Yasmine Masri
«Si haces cine, te metes en el dormitorio de la gente»
Ilya U. Topper
Compostela | Abril 2010
Yasmine Masri asegura que no quiere alcanzar el vuelo que la llevará de vuelta a Francia. ¡Ojalá lo cancelen! suspira, mientras toma un amplio desayuno en la cafetería de un hotel en Santiago de Compostela, donde ha sido invitada por la Fundación Araguaney. “Es el único momento del día en que puedo comer todo lo que quiero sin sentirme culpable”, dice al alinear frutas diversas junto al pan con za’atar (tomillo), el desayuno habitual en la costa oriental del Mediterráneo. Dice adorar Santiago y elogia el Festival de cine árabe Amal que se realiza cada octubre.
Esta actriz treintañera, palestina nacida en Líbano y residente en París desde hace una década, cambia con facilidad del inglés al francés y al árabe, a veces en medio de la frase. “En Líbano hablamos mucho inglés porque es la lengua de los negocios. Somos un pueblo que siempre ha viajado. Verás, si se vive en la mar, se viaja. Los fenicios se buscaron la vida así. Cualquier pequeño país de la costa tiene ese carácter, porque se tienen barcos y hay costumbre de recibir a gente de paso”, señala. E insiste en usar el tuteo hasta en francés, idioma en el que no es habitual.
¿Te consideras libanesa?
No hablo sólo de Líbano: también de las partes costeras de Siria y Palestina. Mi madre es egipcia, mi padre palestino. Nací y crecí en Beirut. No en los campos de refugiados porque mi abuela tenía familia en Líbano. Me fui a vivir a Francia cuando tenía 20 años. Empecé a bailar. Luego estuve en la Academia de Bellas Artes, me involucré en proyectos multimedia; era una oportunidad de utilizar las nuevas tecnologías para reflexionar sobre el baile. En París me encontré con Nadine Labaki…
…la directora de Caramel.
Sí, ella estaba escribiendo el filme y allí me vi convertida en actriz..
¿Era tu primera gran película?
Era la primera película en que actué en mi vida.
Y fuiste directamente una de las cinco protagonistas.
Sí, era realmente un privilegio para mí, una gran oportunidad. Fuimos al festival de Cannes y se proyectó en 25 países del mundo, un enorme éxito.
Era una de las pocas películas libanesas que llegó a los cines en España.
Eso ocurre, de hecho, con muchos filmes árabes. Apenas se les ve fuera del mundo árabe. Sobre todo cuando es cine experimental o artístico. Nadie va a verlo. Pero creo que eso está cambiando. Están ocurriendo muchos cambios en el mundo: la globalización, la crisis económica, el 11 de septiembre… Emergen nuevos países, Rusia vuelve, está China… Son cambios que obligan a la gente a preguntarse qué ocurre al otro lado de su casa. La gente tiene ahora más curiosidad que antes, quiere saber, porque ya nada es local. Nadie se puede quedar en casa y cerrar la puerta. La gente quiere saber más de lo que ve en las noticias: quiere saber lo que pasa en el mundo y cómo afectará a su vida.
«Si yo pudiera volver a nacer regresaría al mundo en los años setenta, cuando el mundo era abierto y lúcido»
Según tengo entendido, el cine en Egipto de los setenta tenía mucho más libertad que hoy, cuando se ve restringido por una sociedad cada vez más conservadora.
Lo que dices es cierto. En los setenta, todo el mundo en Egipto hacía cine. Egipto atrajo a todos los talentos árabes, incluso a armenios, italianos, griegos… Era un lugar donde iba todo el mundo a hacer cine y la sociedad era muy abierta. Pero mira ¿qué pasaba en los setenta en todo el mundo? Si yo pudiera volver a nacer regresaría al mundo en los años setenta. Porque en todas partes, el mundo era abierto y lúcido y en comunicación. Incluso en Arabia Saudí, la gente en los setenta ¡llevaba pantalones! En América, todas las revoluciones tuvieron lugar en los setenta. Los setenta eran el momento de estar. Lo que pasó después, desafortunadamente, afectó a todo el planeta. No era sólo Egipto. Pero hoy en Egipto hay 80 millones de personas que tienen más problemas económicos que antes. Porque la economía no mejoró, se tiene menos dinero y eso, en cualquier parte del mundo, significa que la gente tiene menos cultura, menos tiempo para crear. La gente sobrevive para comer, no tiene tiempo para pensar.
¿Han dejado de pensar o piensan de otra manera? A algunos cineastas se les critica por ser demasiado liberales.
