Amos Gitai
«Dos extremistas son la coalición perfecta»
Alejandro Luque
Si en su anterior visita a Sevilla, con motivo de la entrega del premio Honorífico Internacional del SEFF, dejó claro que no le gusta demasiado hablar sobre las controversias que rodean a su país, esta vez no había dudas: Amos Gitai (Haifa, 1950) no sería más afable presentando su último y polémico trabajo, Rabin, the last day. Una cinta fundada sobre una exhaustiva documentación en torno al asesinato del primer ministro israelí Yitzhak Rabin, del que se han cumplido ahora 20 años, y que entonces dio una sacudida al país: que un israelí judío pudiera levantar la mano contra un destacado político de su propio país, por el hecho de que ésta estaba dando pasos hacia un acuerdo con los palestinos, había parecido hasta entonces inverosímil.
La polémica es la marca de fábrica de Gitai, que ha lanzado al público ya una treintena larga de filmes desde 1980: casi una al año, entre ellas algunas tan conocidas como Kadosh (1999), Kippur (2000) o Free Zone (2005).
La situación actual de Israel, ¿es la prueba definitiva del éxito del asesino de Rabin?
Bueno, consiguió matarlo. No sé si se puede llamar a eso “éxito”, supongo que sí…
No solo eso. Me refiero a que ahogó las posibilidades de paz y marcó el devenir de Israel en las últimas dos décadas…
Hizo lo que quería hacer.
¿Hubiera cabido otra reacción por parte del pueblo, una corriente de simpatía que decantara a la masa hacia las posiciones de Rabin?
«A veces, los extremos se ayudan mutuamente, como ocurre en muchos otros sitios»
Es posible. El problema es que Oriente Medio es un conflicto muy, muy complejo. A veces, los extremos se ayudan mutuamente, como ocurre en muchos otros sitios. No olvidemos que en España eligieron a un gobierno porque los radicales pusieron la bomba en la estación de tren de Atocha. No fue el efecto que esperaban. Algunos sectores de los palestinos pusieron bombas, también, en el centro de Tel Aviv. Querían llegar a un resultado, y no lo consiguieron tampoco…
El asesinato de Rabin puso fin a los acuerdos de Oslo, pero, ¿en qué momento se hallaban? ¿No es cierto que estaban ya muy tocados?
Sí, bastante. Como he dicho antes, dos extremistas son la coalición perfecta para que las cosas no funcionen. Los radicales palestinos fundamentalistas, nacionalistas, son el principal aliado de la derecha radical israelí. Ambos juntos eliminan juntos toda perspectiva moderada.
Se ha hablado mucho del papel de Shimon Peres tras el asesinato de Rabin, hay incluso quien lo acusó de cobardía. ¿Cuál es su opinión?
La verdad, es importante en la vida elegir a los amigos y los enemigos. Está muy bien atacar a la izquierda, pero vamos a concentrarnos en quienes realmente fueron responsables.
En su filme apenas comparecen ante la comisión los servicios secretos israelíes, que tanto tendrían que decir, ¿por qué?
«Como espectador, mido el impacto de un filme en el número de grandes preguntas que me deja»
Hay un tipo del servicio secreto que sí aparece. Pero yo también muestro de qué no quiero hablar.
Su película está más hecha de preguntas que de respuestas. ¿Le ha quedado alguna en el tintero?
Siempre pongo preguntas en mis filmes. No me gusta hacer películas lineales o adoctrinadoras, todo lo contario. Como espectador, mido el impacto de un filme en el número de grandes preguntas que me deja. Rechazo las películas herméticas que pretenden estar llenas de respuestas. Es una cuestión personal, puede que otros prefieran lo contrario. Para mí, lo mejor de un filme empieza cuando la proyección ha terminado y empiezas a hacer conexiones con lo que has visto.
Hay un momento en que vemos una pancarta blandida por los enemigos de Rabin, que dice algo así como “no queremos la paz falsa, queremos la paz verdadera”. ¿Sabemos qué tipo de paz era aquélla?
