Vicente Amigo
«A veces, la responsabilidad se vuelve insoportable»
Alejandro Luque
Sevilla | Septiembre 2016
Sevilla es una prueba exigente para cualquier guitarrista flamenco. El propio Paco de Lucía afirmaba pasarlo mal cada vez que actuaba en la capital hispalense, por la responsabilidad que le inspiraba tocar en un teatro lleno de compañeros y de presidentes de peñas que no le quitaban la vista de encima. Vicente Amigo (Guadalcanal, 1967) acaba de pasar esa prueba con sobresaliente, en el marco de la Bienal de Flamenco. Su voz al otro lado del teléfono es de natural alegría, mezclada con un hondo alivio. Pero sabe que los músicos como él no tienen tiempo para celebrar sus éxitos: para ellos siempre hay un nuevo reto por delante.
Parece tenerle cogida la medida a Sevilla. ¿Cuál es el secreto?
Ojalá lo supiera dónde está ese secreto y cómo hacerlo, porque para mí Sevilla es quizá la plaza más importante del flamenco. No sé cómo se logra eso, tener abrazado al público, no en el bolsillo. Ha sido una maravilla poder templarme y entregar mi música de la mejor manera que sé. La gente estaba conmigo y solo puedo estar agradecido por esa noche.
La guitarra está viviendo un momento paradójico: se ha ido el más grande de todos los tiempos, y tenemos a la vez un panorama impresionante de buenos músicos. ¿Lo ve así?
Totalmente, desde hace tiempo ya se ve ese auge. Paco nos ha dejado una herencia tremenda, y a la vez, como dices, la guitarra flamenca está en un nivel impresionante. Creo que tenemos la obligación de ser agradecidos con esa herencia y tratar de seguir adelante, cada uno en su búsqueda, con su corazón, para ir mostrando lo que vayamos descubriendo.
«En la vida de un guitarrista hay mucho de trabajo físico agotador»
¿Qué supone para la guitarra que esté vivo y en activo otro referente como Manolo Sanlúcar?
Manolo es un faro. Para mí siempre va a ser uno de los genios que ha dado la historia de nuestra música. Lo que haga él va a ser un aliciente para todos los demás.
Hay una gran altura técnica en general, que no siempre va acompañada de una originalidad compositiva paralela. ¿Hay muchos recursos para decir, pero no todos tienen algo que decir?
Claro, lo más importante es qué decir. Lo ideal es poder juntarlo todo, el cómo y el qué dices. En la vida de un guitarrista hay mucho de trabajo físico agotador, pagas una factura muy alta por tocar tanto, la espalda se resiente, el alma también… La presión que a veces soportas te aplasta. La mente es así, a menudo es ella la que te presiona de ese modo. Ahí tienes que intentar liberarte, pero no es fácil. En mi caso, con frecuencia la responsabilidad se convierte en algo insoportable.
Está a punto de estrenarse un documental sobre el disco Omega, en el que usted participó. ¿Qué recuerdos tiene de aquella grabación, cómo era trabajar con Enrique Morente?
«Enrique Morente era un tío serio. Era más purista que los puristas»
Tengo un recuerdo muy presente de aquella experiencia, y muchas anécdotas con Enrique. Aparte de haber compartido momentos en actuaciones, éramos amigos. Me gustaba mucho ir a Granada a tomarme una cerveza con él y con amigos comunes. En cuanto a la grabación de Omega, sabíamos que iba a quedar como obra en la memoria, y que marcaría caminos nuevos para mucha gente. Era un proyecto arriesgado y de verdad, como todo lo que hacía Enrique.
¿Sabían también que los puristas se echarían las manos a la cabeza? ¡Un flamenco tocando con una banda punk!
Nos reíamos mucho imaginando esas reacciones. Enrique tenía un sentido del humor muy rico. Pero en el fondo era un tío serio, comprometido con el arte y consigo mismo. Era más purista que cualquier purista.
Su disco Poeta, dedicado a la poesía de Rafael Alberti, ha quedado como un hito en un momento en que la poesía del portuense está casi escondida, a cuenta de determinadas controversias familiares. ¿Está al tanto de ellas?
La verdad es que no he tenido nada que ver con todo eso. Yo hice esta obra para dedicarle a Alberti un homenaje en vida, nada más. Simplemente creo que es lamentable que ocurran estas cosas, y espero que los problemas, como en cualquier familia, se resuelvan para bien.
