Hamid Bouchnak
«Falta el abrazo entre músicos españoles y marroquíes»
Alejandro Luque
La semana pasada, la Fundación Tres Culturas en Sevilla acogió un recital de Hamid Bouchnak (Uxda, 1969), un cantante que irrumpió como un soplo de aire fresco en el panorama de la música popular marroquí, y que hoy es una referencia en ese campo en el que se funden los sonidos modernos con el acervo del país.
Tras separarse en 1992 de sus tres hermanos ―con los que llevaba actuando desde los cinco años― con el disco Ana Ghadi, Hamid emprendió una carrera en solitario que fue concretándose y creciendo con títulos como Marocan’ Rock, Ya Bent Ennas o A Shebba. Pero fue el éxito Allez Allez, un tema dedicado a la selección marroquí de fútbol, la que le hizo conquistar el corazón del gran público.
Su disco Moussem coincide en 2004 con un cambio de imagen ―cabeza cubierta, gafas de sol, colorido en el vestir―, después del cual inaugura una nueva etapa de colaboraciones con artistas como Malek, El Hajja Hadaouia, Cheba Maria o Lyrics Attitude. Su último material original hasta la fecha, Hamid, data de 2008.
De edad imposible de calcular, afable y sonriente, Hamid Bouchnak muestra en las entrevistas su lado más sereno y reflexivo, para convertirse en pura energía apenas pone los pies sobre el escenario. Su recital en Sevilla contó además con numerosos inmigrantes marroquíes procedentes de los cercanos campos de fresa de Huelva, de modo que músicos y público compartieron una noche tan festiva como emocionante. Pero antes del recital conversó un rato con M’Sur.
Pertenece usted a una familia de músicos árabo-andalusíes. ¿Qué conserva de esa herencia?
¡Todo! Mi padre fue un gran maestro de esa música, y sus hijos fuimos acunados con esas canciones, en un ambiente familiar donde siempre se nos cantaba granate, composiciones que como su nombre indica son originarias de Granada. Y mi madre estaba, por su parte, enamorada de todo el folclore marroquí, de la música gnawa. De ahí surgió el estilo Bouchnak. Ésa ha sido desde siempre nuestra inspiración.
En alguno de sus clips, vemos que conjuga una imagen de modernidad, mezclada con elementos tradicionales de Marruecos…
¿Qué clip, por ejemplo?
Bueno, el de Bambara o Moussem. Me preguntaba si quiere ofrecer un reflejo de la situación actual de Marruecos, ese equilibrio entre lo nuevo y lo antiguo…
Sin duda, Marruecos está en ese camino hacia lo moderno, es ya un destino. Pero en la música sigue siendo importante no olvidar la raíz de las cosas, conjugada como dices con esa modernidad. Aunque resulte paradójico, es la manera que tenemos de universalizar nuestro trabajo.
En su carrera hubo un golpe de timón a finales de los 90, cuando obtuvo la nacionalidad francesa. ¿De qué modo cambió a Hamid Bouchnak este hecho?
Creo que no hubo cambios ni en el estilo ni en los ritmos. Sí lo hubo de look, y también fue importante porque me profesionalicé. El entorno artístico también ejerce una influencia, y es muy distinto ver las cosas desde Marruecos que estar en Europa, el enfoque cambia necesariamente. Hay muchas cosas que se ganan en un país como Francia: la idea de los derechos del artista, por ejemplo. Eso es muy positivo.
¿Y perdió algo en el camino?
No, no se pierde nada. Yo siempre estoy encantado de jugar en casa, en el Mediterráneo. Ahora estoy en Sevilla y siento lo mismo, una intensa familiaridad. Y al mismo tiempo una gran excitación, porque esta noche [por el pasado jueves] voy a conocer al público español, pero ellos también van a conocer a Hamid Bouchnak…
¿Por qué cree que la música marroquí es tan desconocida en España, siendo dos países tan próximos geográficamente?
Algo estamos haciendo mal, evidentemente. Se promueve mucho más la música europea. Incluso en Marruecos, ¿eh?, el país no mediatiza lo suficiente a sus propios artistas.
Lo extraño es que, más allá del mercado, haya tan poca colaboración entre los músicos.
Sí, es lo que te decía antes, yo llego a España y no me siento en absoluto alejado de mi país. Hasta el aire que respiro es el mismo. En el terreno artístico, es verdad que veo que vienen muchos músicos españoles a festivales marroquíes, pero hace falta mezclarnos más. Falta ese abrazo, y es una pena. Y sólo si llegamos a él podremos decir que estamos verdaderamente cerca. Yo soy fan de una cantante española, Clara Montes, y francamente espero hacer algo con ella algún día. Me gusta mucho lo que hace, y siento que artísticamente se parece mucho a mí. Espero que llegue esa colaboración, al menos una vez en mi carrera, y que marquemos bien nuestro lugar geográfico, que es el Mediterráneo. Nuestra música es cálida, tiene el sol dentro
¿Qué lleva Hamid Bouchnak en el casete del coche, en el i-pod?
En el coche, siempre dejo que suene la radio. Y cuando escucho música en serio, bueno, echo mano de una gran discoteca, tengo de todo, música tradicional y música de hoy, incluso de países que nunca he visitado. Para mí, disponer de ese material es como para un escritor poder leer muchos libros. Y cualquier música me vale: cada una tiene su carácter, no hay ninguna que no me aporte algo.
Ya que estamos en pleno Mundial, ¿grabar el himno oficioso de una selección de fútbol, como hizo usted con la de Marruecos, puede ser uno de las mayores éxitos para un artista?
Bueno, el equipo de Marruecos no está clasificado esta vez, pero sí, recuerdo que cantaban mi canción en todos los estadios… Por suerte, aunque los equipos no pasen de fase, las canciones siguen sonando…
Estaba pensando que tantas miles de personas cantando su canción dan un gran poder, no sé si comparable al de un político.
Recuerdo que, para escribir esa canción, me fui a distintos campos de fútbol, pegué la oreja aquí y allá, me dejé inspirar por el ambiente. Y después me tocó encerrarme. Quería recrear algo festivo, deportivo, pero en cuanto a la política… Creo que no deben mezclarse unas cosas y otras. Un artista no busca votos, crea música para que lo escuchen, para que compren sus discos, vayan a sus conciertos, se lo descarguen, pero el político siempre va buscando otras cosas. Se planta en un estadio lleno y cree que todos han venido a verlo a él…
¿No cree entonces en que las canciones puedan cambiar, si no el mundo, sí algunas cosas?
¡Por supuesto! Hay muchas que cambian muchas cosas. Una canción de tres minutos puede ser mejor que un discurso de tres horas. La música hace inteligible el mensaje, como el propio deporte, el cine, los libros, la pintura. Todo el arte, desde el primero al séptimo, es útil para hacer circular las ideas y para incidir en la realidad. Es un idioma internacional, universal. Hay gente que vendrá a verme y que, sin entender el árabe, sabrá de qué familia procedo, cuál es mi visión del mundo, cómo son mis sueños. La canción es además el utensilio más parecido a un medio de transporte, no sólo en el espacio, sino también en el tiempo. Te lleva a cualquier parte más rápido que un ordenador.