El caso del soldado A
Uri Avnery
Parece que ya se ha dicho, escrito, proclamado, afirmado y negado todo lo posible sobre el incidente que está sacudiendo Israel.
Todo, excepto el punto principal.
El incidente gira en torno al “soldado de Hebron”. La censura militar no permite que sea llamado por su nombre. Podemos referirnos a él como “soldado A”.
Ocurrió en el barrio de Tel Rumeida, situado en la ciudad ocupada de Cisjordania al sur de Hebrón, donde un grupo de colonos de hiperextrema derecha viven en medio de unos 160.000 palestinos y están fuertemente protegidos por el Ejército israelí. Abundan los incidentes violentos.
El soldado A apareció en la escena, se acercó al asaltante herido y le pegó un tiro en la cabeza
En el día en cuestión, dos palestinos locales atacaron algunos soldados con cuchillos. A ambos los dispararon en el momento. Uno de ellos murió y el otro fue gravemente herido y estaba tirado por el suelo.
El lugar estaba lleno de gente. Los médicos estaban atendiendo al soldado herido (pero no al palestino), varios oficiales y soldados le rodeaban, junto a algunos de los colonos.
Después de seis minutos, el soldado A apareció en la escena. Miró a su alrededor durante cuatro minutos, se acercó al asaltante herido y fríamente le pegó un tiro en la cabeza, desde cerca. De hecho, la autopsia mostró que fue el disparó lo que acabó con la vida del palestino.
Como colofón final, el clip de video muestra un apretón de manos entre el soldado A y uno de los colonos, el infame Baruch Marzel, dirigente de la formación ilegalizada del fallecido Meir Kahane, quien fue calificado por el Tribunal Supremo como un fascista.
Hasta aquí, no hay ninguna duda sobre lo que ha ocurrido. Por una simple razón: todo el incidente fue grabado en video por un hombre palestino de la zona desde muy cerca. El grupo israelí de derechos humanos B’Tselem ha proporcionado cámaras a muchos palestinos justo para este tipo de situaciones.
Muchos políticos creen que “no se le debe permitir a un terrorista seguir con vida” después de un ataque
(B’Tselem es un nombre bíblico y significa ‘a su imagen’. Según la Génesis 2, Dios creó al ser humano “a su imagen y semejanza”. Este es uno de los versos más humanos de la Biblia, que viene a decir que todos los seres humanos, sin distinción alguna, son creados a imagen de Dios.)
La cámara juega un papel central en este incidente. En la actual intifada, a muchos agresores árabes se les ha matado en incidentes de este tipo. Hay una fuerte sospecha de que muchos de ellos fueron liquidados después de que ya fueran “neutralizados” (el Ejército se refiere así a los agresores árabes que ya no pueden causar daño porque están muertos, gravemente heridos o están detenidos).
Bajo las órdenes de las Fuerzas Armadas israelíes, los soldados no están autorizados a matar a agresores enemigos cuando ya no constituyan un peligro. Por otro lado, muchos políticos y oficiales del Ejército creen que “no se le debe permitir a un terrorista seguir con vida” después de un ataque. Esta fue una orden informal del primer ministro, Yatzhak Shamir (él mismo, un destacado exterrorista).
Sin embargo, el Alto Mando Militar nunca ha aceptado esta regla. Cuando, en los días de Shamir como primer ministro, el jefe del Shin Bet mató a dos secuestradores de un autobús, tuvo que afrontar una acusación penal hasta que fue indultado por el presidente de Israel. Fue despedido.
En otro incidente reciente, una adolescente palestina fue vista en la cámara corriendo por la calle y agitando unas tijeras. Murió por el disparo de un policía.
En todos estos casos específicos, fue la cámara lo que marcó la diferencia. (Quizás el mandamiento divino deba ser modificado para que afirme: «¡No matarás cuando haya una cámara alrededor!”)
El mandamiento divino debería decir: «»¡No matarás cuando haya una cámara alrededor!”
El superior del soldado A le preguntó en el lugar por qué le disparó al palestino herido. El soldado A contestó sin pensárselo: “Ha herido a mi camarada, se merecía morir”.
Poco después, se dio cuenta de que esa era la respuesta equivocada, por lo que lo intentó arreglar: “Se estaba moviendo y tenía cerca un cuchillo, me sentí amenazado”. Pero al parecer otro soldado ya le había quitado el cuchillo de un puntapié.
Más tarde, dio otra excusa, a la que sigue aferrado desde entonces: “He visto un bulto debajo de su chaqueta y pensé que tenía un cinturón de explosivos. Le pegué un tiro para evitar que mate a todos los de su alrededor”. Esto es muy improbable: la grabación de video muestra claramente que todo el mundo que estaba cerca estaba tranquilo. El herido ya estaba fuera de juego. Así que la policía militar anunció que está investigando al soldado A por homicidio.
Estalló una gran tormenta. Todo el país, derechistas, colonos, políticos, entre otros, atacaron al Mando del Ejército en un lenguaje jamás escuchado antes.
