Toque de queda en Cizre
Karlos Zurutuza
Cizre (Sirnak, Turquía) | Septiembre 2015
“Ciudadanos de Cizre: el toque de queda entrará en vigor en 30 minutos”. La pesadilla volvía a anunciarse a través de la megafonía. Eran las 18:30 en punto del pasado domingo. A los pocos segundos, decenas de chasquidos metálicos daban fe de que tiendas y establecimientos de todo tipo echaban la persiana hasta nuevo aviso. La última vez fueron ocho días, y habían pasado únicamente dos desde aquello.
A las 18:45, Vafi Arkan, farmacéutico local, había dado con un hombre que vendía huevos y fruta desde la trasera de su furgoneta. Esta vez no iba a caer en el error de quedarse sin comida. Luego le asaltaron las dudas.
“¿A dónde voy? ¿A mi casa o a la de unos amigos?”. La segunda opción parecía la más lógica para evitar otros ocho días, o más, de soledad. Además, le daba tiempo de llegar a pesar de los tres kilos de tomates y las dos docenas de huevos con las que cargaba. A las 18:55, empapado en sudor pero ya instalado, Vafi Arkan hacía una última llamada de teléfono a su madre antes de que se cortara la línea. “No se te ocurra salir a la calle”, insistía.
Hizo una última llamada a su madre antes de que se cortara la línea: “No se te ocurra salir a la calle”
Desde el pasado 4 al 11 de septiembre, las fuerzas de Seguridad turcas cercaron esta ciudad kurda de 120.000 habitantes manteniendo un toque de queda de 24 horas. En un principio, fuentes oficiales turcas hablaban de 32 combatientes del PKK mientras que las kurdas apuntan a 23 civiles muertos. El martes 15, el Ministerio del Interior turco reconocía “numerosas” víctimas civiles, si bien “todas habían sido abatidas por el PKK”.
“Ciudadanos de Cizre: el toque de queda es levantado a partir de este momento”. Arkan apenas había podido dormir aquella noche y ya estaba despierto cuando escuchó el nuevo anuncio de los altavoces a las 7 de la mañana del lunes. Antes de salir a la calle, esperó un rato largo desde su balcón a que otros lo hicieran. Luego se dirigió a la Mala Gel, la “Casa del Pueblo”.
Autodefensa
Al igual en el resto de las localidades kurdas del norte y del oeste, la Mala Gel también es el centro neurálgico de la vida en Cizre. El edificio se iba llenando de gente poco a poco, tanto ciudadanos de a pie como ilustres. No podía faltar Leyla Imret, la alcaldesa de Cizre 28 años depuesta el pasado viernes bajo acusaciones “promover el terror” e “incitación al odio”. La acompañaba Nursel Aydogan, parlamentaria del Partido Democrático del Pueblo (HDP) por Diyarbakir. Aydogan reivindicaba el “derecho a la autodefensa” y decía sentirse orgullosa de que dos distritos de su ciudad también estuvieran “bajo control del pueblo”.
Jóvenes kurdos organizados en forma de milicia urbana han llegado a controlar barrios enteros
Poco después, locales y foráneos guardaban silencio para escuchar un manifiesto leído en voz alta por un grupo de jóvenes turcos de Partido Comunista Marxista Leninista –MLKP, uno de entre los muchos gestos de solidaridad recibidos estos días.
La Casa del Pueblo se encuentra en el corazón del barrio de Cudi, uno de los tres distritos que continúan bajo control del Movimiento de la Juventud Revolucionaria y Patriota (YDG-H). Durante las últimas semanas, estos jóvenes kurdos organizados en forma de milicia urbana han dado un golpe de efecto espectacular llegando a controlar barrios enteros por todo el Kurdistán turco. Heval Zilan (“camarada Zilan”) responsable de la YDG-H en Cudi, no vacila a la hora de definir la estrategia del movimiento al que pertenece: “No hay diferencia entre la YDG-H y el PKK, para mí es lo mismo”, explica esta joven de 22 años.
