La revolución continúa
Abdellah Taïa
París | Febrero 2012
Hace un año, el mundo árabe entró en la Revolución. Seriamente. Realmente. Gracias a jóvenes desesperados e indignados, olvidados, ignorados y despreciados desde hace mucho tiempo, los árabes por fin se despertaron. Salieron a la calle. Gritaron, chillaron. Hicieron lo inimaginable hace tan solo unos meses: echar a los dictadores, transformar para siempre los sistemas y la Historia de esta parte del mundo, darle al pueblo una voz, una legitimidad.
Ojos que se levantan. Que se abren. Hacer caer el muro del miedo. Unir todas las generaciones en torno a un mismo sueño: se puede ser árabe y digno, árabe y libre, árabe y revolucionario.
Nuestros países nos pertenecían. Y no a nuestros dictadores que nos quieren tanto, como sabemos
Durante unos meses, ese famoso fatalismo árabe ya no fue más que un cliché, una piel falsa, que en el fondo nunca fue nuestra. La esperanza entraba en nuestros corazones. El fuego nos guiaba. El mundo nos pertenecía. Nuestros países nos pertenecían. Y no a nuestros dictadores que nos quieren tanto, como sabemos todos.
La vida misma tenía de repente otro sabor, tanto en Marruecos como en Egipto, tanto en Túnez como en Jordania. Algo verdadero estaba pasando. En la realidad. En las mentes. En los corazones. En los cuerpos. El árabe era capaz de caminar. De luchar. No contra un enemigo exterior, no contra impíos ficticios, sino contra los que lo esclavizan en su barrio, en su casa. El árabe se levantaba. Ocupaba las plazas. Cogía el camino de la libertad. Se preparaba para el sacrificio. Daba ejemplo.
Eso pasó hace un año. El tunecino Mohamed Bouazizi se prendía fuego en Sidi Bouzid. Un gesto simple, evidente, terrible, para expresar la desesperación inmensa en la que le obligaban a vivir. Un gesto en el que se reconocieron inmediatamente millones de árabes. Pero Bouazizi no ha muerto. Digan lo que digan los expertos, el fuego de este mártir sigue ardiendo en los corazones de los árabes, alimenta el deseo de proseguir la Revolución árabe. Porque la Revolución prosigue, que esto se oiga claramente. Debe proseguir. No está terminada. No debe terminarse.
¿El mundo árabe se ha hecho islamista para siempre? ¿La Revolución árabe está terminada? No
La Revolución árabe no es un evento mediático que se sigue durante dos o tres semanas antes de pasar a otro tema. Es algo mucho más profundo que sigue teniendo lugar, ahora, esta mañana, esta tarde, en todas las casas árabes.
Evidentemente, los islamistas ganaron las primeras elecciones organizadas en Egipto, en Marruecos, en Túnez. Y seguramente ganarán en otros países árabes. Pero sinceramente, ¿es una sorpresa? ¿Quién puede decir que no era previsible? Los islamistas ocupan el terreno político y social desde hace varias décadas. Apoyados por los petrodólares de los países del Golfo, animados, al principio, por los dictadores árabes, se preparaban a tomar el poder desde los años 70. ¿Lo han tomado para siempre? ¿El mundo árabe se ha hecho islamista para siempre? ¿La Revolución árabe está terminada? La respuesta a todas estas preguntas: no.
El mundo árabe descubre la democracia. Y para integrarla, entenderla desde dentro, tomará tiempo. A priori, los islamistas ganaron legalmente. Podemos pensar lo que queramos de ellos, pero no podemos ignorar este hecho, este momento político importante. Unos partidos políticos árabes ganaron las elecciones democráticamente. ¿Quién se acuerda de tal acontecimiento en el mundo árabe?
No comparto las ideas de los islamistas pero estoy harto de la ola de obsesión antiislamista
No comparto las ideas de los islamistas y no minimizo el peligro que constituyen para las libertades individuales y las causas por las que luchan las sociedades civiles árabes desde hace varios años. Pero estoy más que harto de la ola de obsesión antiislamista que se manifiesta en la prensa. Si creemos en ellos, tenemos la impresión de que no solo la Revolución árabe está terminada, jodida, pero que además, todos los árabes se han convertido en islamistas. Es falso.
Las ideas islamistas existen e influyen en muchas cosas en la realidad y el imaginario de los árabes. Pero, hay que decirlo, incluso los que votaron para los partidos islamistas no se convirtieron de la noche a la mañana en islamistas. Si esos últimos ganaron de sobra, es porque eran los únicos en haber ocupado el terreno, los únicos en ayudar a los más desprovistos, los únicos que, por no haber estado nunca en el poder, tenían cierta credibilidad política.
