De lo divino y lo humano
Alejandro Luque
Juan José Téllez
Paco de Lucía. El hijo de la portuguesa
Género: Ensayo
Editorial: Planeta
Páginas: 488
ISBN: 978-84-0813-675-0
Precio: 20,90 €
Año: 2015
Idioma original: castellano
Después de una larga trayectoria ejerciendo el periodismo y ensayando una narrativa seria y ambiciosa, Juan José Téllez ha escrito su mejor reportaje y una novela sublime en el mismo libro. Es su mejor reportaje porque El hijo de la portuguesa es la concreción definitiva de un trabajo que Téllez empezó hace más de veinte años con Retrato de familia con guitarra y siguió con Paco de Lucía en vivo: un ‘work in progress’ que solo ha encontrado su punto final con la inesperada muerte del genio en una remota playa mexicana. Y es una novela inmensa porque resulta difícil encontrar un personaje más imponente, una vida más extrema en todo, en el drama y en la gloria, en la belleza y el dolor. En lo divino y lo humano.
Si España no fuera un país tan peculiar –digámoslo así, pero muy claro– la figura de Paco de Lucía, renovador del flamenco y agitador clave de las músicas del mundo en el siglo XX, sería estudiado en las escuelas y cualquier ciudadano de a pie tendría nociones básicas de su vida y obra.
Por eso, aunque el libro de Téllez no abunda en revelaciones para iniciados, se antoja un pormenorizado manual para adentrarse en su mundo. Ahí encontrarán la historia de un músico que, desde la miseria más desoladora, llegó a recoger aplausos en los teatros más prestigiosos y se ganó la veneración de todos sus compañeros, incluidos los ajenos al flamenco. Hallarán la crónica de una evolución única, que tiene como hito crucial lo que alguien llamó la conjunción de Urano con Saturno, su encuentro con Camarón de la Isla, pero que siguió con otras felices alianzas como las de su sexteto, John McLaughlin o Chick Corea.
Si España no fuera un país tan peculiar Paco de Lucía sería estudiado en las escuelas
La peripecia vital de Paco de Lucía está también jalonada de momentos trágicos, que humanizan al personaje solo para hacerlo aún más grande. Su propia lucha con el instrumento de sus entretelas y de sus pesadillas es épica, como la que libró contra mil mezquindades: la calumnia que se levantó contra él tras la muerte de Camarón, acusándole de apropiaciones indebidas, los viejos pleitos con los popes de la guitarra clásica y los dueños de las llaves del Teatro Real, la paliza que recibió en Madrid a manos de unos energúmenos, merced a unas declaraciones en las que, refiriéndose al toque de guitarra, sentenció aquello de “la izquierda piensa, la derecha ejecuta”… O aquel cartel que iba a compartir con Plácido Domingo y Julio Iglesias, del que se cayó como una reivindicación de la dignidad de lo jondo al ver cómo su nombre figuraba en letras mucho más pequeñas que las otras figuras.
La pluma literaria de Téllez aporta riqueza y elegancia, la periodística agilidad y pericia para organizar el ingente material que nutre el volumen, entre pesquisas varias, entrevistas, críticas de conciertos y discos, referencias bibliográficas y un sinfín de datos adicionales. Lo mejor es sin duda el testimonio del propio Paco, que en no pocos momentos estremece al lector con su mezcla de sencillez y profundidad. Es la voz del hombre que logró algo muy hermoso y muy difícil: que a partir de él, cualquiera que osara despreciar el flamenco quedara como un cretino.
Esto no quiere decir que el ensayo sea perfecto. Se dan numerosas repeticiones, se citan demasiados nombres de escasa relevancia, se abusa a veces del adjetivo elogioso –probablemente para apaciguar las conocidas susceptibilidades del mundillo– y se detectan algunas contadas, intrascendentes erratas. El resultado final, sin embargo, es en su conjunto magnífico: se lee con fruición y proporciona un retrato fiel del personaje central y de su imaginario. Alguna vez Téllez ha comentado que vendrán más aproximaciones biográficas del llorado maestro, y seguramente será así. De momento, esta que nos ocupa deja el listón muy alto, y quedará como referencia ineludible para futuros empeños.
Pero lo que más sorprende y regocija de este libro es el hecho de sentir que el legado de Francisco Sánchez Gomes no solo está vivo en sus discos, sino también en las innumerables preguntas que planteó, en las controversias que sigue suscitando. Paco de Lucía se fue dejándonos tarea para mucho rato. El hijo de la portuguesa puede leerse, también, como un breviario del apasionante misterio que representa.
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