Cualquier sociedad ocupada con problemas económicos se vuelve conservadora. Europa pasó por eso: fue conservadora hasta hace 50 años. El problema entre el mundo arabe y Europa es éste: Europa contempla el mundo árabe como si éste llegara 50 años tarde. Europa se compara con el mundo árabe, piensa que los árabes deberian vivir como ellos hoy. Y eso es el mayor error. Porque el mundo árabe atraviesa sus fases. Si la gente se quiere poner el hiyab, que se lo pongan. Si se lo quieren quitar, que se lo quiten. Si quieren tener democracia, su propia democracia, dales el tiempo de construirla. Si tienen problemas económicos y son conservadores, déjales el tiempo de pasar por eso. Yo creo que las sociedades se deberían respetar lo que sucede en todas partes del mundo.
Olvidemos Europa. Hablamos de filmes hechos por cineastas árabes. Tu filme Granadas y Mirra ¿no fue criticado por ser demasiado liberal?
¡Por supuesto! [Masri se emociona] En cualquier sociedad hay vanguardias. Se adelantan 20 años a su sociedad. Son personas que reflexionan sobre la sociedad, que sueñan con el futuro, que imaginan lo que pasará. Como lo que escribió Rousseau, un hombre literato, artista…. Los artistas son quienes hacen la revolución en una sociedad. Es normal: siempre han sido criticados. Claro que Caramel será criticado. Si haces arte, sobre todo cine, hablas de cosas personales. Te arrogas el derecho de meterte en la vida personal de la gente. Tienes que tener mucho respeto, incluso si tienes derecho a criticar. Y la gente tiene derecho a criticarte porque te metes en su vida íntima.
En Caramel…
…nos metemos en el dormitorio de la gente….
…porque tu personaje va a una clínica…
….para rehacerse el himen, sí.
¿La virginidad sigue siendo tan importante en Líbano?
Es una de los temas más importantes en nuestra sociedad. Hablando de temas tan delicados se toca la sensibilidad de la gente. Cuando se hace eso hay que esperarse una reacción que nace del miedo. La gente se siente agredida: tú te metes en mi dormitorio y me hablas de lo que pasa entre mi amor y yo, entre mi hija y yo. Por eso, el cine debería ser muy responsable. Y muy comprometido. No puede ser sólo experimental, el cine se tiene que meter en estas cosas. Pero como artista debes estar preparado para que te critiquen. Nosotros tuvimos éxito: hicimos que la gente viera la película en todas partes y que hablara de ella. Eso es lo que hace el arte. El éxito de una película consiste en hacerte reaccionar, que hables de ella con tu vecino, incluso si tu reacción es negativa. Es tu derecho, lo respeto.
El cine como compromiso…
Eso es lo más importante del cine árabe hoy, pienso: tenemos la responsabilidad de poner las cosas sobre la mesa. Especialmente cuando la política es decepcionante, no sólo en el mundo árabe sino en todo el mundo: no hay ni un solo hombre político hoy en día que no me decepcione. Si la gente está decepcionada con la política, deja que se expresen a través del arte. Si quieren criticar, que critiquen.
¿Personalmente te sientes libre de hacer lo que quieras en el cine?
Hasta ahora he hecho de todo. Mi generación es una nueva generación…
En el filme palestino La sal de este mar hay una historia de amor entre una chica y un chico en la que no hay ni medio beso. El productor me dijo que la familia de la actriz no habría tolerado que se insinuara siquiera un relación. ¿No preocupa esta forma de autocensura?
«Nuestro país está ocupado desde hace 60 años. ¡No podemos pensar en ponernos desnudos ante la cámara y tener sexo!»
No te debería preocupar. Deberías seguir de cerca lo que está pasando: donde estuvimos hace diez años, donde estamos ahora y adónde vamos. Tú miras desde fuera, con ojos europeos. Almodóvar pone a mujeres desnudas. El cine español especialmente está lleno de cuerpos…
No me preocupa que un cineasta no quiera poner un desnudo. Me preocupa que quiera ponerlo y no se atreva.
Si necesitan esa escena, si necesitan ese tipo de películas, las harán. En este momento no es el tema. Sobre todo para el cine palestino. Nuestro país está ocupado desde hace 60 años y estamos luchando, contando nuestras historias. ¡No podemos pensar en ponernos desnudos ante la cámara y tener sexo! Créeme: tenemos mucho sexo en el mundo árabe. Estamos locos por el sexo. La gente piensa que no sabemos como disfrutar de nuestros cuerpos. Pero si has ido allí lo has tenido que ver: se folla en todas partes [Masri se ríe].