No creo que quieran paz. Solo les gustaba cómo sonaba la palabra, pero la paz de verdad no era lo que buscaban. En la verdadera paz hace falta un nuevo modus vivendi, y para ello, como en las relaciones personales, hay que aceptar al otro, a la otra parte.
Algunos intelectuales israelíes, como el escritor Etgar Keret, han sido objeto de insultos y amenazas por sus posturas críticas hacia Netanyahu y sus políticas. ¿No ha tenido usted miedo nunca?
No tengo miedo, uno tiene que hacer lo que tiene que hacer. En algún momento todo esto acabará.
Lo digo porque el país parece lleno de gente excitada y además, armada…
«Netanyahu está formado por republicanos americanos, y hay muchos modelos en otros países»
Sé la respuesta que quieres que te dé, pero deja que te dé la que yo quiero dar.
Faltaría más. Para terminar, una pregunta sencilla: ¿Está loco Netanyahu?
No, no creo que lo esté. Quizá sea un cínico. Está formado por republicanos americanos, y hay muchos modelos iguales en otros países.
Se lo preguntaba por la perplejidad que ha causado en todo el mundo eso de exculpar a Hitler del Holocausto…
No soy el comentarista de Netanyahu ni de las tonterías que diga.
Disparos contra la esperanza
«Hice esta película en calidad de ciudadano israelí que ama su país», confesó, «pero me siento muy preocupado con la dirección que está tomando mi país con los líderes actuales». Sin embargo, ese patriotismo le llevó a subrayar que «aquí en España comprenderéis bien ciertas cosas por la Inquisición, los dictadores y cómo han dejado huella en la memoria colectiva. Cuando caminas por España, sigues sintiendo vivo parte del espíritu del franquismo, reminiscencias de ese pasado. Lo digo porque a veces es fácil convertir en exótico el conflicto ajeno, pero cada país tiene problemas parecidos».
«Creo que hay personajes políticos como Netanyahu que dan forma al país y cambian su destino, como hizo Tatcher en Inglaterra. Es un deber de quienes amamos el país hacer este tipo de películas». Se refiere, obviamente, a filmes críticos y comprometidos, que tratan de explicar por qué la paz sigue siendo la gran asignatura pendiente en la región.
A pesar de ello, Gitai opina que «la cultura en general, no solo el cine, no es el camino más efectivo para cambiar la realidad. Son tres disparos de una pistola los que lo cambian», agregó. «De todos modos, consideramos que el cine debe posicionarse crítica y políticamente. No solo puede ser la industria del espectáculo. De lo contrario, se convierte en un producto comercial, como vender hamburguesas. En España, sin ir más lejos, ha habido grandes cineastas que han demostrado mucho compromiso político».
El cineasta recordó que estrenó la cinta el 4 de noviembre, coincidiendo con el 20 aniversario del crimen, «en el auditorio de la Orquesta Filarmónica, en Tel Aviv. Hubo una reacción muy fuerte, la gente se conmovió mucho. Entre el público estaba Shimon Peres, así como los personajes centrales de mi país. Netanyahu no estaba, evidentemente», agregó con sorna.
«Cuando escribí el guion, teníamos distintas opciones sobre cómo plantearlo», prosiguió. «No sabíamos si volver hacia atrás, hacia el asesinato, o al revés. Al final elegimos la ruptura del guion, un texto asociativo que viajaba hacia atrás y adelante. Una vez tomamos la decisión de esta estructura, nos planteamos cómo combinar la imagen de archivo con el guion. Y decidí también no encarnar a Rabin o Netanyahu con actores».
Sea como fuere, Gitai asevera que «toda la película está basada en documentación real. Mi trabajo es romper algunas convenciones. Así es un todo, aunque esté llena de fragmentos. Trato de enseñar lo atroces que eran los ataques contra Rabin desde distintos ángulos. Le dijeron que era un colaborador de los árabes, que era esquizofrénico… Desafortunadamente, todo está documentado, fundado en hechos reales. Nuestra labor ha sido más bien de selección y composición», concluyó el director, que no se resigna a que Israel siga sumida en la violencia. «Tenemos que movernos más allá en el diálogo, No es fácil, pero es necesario», apostilló.
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