Un regalo de Europa
Uri Avnery
Por mi setenta cumpleaños recibí un regalo de Yitzhak Rabin: después de muchas décadas de negación, firmó el documento que reconocía la existencia del pueblo palestino. También reconoció a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como su representante. Hacía muchos años que yo, de forma casi aislada, pedía esto mismo.
Tres días después, se firmaron los Acuerdos de Oslo en la Casa Blanca.
Esta semana he recibido otro regalo similar en importancia, sin duda como anticipo a mi noventa cumpleaños, para el que faltan menos de dos meses.
Nada menos que una institución como la Unión Europea ha declarado lo que prácticamente es un boicot total a los asentamientos israelíes, 15 años después de que Gush Shalom, la organización a favor de la paz a la que pertenezco, emitiera un llamamiento en pro de tal boicot.
Un amigo me ha mandado un mensaje de una sola palabra: Mabrouk (Felicidades, en árabe)
La Unión Europea ha decidido que ninguna institución o empresa israelí que tenga conexión, ya sea directa o indirecta, con los asentamientos israelíes en Cisjordania, Jerusalén Este o los Altos del Golán recibirá ningún tipo de contrato, subvención, premio o ayudas financieras por parte de la Unión Europea o cualquiera de sus estados miembros. Para asegurar el cumplimiento de estas medidas, todo contrato entre israelíes y la Unión Europea contendrá un párrafo declarando que los asentamientos no son parte de Israel.
Un amigo mío me ha mandado un mensaje consistente en una sola palabra: Mabrouk (Felicidades, en árabe).
Si todo esto suena un poco megalómano, por favor no me lo tengan en cuenta. Es que me siento feliz.
Cuando decidimos organizar nuestro boicot en 1998, teníamos varios objetivos interrelacionados en mente.
Un boicot es un instrumento eminentemente democrático, una forma de resistencia no violenta.
Cada individuo puede decidir por si mismo si se une o no al boicot.
Igualmente, cada uno puede decidirse a boicotear todas las empresas recomendadas en la lista o excluir algunas. Varios de nuestros partidarios se negaron a boicotear los asentamientos del Golán, que consideraban distintos a los demás, algunos se negaron a boicotear a la población de Jerusalén Este. Un famoso artista declaró que era completamente incapaz de vivir sin los excelentes vinos del Golán.
Muchas empresas no están en los asentamientos por ideología sino porque les da tierras gratis
Muchas de las empresas de los asentamientos no están allí por motivos ideológicos, no es el fervor ideológico lo que identifica a los capitalistas, sino porque el gobierno israelí les ha dado tierras (robadas) gratis, así como todo tipo de subvenciones, exenciones de impuestos y otros incentivos. Para una empresa es económicamente rentable vender su costosa sede en Tel Aviv y conseguir tierra gratis en Ariel. Un boicot puede contrarrestar estas ganancias.
Contrariamente a el salir a la calle y formar parte de una manifestación, el no comprar algo en el supermercado es un acto privado. En una manifestación puedes sufrir los efectos del gas lacrimógeno, pueden dispararte con cañones de agua o apalearte. Uno se expone y puede que te incluyan en alguna lista o que incluso te despidan si eres funcionario del gobierno.
Todo el mundo puede hacer boicot. No se necesita formar parte de ninguna organización, firmar ninguna petición, identificarse. Sin embargo, se tiene la satisfacción de estar haciendo algo útil, de acuerdo con nuestras convicciones.
No obstante, nuestro principal objetivo era conceptual. Durante décadas los sucesivos gobiernos israelíes se habían afanado por erradicar la Línea Verde de los mapas y de la mente de los ciudadanos. El propósito principal del boicot era restituir las verdaderas fronteras de Israel en la conciencia colectiva.
Distribuimos miles de copias de la lista con las empresas de los asentamientos, todas atendiendo a peticiones.
El gobierno israelí nos hizo el halago de promulgar una ley especial que penalizaba todos los llamamientos a boicotear los productos de los asentamientos. Cualquier persona que se sintiera perjudicada por un llamamiento de este tipo podía exigir compensaciones ilimitadas, sin la necesidad de demostrar los daños. Esto podía suponer millones de dólares.
Pedimos a la Corte Suprema que derogara esta ley, pero hace años que nos está dando largas, sin duda temerosa de pronunciarse al respecto.
Sin embargo, mientras nosotros estábamos haciendo esto, la Unión Europea hacía lo contrario. Prácticamente ayudaba a financiar los asentamientos, los mismos asentamientos que declaraba ilegales.
De hecho, las nuevas medidas no son nuevas en absoluto. El acuerdo entre la Unión Europea e Israel exime a los productos israelís de las tasas de aduana, del mismo modo que si Israel fuera un país europeo.
Bruselas decidió conscientemente mirar hacia otro lado durante décadas. Ya no
Israel ya participa en la liga de fútbol europea y el festival de Eurovisión, al igual que en otros eventos y organizaciones. Las universidades israelíes reciben enormes subvenciones para la investigación por parte de Europa y participan en proyectos científicos europeos.
Todos estos acuerdos están en principio limitados a Israel propiamente, no se aplican a los asentamientos. Sin embargo, el supergobierno de Bruselas decidió conscientemente mirar hacia otro lado durante décadas.
Lo sé porque yo mismo viajé a Bruselas hace años para protestar contra esta práctica, explicando a comisionados, funcionarios y parlamentarios que estaban de hecho estimulando los asentamientos e induciendo a las compañías a trasladarse allí. Intentaron que comprendiera que simpatizaban con nuestra causa pero que no podían hacer nada, ya que varios países europeos, como Alemania y los Países Bajos, bloqueaban todos los intentos de actuar en contra de los supuestos intereses de Israel.