Pero a escondidas.
No es a escondidas. Es un estilo de vida. Funciona así; la gente que vive allí lo hace de esa manera. Si hablamos del cine palestino, tenemos prioridades, cosas muy importantes que hacer. El tema del cuerpo vendrá cuando lo necesitemos. Ahora lo que más necesitamos es ser libres. Necesitamos tener derechos humanos. Luego podremos pensar en la presentación del cuerpo en el cine árabe, ¿me explico?
Granadas y Mirra habla precisamente de amor.
Sí. Y puedes sentir la sensualidad entre ella y él, sin ver las escenas de sexo. Hay un beso que para mí es la escena más romántica de filme, ese beso en la prisión: todo lo que te está vetado como ser humano por la prisión, y ellos van más allá y se besan. A una sociedad que está sobreviviendo no le puedes decir “Yo esperaba una escena de sexo y me preocupa….”
No era eso, sino la autocensura…
Te lo digo de broma. Pero incluso en Europa, la primera vez que Brigitte Bardot se desnudó, todo el mundo la criticó, la gente se volvió loca. Y eso vino después de una evolución de la sociedad. Francia ya era una potencia económica, tenía estabilidad política, las mujeres empezaban a pensar en la sexualidad, ya eran libres sexualmente, tomaban la píldora, había aborto… Las cosas ocurrieron en su momento. Para el mundo árabe es lo mismo. La gente empieza a hacer ahora su propia industria de cine. Y verás que hay muchos temas sociales. Cada filme, cada serie de televisión habla de temas sociales, la gente está obsesionada con lo que pasa hoy en la sociedad. Es el momento. Tenemos que respetar este momento.
¿Hay un movimiento de cine pujante?
El problema del cine egipcio hoy es que la mayor parte del dinero se invierte en películas muy comerciales, antes que filmes artísticos o culturales. Pero sucede una cosa buena: la industria de la televisión está en expansión. No sólo en Egipto sino en todo el mundo árabe. Todos los países tienen ahora cinco, seis o siete canales y empiezan a hacer sus propias series de televisión. Todo el mundo ve estas series; incluso ven las teleseries turcas dobladas al árabe, también las mexicanas, latinas… Eso hace que el dinero en la industria televisiva vaya más y más hacia el cine. Las cosas interesantes empiezan a ocurrir allí. ¿Por qué? Porque la cantidad de dinero invertida es grande y el número de producciones es grande. Si tienes un gran número de obras al año empezarás a tener necesariamente calidad. Por la competencia. Es una regla de negocio. Ahora, la evolución real empieza en el lado de la televisión. El cine, creo, seguirá este ejemplo en los próximos años.
¿Las cadenas de TV serán tan críticas como solía ser el cine? Caramel es una cinta que no sólo entretiene sino que critica.
Estrenamos el filme en Egipto y en todos los países árabes y hay muchas películas y muchos cineastas que siguen el ejemplo. Incluso si la sociedad es conservadora, eso no es motivo para los artistas para ser conservadores. Todo lo contrario: en una época en la que la gente es muy conservadora, los artistas critican la sociedad cada vez más. Lo que sucede con la sociedad en Egipto no es motivo para criticar el arte egipcio. ¿Me explico?
Observo que piensas que la socieda avanza, no estás sintiendo un retroceso.
Si hubiera un retroceso sería la primera en criticarlo. No se puede una callar cuando algo equivocado pasa en tu sociedad. Ahora mi rol es apoyar los buenos proyectos.
«Cuando un filme no me gusta, normalmente tiene que ver con la forma de decir las cosas»
¿En qué lengua se escribe los guiones para el cine árabe? Por supuesto, en ningún filme se habla árabe clásico (fus·ha). ¿Existe una literatura cinematográfica en las lenguas árabes vernáculas?
Con ningún guión que yo haya visto nunca, tampoco en inglés o francés, he dicho al actuar exactamente lo que pone en el guión. Nunca dices lo que está escrito.
Coges un guión escrito en árabe fus·ha y lo interpretas en libanés.
Por supuesto. Es lo que hago todo el tiempo.Ocurre con todos los idiomas, ocurre con directores excelentes. No tiene nada que ver con lo profesional que sea la película. No se puede decir lo que se escribe, hay una distancia entre ambas cosas. Cuando la palabra tiene que saltar del papel a tu cerebro, atravesar tus sentimientos y salir finalmente por tu boca… [Masri cambia del inglés al francés] …hay todo un camino, no saldrá igual, es imposible. Yo no podría sentirla. Cuando un filme no me gusta, normalmente tiene que ver con la forma de decir las cosas, con el texto. Hay que personalizar las palabras. Nunca puedo repetir una palabra de la misma manera que está escrita. Nunca. Eso es el trabajo del actor.
