¿Terrorista o Libertador?
Irene Savio
Leyendo recientemente un artículo sobre la Primera Guerra Mundial, incurrí en la última pelea por la historia. Algo recurrente, diríase. La historia es fruto de lo que cuenta un narrador que es un ser humano pensante y con ideas, ya sea éste un cronista, historiador o académico, que difícilmente es ajeno al entorno que lo rodea. Lo interesante es que, en este caso, quien había caído en la mira de la enésima diatriba histórica era el personaje al que se responsabiliza por el inicio de aquel gran conflicto que cambió para siempre el siglo XX: Gavrilo Princip. Y que, además, en el debate afloraban y se repetían muchas de las aún irresueltas tensiones en la región en la que nació Princip, los Balcanes.
Princip era, según algunos, un asesino extremista y ultranacionalista —o incluso, un terrorista “precontemporáneo”—, que mató sin piedad al archiduque Franz Ferdinand, heredero del imperio austrohúngaro, y a su esposa, Sofía Chotek. Otros, sin embargo, discrepan con uñas y dientes de esta versión. Como Serbia. O, al menos, como su clase gobernante, que el pasado 28 de junio se negó a participar en la conmemoración de la muerte de Ferdinand en Sarajevo, tal como también ocurrió con los líderes serbobosnios, quienes tampoco acudieron al evento y celebraron uno paralelo.
«Un acto de liberación será presentado como un acto terrorista», me escribieron desde la presidencia de Serbia
Así fue que le escribí a la oficina de Tomislav Nikolić, el actual presidente de Serbia y quien, como el primer ministro, Aleksandar Vucic, había hecho público su desplante. La respuesta llegó inmediatamente, pocas horas después, a través de un email no firmado proveniente de la oficina de Nikolić —cuyo remitente no se identificó, a pesar de mi insistencia, tampoco en nuestros sucesivos intercambios de correos—, con palabras secas, directas y sin muchos vuelos. Aquí los fragmentos más relevantes:
Es cierto que ni el presidente serbio, ni el primer ministro, representantes del gobierno, académicos o expertos, participarán en las conmemoraciones en Sarajevo.
La conmemoración es un intento de cambiar los hechos que llevaron a la guerra. En breve, un acto de liberación será presentado como un acto terrorista.
Usted probablemente sabe que el imperio austrohúngaro anexionó a Bosnia cuando allí vivían serbios, serbios musulmanes, croatas y turcos. Y que el asesinato del príncipe Ferdinand y de su mujer fue planificado por una organización secreta de liberación de Bosnia. Pero el imperio austrohúngaro, con el apoyo de Alemania, culpó a Serbia.
Según la versión serbia, Princip no era un extremista pues Bosnia había sido de ocupada por el Imperio austrohúngaro
En síntesis, según la versión serbia, Princip no era un extremista pues la provincia otomana de Bosnia había sido de ocupada de facto por el Imperio austrohúngaro en 1878, mediante el Tratado de Berlín, y luego anexionada en 1908, durante la llamada crisis bosnia. Y, además, Princip no era un títere de Serbia pues pertenecía a «Mlada Bosna» (Joven Bosnia), organización revolucionaria formada predominantemente por jóvenes universitarios serbios, musulmanes y croatas.
El problema, según los detractores de esta versión, es que Mlada Bosnia recibió apoyo —presuntamente incluso en la preparación del atentado contra Ferdinand— de Crna Ruka (Mano Negra), apodo de Unificación o Muerte, una organización paramilitar supuestamente ligada a los poderes fácticos de Serbia. Supuestamente, insisto, pues no hay consenso unánime en la comunidad de historiadores.
De ahí la argumentación de analistas como el serbio Radoslav Gacinov, del Instituto de Estudios Políticos de Belgrado, que “el imperio austrohúngaro se anexionó ilegalmente Bosnia en contra de la voluntad del pueblo bosnio”, lo que llevó a que en esos años a que “grupos de jóvenes decidiesen agruparse en organizaciones para derrocar a ese despótico régimen” impuesto en Bosnia por los austrohúngaros. “El disparo de Princip se dirigía contra un tirano”, recalca Gacinov.
Por el contrario, otros, como Fedzad Forto, editor de la agencia bosnia FENA, discrepan totalmente de esta tesis y creen que Princip era un “terrorista”. “Las consecuencias de las acciones de Princip fueron muy negativas para Bosnia. Bosnia dejó de existir dentro de Yugoslavia”, explicó Forto a la BBC, en un artículo https://www.bbc.com/news/world-europe-28033613 cuyo título también dejaba poco margen al debate: “Gavrilo Princip: los serbobosnios recuerdan a un asesino”.
«Para los serbios, Princip sigue siendo un libertador nacional, mientras para el resto de la ex Yugoslavia no”
Nenad Sebek —que contacté para tener una visión externa, al ser director ejecutivo del Centro para la Democracia y la Reconciliación en el Sudeste de Europa—, cree que una evidencia es que, antes de la caída de Yugoslavia, había en los Balcanes un discurso único y favorable hacia Princip, que ya no existe a causa de las guerras balcánicas de los 90. “Desde la caída de Yugoslavia, se ha distanciado la opinión de los estados exyugoslavos sobre Princip. Para los serbios, sigue siendo un libertador nacional, mientras para el resto no es para nada así”, me dijo Sebek, quien recientemente ha estudiado el manejo del discurso histórico en los libros escolares que se usan en la región.
Que los viejos rencores no se hayan sanado aún lo demuestra el hecho que el debate sobre la conmemoración en Sarajevo fue incluso más allá de Princip. Nikolić y Vucic, presidente y primer ministro serbio, se molestaron también por una placa en memoria de los ataques serbios sobre Sarajevo. Más aún que esta fue colocada en el edificio sarajevita de Vijećnica, sede del viejo ayuntamiento de Sarajevo y biblioteca nacional. Allí donde se llevó a cabo el principal evento de las celebraciones —financiadas en parte por Austria— en memoria de la muerte de Ferdinand: un concierto de la orquesta filarmónica de Viena. “No puedo encontrarme al lado de un lámina en donde nos tachan de agresores fascistas”, replicó Vucic.
Así, en círculo vicioso, la Historia sigue riéndose de nosotros.
Especial para M’Sur