

Los coordinadores de Shuft Taharrush denuncian que el acoso sexual llega a afectar al 90 por ciento de las mujeres en Egipto y advierten que el 30 por ciento de ellas lo sufre a diario. En 2013, por las mismas fechas del fin de ramadán, está organización contabilizó 65 casos de acoso sexual en grupo, un dato similar al de 2014.

Por eso, más importantes que las pistolas eléctricas son los folletos que reparten los voluntarios de Shuft Taharrush por las calles, en las que explican por qué hay que denunciar siempre. Lo hacen bajo la mirada sorprendida de muchos viandantes e incluso bajo los insultos de adolescentes que se mofan de su trabajo y les gritan que las mujeres son las que desean ser acosadas.

Una de las voluntarias, que prefiere no dar su nombre, opina que se necesita concienciar a mucha gente y especialmente a los policías porque la mayoría no acude a la llamada de socorro de las víctimas y todavía no es consciente de las dimensiones de este problema. «Lo ven como algo normal, algo que ellos mismos hacen», advierte. Lamenta que la mayoría de las mujeres opten por no denunciar porque «nadie les hará ni caso».

¿Te ha interesado este reportaje?

Puedes ayudarnos a seguir trabajando

Donación únicaQuiero ser socia



manos