En el cine árabe, el trabajo del actor incluye, pues, un cambio de idioma…
Es un tema delicado, porque en la comedia, a veces, los chistes [vuelve a hablar en inglés] tienen un código cultural, se hacen por cómo se pronuncia una palabra. Y en ese caso una se siente con el director y lo ensaya; el director te dice “quiero que digas eso de esa forma”. Se ensaya qué acento hay que usar. Pero nunca se escribir la música de una palabra, y se trata de la música. Todo eso ocurre en los ensayos. Yo nunca me río cuando leo un chiste ¿tú te ríes leyendo? Yo me río cuando alguien me lo cuenta. De la misma manera que hay cosas que no se pueden decir, que sólo se pueden escribir. Por eso, un guión es muy importante. Un guión tiene que hacer que te enamores de la película. Tiene que enseñarte todo el potencial que hay en la película, lo que tú puedes aportarle. Un guión que no esté bien escrito hiere la película.
Tu próxima película, Miral, habla de Palestina: de los años treinta hasta el proceso de Oslo en los noventa. Seguramente hay un mensaje muy político.
No hay nada en el mundo que no tenga mensaje político. Pero la política no es el estilo del filme. El mensaje es humano, se ha realizado de una forma humana porque el director, Julian Schnabel, es un gran pintor. Todas sus películas son impresionantes, todas son historias reales, humanas. Por primera vez verás Palestina contada de una forma humana, y lo político vendrá como resultado. Aunque cualquier ser humano tiene suficiente inteligencia como para ver lo político que acaba apareciendo.
¿Crees que tendrá repercusión el hecho de que Julian Schnabel sea judío?
Seguro. Cualquiera puede utilizar la nacionalidad de un artista contra su trabajo. Julian es americano y antes que nada es una persona maravillosa. Será muy difícil criticar esta película, créeme. Porque el filme no da ningún motivo para criticarlo. Tienes derecho a que no te guste, pero es sobre personas y habla de personas.
«Hay muchísimos israelíes que luchan con nosotros, pero eso no significa que yo pueda trabajar ahora con un cineasta israelí.»
Si encontrases un cineasta israelí que hiciera una película interesante sobre Palestina ¿tendrías problema en trabajar con él o ella?
Yo no trabajo con cineastas israelíes. No.
Ni siquiera si se tratase de una película comprometida con tu visión?
Apoyo a muchos artistas que no soportan el proyecto israelí sionista. Hay muchísimos israelíes y judíos en el mundo que luchan con nosotros contra el gobierno israelí. Nosotros respetamos lo que están haciendo, colaboramos y nos apoyamos mutuamente. Pero eso no significa que yo pueda trabajar ahora con un cineasta israelí. Porque en este momento, nuestros países están en guerra. Y nuestra responsabilidad es hacer cambiar nuestros Gobiernos. Hasta que ese cambio no se produzca no podemos trabajar en nombre de nuestros países. Si eres israelí y haces una película israelí tienes que aceptar financiación del Gobierno israelí para rodarla. Si tu película va a un festival, representará allí el Gobierno israelí. Y yo no puedo apoyar eso porque el Gobierno israelí no respeta a mi pueblo, a mi país, mi historia, no me respeta como ser humano. No puedo colaborar con él en una película. Pero decididamente apoyo a cualquier artista israelí que hoy día tenga el coraje de criticar los intereses del gobierno israelí. Decididamente.
Es una opinión política clara.
Hay que ser claro. No tenemos tiempo para estar en una zona gris. Hemos estado ocupado durante 60 años, y es mucho.
¿Eres también optimista respecto a que en 2011 se pueda declarar un Estado palestino?
Me da igual tener un Estado palestino o no. Lo que me importa es que se respeten los derechos de mi pueblo. Me da igual si hay un gobierno o dos o tres o cuatro, o medio gobierno. Lo que me importa es que a cualquier persona palestina se le respete, que tenga sus derechos.
Siendo una actriz palestina, ¿cansa tener que responder siempre a preguntas sobre política?
Los artistas son quienes observan la sociedad y hablan en su nombre. No creo que una pueda hacer nada sin… sin manifestarse. Hay que adoptar una postura; en eso consiste ser artista. Si una se posiciona respecto a la sociedad, una se compromete políticamente y humanamente.