fascismo
El fascismo, en el sentido estricto de la palabra, es un movimiento político fundado en 1915 en Italia. El término deriva del italiano fascio ( haz, manojo de varas), un antiguo símbolo romano de la autoridad.
Hoy, sin embargo, el adjetivo ‘fascista’ se emplea a menudo para descalificar cualquier ideología considerada extremista o, simplemente, enemiga. Desde la derrota de la Italia fascista en 1943 y la Alemania nazi en 1945, aparentemente ningún movimiento político mayor se ha declarado abiertamente fascista y la palabra se valora hoy casi siempre como insulto.
Los elementos de la ideología fascista se encuentran en numerosos partidos y movimientos a menudo identificados como ‘nacionalistas’. A grandes rasgos se pueden definir como la exaltación de una comunidad percibida como étnica (‘un pueblo’) y sus valores culturales o tradiciones. Estos valores se entienden como fundamentos para establecer normas válidas para toda la población, normas que se impondrán de forma obligatoria, para construir un Estado fuerte, disciplinado y homogéneo.
Según las circunstancias, la exaltación de los valores «nacionales» puede hacerse frente a «otros», es decir minorías étnicas, religiosas o colectivos de inmigrantes, o bien se dirige contra la «pérdida de valores» y reivindica limitaciones a la libertad individual para unir a todos los ciudadanos en una meta nacional común.
Aunque normalmente el fascismo se identifica con la «extrema derecha», no es muy adecuado englobarlo en el conjunto de la derecha, ya que no es una ideología basada en el mantenimiento del reparto económico existente. El fascismo no se entiende como protector de la propiedad privada, ni pretende mantener las estructuras sociales jerárquicas basadas en las grandes fortunas. Se opone al capitalismo y comparte muchos elementos con el sindicalismo, de ahí que atrae a menudo a las masas desfavorecidas.
En su planteamiento original, el fascismo es revolucionario: propone una renovación de la sociedad basándose en lo que define como valores autóctonos, con la meta de desembocar en una sociedad más igualitaria y sujeta a una autoridad fuerte de Estado. Éste erradicaría la criminalidad mediante leyes estrictas, aplicadas con dureza, y se responsabilizaría del bienestar de la población a través de políticas sociales.
Pese a esta orientación, algunos partidos de orientación fascista, como el nacionalsocialista alemán, fueron apoyados por grandes industriales para convertirlos en contrapeso al marxismo.
La asociación del franquismo español con el fascismo sólo es parcialmente correcta. Aunque apoyado inicialmente en el movimiento falangista, que sí defiende una ideología fascista, el franquismo se transformó en un régimen conservador, aliado con la Iglesia Católica y en gran medida perpetuador de las jerarquías sociales.
No se puede ofrecer una lista de los partidos actuales en la órbita fascista, ya que prácticamente todos rechazan este término y lo considerarían una difamación.
Los elementos ideológicos de una renovación social basada en una comunidad étnica concreta (o una que es percibida como tal) se pueden encontrar en algunos partidos europeos, como Romania Mare en Rumanía, Ataka en Bulgaria, Frente Nacional en Francia, Lista Mussolini, Llama Tricolor y Liga Norte en Italia, todos ellos representados en el Parlamento Europeo. Similares planteamientos, combinados con una estética paramilitar, se encuentran en los movimientos Kataeb (Falange) en Líbano, Noua Dreapta en Rumanía, Alianza Nacional Búlgara y Obraz en Serbia. Amanecer Dorado (Chrysi Avyi) en Grecia es hoy uno de los partidos fascistas más fuertes y defiende el uso de las armas para «defender» al ciudadano contra el percibido peligro de la inmigración y el activismo de izquierdas.
También la ideología del MHP turco, el tercer partido del Parlamento, se basa en elementos fascistas, si bien su juramento de bandera se dirige contra ‘el fascismo’. Hasta los años 80 respaldaba acciones armadas y favorecía una estructura paramilitar, aunque hoy no mantiene milicias y evoluciona hacia una visión más religiosa. Su ala juvenil se agrupa en la organización Ülkü Ocaklar («Hogares del idealismo»), cuyo emblema es un lobo. Los ‘idealistas’ se conocen como «Lobos grises» y se saludan con un gesto de mano que imita la cabeza de un lobo.
Un caso llamativo es el partido israelí Israel Beitenu, encabezado por el actual ministro de Exteriores Avigdor Lieberman, que propone expulsar de Israel a la población no judía y a los judíos que discrepen de los principios sionistas. Es el único partido con planteamientos netamente fascistas en el ámbito mediterráneo que ha alcanzado posiciones de poder político.