Mil caras de cristianos en Turquia
por De LamadridComunidad caldea
Domingo. El alba extiende perezosa sus rayos matinales sobre los tejados de Estambul, los rollizos gatos y los últimos jóvenes se recogen de la marcha nocturna mientras suena la llamada del muecín a la primera oración del día. Algunas horas después, cuando felinos y crápulas estén durmiendo como benditos, comenzarán a tocar a misa las campanas de las iglesias. Domingo, el día sagrado de los cristianos y la jornada de asueto semanal en Turquía.
Aunque su familia es religiosa, el armenio Garen no cree en dios y considera a la comunidad armenia “muy conservadora”. ¿Te casarías con una chica musulmana?. “¿Por qué no?”, responde sin miedo. “Nadie ha sido nunca racista conmigo, sí que me hacen muchas preguntas cuando digo que soy armenio, pero esto no es racismo, es simple ignorancia —reconoce—. El problema son también las mentiras que se enseñan a los jóvenes en la escuela, en las que se muestran a los armenios como enemigos”. En Turquía viven unos 60.000 turcos de origen armenio a los que hay que sumar varias decenas de miles de emigrantes llegados desde Armenia y el Caúcaso en busca de un futuro mejor.
Igual ocurre con la minoría griega, que tiene sus propias escuelas privadas. Entre las viejas casas del antiguo barrio griego se alza majestuosa la estructura del Liceo Griego de Fener desde 1881. Su interior acoge apenas a unos sesenta estudiantes ya que, según el Tratado de Lausana —que dio nacimiento a la república turca en 1923—, sólo pueden estudiar en él niños y niñas griegos.
De los 1.000 integrantes de la comunidad caldea de Turquía, casi la mitad se reúne cada domingo en una pequeña capilla subterránea de la iglesia de San Antonio en la calle Istiklal. La misa, sobrecogedora, es cantada por un coro de jóvenes, acompañados por un violín y una guitarra, en lengua caldea, una variante moderna del arameo. Muchas mujeres van cubiertas con un velo de gasa negro, “como manda la tradición”; las jóvenes acuden a la Iglesia en minifalda y con varias capas de maquillaje.
[Andrés Mourenza [Extracto del prólogo para le exposición ‘Los otros’]