El ministro de Educación, Naftali Bennett, líder del partido de extrema derecha “Hogar Judío, atacó salvajemente al ministro de Defensa, exjefe del Estado Mayor, que es un derechista moderado del Likud.
El actual jefe del Estado Mayor, Gadi Eizenkot, no se dejó intimidar. Reiteró las órdenes del Ejército y apoyó decididamente las acciones de la policía militar contra la turba de contestones que inundaron las redes sociales con miles de mensajes maldiciendo el comando militar. Benjamin Netanyahu apoyo débilmente a su ministro de Defensa, y luego llamó al padre del soldado A para expresarle su apoyo.
Esto solo fue el principio. Los padres del soldado A atacaron abiertamente al Mando del Ejército en los medios de comunicación por “abandonar” a su querido hijo, los miembros de la unidad militar del soldado A insultaron libremente a sus comandantes y a la policía militar, el grito en todo el país era que el soldado A fue un “héroe”.
Quien califica al soldado A como héroe está insultado a los soldados de combate honrados
Tuvieron lugar manifestaciones de soldados y civiles delante del tribunal militar en el interior de un complejo del Ejército. Ministros y diputados de la Knesset fueron a la sala del tribunal para mostrar su solidaridad con el “héroe”. Se exigieron las dimisiones tanto del jefe del Ejército como del ministro de Defensa.
Me gustaría añadir aquí algunas observaciones personales.
En la guerra de 1948, yo era un soldado de combate en una unidad operativa, que fue galardonada con el título honorífico de “Zorros de Sansón”. Participé en unas 50 operaciones. Escribí dos libros sobre esa experiencia. El primero, “En la tierra de los filisteos”, fue escrita durante la guerra y describe las batallas. Todo lo escrito en él fue la verdad y solo la verdad, aunque no toda la verdad. El segundo, “La otra cara de la moneda”, que fue escrito inmediatamente después de la guerra, recoge las caras oscuras de la contienda, incluidos los crímenes de guerra.
Basándome en esta experiencia, me atrevo a afirmar: todo aquel que califica al soldado A como un héroe está insultado a los centenares de miles de soldados de combate honrados, quienes sirvieron en las Fuerzas Armadas israelíes desde entonces y hasta ahora, y entre ellos están los verdaderos héroes (como los cuatro soldados de origen marroquí que arriesgaron su vida y me llevaron a un lugar seguro lejos de los tiroteos cuando fui herido).
Un héroe es un soldado que arriesga su vida para salvar a un compañero o para realizar alguna otra tarea esencial. Alguien que dispara a un enemigo herido no es un héroe, y llamarlo así es un insulto a todo los soldados decentes que están intentando preservar su humanidad en duras –a veces imposibles- circunstancias.
Casi 50 años de ocupación han corrompido nuestro Ejército; ya no es el Ejército en el que yo servía
Un soldado honrado no necesita ordenes del Ejército para distinguir entre lo permitido y lo prohibido, entre honrado y criminal, entre un héroe y un cobarde sangriento. Simplemente lo sabe.
Algunos pueden preguntarse sobre mi postura hacia el Ejército.
Soy un pacifista. Odio la guerra y la violencia. Pero no soy ingenuo. Soy consciente de que cada país necesita un Ejército, no solo en tiempos de guerra sino también en tiempos de paz.
Un Ejército es una máquina de matar. Pero después de la atroz Guerra de los Treinta Años en el siglo XVII, la humanidad civilizada estableció limitaciones. En pocas palabras, la violencia está permitida en el campo de batalla, pero queda totalmente prohibida contra seres humanos indefensos, como presos o heridos.
Como algunos de nosotros ha previsto, casi 50 años de ocupación han corrompido nuestro Ejército en mucho sentidos. Este no es el Ejército en el que yo he servido. No es un Ejército del que pueda estar orgulloso. Parece una policía colonial más que un Ejército cuyo deber es defender nuestro Estado en un vecindario convulso.
Por primera vez en la historia de Israel, estamos ante un motín en toda regla
Los extranjeros deben preguntarse sobre el hecho de que en Israel, el Mando de las Fuerzas Armadas es en general más moderado que el Gobierno y los políticos. Por razones históricas, eso siempre ha sido así. Culpo al mando militar de muchos errores y fechorías, pero debo alabarlo por su fuerte carácter en este caso.
El punto principal del incidente, que nadie se atreve a explicar, es que por primera vez en la historia de Israel, estamos ante un motín en toda regla.
No hay otra manera de definirlo.
Un grupo de soldados, apoyado por una parte importante del escenario político, se ha amotinado contra sus comandantes. Esta es una amenaza relevante a la estructura del Estado, un desafío a lo que queda de nuestra democracia.
El deterioro que empezó en los territorios ocupados se está extendiendo por todo el país. Ahora se ha manifestado en la institución que, hasta ahora, ha sido mimada por todos los (judíos) israelíes: el Ejército.
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