Parece que han superado este obstáculo. Así que estoy feliz.
En Israel, el gobierno ha recibido la noticia con consternación. Tan solo unos días antes, no habrían podido imaginar que algo así fuera posible.
En Israel, la Unión Europea es objeto de mofa. Seguros, sabiendo que tenemos un control absoluto de la política estadounidense, podemos tratar a la Unión Europea con desprecio a pesar de que es la zona con la que mantenemos mayores lazos comerciales. Una buena parte de las exportaciones israelíes, incluido el equipamiento militar, se dirige a Europa.
Ni uno solo político israelí se ha atrevido a declararse a favor de la decisión europea
En este momento los líderes políticos no caben en sí de furia. Ni uno solo político se ha atrevido a declararse a favor de la decisión europea. La derecha y la izquierda la han condenado igualmente. Binyamin Netanyahu ha declarado que solo Israel puede decidir donde están sus fronteras, y solo a través de negociaciones directas. No importa que él mismo haya obstruido relevantes negociaciones directas durante años.
Naftali Bennett, el ministro de Economía, que da la casualidad de que es también el principal representante de los colonos de los asentamientos, ha rechazado la decisión sin pensárselo dos veces. Hace tan solo unos días, este genio de la política (y “hermano” autoproclamado de Ya’ir Lapid) había anunciado que no había ningún tipo de presión sobre Israel.
El mismo Lapid ha expresado su opinión, según la cual la iniciativa europea es una “decisión lamentable”.
Bennett propone ahora castigar a Europa acabando con todos los proyectos humanitarios de la Unión Europea en Cisjordania. (Recordando el chiste del aristócrata polaco, que viendo como otro noble había molido a palos a su judío, dijo amenazante: “¡Si no paras de apalear a mi judío, apalearé yo al tuyo!”).
Pero el argumento más contundente utilizado por los líderes israelíes es que la decisión europea socava los valientes esfuerzos de John Kerry para iniciar negociaciones entre Israel y las autoridades palestinas.
Es el colmo de la desfachatez. Hace meses que Netanyahu y su gobierno hacen todo lo posible para impedir que el desafortunado Kerry consiga su objetivo. Ahora, están usando lo infructuoso de sus esfuerzos como una estratagema a favor de los asentamientos.
Shelly Yachimovich, del Partido Laborista, oficial “líder de la oposición”, se ha contentado con repetir los llamamientos a la negociación. Ni pizca de crítica a los colonos, por los cuales ha declarado públicamente su simpatía.
Como siempre en este tipo de situaciones, la opinión pública israelí ha comenzado a buscar alguien a quien culpar. Pero no hay nadie a mano.
La decisión de la UE puede ser un gesto proisraelí, puesto que previene un boicot general a Israel
Israel no tiene ministro de Asuntos Exteriores, solo un suplente, que casualmente es uno de los miembros de extrema derecha del parlamento. El último ministro, Avigdor Lieberman, se enfrenta a un juicio por corrupción, y se le está reservando el cargo. Evidentemente Netanyahu cree que ningún juez se atrevería a condenar al temible Lieberman, después de que el fiscal general haya reculado a la hora de acusarlo de los principales cargos.
Sin ministro de Exteriores (oficialmente el primer ministro está ocupando el cargo) y un servicio diplomático desmoralizado, no podía haber nadie que lanzara el aviso.
Algunos sostienen que la decisión tomada por Europa es de hecho un gesto proisraelí, puesto que previene un boicot general a Israel, defendido por un número creciente de personalidades y ONG en todo el mundo. Un boicot a los asentamientos es lo mínimo.
También por lo que respecta a esto, los europeos han adoptado una postura que mis amigos y yo hemos defendido durante años.
Contrariamente a varios israelíes de izquierda, creo que un boicot general a Israel sería contraproducente. Mientras que nuestro boicot está diseñado para aislar a los colonos y abrir una brecha entre ellos y el grueso de la población israelí, un boicot general (llamado BDS, Boicot, Desinversión y Sanciones) podría posicionar a todos los israelíes a favor de los colonos, bajo el venerable eslogan judío “¡Todo el mundo está contra nosotros!”. Esto reforzaría el argumento de que el verdadero objetivo no es cambiar la política israelí, sino aniquilar completamente a Israel.
Seguramente hay buenas razones para apoyar un boicot general, incluyendo el ejemplo histórico del boicot a la Sudáfrica del Apartheid. Pero la situación de Israel es muy diferente.
El término “boicot” se acuñó en 1888, en una situación no muy distinta a la nuestra. Se trataba de dominación extranjera, tierra y colonos.
El boicot tendrá un impacto económico pero el efecto moral es incluso más significativo
En Irlanda, entonces bajo ocupación británica, hubo una hambruna. Charles Boycott, agente de un terrateniente absentista inglés, desalojó a los arrendatarios del lugar, incapaces de pagar las rentas. Un líder nacionalista irlandés hizo un llamamiento a sus paisanos, no para atacar a Boycott físicamente, sino para rechazarlo. Todos sus vecinos dejaron de hacer tratos con él, trabajar para él o hablar con él. Boicot se convirtió en la palabra usada para condenar al ostracismo.
El boicot europeo a los asentamientos y sus partidarios tendrá un impacto económico importante. Nadie sabe todavía de qué dimensión. Pero el efecto moral es incluso más significativo.
Aunque enormes presiones israelí-estadounidenses frustren o pospongan la acción europea, el mazazo moral es devastador.
Nos dice: los asentamientos son ilegales. Son inmorales. Son causantes de enormes injusticias al pueblo palestino. Impiden la paz. Ponen en peligro el mismo futuro de Israel.
¡Gracias Europa!