El mejor surrealista
Nikos Gatsos (s/f) | Fotografía difundida en internetNikos Gatsos debe incluirse, por derecho propio, al movimiento surrealista griego. Pertenece indiscutiblemente, en este marco de la literatura griega contemporánea, a la llamada Generación de los años 30, que, entre muchas otras corrientes literarias (poesía pura, influencia de Eliot y Pound, poesía social) consiguió sacar a la poesía del estancamiento producido por los seguidores de Kariotakis, durante los años 20, y llevar a cabo la adaptación a la lengua griega del movimiento surrealista europeo.
En 1935 publica Andreas Embirikos su libro Ypsikáminos (Altos Hornos), que provocaría el mayor escándalo literario acaecido a lo largo de toda la historia de la literatura griega, por su adscripción formal y evidente al movimiento surrealista.
Las primeras noticias sobre el movimiento habían aparecido en Grecia tardíamente. Estaban contenidas en tres artículos de Dimitris Mentzelos en la revista O Logos (La Palabra) de 1931, que sólo consiguió despertar el interés de muy pocos poetas, especialmente el de Elytis. Así, no debe resultar extraño que, en situación semejante, el libro de Embirikos fuese atacado desde todos los ángulos y posiciones. Por lo demás, el propio Embirikos, en ese mismo año de 1935, pronuncia en Atenas la primera conferencia sobre el surrealismo y organiza en su propia casa la primera exposición de pintura surrealista. Encadenado también al surrealismo, tanto en pintura como en poesía, Nikos Engonópulos realiza su primera aparición en 1938 y 1939 con Prohibido hablar con el conductor y Los clavicordios del silencio, respectivamente.
En efecto, cuando llegamos a 1940, se habían sentado definitivamente las bases de la renovación poética. Sin embargo, a consecuencia de la guerra en Albania contra los italianos, morirá Yorgos Sarandaris; Elytis conocerá la cercanía de la muerte; Theotokás se verá obligado a abandonar la lucha. Tras la invasión alemana, la poesía se desarrolla en la clandestinidad, pero las tertulias ocasionales y los grupos poéticos siguen alimentando la llama de la creación.
Bajo semejantes perspectivas, ya en 1943, aparecen el libro de Nikos Gatsos, Amorgós, y El sol primero de Elytis, al que seguirá El canto heroico y fúnebre por el subteniente caído en Albania. Pero todo ello no es obstáculo para que lo más granado de la producción poética de la Generación se continúe tras la guerra alemana. Libros como Bolívar de Engonópulos, los Diarios de a bordo II y III y El tordo de Seferis, To axion estí, El árbol de la luz y María Nefeli de Elytis, Testimonios de Ritsos, y otros muchos, aparecerán más tarde.
Nikos Gatsos nació en Atenas en 1915. Estudió en la Escuela Filosófica de su Universidad y comenzó a publicar sus primeros poemas en las revistas Nea Estía y Ritmo, sin llegar aún a tener contactos con la vida literaria de la ciudad. En 1936 conoce a Elytis y será desde entonces miembro asiduo de las tertulias literarias de la época, especialmente la del ya desaparecido Café de Lumidis.
Gatsos publicó un solo libro de poemas, Amorgós (1943), vinculado estrechamente al surrealismo y a ciertos tonos de la poesía popular griega. Considerado como uno de los mejores libros surrealistas, influyó decisivamente en una nómina importante de poetas jóvenes.
Con el tiempo, Gatsos publicaría solamente tres poemas: “Elegía» (en la revista Anuarios Filológicos, febrero – marzo de 1946); “El caballero y la muerte» (en la revista Pequeño Cuaderno, enero de 1947) y “Canción del tiempo antiguo» (en el periódico Tachydromos, 2-XI-1963). Su admiración por Federico García Lorca quedó plasmada no sólo en el poema que presentamos, sino también en su traducción de Bodas de sangre, cuya representación teatral consiguió en Grecia formidables éxitos. En adelante, se dedicaría exclusivamente a componer letras de canciones que serían musicadas por compositores de la talla de Theodorakis y Jatzidakis, entre otros. Murió en Atenas en 1992.
[José Antonio Moreno Jurado]