En lugar de instalar un nuevo miedo islamista en los corazones árabes, me parece importante y urgente recordar esto: la Revolución árabe no la iniciaron los islamistas sino jóvenes valientes, heroicos, que, de momento, aún no saben transformar su impulso revolucionario en ideas políticas, en partidos políticos.
En lugar de caer de nuevo en las trampas islamistas, foco de atención de las obsesiones occidentales, debemos, al contrario, animar este mundo árabe que sigue moviéndose, sigue rebelándose, sigue saliendo a la calle. Este mundo árabe que entendió que, aunque consiguió echar a algunos dictadores árabes, los sistemas políticos represivos e injustos están todavía en pie. Todavía dominantes.
Gestos diarios realizados por artistas o anónimos obligan al mundo árabe a afrontar a sus demonios
Y también están todos esos gestos revolucionarios y diarios realizados por artistas o anónimos que obligan al mundo árabe a hacer frente a sus demonios. A hacerse por fin las verdaderas preguntas. Podemos ver todo esto en las calles, en internet, en Facebook. Dentro de las familias. El paso hacia una nueva identidad árabe estaba superado desde hace mucho tiempo. No por todos, claro. Pero ya no podemos ignorar los signos de este profundo cambio, este rechazo decidido de las ficciones nacionalistas construidas por dirigentes megalómanos para cegarnos mejor.
Bien antes del inicio de la Primavera árabe, estos signos ya eran numerosos. Se multiplicaron desde entonces. Demuestran la nueva y muy crítica mirada que tienen esos jóvenes árabes indignados sobre su sociedad. Porque se trata de eso: el mundo árabe entró en mutación. Incluso en los países que parecen estar fuera de este movimiento extraordinario, este proceso ya ha empezado.
Zineb El Rhazoui organizó en ramadán un picnic en Marruecos, un choque enorme y necesario
Podría citar aquí muchos ejemplos para ilustrar este cambio que algunas fingen no ver. Está la joven egipcia Aliaa Magda Elmahdy, que publicó en noviembre de 2011 en internet un autorretrato suyo desnuda, causando de esta forma un escándalo enorme. Se criticó mucho y a la vez se defendió mucho este gesto fuerte e inédito.
En la página de esta artista podemos ver que apoya de forma muy activa a otro bloguero, Mikhail Nabil, condenado por los militares a dos años de cárcel porque se atrevió a publicar en su blog una lista larga y exhaustiva de todas las exacciones cometidas por el ejército desde el principio de la Revolución en Egipto. De origen copto, este joven se presenta como “liberal, laico, capitalista, feminista, prooccidental, proisraelí, ateo, materialista, mundialista, activista, antimilitarista y pacifista”.
Hace tres años, la militante marroquí Zineb El Rhazoui organizó en pleno mes de ramadán un picnic en la ciudad de Mohammedía. Lanzó una invitación en Facebook a todos los marroquíes para unirse a ella en esta celebración de la libertad. La sociedad marroquí vivió este gesto como un choque enorme y, sin embargo, tan necesario.
Desde el principio de la Revolución en Siria, varios artistas sirios se unieron inmediatamente al movimiento de la contestación. Como la escritora Samar Yazbek y la cantante estrella Asala. Y otras tantas que desconoce totalmente Occidente.
Quiero creer que el mundo árabe ha entrado realmente en una nueva fase de su Historia
Para convencerse de la realidad de esta Revolución, también hay que visitar la página del Movimiento del 20 de Febrero, que transformó tantas cosas en Marruecos, y ver los vídeos inspiradores que los militantes de este grupo hicieron. Hay que seguir, en Facebook y en otros sitios, a estos jóvenes héroes árabes que surcan su país para iluminar a sus conciudadanos, difundir entre ellos sus ideas e incitarlos a huir de cualquier forma nueva de autocensura.
Al principio de los años 90, después de la caída de Muro de Berlín, vimos florecer en Europa del Este un bosque de partidos políticos más estrambóticos el uno que el otro, algunos extremos, peligrosos. Esto dio al principio países ingobernables. Pero los pueblos le cogieron el gusto a la democracia y en menos de diez años, las peticiones para volver al autoritarismo habían desaparecido completamente.
Igual las situaciones no son comparables, pero, de todo mi corazón, quiero creer que el mundo árabe ha entrado realmente en una nueva fase de su Historia.
Por favor, ¡no entierren demasiado rápido la Primavera árabe!
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