Que el Gobierno ha perdido el control en las calles de Cudi es evidente en la miríada de pintadas en kurdo en paredes desde las que también cuelgan banderas del PKK y, por supuesto, retratos de Abdullah Öcalan. Tampoco se olvida a los últimos “mártires” de Cizre, entre los que se cuentan tres miembros de la YDG-H, un anciano de 75 años abatido por una bala y un bebé de 35 días, fallecido por falta de asistencia médica. A las ambulancias no se les permitió la entrada a la ciudad durante el asedio y, a día de hoy, el hospital sigue cerrado.
La mayoría de los 23 muertos, siempre según fuentes kurdas, cayeron en el vecino barrio de Nur. El grado de destrucción recuerda al de muchas localidades de la vecina Siria, con montones de escombros amontonados en la calle y casas enteras destruidas por el fuego. Una de éstas es la de Hathiye Yokarcik. La anciana camina impotente frente a los restos del lugar donde vivía hasta hace unos días.
“Nos habíamos mudado hace menos de un año, la casa era nueva pero ahora nos hemos quedado en la calle”, lamenta esta kurda de 68 años. “No me atrevo a entrar porque tengo miedo de que la policía haya dejado una bomba trampa dentro”, dice.
Muestra una granada de fusil de 40 mm: “Mi casa está llena de ellas”
Por las redes sociales ha circulado un vídeo que muestra a un policía turco llevando un cilindro con cables, aparentemente un explosivo, mientras es escoltado por sus compañeros durante un tiroteo. Se sospecha que se trata de dejar minadas las casas antes de retirarse. Algo rotundamente desmentido por el gobernador de la provincia de Sirnak, Ali Ihsan Su, en un comunicado: el vídeo, explica el texto, mostraría a un soldado turco desactivando un explosivo colocado bajo un puente por parte de la “organización terrorista separatista”. Es la referencia habitual de las autoridades turcas al PKK, si bien la guerrilla ya ha abandonado oficialmente sus antiguas aspiraciones independentistas.
En la misma calle, la residencia de Abdurrahman Danesh presenta un aspecto parecido. “¿Qué tipo de munición es ésta?”, pregunta, mostrando una granada de fusil de 40 mm. “Mi casa está llena de ellas”, añade este kurdo de 70 años que vivía demasiado cerca del retén de la YDG-H.
Escalofriante es también el estado en el que ha quedado la sala de estar de Ibrahim Dostam. Veía las noticias con su mujer y una de sus hijas cuando un proyectil similar atravesó el tabique e impacto sobre el televisor de plasma, acabando su viaje en dormitorio anexo. Por el agujero de su cocina cabe una persona. En realidad, es muy parecido al que muchos residentes han abierto en sus tabiques para poder recibir ayuda de sus vecinos o, eventualmente, huir. Como en Siria.
Las cifras del conflicto
Un total de 21 muertes civiles en nueve días de toque de queda (4 al 11 de septiembre) es lo que registra el informe del partido HDP, de la izquierda prokurda, realizado la semana pasada. Entre ellos un bebé de 35 días, cuatro niños de 7 a 16 años, seis jóvenes de entre 18 y 28, una madre de familia de 53 años y tres ancianos de entre 60 y 80 años.
Pero esto no fue el principio: entre las elecciones del 7 de junio pasado y el final de agosto, siete ciudadanos murieron por acción de las fuerzas de seguridad en Cizre, señala el informe, entre ellos dos niños de 7 y 10 años.
Por otra parte, según las autoridades, ningún policía ha muerto en las refriegas en Cizre, aunque hubo 11 heridos; la noticia, publicada el 7 de septiembre, de que tres uniformados hubiesen fallecidos en un tiroteo fue rápidamente desmentida por las autoridades.
En total, unos 130 miembros de las fuerzas de seguridad turcas – entre policías, gendarmes y soldados – han muerto en ataques del PKK desde mediados de julio, fecha de la ruptura del alto el fuego que la guerrilla había declarado unilateralmente en marzo de 2013. La mayoría, por minas colocadas en la carretera al paso de un convoy militar y normalmente detonadas por un mando a distancia. Otros muchos, en tiroteos contra cuarteles policiales. La cifra es poco inferior a las bajas de policías y militares (140) en todo el año 2012, el más sangriento de la década.