Tiene usted fama de buen lector, como Juan Carlos Romero, como Dani de Morón… ¿Los guitarristas son más leídos que los cantaores o los bailaores?
Dependerá de unos o de otros… A mí, cuando tengo tiempo, me gusta leer para aprender, que es el refugio más grande que tenemos los seres humanos.
¿Qué tiene en la mesita de noche?
Últimamente estoy leyendo a Platón. Pero muy despacito, para calmarme de las tensiones de las que te hablaba antes. Con el nuevo disco he estado bastante estresado, he tenido varias actuaciones importantes, y a veces recurro a los libros para irme un poco, para no pensar en la música.
Cuando parecía que en el campo de las fusiones se había hecho todo, sorprendió usted con un disco de acercamiento a la música celta, Tierra…
Bueno, lo que he tratado siempre es de juntar el flamenco con otras sensibilidades. Pero siempre partiendo desde el flamenco, desde mi corto entender, y desde el respeto a otras músicas. En Tierra he vuelto a comprobar que cuando las músicas se abrazan realmente, sin artificio, todo funciona. Como digo, con respeto, y también con libertad. En todo caso, hay muchísimas cosas por descubrir, porque la música es infinita. Eso es lo maravilloso de esto.
«Si en algún momento parece que soy de otro lugar, también me parece bonito»
Un músico extraño al flamenco como Pat Metheny, ¿está tan incorporado a su música como cualquier guitarrista jondo?
Si te digo que no, te miento. Yo no soy capaz de hacer otra cosa que expresarme dentro del flamenco, pero reconozco el valor de cosas que hay fuera. Para mí es una aventura acercarme a esos sonidos, no creo que sea ningún defecto. Es más, me gustaría que hubiera más gente así. ¿De dónde saca ese tío esa forma de expresar? Para mí tocar flamenco no es solo hacerlo por bulerías o por seguiriyas, sino el cómo dices, que se note que eres de aquí. Pero si en algún momento parece que soy de otro lugar, también me parece bonito. Es señal de que has viajado…
Bueno, aviones ha cogido usted unos cuantos…
¡Sí! Y siempre pienso en Manolo Sanlúcar, que dice que si Dios hubiera querido que voláramos, nos habría dado alas…
Se le ha llamado el rey Midas, porque fue usted el revulsivo en las carreras de gente como Remedios Amaya, José Mercé o El Pele.
«Siempre he querido hacer algo digno y bien hecho allí donde esté»
¡Ojalá fuera el rey Midas! No sé, las cosas han cambiado tanto en las discográficas… Ahora están las descargas ilegales, el panorama es muy distinto. Creo que en aquel momento lo que pasó es que, como he hecho siempre en mi vida, me entregué en cuerpo y alma a los proyectos de esos cantaores, y ellos, viendo que haces tuya una historia que no es tuya, pero que al final acaba siéndolo… pues no tuvieron más remedio que entregarse también. Siempre he querido hacer algo digno y bien hecho allí donde esté. Y en aquellas grabaciones nos divertimos, sufrimos también, pero valió la pena.
¿Quién será el próximo afortunado?
Ahora estamos trabajando con El Potito, un fenómeno. Un hombre que desde chico tiene ese pulso, ese ritmo… Como él mueve el cante, no lo hace nadie. Tocar para él es el sueño de cualquiera.
Usted ya estuvo en aquel primer disco de El Potito, donde se juntó la plana mayor de la guitarra flamenca.
Sí, aquello fue una buena reunión. Desde entonces somos amigos. Hacía tiempo que lo queríamos hacer, pero él estuvo un tiempo apartado, se dedicó al Culto… Ahora ha vuelto y lo intentaremos hacer bonito.
¿Alguien más?
«En mi nuevo disco he tratado en efecto de ir a la raíz, y espero que así lo vean quienes lo oigan»
Sí, me gustaría hacerle algo a La Susi.
Siempre he pensado que el disco que le grabó Queco era precioso. Merece otra oportunidad.
Yo también lo pienso. Pero iremos poco a poco.
En su próximo disco va a tocar por primera vez seguiriyas y tientos. ¿Es un viaje a la semilla, un regreso a la raíz del flamenco?
Sí, y unas alegrías, una soleá titulada Sevilla, que es una visión muy personal… He tratado en efecto de ir a la raíz, y espero que así lo vean quienes lo oigan. Y que lo disfruten como yo lo he disfrutado, solo que sin mis quebraderos de cabeza.
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