Opinión

De Falcone a Di Matteo

Saverio Lodato
Saverio Lodato
· 4 minutos

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El Consejo Superior de la Magistratura (CSM) italiano ha rechazado rotundamente al magistrado Nino Di Matteo, y no ha querido reconocerle los requisitos para que llegue ser vicefiscal nacional antimafia. Requisitos de antigüedad y de especialización que – en teoría – lo hacían destacar definitivamente sobre los tres colegas que han sido preseleccionados en su lugar. Se entiende que ya no es oportuno.

Hace tiempo que la antimafia no es una emergencia nacional. Hace tiempo que a los magistrados sicilianos se les ha vuelto a enviar a ese gueto, del que salieron hace treinta años, para luego pagar con sus vidas, personalidades como Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. El CSM cree que es normal marginar a un magistrado como Nino Di Matteo, culpable de representar la acusación en el proceso que se celebra en Palermo, sobre la Negociación entre Estado-Mafia y la Mafia-Estado, y que se atreve a ver detrás de las rejas no solo a las figuras de Cosa Nostra sino también a otras pertenecientes a las instituciones y a la política. Y no tiene escrúpulos –seguimos hablando del CSM– en aumentar de forma exponencial el aislamiento de quien ya ha coleccionado no una, sino muchas condenas a muerte, advertencias, señales y amenazas indirectas.

Aumenta el aislamiento de quien ya ha coleccionado no una, sino muchas condenas a muerte y advertencias

Hace poco, en nuestro artículo del 18 de marzo El CSM, el asno que cayó dos veces, escribiendo acerca de la decisión que el órgano de autogobierno de la Magistratura iba a tomar, aunque manifestáramos preocupación y escepticismo, esperábamos un giro que todavía parecía posible.

Deseabamos que en el romano Palacio de los Mariscales, sede del CSM, no pasara desapercibido lo delicado que es el “caso Di Matteo” y que pudiera triunfar el sentido común. Entre otras cosas, a la luz de esta última votación, ahora suena casi sarcástica la petición del magistrado de ir a trabajar a cualquier Fiscalía de Italia abandonando Palermo. Cabe sospechar que ahora se ha cerrado el cepo.

Si Di Matteo quiere salvar su propia vida tiene que liberarse del proceso de Palermo. No hay otra manera. Eso traiciona un doble juego del CSM que, si hubiera querido ser coherente hasta el final, no habría debido proponer “afablemente” a Di Matteo que se fuera. El magistrado en cuestión, en una entrevista en respuesta a la decisión del CSM, ha afirmado “amargado” que no tiene ninguna intención de dejar Palermo ni el proceso de la discordia. Llegados a este punto, de poco sirve seguir especulando. Sin embargo hay que subrayar tres elementos de cara a una “memoria futura”, si cabe la expresión, dados los temas que estamos tratando.

Napolitano ha hecho del Consejo de la Magistratura una marioneta de las camarillas políticas romanas

1) Será didáctico y formativo para las nuevas generaciones de magistrados tomar parte en las celebraciones del 23 de mayo y el 19 de julio, cuando una Italia institucional y política desvergonzada recordará el sacrificio de esos mártires de la lucha a la mafia que fueron aislados y deslegitimados, exactamente como le está pasando ahora a Nino Di Matteo.

2) A nadie se le escapan las repercusiones de los deseos expresados acerca de esta materia y de este caso, hasta hace poco, por Giorgio Napolitano, y que han hecho de este CSM una marioneta dependiente de las camarillas políticas romanas.

3) Hay todavía espacio y tiempo, y prerrogativas institucionales, a las cuales puede acudir el actual jefe de Estado italiano, Sergio Mattarella, para suturar una herida tan escandalosa que se parece a una violación de las reglas, de las normas y del sentido común. También para esto sirven los “presidentes de buena voluntad”. Y en Italia ahora se necesitan más que nunca.

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