Más difícil es conocer el total del guerrilleros abatidos. El Gobierno turco ha llegado a hablar de “miles” de miembros del PKK “neutralizados” en tiroteos y bombardeos aéreos. El PKK, por su parte, reconoce medio centenar, en una reciente entrevista en M’Sur.
Ilya U. Topper
Si bien no tan llamativo, el hedor que emana de las carnicerías tras ocho días sin electricidad es otra prueba elocuente del castigo al que se ha sometido a la ciudad. Todavía es demasiado pronto para cuantificar los daños pero Abdulá Dogan aporta cifras casi exactas:
“Calculo que he perdido en torno a las 10.000 liras turcas (algo más de 3000 euros) durante el tiempo que he tenido cerrada la tienda”, dice este propietario de un comercio de flores en el centro de Cizre.
“Intentarán arruinar nuestra vida hasta que nos vayamos de aquí”, añade, escoba en mano. “Ese es su objetivo”.
“Somos el mayor enemigo del Estado turco”
Faysal Sariyildiz | Parlamentario del HDP por la provincia de Sirnak y uno de los responsables políticos más activos durante el cerco de Cizre.
¿A que obedece la escalada de violencia de las últimas semanas contra su pueblo?
El HDP no es sólo la voz de los kurdos sino también la de otros sectores marginados de la sociedad. Ante la demonstración de fuerza de las últimas elecciones, Ankara se ha dado cuenta de que somos un enemigo poderoso, y responde con violencia. El Estado turco sigue enrocado en el modelo de Estado-nación importado de Europa mientras que nosotros abogamos por el Confederalismo Democrático, que es justo lo contrario. Precisamente por esto somos el mayor enemigo del Estado turco.
Muchas otras localidades han optado por la autodefensa pero las Fuerzas de Seguridad parecen haberse cebado especialmente con ustedes.
Cizre no se diferencia culturalmente de otras ciudades pero sí políticamente. Hablamos de uno de los principales bastiones de la resistencia kurda, y por muchas razones. Si lo buscas en un mapa compruebas que se encuentra en el corazón de Kurdistán, a una distancia equidistante de turcos, persas y árabes, por lo que quizás hemos estado más protegidos ante la asimilación. Asimismo, Cizre fue el destino para miles de familias desplazadas en la década de los años 90 tras ser destruidas sus aldeas. A cualquiera que preguntes en la calle te contará historias terribles, por lo que la gente aquí es muy consciente de quién es su enemigo. En este entorno, la movilización del pueblo ha sido quizás mayor que en otros distritos.
El PKK considera el Confederalismo Democrático como una “opción unilateral” si no hay diálogo. Ustedes, sin embargo, hablan de “descentralización”, pero han rechazado un territorio delimitado como «Kurdistán autónomo».
Tanto el HDP como el PKK luchamos contra un sistema nacionalista, pero de formas distintas. Por otra parte, el PKK es un movimiento más homogéneo mientras que dentro del HDP conviven diferentes puntos de vista. De hecho, se discute mucho sobre la cuestión que plantea. Lo que está claro es que el Confederalismo Democrático tal y como lo entendemos en Rojava no es una opción en Turquía porque hablamos de Estados muy distintos. En Siria existe un vacío de poder cada vez mayor por culpa de la guerra pero en el caso de Turquía seguimos pensando que se pueden obtener victorias políticas que ayuden a democratizar el Estado.
¿Cuál es su pronóstico para las elecciones del 1 de noviembre, si es que se celebran?
El HDP no ha cambiado su discurso y la gente lo sabe. Así las cosas, no creo que perdamos votos, sino más bien que los ganaremos. El AKP de Erdogan se encuentra en una posición muy distinta. Ha provocado un conflicto de grandes dimensiones y, por primera vez, familiares de los militares turcos caídos le apuntan como responsable de su muerte.
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